Historia Natural y Médica de el Principado de Asturias.- Año 1762..


Textos:
-El mal de la rosa.
-Alimentación de los malatos.
-Mortalidad de expósitos.
-La asistencia médica en las malaterías de Asturias.
-Coto de Llendelafaya en la actualidad.
-El cólera.

Malatería

El mal de la rosa
Ha sido considerada como una especie de lepra,  pero no me parece que tenga ninguna afinidad  con esa enfermedad. Ataca al dorso de las manos, las plantas de los pies y el cuello,  desde donde desciende  al esternón casi hasta el cartílago zifoide, pero el resto del cuerpo quede exento. El sitio atacado aparece primeramente rojo; ese color  va acompañado de color y calor; después acaba en una sarna. En el curso de la enfermedad, se ven sucederse  los vértigos, el delirio, con la lengua cargada, el cansancio, los temblores, las lágrimas, y segúnl testimonio del doctor Durand,  una inclinación particular a ahogarse. Esta enfermedad desaparece en verano y reaparece en primavera. Pueden curarla por el nitro y algunos purgantes suaves; pero si la descuidan, se termina con escrófulas, marasmo, melancolía y locura.

Alimentación de los malatos
La pobreza y aislamiento de la región asturiana hicieron siempre en ella más penosas las consecuencias de las malas cosechas, y aunque las hambres esporádicas no signifiquen que los asturianos sufriesen  continuamente una hipoalimentación suficiente para hacerles enfermar, según Casal y Feijóo era excesiva la frugalidad a que se veían obligados. Sus alimentos solían ser bastante variados y abundantes como para que la gran mayoría se mantuviesen ágiles, fuertes y sanos; pero ello no quita que en Asturias abundasen también el hambre, la miseria, las enfermedades carenciales y la lepra verdadera. 

Imagen de San Lázaro


Imagen de San Lázaro

Mortalidad de expositos.
La miseria pasada fue la causa principal de todos los ingresos en el Hospicio. muchos padres legítimos, que impulsados por la necesiad tenían que abandonar a sus propios  hijos para que la Casa les facilitase la alimentación y el abrigo que ellos no podían proporcionarle. Dice Concepción Arenal "salvo excepciones harto raras, debidas a individuales esfuerzos, el estado de nuestra beneficencia es deplorable; la palabra parece dura, pero tiene una triste exactitud. Los medios de la sociedad antigua no existen, los de la nueva no están organizados, y la humanidad doliente y desvalida sufre cruelmente en este fatal interregno. El enfermo pobre halla un mal hospital o no halla ninguno...... Los expósitos mueren en una horrible proporción. Hay autoridades que se felicitan por la economía que resulta de reducir el salario a las amas que los llevan a sus casas. No falta quien lo pida - dicen satisfechos- En efecto, los piden, ¿pero quién?, Mujeres miserables, solas a quienes puede convenir un contrato tan poco ventajoso; mujeres mal alimentadas, que muchas veces siguen criando a sus hijos, y dan al expósito  el alimento necesario para que arrastre lánguidamente una vida que no tarda en extinguirse: no olvidemos que si la pobreza es compasiva, la miseria es dura. La mortalidad de los lactantes alimentados exclusivamente por biberón era muy alta, casi del 100 por cien. 
La Asistencia Médica en las Malaterías en Asturias
Si se quitan los reconocimientos hechos para acreditar la enfermedad de los que pretendían ingresar o para comprobar la curación de los que fuesen a causar alta, los malatos no recibían asistencia médica de ninguna clase. Durante varios siglos la provincia apenas tuvo más médicos que los dos que residían en Oviedo; por eso la malatería de la ciudad es la única en que se practicaba alguna asistencia. Cuando el el siglo XVIII llega a haber 9 médicos y 83 cirujanos en la provincia, ya las malaterías dejaban de existir. 

Coto de Llendelafaya en la actualidad.  
Este coto de señorío, perteneciente al Deanato de la Catedral de Oviedo, estuvo en su poder desde el siglo XII hasta 1827 que se incorpora al municipio de Proaza,junto con el de Linares.
Su extensión es de 143 días de bueyes. Su perímetro se recorría en dos horas. Las tierras de labor, de mediana e ínfima calidad, tenían 19 días de bueyes y los prados 34. Había en el coto pastos infructíferos en términos comunes, que ocupaban 40 días de bueyes. El resto del coto, 50 días de bueyes, lo componían matorrales, riscos y peñas. Los límites son, al N. con la parroquia de Villamejin; al S. con la parroquia de Aciera; por el E. con términos del concejo de Quirós y al O con peñas que dicen de Queso Redondo y Peña Caranga.
Tenía el Deán la regalía de nombrar alcalde mayor, quien conocía de las causas que acusaban los dos jueces del coto. Elegían anualmente a uno de estos dos jueces lo vecinos de las Agüeras y de Tene, del concejo de Quirós. Los vecinos dentro de los habitantes del coto elegían al otro juez.
En el coto de Llendelafaya se pagaban diezmos de escanda de maíz y de judías. Las primicias consistían en el pago de ocho cuartillos de escanda por cada vecino. El párroco era el único preceptor de diezmos y primicias. El mayor hacendado del coto era el hospital de San Lázaro,que cobraba la contribución, que se estimó en 710 reales y 12 maravedís.  Este era el valor del producto de la heredades del hospital.
Los habitantes del coto eran pobres de solemnidad, leprosos o malatos. La población constaba de tres vecinos a veces de dos de permanencia fija. Los dos vecinos son jueces uno del otro alternativamente. En 1787 en el padrón formado quizá por el último cura D. Alonso Tuñón Bernardo, resultaron solamente dos matrimonios y sus hijos.
Hay en este lugar un mesón-taberna llamado la Venta de la Cerezal para comodidad de los que transitan a Castilla, que aún hoy está en pie y restaurado como cuadra, entre los edificios que aún existen está la casa del cura. Se decia misa cada quince días y se renovaba el sagrario por un sacerdote de las inmediaciones nombrado por el diocesano, que es el señor del coto.
Cuenta este lugar con una fuente que dicen tiene aguas medicinales llamada la Gortina. Pero lo más interesante es la iglesia dedicada, dicen, a Santa Lodia, de la que hoy solo queda el ábside, y dedicada a establo. Hace unas décadas en su interior (yo la visité), tenía frescos en las paredes. Muy cerca en una pequeña parcela está el cementerio. La malatería se extinguió y sus bienes pasaron al Real Hospicio de Oviedo. Este conjunto parece no estar protegido y quizá ni catalogado. La Voz de Trubia. 



El cólera

Es el cólera por hoy, y sabe Dios hasta cuándo, el rompe-cabezas de los discípulos de Hipócrates, la realidad no se sabe lo que es, pero como el autor de éstas líneas lo pasó  el año de 1855,  puede explicar  por propia esperiencia lo que se siente y lo que se sufre padeciéndolo: 

Sentí frío, mucho frío, calambres, diarrea, vómitos angustiosos y una sed que el agua de un caudaloso rio me parecía poca para apagarla. Mi estómago ardía; si tuviera en él un hierro candente no me produciría más calor. El resto del cuerpo estaba helado,  especialmente las piernas y los piés, en los que ni siquiera noté que me ponian frascos con agua hirviendo que abrasaron las manos de la persona querida que me los aplicaba, y yo no retiré el pié ni hice el menor movimiento. 

Miraba á mi alrededor como mira el idiota, sin darme cuenta de lo que veía. La mayor indiferencia, indiferencia estúpida se había apoderado de mí

Mi plan curativo no obedeció  á ningun método. Fuí materia de ensayo. Cada médico opinaba distintamente y llovieron sobre mí recetas, medicinas y remedios caseros, y curé por que Dios quiso, ó sea por la misma razón que murió el portugués del cuento.

Quedé muy débil y con el estómago sin fuerzas digestivas, así que á los dos meses, se apoderó de mí el tifus. El Oriente de Asturias. Sábado 29  de Agosto de 1885. Nº 22.-













A Tía Rosaria del Vieiro, de Labiaróu, tamén en Samartín d´Ozcos, era parteira, quitaba el cabestro  da llingua a os nenos y quitábayes el dolor de barriga  con fregas de pingo de cocho. Además bendecía con un colmillo de llobo el augua del alicornio y dicía úas palabras que xa naide  recorda, anque dicen qu´eran aparecidas as de desembruxar.
Peró  a Tía Rosaria del Vieiro inda iba más alló.  Era úa persona mui creyente y condo había úa  persona morindo “preparábala” para emprender el tránsito hacia el outro mundo.  Pra empezar a “trabayar el alma” del moribundo, primeiro rezaba esta plegaria delantre d´él:
Oh, mi amado buen Jesús,
postrado delante de Vuestra Presencia
vos ruego imprimáis
aquello que dijo  de Vos 
Santa Perfecta David:
han taladrado mis manos,
mis pies y todos mis huesos
se podrán juntar.
A continuación, fía a señal da cruz al enfermo y rezaba:
Con los doce apóstoles
me voy a la cama, 
las cien mil vírgenes
me acomañan el alma.
Virgen de la Vililia, 
milagrosa Santa Ana,
San Vicente que es mi amigo, 
San Miguel me pese el alma.
Virgen pura, Virgen pura,
bien sabemos que pariste
las puertas del cielo abriste,
a todos recogiste.
Recógeme a mí, Señora, 
que soy digna pecadora. 
Escalera del cielo,
arca de la eternidad,
cuando la hostia se levanta
el cáliz queda en el altar.
Yo soy  el Divino Jesús
que me presento en la cruz, 
mi madre es María 
y me quiere dar la vida.
Si esta oración dijera
todos los viernes del año
saca úa ánima de pena 
está libre del pecado.
Despós, presinábase y facilitaba  el paso del alma al outro mundo dicindo:
Sal, alma, y no temas,
en el nombre de Dios Padre Omnipotente
que te ha creado; 
en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor 
que por ti fue crucificado;
en el nombre del Espíritu Santo 
que purga  tus pecados.
Por último, Rosaria recitaba esta oración final:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo  que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo  tan herido,
muévenme  tus afrentas  y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, 
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera, 
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
 ………………………………
En Lendelforno eraconocida Eduvigis de Casa Mingachón por rezar el responso  de San Antonio condo se ye perdía algo a daquén.  Debía recitarse sin equívoco, de lo contrario lo extraviado nunca aparecía.  Por ser úa versión diferente da anterior, merece la pena cuntar con ella y dice así:
Mi devoto San Antonio,
en von naciste, 
en debe te criaste, 
el cordón  cinguiste,
al calvario subiste,
con el niño Jesús te encontraste
¿dónde vas, Divino Antonio?
En busca de mi calvario
que lo he perdido.
Vuelve tres pasitos atrás, 
con el niño Jesús te encontrarás, 
Que te ha dado un don,
que no de varón,
que te ha dado un mando,
que no de gallardo,
que ni lobo ni raposa hagan furado,
ni saquen sangre de ningún ganado,
ni mujer muera de parto,
ni criatura lo pague.
que lo pague el Dios del Cielo 
con un Padrenuestro
y un Avemaría. Amén. Jesús. 
Martín de Villar. Curandeiros, compostores y outros sanadores.-


Malatería

Malatería
Historia de la Constitucion de los tiempos, y de las enfermedades

epidemicas, y particulares , que en este Principado de Asturias observamos desde el año 1719 hasta el de 1721.

Casal 1762.- Desde el año de 1719 , hasta el de 1721 , predominaron muchos los vientos Australes en este País de Asturias; y especialmente el Otoño de 1720, fueron casi continuos hasta el dia 25 , de Diciembre : pero desde este día, trocandose los tiempos de muy calientes, en sumamente fríos, vinieron unos yelos ten penetrantes, que, con especialidad por las noches, no havia tolerancia en lo vivientes para resistirlos. Duró este crudo tiempo hasta el 16 de Enero de 1721. Y en este mismo día, se convirtieron las secas frialdades, en fogosidades secas. Turbóse la atmosphera, y se puso tan caliginosa, que estiuvimos tres dias como en tristes tinieblas. Al fin de ellos se desataron las negras nubes en abundantes lluvias, que continuaron hasta el principio de Febrero. Este mes (aunque todo húmedo, y obscuro) fue tan vario, que juzgo corrieron en él (mudándose cada hora ) cuantos vientos conocen los Marineros de mayor ciencia, y práctica . Cayeron nieves, y fueron intensos los fríos. El Marzo tuvo los seis primeros días secos, y calientes , con vientos Meridianos; pero de allí empezaron copiosisimas lluvias, fríos, y obscuridades, que no cesaron hasta quince de Mayo. Desde entonces, hasta Diciembre, ultimo mes del año de 1721 , fue regular el tiempo , sin mudanza de notarse. En Otoño de 1719 , acaeció una epidemia de ictericias flavas, tan general, que comprendió la décima parte casi de los Moradores de este País. No venían acompañadas de otros sintomas, que de los regulares, ordinarios; y se curaban con los remedios triviales, y conocidos , en menos de cuatro semanas. El siguiente año de 720 , experimentamos muchos y graves males, que se extendieron hasta el de 21, porque tuvimos paperas, catarros, viruelas, y peligrosas fiebres epidémicas: y comenzando por las paperas, digo, que á los fines de Marzo, y mitad primera d Abril, hubo casi epidemia de vahídos, ó vértigos, y dolores gravativos de cabeza. Vino sobre ellos la general indisposición de paperas. Sucedieron estas á las personas de menos de treinta años; pero mucho mas á los mancebitos, que no pasaban de los diez y ocho. Eran comunes á hombres, y mujeres, pero ninguna doncella, ni casada, á quien bajase la costumbre, tuvo tales paperas; sí empero aquellas, que,ó por por falta de edad, ó por otros motivos, carecían de dicha evacuación; y así, hayándose en cinta una noble Señora de esta Ciudad, tuvo también su abultada papera. Formabanse estos tumores en la sobarba; á muchos, en un solo lado; á otros , se extendían a los dos igualmente , desde la tonsilla derecha á la izquierda. Hinchábanse mucho, y solía en algunos llegar lo entumecido hasta poco mas arriba de el manubrio de el hueso esternón. Al principio de Mayo de 720, el criado de el Rmo . P. M. Fr. Esteban de la Torre, Monge de San Benito, siendo mancebo de 16 . años, ,sano , y robusto, tuvo una crecida papera hacia la la tonsilla siniestra, sin dolor, ni tensión, como las demás, que entonces había: y desapareciendo antes de lo que se esperaba; sintió bajar, con alguna molestia, el humor al teste de el mismo lado, para lo cual le acometió un grande frío, y como temblor de terciana, á que sucedió fuerte calentura, y se puso tan crecido , encendido, duro, y doloroso el dicho tese izquierdo, que temí alguna mala resulta. Hice que lo sangrasen de el pie derecho, y de el brazo izquierdo, con lo cual, y algunos fomentos anodinos resolutivos, fue sanando felicisimamente. Después de tantos males , vinieron las feroces viruales, y las malignisimas enfermedades intercurrentes, que ocasionaron bastante estrago. Comenzaron con alguna lentitud; creció después, como como insensiblemente, su malicia, y contagio, hasta cierto termino; y bajaron casi por los mismos países. Así suele suceder en toda enfermedad epidémica, como lo tengo visto, y leído en buenos Autores, -. Tuve en el tiempo de esta cruel epidemia mucho cuidado de observar, y escribir lo que iba sucediendo, general , y particularmente, á los enfermos; lo que ofrezco referir con toda verdad, y lisura, después de las siguientes reflexiones. Enfermo primero: Un estudiante de veinte y un años, sobrino de Don Francisco Rodriguez, Arcipreste de Oviedo, mozo callado, honesto, y aplicado al estudio, y algo melancólico, tenia una pierna notablemente mas gruesa, y entumecida, que la otra, desde la rodilla, hasta el mismo pie inclusivamente. Este genero de entumescencia es bastante familiar en Asturias; y traté de ella en la Historia, que en Idioma Latino escribí de algunos achaques familiares de este País de Asturias y advertí, que semejantes piernas entumecidas, exhalan unos hálitos poco menos hediondos, que los del cáncer ulcerado, aunque por ninguna parte estén llagadas. Comenzó la enfermedad, que voy á referir de este Estudiante, con aquellos horrores, ó calofríos que regularmente aparecen en el principio de las enfermedades agudas. Fue desapareciendo, desde aquel instante, la crecida entumescencia de las piernas que por espacio de dos año, ó mas, se había conservado. Mudose en pardo morado el natural color de la cara; y el apetito en hastío , y nausa continua. Arrancaba flemas blancas, pegadizas, y espumosas. Desde el primer insulto de este mortal achaque, se ausentó de modo el sueño, que , ni aun por sombra, ó imagen, volvimos á verlo. Era el calor de la fiebre tan remiso, que nada con el tacto llegaba á percibirse. Estaban desiguales los pulsos, en caso todas las propiedades perceptibles. La lengua sucia, y de mal color; resecos, hundidos, y como si desde el diafragma los tirasen hacia arriba, se manifestaban los hipocondrios: la piel de todo el cuerpo, seca, y áspera, la orina delgada, con mal color, y sin segregado visible. Apenas conservaba, por tiempo de dos minutos, una misma figura; antes, con indecible inquietud, mudaba por instantes la postura de todos los miembros; y el cortísimo tiempo, en que paraba, ponía la cerviz tan tirada, y vuelta hacia.-



De las úlceras de las piernas. Como son tantos los líquidos superfluos, endémicas las erisipelas, y poco menos, que inseparable, ó casi necesaria la sarna; es consiguiente, que, en pasando la juventud, cuando ya las funciones internas no se celebran con aquel vigor que solían, ni los fluidos conservan la pureza, sutileza , actividad, y espíritu que gozaban, se llena, como por transito preciso, de impuros jugos las piernas; y aun otras partes de el cuerpo en este territorio. Comunísimas son en este País las úlceras de las piernas, dificultosísimas de curarse. Unas veces comienza por causas interiores; otras tienen principio en algún golpecito, rascadura, ó herida de causas procatarsicas; pues, como las disposiciones son tan a propósito para engendrarlas, fomentarlas, y conservarlas; cualquier pequeño motivo es suficiente causa: y así aquí suele importar la picadura de una mosca, tanto como en otros Países la de un escorpión. Con estas llagas suelen regularmente conservarse libres de otros males aquellos, que las padecen; pero cuando se secan, y llegan á cerrarse, sobrevienen de ordinario indisposiciones muy peligrosas. El Vulgo cree firmemente, que estas indisposiciones no tienen otro principio, motivo, ni causa, que aquellos dichosos líquidos, que por defecto de su acostumbrada corriente, quedaron estancados en el cuerpo. Pero yo he conocido por innumerables experiencias, que no siempre es así: pues siempre observé, que mientras el régimen, gobierno, mecanismo, y funciones principales de los cuerpos se mantenían sin lesión perceptible; permanecían las llagas con regular semblante; y bastante purgación: pero lo contrario acontecía, cuando aquellas principales obras llegaban á desmayar; porque entonces, dentro de pocos días iban las úlceras demostrando mal color, y secándose. Esta advertencia no solo es cierta, si también muy útil para que los Médicos no equivoquen las cosas, pensando , que los efectos son causas, y las causas son efectos .. 


¡Al diañu l´porconzón!
-Peru….¿yes tu, Senforosa?
¡Arreniego de los diantes,
aplasmásteme dafechu!
¿Como diba yo estremate 
disflazada de coruxa
con el diañu d´ises gafes
que semeyen becicletes
amontás sobre les ñarres?
¡Mialma, tas d´última moda!
Non t´afalta pa equipate
mas qu´un bolsu ´nel costazu,
como lleven les rapaces,
unos “clis” e´nes oreyes y………
-Non digas babayades
Ifigenia, que si punxe
como ves, les antiparres,
L´ illo ye que van dos meses, 
nos que el probe Pin de Nando
non apara agomitando
lo que entama de xintar;
co lo cualo ta tan flaque, 
que non tien más que los güellos, 
la cadarma y los pelleyos
qu´ amenorguen al empar.
Endemás, como tampoco 
preba d´ágoa nin gotera, 
pos tamién la gota juera 
na más char un parapáu,
arresécase todilli; 
y como isto ya s´allonga, 
ta lo mismo que pilonga 
d´encoyidu y engurriáu.
Tantu ye, que los dotores, 
dicen que hora, lo primeru,
ye amugálu bien con “sueru”,
qu´esu ye lo prencipal.
Pero ´l “sueru”, qu´illos llamen,
non pensés que ye “debura”,
ye na más qu´una mestura
que se fai con ágoa y sal.
Y… que dan a calderáes
buradando la pelleya 
nel docáu mesmu l´la vieya, 
n´onde esvaria so ´l tocín,
y llevanta cá,  gorollu
qu´asemeya talismente
de qu´enflasen al pacente 
la barriga c´un barquín…….
……………………………………
Aplasmósi  perdafechu, 
y quedó Pin  sin resolla
candu vio trayé la “empolla”
qu´ entamaben de espetái; 
y fo ´n  baldre toda llucha
p´algamar que la punxera,
pos, per más que chanon xera,
n´hébo mó ¡nin pa´l carái!
Viendo el mélicu empusible, 
con falagos nin razones,
el ponela  ´n ´indeciones, 
dixo entóncenes, tamién,
podín dala per baxu,
dipacino  en llavativa….
y, anque non tan defetiva
como l´utru ……diba bien….
…………..
-¡Esu ye falar a modo!,
dixo Pin al oyer isto
Si ye ansina….non rechisto….
n´indeciones… ¡en xamas!….
Per embaxu, lo que quieran,
qu´esi ye el camín derechu…..

……………….
¿Non lu tienen ya bien fechu?
¿Pos paqué iguar utru mas!!!
Melecina casera. A. García Oliveros.-



Maternidad de Solteras
Así se expresaba Gil de Jaz: " Que para que el rubor, o temor de la infamia no precipite a las mujeres al detestable exceso de solicitar aborto, o incidir en algún funesto  infanticidio  habrá en el Real Hospicio una pieza separada, a donde será recogida con buen modo, y con caridad cualquiera mujer que se quiera retirar a parir, y se le mantendrá hasta que efectivamente haya dado a luz el fruto de su vientre y convalecido, sin que nadie le pregunte quien es, y se le guardará un inviolable secreto. por que solo lo han de saber la Rectoría, y la Matrona, el Capellán Mayor de la Casa y el Médico, si fuere mujer de reputación, y de calidad especial se le permitirá que esté cubierta con un velo todo el tiempo que residiere en dicha pieza del Real Hospicio, pidiéndolo ella, por cuyo medio consigue el que nadie tenga noticia de su fragilidad".- "Que si posponiendo este misericordioso, y prudente refugio, por el que queda a salvo su honor, solicitase aborto, a saliese a parir al campo con ella comparten la misma sala, pues estas habrían de cubrirse" el rostro con un velo u otra cosa que haga sus veces" 




Obra posthuma que escribio el Doct. D. Gaspar Casal . Año 1762.
De las Pasiones histéricas de este País. Tan familiar, y conforme es á las complexiones de las mujeres Asturianas el achaque, llamado Mal de madre, que entre cuantas se mantienen con vida sedentaria, hayarémos muy pocas, que no lo padezcan. Las trabajadoras, y labradoras, que mediante el corporal ejercicio, endurecen , encallecen, y acecinan las fibras nerviosas, membranosas, y musculosas, son mucho menos afligidas de esta pasión molesta. Gaspar de los Reyes asegura, que en Flandes, Holanda, y otras Riberas Septentrionales de el Mar, hacen mayores daños los penetrantes olores de el ámbar, y almizcle á las mujeres, que en otros Países de temperie caliente, y seca: y si fuere cierta (como lo creo) estas observación, podremos conjeturar, que por la manifiesta semejanza de estas Septentrionales Marinas de Asturias con aquellas, es aquí mas propensa la contextura feminea á padecer histerismos, que en otras Provincias de España. Muchos, y grandes accidentes de este genero tengo vistos aquí, los cuales quiero dividir en tres clases, para desterrar las equivocaciones, que pueden acontecer, y manifestar mis experiencias, tocantes al método, y medicinas, que reconoce mas segura, y eficaces en su curación. En la primera clase pongo aquel, que no pocas veces observamos en las mujeres jóvenes, especialmente doncellas. Este, cuando quiere comenzar, pone triste, y como pensativo el semblante de las pacientes: Á esta señal se sigue una repentina, descompuesta, y durable risa, con sonoras, y muchas carcajadas, vertiendo al mismo tiempo tanta copia de lagrimas por los ojos, que forman arroyos en las mejillas. Esta llorosa risa, ó llanto risueño, repite regularmente tres, ó cuatro veces y termina en unos ayes, y gritos tan altos, y agudos, que penetran, y conmueven los oídos mas sordos, y pesados. Al dar estos chillidos, comienzan muchos, varios, y fuertes movimientos de todo el cuerpo, con notables esfuerzos, esperezos, y pandiculaciones de brazos, y piernas: y (por remate de la fiesta) quedan rendidas, y postradas por algún espacio de tiempo, callando, y con los ojos cerrados; pero, aunque entorpecido, y desmayado, no enteramente perdido el uso de el sentido, y movimiento; porque llamadas, responden, y abren los ojos. Mientras duran las invasiones, y amagos, son muy perjudiciales las medicinas purgantes, como también las espirituosas. Nunca vi mujer alguna curada radicalmente de este afecto mediante la medicina; pero hallé muchas, que, habiéndolo padecido, se libraron de él, y de sus invasiones , sin mas remedio que haber pasado de la edad floreciente , y vigorosa de su mocedad. En el Real Monasterio de San Pelayo de esta Ciudad de Oviedo hay una Religiosa, llamada Doña Gerónima de la Vara, que, mediando un año entre el primero y segundo, tuvo dos accidentes de esta clase, tan durables, que así el uno, como el otro llegaron á cinco días con sus noches, sin permitir á la paciente sensación, ni movimiento alguno.
La misma superstición que desde lo más remotos tiempos dotó de poder maléfico a entes imaginarios, como brujas, nuberos, diaños y guaxas, o a sujetos de carne y hueso afectados de estigmas raciales o defectos físicos, como gitanos, bizcos, jorobos y viejas, creó, en reacción inevitable, antídotos mágicos, incorpóreos o espirituales unas veces, como los ensalmos y los conjuros,  tangibles y materiales otras, como las ciguas, puñesinos o higas, laureles, alicornios, etc.. Unos  y otros constituyen el primer  arsenal  terapéutico de los curanderos. Los ensalmos y los conjuros (especie de oraciones llenas de  superstición) son, naturalmente, remedio eficaz sólo para males imaginarios, e igual ocurre con los más variados amuletos y practicas enigmáticas como las de pasar el agua o tocar madera. Brujos, desaojeadores, curanderos, saludadores, ensalmadores, curiosos e intrusos, constituyen un conglomerado difícil de deslindar  en cuanto a sus respectivos poderes y campos de acción. Es indudable que muchos son honestos dentro de su ignorancia  y que algunos  poseen aptitudes natas, vocación, y hasta prudencia, como para haber sido excelentes médicos.  Ya en 1594 las Ordenanzas del Principado hubieron de autorizar el ejercicio de intrusos que, de buena fe y gratuitamente, supliesen la carencia de personal facultado, es decir, el ejercicio de los que "se quitan unos a otros el cabello y hacen la barba, y toman la sangre de las heridas y escalabraduras, e yerran las cabalgaduras" por no haber "barbero", ni "ceruxano", ni "ferrador" "examinados para ello". Historia de la medicina en Asturias. José Tolivar Faes. 

Añadir leyenda

Experimentos tocantes al uso de los vegigatorios, en la generalísima epidemia de fiebres ardientes, y perineumonías, que infestaron este País el Otoño de al año 1735
El Vizconde de Puerto, hijo primogénito de el Marqués de Santa Cruz de Marcenado, de veinte y ocho años de edad tuvo una fiebre aguda, con pulso frecuente ; acelerado, y desigual; lengua seca, áspera, biliosa; vigilas, dolores de cabeza; inapetencia, sed clamosa; orinas, al principio, flavas, y delgadas; delirios, y exacerbaciones por las tardes, que llegaban hasta media noche. Sangróse las veces, que me parecieron necesarias; y amagándole un decúbito al pecho, con manifiestos movimientos convulsivos de todo el lado izquierdo, y una especie de letargo, en que hablando sin cesar, deliraba, se le aplicaron dos parches de cantaridas en las pantorrillas, que manifiestamente le aprovecharon, y quedó sano con el favor de Dios. 




De la lepra en esta región: Como ya he dicho, hay en esta región más de veinte hospitales de San Lázaro para recoger y curar leprosos. Entre los leprosos de esta región, la especie más numerosa, siendo imposible especificar todas las variedades , es aquella en la que la piel seca y áspera en extremo, se presenta cubierta en todo el cuerpo de un polvo farináceo con mezcla de caspa. Esta especie de lepra
Ermita de Santa Mª Magdalena y San Lázaro de la Silva, vista de frente. Hasta hace casi ocho años existía junto a la ermita , separada de ella sólo por el camino que pasa por el lado de la Epístola , una casa de cantería con sillares en las esquinas y un arco de medio punto en la puerta que se abría al Norte, frente a la ermita. Esta casa tenía fama de haber sido la que





“… ¿Y que diré de les Caldes?
¿Y qué de la Fuente Santa?
Borboten agua caliente 
Que ansina el pelleyu escalda, 
Como la sal del fuegu,
Si en ella angunu se baña;
Y para el que tién gorguyos
Pal romatismu y la sarna, 
Pal estómagu toídu,
Ye melecina probada….”



habitaron los malatos. La palabra malatería, sin embargo, es desconocida hoy en la Silva , lo que no quita que el territorio (prados, montes, etc) que se extiende a Villanueva de Sorriba, apenas a mil metros de La Silva, se conozca con el nombre de los Malatos. El santo patrono de éstos también es recordado en un monte, al Sur de la Silva, que se llama Peña de San Lazaro. Hay constancia de que el Licenciado Cacho hizo la visita de esta malatería, y aunque no se dice la fecha, es de suponer haya sido en 1770, año desde el cual, los administradores de La Silva hubieron de rendir cuentas al Hospicio. Según Roël , en 1619 se hacía esta descripción de la leprosería de la Silva: " Está fundada en tierra de puerto, fría , áspera y despoblada, y padecen los leprosos por no haber personas que allí quieran habitar ni edificar casas. Hay 13 enfermos, 5 sirvientes y 6 moradores. Los sirvientes están escusados de todo género de tributos por privilegio de los reyes Católicos". Imagen de S. Lázaro


Casería de Moño en la que seguramente estuvo
la malatería. Al fondo el valle de Orlé. La malatería de Moño estaba al borde del camino que, a través de Caso, comunicaba el concejo de Piloña con el puerto de Tarna, en cuyo lugar fundó Alfonso VII, el año 1142, un hospital o alberguería. A mediados del siglo XVIII en que se cita un censo" de cien ducados, impuesto por Juan Pereda, vecino del lugar y parroquia de Tanes, en favor de dicha malatería de Moño, su fecha 11-I-1751. Es muy probable que en el siglo pasado la casa que fue hospital de leprosos haya sido utilizada como alberguería de arrieros, ya que parece , existían dos " separadas por un kilómetro : la de Moño - termino de El Campo- Y la de Lleres , perteneciente al mismo concejo y al distrito de Gobezanes".
Iglesia de Santa Cruz de Marcenado donde estuvo la malatería. Las Reglas, en unos casos, obligaban a los malatos a "Vivir muy honestamente , ser humildes sujetos a todos y en especial al prior" En otras ocasiones vemos que les obligan a ir a la capilla tres veces al día, " a vivir en la regla y cumplir con los estatutos della sirviendo a nuestro señor San Lazaro como es obligado" y " les está prohibido por derecho a tales el salir de la clausura y términos que tienen señalados en las casas donde viven, por ser como es enfermedad contagiosa la de los leprosos"


Constituciones: En la Historia Phyfico - Medica de este País, dice, que no todas sus poblaciones eran iguales, por lo que pertenece á la salud de los que en ellas viven: y lo fundaba en las muchas experiencias, que tenía, no solo de los achaques habituales endémicos; como los bocios, mal de la rosa, , sí también en la observación de varias epidemias , que en mi tiempo habían acontecido. Y ahora de nuevo me ratifico en lo mismo, que entonces dice; por haber visto, que las malignas enfermedades de la Villa y Concejo de Gijón, y Concejo de Nava no se extendieron á todos los Concejos de Asturias : y aunque picaron algo en el de Siero que alinda, por el Oriente, y Septentrión, con los Territorios infectados, no fue en este tan venenosa, ni común, como en los dos nombrados la epidemia de fiebre. En un pequeño Pueblo de el Concejo de Gijón, llamado Deva, llegó á tan alto grado el veneno epidémico que mató a la tercera parte de sus Moradores, y con ellos el Párroco: y hubo casa en que murieron marido, y mujer, y cinco hijos, que tenían. Muchas, y graves fueron las fiebres, que se padecieron en esta Ciudad de Oviedo, desde Enero, hasta el Agosto de este presente año de 1749, pero pocos los enfermos, que murieron: lo que no pretendo atribuir al conocimiento, diligencia, ni asistencia de los que profesamos el Arte Medico; sí á la menor malicia de las enfermedades: pues el juzgar de otra manera, sería incurrir en la credulidad de los que piensan , que proceden los Médicos en sus curaciones , con tan seguras, y evidentes reglas, como los Arquitectos en la construcción, y reparos de sus edificios, ..Siempre estuve en la inteligencia de que Oviedo es la Población mas saludable de todo el Principado de Asturias. Desde los principios de el próximo pasado mes de Agosto, en el País de Ribadesella,  y su Comarca, se originaron unas agudas fiebres desentéricas, de que murieron, y mueren muchas personas de ambos sexos, y diferentes edades: pero, como dicho País dista doce leguas de esta Ciudad de Oviedo, no he podido adquirir noticias bastantes para declarar la idea, y circunstancias de semejantes fiebres,.-

Reflexiones. Siempre he confesado, y ahora confieso de nuevo, que no es fácil (si acaso posible) que la corta capacidad humana llegue á conocer las causas especiales de las enfermedades; pues, aunque concedamos, que, tentando, conjeturando, experimentando, y discurriendo, pueda alguna vez atinar, ó tropezar con ellas; nunca las comprende de modo, ni con aquella claridad que necesitábamos, para demostrar, sin recelo, sin duda, que ellas solas son las mismas, que andábamos buscando. Si hasta el presente día ignoramos, qué, y cómo son las facultades naturales, con que obran las causas: si no podemos examinar claramente, como ejercen sus funciones; si no percibimos las disposiciones, mas, ó menos conducentes de parte de la materia, ó sujeto pasivo para que salga el efecto de este, ó el otro modo: si no comprendemos las especies, y diferencias de movimientos necesarios para comenzar, proseguir, y consumar las fábricas ; sino penetramos cuales, y cuantas cosas pueden , ó deben concurrir. Teniendo esto en la memoria, registré las Opiniones d algunos Profesores de buena fama; y entre ellas me pareció mas verosímil la que trae Senerto, citando á Platero, el cual atribuye la causa de las seropulas al jugo nutritivo viciado en cantidad, ó calidad; y tocante á las hernias guturales, se aparta del sentir de dicho Platero, quien juzgaba, ser compuestas de ventosidad, ó flatulencia, y dice: Aquí manifiesta Senerto, que, en su dictamen la materia, ó causa conjunta de los bocios es algún jugo, ó nutrimento craso, y viscoso; pero parece, que no se opone á Platero, tocante á la eficiente, ó primaria, que comenzó á dilatar las membranas de la garganta; pues poniendo en ellas estas palabras: No dice cosa alguna contraria á este sentir, y así parece, que porque calla, otorga.-






Comentario al libro 19 de Hipócrates: 
El modo de alimentarse sólo se colige por el sentido del cuerpo, de aquí que los médicos se equivoquen muchas veces al establecerlo. Herman Boerhaave escribe: . - Es muy difícil establecer reglas para la dieta y que su observancia aproveche por igual a todos los hombres; la idiosincrasia es la causa de esta dificultad, pero eso un mismo género de vida produce muchas veces, en las diferentes personas, efectos contrarios. De modo que, en ocasiones, para conservar la salud conviene usar no sólo alimentos distintos sino hasta contrarios a los usados habitualmente con los que ya estamos familiarizados; por el contrario, otras veces, al variar el género de vida y cambiar las ordinarias costumbres, se origina la enfermedad en los que antes gozaban de salud perfecta; pues la misma costumbre, a la que con razón llaman segunda naturaleza, obra de manera prodigiosa respecto a los efectos del aire, de la comida, de la bebida, de la actividad, de los medicamentos y hasta de los venenos.




Causas del escrofulismo: Las escrófulas y los tubérculos son enfermedades hereditarias, y la experiencia ha demostrado que estas dos afecciones se trasmiten siempre de padres á hijos. Estos vienen al mundo llevando el germen de esta enfermedad ya evidente; ó bien no llevan al nacer más que una simple predisposición, que la causa ocasional más sencilla pone en actividad. Á más de hereditaria, puede la escrofulosis ser adquirida. En general favorece el desarrollo de esta afección la miseria y malas condiciones higiénicas. En los niños de pecho,
la administración prematura de sustancias amiláceas con la leche de la nodriza, y la alimentación de los niños con papillas, té y leche, caldo y sopa, sobre todo en los primeros años de vida, es la causa más común de la escrofulosis. "El dato oficial de las reses sacrificadas en el matadero desde Julio de 1878 á Julio de 1874 , tomada por el Doctor Bellmunt para su Memoria, y la clasificación que éste hace de los síntomas de las reses y de sus despojos se encontraron, era asi: Reses muertas 2196; de tuberculosis escrofosa , 720; con tubérculos en los pulmones, 468". Las poblaciones á donde acude la clase media y proletaria para comprar la leche con han de alimentar á sus hijos. Nosotros, encargados de proporcionar á una familia una ama de cría, la reconocemos minuciosamente y la interrogamos con objeto de averiguar de una manera hábil si ha padecido escrofulismo, si tiene alguna glándula infartada, si presenta los dientes cariados, si sus padres viven, y en caso contrario, de qué han muerto; y si, al ser interrogada, observamos que sus contestaciones son poco francas y espontáneas,
llevando á nuestro ánimo el convencimiento de que sus padres han muerto tísicos, la rechazamos procurando no recomendarla á ninguna de nuestras clientes. En cambio no hay reparo en dar á los niños la leche de vacas enfermas de tuberculosis escrofulosa, que es la dolencia de las vacas que crían mucho, y sobre todo en aquellas que se las ordeña demasiado. Las mujeres cuya constitución no las permite criar ó lactar sus hijos, y, por circunstancias especiales ó por necesidad lo hacen, mueren tísicas. Un aire puro y oxigenado es el enemigo capital de esta clase de lesiones pulmonares, las que activa y precipita; en cambio un aire enrarecido, poco oxigenado, como el que se respira en las altas regiones montañosas y los establos, constituye una dieta respiratoria hasta el punto de prolongar la vida del paciente durante muchos años. Esto es lo que sucede á las vacas en los establos: durante la noche, con el calor el aire se enrarece, disminuye el oxígeno del mismo, la fermentación de los excrementos y orinas desprende vapores amoniacales, ácido carbónico y nitrógeno, cuyos productos alterando las condiciones fisiológicas del aire constituye una dieta respiratoria durante la permanencia de las vacas en los establos, y hace que la combustión pulmonar sea más lenta, así como el desarrollo del padecimiento. Una prueba bien palpable es la frecuencia con que se recomienda á los tísicos el vivir en las altas montañas y el dormir en los establos. Es un hecho universalmente conocido que la escrofulosis, cuando no está bien tratada, termina por su última metamórfosis ó sea la tuberculosis. Para prevenir la escrofulosis es preciso: No dar á los niños en sus primeros años la misma alimentación que á los adultos, evitando la alimentación sólida exclusiva y administrando los alimentos en la forma más fácil de digerir y evitando todo exceso en el régimen. Debe exponerse los niños en cueros al sol durante un cuarto de hora ó media hora todos los días, procurando taparles la cabeza con un sombrero. Abstinencia completa de la escuela hasta los siete años por aquello de que "más vale ignorante vivo que doctor muerto".

En la antigüedad únicamente se consideraba como escrofulismo la tumefacción de los ganglios linfáticos (Hipócrates , Celso) y más tarde en los siglos XI y XVI se trató de extender el concepto de la enfermedad de que nos ocupamos: Sylvso y Werthon indicaron la idea de que los tubérculos pulmonares son producciones análogas á las de los ganglios linfáticos, y que con cierta predisposición pueden aumentar de volumen, supurar y ser origen de tisis del pulmón. En el siglo XVIII, se consideraban como idénticos el escrofulismo y la tuberculosis. En el siglo XIX se intentó separar el escrofulismo de la tuberculosis. Especialidades del Doctor Bellmunt {1845-1910}



Sobre la Tuberculosis: Ella solapada, lentamente y con una constancia desastrosa, corroe el organismo humano, diezmando ó arrebatando familias enteras, sin perdonar clases, jerarquías ni edades. La tuberculosis es tan antigua como la humanidad. Los elementos orgánicos del pus existen en la economía animal, pero ínterin no se verifique inflamación precursora, este no se desarrolla. No hay enfermedad que más se parezca á la fiebre tifoidea, que la tuberculosis biliar, llamada tisis aguda, tisis galopante, pues en ambas se presenta la cefalalgia , el estado febril, el abatimiento, la bronquitis y diarrea, y únicamente se diferencia de la tuberculosis en la agravación de los fenómenos morbosos, y en que las lesiones pulmonares no tardan en revelar la naturaleza del mal.
Nuestro preparado, en el cual entran á formar parte el ioduro de calcio, los fosfatos alcalinos, el carbonato de guayacol, el bromoformo , el cobre y clorato de potasa, es el Antituberculoso por excelencia. Especialidades del Doctor Bellmunt . {1845-1910}




En 1830, tres hermanos jóvenes , habiendo observado en las cercanías de San Govani un gran nido de águilas en el fondo de un precipicio, resolvieron apoderarse de él y echaron á suertes para ver quién bajaba á buscarlo. No sólo consistía el peligro en la posibilidad de caer en un barranco profundo de más de cien pies, sino también en la agresión de las aves de rapiña que en aquel abismo podía haber. Habiendo, por tanto, recorrido con la vista la profundidad donde debía bajar, ciñóse una cuerda de gruesos nudos, que sus hermanos se encargaron de subir y bajar. Había en el nido cuatro aguiluchos de color de isabela claro. Pero no había llegado á lo más difícil de la campaña; era preciso volver á subir con la presa, y aquí estaba el peligro. Ya subía otra vez la cuerda para arriba, cuando se vio de repente asaltado por dos enormes águilas, á las que por su furor y sus gritos, reconoció como padre y madre de los aguiluchos que acababa de robar. Para colmo de desdichas, levanta los ojos y observa que con los redoblados golpes ha cortado con un sablazo parte de la cuerda, queda un rato inmóvil del susto; baña su cuerpo un frío glacial, y cuando llega al borde del precipicio con el nido de águilas, que no llegó a soltar, sus cabellos que hasta entonces habían sido de un hermoso color negro de ébano, se habían vuelto completamente blancos. Fácil nos sería citar numerosos ejemplos en que los cabellos han presentado fenómenos singulares, ya cayendo todos en pocas horas, ya adquiriendo una longitud desmedida, ya ofreciendo varios colores en un mismo individuo, etc..... etc... Así se lee en Morgagni que el doctor Valsalva curó á un maniático haciéndole rasurar la cabeza. Grimaud afirma que muchas jaquecas pertinaces ceden sin más que activar el crecimiento del pelo. Especialidades del Doctor Bellmunt {1845-1919}

Volviendo , pues, a los atacados de mal de la rosa ¿cómo enjuiciaremos su dieta? El maíz, que constituye su principal alimento, se ensalza de tal modo en el Tesoro de las cosas medicamentosas de Nueva España, que si no pareciesen exageradas sus virtudes, debiera preferirse como alimento a las demás gramíneas. Las castañas, las habas, los guisantes, los nabos, etc, con que también se alimentan, aunque no se cuenten entre los más saludables, constituyen la comida habitual de toda la región.  Además, desde el principio de la vida,  y son muchísimas en esta región las personas que alimentándose con esas mismas comidas, gozan de salud y robustez, no se puede afirmar que sólo los alimentos sean la causa de esta enfermedad. Por otra parte, siendo cierto que la afección ataca más a los pobres que a los ricos, tampoco se ha de buscar la causa sólo en la atmósfera pues, si así fuese, lo mismo atacaría a los unos que a los otros. Es pues verosímil que la causa de la enfermedad esté en las dos partes es decir: en la atmósfera y en los alimentos, aunque obrando de distinto modo; cuerpos lánguidos e impuros, y los preparan para recibir con facilidad cualquier impresión , mientras la atmósfera, hallando los cuerpos dispuestos, por su propia y maligna calidad, engendra la enfermedad como causa eficiente, pues, según el teorema del sapientísimo Dureto: Cuantas veces se acerca a la causa predisponente la fuerza de la eficiente, la enfermedad se desencadena repentinamente. Que la lepra y el escorbuto coinciden en su origen con la manía y la melancolía, no sólo lo confirma la experiencia sino el testimonio de los maestros de la medicina. Etmüller aconseja a los médicos que, antes de emitir su juicio respecto a la declaración de lepra, averigüen con todo cuidado si el enfermo ha padecido manía u otras enfermedades semejantes. Boherhaave afirma que el escorbuto se ensaña en aquellos que viven propensos a la melancolía, a la manía y a la hipocondría. Y él mismo, tratando de la curación de la melancolía añade: A la curación de la melancolía sobreviene muchas veces la sarna, émula, en ocasiones de la elefantiasis. De estos testimonios se deduce que los autores han observado la conversión de la melancolía y de la manía en escorbuto y y lepra .-



De las Pasiones Histericas de este País. Dos principales Señoras hay (una en la Villa de Jijón, y otra en esta Ciudad) aquella, muger de el Marqués de San Estevan, y ella, de el Noble Caballero Don Diego de Hevia, las cuales, casi por toda su vida han sido tan afligidas de estos crueles accidentes, que apenas pasaban ocho días, sin experimentar dos, ó tres veces sus feroces invasiones. Muchas consultas se hicieron desde el año de mil setecientos y diez, hasta el de veinte, y se enviaron á Francia, Holanda, Inglaterra, y aun á la Corte de España; pero de nada sirvieron. El día 19 llegó á predominar tanto la furia del mal en la Señora esposa de Don Diego de Hevia, que, creyendo todos los Médicos, y no Médicos, que duraría pocos días, pidieron al R.P.M. Antonio Canto, de la Compañía de Jesus, la asistiese de día, y de noche, sin desampararla, hasta que espirase. Era dicho Padre Maestro Confesor de la Señora paciente, y muy docto, y de singular virtud, y prudencia; y como no se consiguió remisión, ni alivio, en que pudiese fundarse alguna esperanza por espacio de dos meses; estos mismos se mantuvo dicho Reverendisimo Padre, de día, y de noche, en casa de Don Diego, esperando por minutos el funesto fin de la referida Señora; pero informado yo de la indisposición, y de los muchos remedios, con que el Médico asistente la tenia fastidiada, aconsejé á su marido, y parientes, que la sacasen de Oviedo, y la llevasen á otro paraje mas divertido. Escusáronlo así, y la llevaron á una Aldea suya, llamada Bolgués, donde convaleció en pocos días, y se puso en estado de vivir (como vive) con menos retientos de su habitual achaque y mejor disposición de su salud. Otras dos señoras hay, una en Ribadesella, y otra en Caunedo, que padecen los mismos accidentes mas hace de doce años. Ambas tienen conveniencias para vivir con regalo, y ambas son casadas: y aunque la de Ribadesella no tiene, ni ha tenido hijos, la de Caunedo tiene bastantes. Una, y otra son de buena contextura; mas carnosa, y gruesa, que magra, y no de mal color en la periferia de el cuerpo; y sus edades, ahora, serán de cincuenta años, poco mas, ó menos. Pasan la vida con sustos, trabajos, y angustias perennes, no solas ellas, sí también sus maridos, y familiares; pero se mantienen hoy de el mismo modo, que estaban diez años hace. Estas, y otras innumerables mujeres (pues el referir todas las que he visto, sería nunca acabar) padecen aquí perpetuos accidentes: y entre tantas, asistí á una casada, cuya edad sería de cuarenta años, la que, por un gravísimo pesar que le dieron, incurrió en estas desconsoladas invasiones, tan horrendas y furiosas, que se le ponían los pies, y piernas, hasta las rodillas , mas morado-azuladas, que la flor de la violeta recién cogida; y mas frías que el mármol, cuando en las noches de hielo se queda al sereno. Al mismo tiempo temblaban los mismos ojos, y se movían con extrañas mudanzas; y comprimido el corazón, eran inexplicables los defectos, y variedades de pulsos. Con la extrema frialdad estaban los pies tan insensibles, que poniéndole en mi presencia ladrillos casi encendidos , decía, que no los sentía. Duráronle á esta mujer cerca de quince días las feroces repeticiones; pero después fue sanando: y aseguro, que no vi, no supe que hubiese muerto alguna, de cuantas padecieron histerícas pasiones, como no se transmutasen en otro mal, ó se agregasen á él.



Reflexiones: Felices se pueden llamar los Médicos, cuando les acontece alguna epidemia, que, pareciendo al Vulgo grave, y peligrosa, carece, en realidad, de todo veneno mortífero; y, al contrario, infelices, cuando los males, siendo lobos rabiosos, aparecen vestidos con pieles de mansas ovejas: porque en el primer caso, se atribuye el buen existo de los enfermos á la destreza, ciencia, y providencia de los Profesores, que asisten: y en el segundo, se imputan los fatales sucesos, á la ignorancia, y corta capacidad de quien metódicamente pretende librarlos de la muerte. Si las interiores obras de la naturaleza fueran tan manifiestas á los sentidos exteriores, como las de aquellos artes, que llamamos mecánicos; veríamos muchas veces, que las curaciones, de algunos, que murieron, fueron mas arregladas, y bien dirigidas, que las de otros, que libraron la vida. Pero cuando la malicia de las enfermedades excede á las facultades de la naturaleza, y del Arte: Lo contrario sucede, cuando los males no son graves, ni malignos; pues entonces no solo viven los que se curan rectamente; sí también los que con una decente dieta, se dejan al beneficio de la naturaleza; y aun los que son asistidos de Médicos, que hacen lo que no deben, y omiten lo que debe hacerse: porque los ingeniosos, y bien ejercitados Médicos, informados del hecho, y el derecho, pueden venir en conocimiento (aunque el enfermo haya sanado) de los yerros, que en la curacion de su mal se cometieron. 

Asma seco hidropiforme de los pulmones: - Hay entre las afecciones endémicas de esta región otra que aún es mas calamitosa y mortífera que las que ya he mencionado; y aunque parece ser del género del catarro sofocativo, del asma convulsiva y de la hidropesia pectoral. Desde el año de gracia de 1726 al presente 1740, he observado en esta ciudad nueve personas, atacadas de esta pésima afección, a las cuales yo vi apartadas de la vida a causa del anhelo y de la muerte asmática. Empieza el enfermo por fatigarse cuando camina, especialmente si lo hace deprisa o cuesta arriba. Al mismo tiempo se queja de angustia en el pecho y de alguna tos, con poquísima o ninguna expectoración. El pulso es desde el principio agitadísimo , intermitente y tan desigual que no se puede explicar con determinados caracteres o leyes. A estos síntomas hay que añadir los sueños agitados, de los que muchas veces despiertan, con sensación de ahogo; alguna sed y disminución del apetito. Finalmente, en un tercer grado, progresando el mal, como en sucesión inexcuable, se produce de repente una hinchazón grandísima de los pies, y de las piernas, sin que por ello remita nada la fatalidad.



Reflexiones: Suelen ser los sueños comatosos con delirio, fiebre, y rugido de dientes en los niños, efecto de lombrices; y aunque no sean señales patonómicos, suceden con bastante frecuencia. Yo veo en una niña de cuatro años, hermana del mismo Don Manuel, excitarle de repente una gran calentura con letargo, temblores convulsivos, y rugidos de dientes; la cual cesó á las veinte y cuatro horas totalmente, sin mas crisis, que un vomito, con que arrojó una grande lombriz redonda, muy viva, y gorda; y una corta porción de agua algo viscosa, sin mal color, ni otra señal alguna de las que se tienen por preternaturales. Supuesto este verdadero caso; (de que soy presencial, y fiel testigo) no sería temeridad atribuir á la lombriz, que arrojó Don Manuel, la soñolencia, inquietud, y delirio que tuvo desde las vísperas de el día cuarto; pues con la enfermedad, pudo inquietarle aquella vil sabandija, subir desde los intestinos al estomago, donde, ya por sus agitaciones, y ya por la exquisita sensibilidad de aquella nobilísima oficina, pudo ocasionar los referidos accidentes. Pero, aunque esto parece los mas probable, yo juzgo, que los mencionados síntomas precedentes al vomito, no procedieron de la lombriz; sí de la nuca, y conmoción extraordinaria, con que la naturaleza se preparaba para la próxima futura crisis; y, hablando lo que siento, digo, que aun el vomito mismo, es verosímil, que no fuese excitado por la lombriz, que con él arrojó. Para inteligencia de este mi tal cual dictamen, es necesario suponer algunas cosas establecidas en la Medicina, con repetidas experiencias, y graves razones.-


Para que nadie ponga duda, sobre, si importa, ó no la situación de los Pueblos para conservar la salud de sus moradores, contaré aquí una brevísima historia, tan cierta, como pública en este Territorio. Hay un lugar en este Principado que se llama La Arena: este se halla cercano al Mar en lo profundo del valle, por donde el grande Rio Nalón entra en dicho Mar. Su situación es llana, y su suele es arena: y por el Oriente confina con un alto monte que le quita los vientos Orientales, y el Sol de la mañana hasta las nueve; por el Septentrión, con la orilla del Mar; y por el Poniente, con el ancho , y profundo río, el cual, con la comunicación de las saladas aguas, que allí se le juntan y el mucho caudal, que él de suyo tiene, forma una playa espaciosa, y vistosa. Junto á la Ría, y el Pueblo hay una Laguna, que nunca se desagua; y se mantiene parte con las lluvias, y parte con las saladas aguas, que á veces se le comunican de la Ría y del Mar, cuando acontecen en éste notables tempestades, que le obligan á salir de sus ordinarios límites. A esto se añade, que la fuente de que beben los Vecinos no es bañada de el Sol, hasta que éste está ya muy levantado. Certifico con verdad que es cierto. El año 1719, hubo cierta epidemia general en este Principado, (aunque con mas rigor en los Pueblos hondos, vecinos á ríos) de disenterías, acompañadas de fiebre continua, y trabajosos accidentes: pero en el Lugar de La Arena fue, con exceso, mas funesta, que en otro alguno. El de 1720 se padeció otra epidemia en el Concejo de Pravia de fiebres continuo-periódicas ; esto es, compuestas de intermitente y continua: y habiendo sido muy peligrosas hicieron en La Arena, tal estrago, que mataron casi la cuarta parte de sus Moradores.


Tratado de las doctrinas. Nuestro doctísimo Valles, honra de los Médicos Españoles, comentando este aforismo, cree que el íleo, ó vólvulo, nombrado en él por Hipócrates, es aquella cruelísima pasión intestinal, llamada iliaca, en la cual, invertido el peristático movimiento de las tripas, con dolor atrocísimo , hinchazón, y dureza de la región hipogástrica hasta el ombligo, y total negación de el natural curso, y transito, que debían tener, para salir exceso los excrementos fecales, vuelven estos con movimiento retrogrado al estómago; de donde son violentamente expelidos, en compañía de cuanto se come, y bebe por entonces, con impetuosos vómitos. Y al fin de este Comento, después de haber explicado las causas, y modo, con que puede acontecer esta sucesion, ó metástasis. De el mismo sentir, que Valles, son Senerto, y Riverio: pero este también se hace cargo de la repugnancia, que tuvo Galeno para dar asenso al citado texto. 

El dia cinco de Abril,

de el año de 1749, murió Don Francisco Vidal, Cantor de la Santa Iglesia Catedral de esta Ciudad, el que, mucho tiempo antes de su muerte, estaba bastante extenuado de carnes, y con principios de Tisis. Confirmóse ésta el Otoño de 1748, y corriendo con ella el Invierno siguiente, murió en la Primavera, el mismo día que dije. El seis de el mismo mes, y año, falleció Teresa de Colloto,la criada, que había sido de una Señora Monja en el Real Monasterio de San Pelayo de Oviedo. Esta salió de dicho Monasterio con Tisis manifiesta, para ver si en casa de sus padres podía curarse; pero no consiguiendo en el tiempo de seis, ó siete meses, que estuvo en ella, murió el día , que dije. Don Francisco Vidal tenía cerca de treinta y cinco años, y Teresa Colloto , cerca de veinte y seis. El día ultimo de Abril de este presente año de 1751, murió en el Hospital de Santiago de esta Ciudad, Don Miguel García, de edad de veinte y cuatro años . Este era conocido, y bien visto de todos , por su buen trato, y genio. El año próximo pasado de 1750 , incurrió en violento catarro, que vino á parar en arrojar sangre por la boca, en mediana cantidad. A esto le siguieron esputos purulentos, con manifiesta calentura lenta continua, y extenuación de carnes. Viéndose ya en bastante peligro , me pidió , que lo recibiese en dicho Hospital, y lo curase. Recibilo el mes de Febrero de 1751, que es el año que corre; pero siendo ya la Tisis confirmada, nada pude adelantar , y así falleció el último día de Abril.



Epidémicas. Enferma Segunda: En el mismo tiempo, Doña Francisca, hija segunda de el Marqués de Vallecerrato, y de mi Señora la Duquesa del Parque, teniendo diez años, poco mas ó menos, de edad, enfermó una tarde, poco antes de anochecer, según aquí contaré con sincera verdad: y advierto que dicha Señorita había tenido ya viruelas (aunque pocas, y benignas) antes que yo viniese a este País, como confesaron, y aseguraron sus mismos Padres, y criados de casa. Acometióle un calofrío; sobrevino luego la maligna calentura, y apareció al instante un agudísimo , aunque vago, dolor, que mudándose de uno, á otro sitio, anduvo toda aquella noche, sin remisión alguna, en el lado diestro, ya sobre la tetilla, ya junto á la clavícula ya con las costillas faltas, ya acercándole al hueso esternón, y ya sentándose sobre el espinazo. Era tan furibundo, que no le permitió en toda la noche un instante de sueño, ni sosiego, y así la pasó toda con lamentos, inquietudes , y nauseas, sin vomito, ni excreción alguna. Amaneció con el quebranto, que podemos considerar. Paso de el mismo modo hasta las dos de la tarde; fijándose entonces el dolor en las costillas inferiores de aquel lado, le quitaba casi la respiración. Era al mismo tiempo intensísima la fiebre , aceleradísimo el pulso, clamorosa la sed, y tan destruido el apetito, que, al nombrarle cualquiera especie de alimento, se suscitaban náuseas, que solo terminaban en alguna expulsión de linfas salisales, que gargajeando despegaba de la laringe, y glándulas vecinas. Viendo claramente el triste termino, que había de tener este invencible mal, no quise comenzar la cura, ni disponer el mas leve remedio, sin que me llamasen los otros dos Médicos, que eran padre, é hijo; y por pluralidad de votos, se resolvió una sangría de el brazo. Sacarónle hasta cinco onzas escasas de sangre, y de repente se desvaneció el dolor, de manera, que nunca mas se conoció de él un mínimo vestigio.-


Respuestas de los sepientísimos Doctores de París al Doctor Casal. De la relación hecha, consta que el enfermo objeto de la consulta padece1º Un carcinoma verdadero, confirmado y ulcerado en la tetilla izquierda. 2º Unos tumores carcinomatosos en el hombro del mismo lado y en la base del cuello; ganglios linfáticos tumefactos y endurecidos que ocupan los músculos transverso y escaleno. 3º Por último, una disminución de vista, que llega casi a la ceguera, sobrevenida hace poco, sin dolor, sin inflamación, sin fluxión, sin catarata sin vicio alguno visible a los ojos. Todos estos síntomas indican con bastante claridad, sumo espesor de la linfa y de la sangre del enfermos, que se estancan en los vasos y receptáculos, de donde provienen los escirros y los tumores escirrosos. De ahí la suma mordacidad de los humores que roen, consumen y ulceran ocultamente los puntos donde se producen, y de ahí el cáncer de tetilla izquierda y los tumores glandulosos de naturaleza cancerosa del hombro izquierdo. No creemos, sin embargo, que se debe atribuir a las mismas causas la disminución de la vista, pues, habiendo sobrevenido, hallándose los ojos en su estado natural. sin dolor, inflamación, fluxión, catarata, y sin vicio alguno perceptible, fácil es conjeturar que procede de una inminente amaurosis o gota serena, producida por la excesiva viscosidad de la linfa, que obstruye los nervios ópticos o comprime los tubérculos linfáticos contiguos a ellos. Esto parece indicar, a primera vista, la existencia de cierto pus virulento oculto hace tiempo en la sangre, a la que espesa como a la linfa, comunicándoles tal viscosidad que, acumuladas, producen aquellos síntomas. Por eso es de admirar que los médicos franceses, a quienes últimamente consultó el enfermo, hubiesen sospechado la enfermedad venérea y que ésta fuese la causa primitiva del mal. Negando tan tenazmente el enfermo haber tenido trato con otra mujer que no fuese la suya, con la cual vivió mucho tiempo, y estando ésta no sólo sana sino sanísima, parece que se debe desechar la sospecha de que el venéreo fuese el origen del padecimiento. Así pues, cuidadosamente examinadas todas las circunstancias, debe confesarse que la verdadera causa de la enfermedad es la discrasia de la sangre y de la linfa, alteradas por una viscosidad y espesor fuera de lo natural, pero que se originó por causas ordinarias como pueden ser los errores de la dieta, la mala calidad de los alimentos, la índole del aire, los excesivos e inmoderados ejercicios, la exaltación del ánimo, y otras causas a las que pudo estar sometido el enfermo. Persuadidos de que no hay mejoría alguna en él, y resultando claro que padece un vicio grave, difícil y contumaz de la linfa y de la sangre, sólo nos resta un medio de salvación: acudir a más poderosos auxilios, como son los mercuriales; y no porque sospechemos que haya en él alguna complicación venérea, sino porque sabemos por experiencia que el mercurio, administrado con método, es eficaz, no sólo contra el virus venéreo, sino también para corregir los vicios humorales de la sangre y de la linfa; y es aplicable al presente caso porque a grave enfermedad debe aplicarse enérgico remedio.


El P. Fr. Gernymo Villazón, Monge Benedictino, padecía tanto de cálculos renales, que en el tiempo de un año solía acometerle dos, ó tres veces el feroz insulto, con expulsión de piedras mayores que garbanzos. Este, pues, (pasando por esta Ciudad el Ilustrísimo Don Fernando Arango, Obispo de Tuy, de quien era amigo, y pariente cercano) fue á visitarlo ; y contándole el trabajoso achaque que tenía le dio su ilustrísima algunos pedazos de la piedra Iguana, que había traído de la America. Después de algunos días, tuvo dicho Monje señales de que comenzaba á moverse alguna piedra en el riñón, y tomando, sin prevención, ni método, una porción no pequeña de polvos de la Iguana, se suscitó tanta turba de dolores, tremores, y temor de que no saliese vivo de aquel día. Fui repentinamente llamado á las dos de la tarde, y hallandolo sobre la cama sin desnudarse, con temblores continuos, y gritos, de manera, que nada me respondía á cosa alguna de cuantas le preguntaba; le dije, que marcharía, y lo dejaría, si no me daba noticia de lo que estaba padeciendo. Contome el caso con voces interrumpidas, como pudo; y viéndome precisado á remediar antes aquel presente torbellino, que á desterrar la causa, me valí de el aceite de almendras dulces, y el jarave de adormideras blancas; con los que pude conseguir, que, sosegado el tumulto, y puestas las partes sólidas en su natural quietud, y debido tono, se durmiese el enfermo; y permaneciendo por espacio de cinco horas en el tranquilo sueño, despertó con ganas de orinar, y sin trabajo notable arrojó tres piedrecitas casi como garbanzos , quedando del todo libre de aquel furioso insulto. 
Miseria : Mediados del siglo XVIII. En Cangas de Onis escribe el peregrino que va a Covadonga: Las enfermedades más comunes son la sarna y erisipela; retirándose ésta al estómago hacen padecer, porque regularmente los enfermos, por su pobreza y desidia, tienen poco cuidado consigo y se agravan. Igualmente por falta de curiosidad, o por querer aprovechar los cueros de las reses que se mueren enfermas, se infeccionan del tumor o enfermedad peligrosísima llamada carbunco. 

Miseria: Por los años de 1573 al 76 Asturias padeció los estragos de la meteorología, llegando a cotizarse la fanega de trigo castellano entre los 30-40 reales. Pero la situación llegó a ser tan crítica que se comisionó a don Lope de Miranda para que pidiese clemencia al Rey. En abril de 1600 la Junta General envió al Monarca una súplica en la que se decía: " Señor: esta antigua y noble tierra se despuebla y acaba, porque la peste fue con grande exceso más rigurosa que en ninguna otra parte de estos Reinos que duró casi dos años, y de tres partes, murieron las dos de toda la gente, y para con esto, ha hecho el más extraño y recio invierno que nunca se vio, que ha seis meses que no ha cesado de nevar, que se murieron todos los ganados, y no ha habido pesquería, que eran las cosas de que se sustentaba esta tierra".. J. L . Pérez de Castro.
Malatos: En el siglo XII, se estableció en El Cañamal, a 4 km. de la villa de Llanes , en términos de la actual parroquia de San Roque del Acebal, una Malatería , u Hospital para leprosos. Cuando venían apestados de otros lugares, no acudían por el camino real, sino por el " sendero de los malatos" . También usaban una fuente, " la de los malatos" de la que servían para beber y para hacer curas. Llega a castigarse con la muerte a los malatos que reincidiesen en la infracción de las prevenciones sanitarias establecidas. El fantasma de esta terrible enfermedad, incurable entonces, la lepra, estimula a las gentes sanas para coadyuvar a mantener los malatos aislados, y comienzan las donaciones de los poderosos a los enfermos. Las malaterías tuvieron, pues, sus posesiones y bienes propios. A finales del s. XVIII, coincidiendo con un notable descenso de la enfermedad los bienes de las malaterías son incautados en favor del Real Hospicio de Oviedo. Otra Malatería muy importante fue la de Vallobal, llamada " Real Hospital de San Lázaro de Vallobal" En ella se recogían los enfermos de Piloña y también algunos de Parres y Colunga. Tiene tal hospital acreditados más de 500 años de servicios: desde 1226 hasta 1776.Después de desaparecer la Malatería, seguían colgadas de las ramas de los árboles de los alrededores, en los cruces de los caminos, ya de a pie o de carro, unas capillitas u hornacinas, puestas allí no sé si para que los malatos se detuvieran a rezar, o para que rezasen los caminantes que pasasen por allí. Estas capillitas se perdieron cuando aquellos caminos de carro pasaron a ser carreteras. 

Enfermedad: El Dr. Townsend, visitante de Asturias médico inglés del tiempo de Carlos III, decía que las enfermedades de esta región eran: fiebres intermitentes, hidropesía, histérico, hipocondría, humores fríos, papera, obstrucciones de las glándulas , caquexias, escorbuto, lepra, locura, epilepsia, apoplejía, parálisis, reumatismo, tisis, erisipela, el mal de la rosa, y sarna. Existían entonces en Asturias veinte leproserías. Según este Dr. las causas de tales y tantas enfermedades eran: "Las causas se encuentran en la humedad, hija de la situación de esta provincia y también la alimentación: se come poca carne y se bebe poco vino; el alimento ordinario lo componen alubias, maíz, hortalizas cocidas, castañas, manzanas, peras y pepinos. El pan de maíz no lo fermentan y constituye realmente una pasta". J. E. Casariego. 

Oidores de la Real Audiencia, ponderando el peligro, en que se hallaba el preso, y la poca asistencia, que tenia en la prisión: en vista de lo cual dieron orden para que se trasladase á uno de mis Hospitales. El siguiente día (cuarto de su enfermedad) encontré muy temprano á mi pobre paciente en la cama; y examinándolo bien, me pareció, que la causa principal de su gravísima indisposición residía en el estomago, y vientre: contemplé al mismo tiempo la suma postración de fuerzas vitales, y animales; y con el mayor cuidado le receté una bebidilla muy corrovorante, y cordial; en cuyo cocimiento introduje algunos amargos, y específicos contra lombrices, con un levísimo estímulo, para mover el vientre una, ó dos veces. Tomóla, y antes de dos horas, arrojó por seceso ciento setenta y tres lombrices de casi tercia de largas, tan limpias, y sin la mas mínima porción de excrementos fecales, que conociendo el enfermo, que no podían ensuciar el suelo, las echó desde el baño sobre los ladrillos mismos de la Enfermería, y contándolas, una por una, con un palito, con que las apartaba de el crecido montón, halló el numero referido; y me avisó para que fuese á verlas. Confiando poco en las fuerzas, pues vi, que iban faltando; mandé , que se le diesen buenas sustancias, bizcochos en vino, y se aplicasen reparos exteriores; no permitiendo, que hasta el siguiente día tomase mas de la bebida farmeceútica. El quinto  tomó la porción por mí señalada, y con ella, antes de mediodia,  expelió ciento y veinte y cuatro; solas también, y limpias: y siguiendo el mismo metodo , tomando la tercera, y ultima porción el día sexto de la enfermedad, y tercero de Hospital, arrojó setenta y tres, y espiró. Es probable, que acaso no habría muerto, si no se hubiera sangrado. Fue este caso muy público; porque lo divulgaron Don Manuel Cuerco, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral, y Administrador de el Hospital, y  el Enfermero, como testigos de vista. 


Don Pascual Alvarez, Page de Don Andrés de Campillo, Canonigo de la Santa Iglesia Catedral, y Gobernador actualmente de este Obispado de Oviedo, expelió por seceso , con unos cocimientos amargos mercurificados, que Yo á este fin le tenia dispuesto, una lombriz lata de casi tres varas de larga. Fue extendida, y medida delante de dicho Don Andrés; y Yo la llevé para examinar cuidadosamente su contextura. Advierto también, que entre los innumerables animales, que tengo anatomizados, en ninguno de ellos encontré estas lombrices, sino la Codorníz; y reparé, que las avecitas de estas, que la tienen, están muy secas, y flacas: pero no me admiré, viendo que tales Tenias eran tan largas como los intestinos. El motivo, que yo había tenido para recetar al referido Don Pascual Alvarez las bebidas amargas , fue el haberme contado él mismo, que se sentía mal; y que, no obstante el comer mucho, con excesivas ganas, quedaba con debilidad, desconsolado el estomago, y no satisfecho. Finalmente me dijo, que cuando hacia curso, echaba muchos gusanos vivos, con la figura de pepitas de calabaza: y aun andando por la calle, y dentro de casa, ellos mismos se salían, y quedaban moviéndose en los calzoncillos, sin hacer él la menor diligencia, ni empujo para expelerlos. Muévense las partes de estas sabandijas, cuando se cortan, ó separan de las otras por algún agente exterior: pero no creo, que se moverían, si por causa interna se dividiesen; pues con esta había de ser facilísimo, ó muerte, que los gusanitos de figura de calabaza, que sin impulso, ni acción de los músculos del ano, iban cayendo en los calzoncillos de Don Pascual, no vivirían, ni se moverían, si fuesen partes separadas espontaneamente de aquella larga faja; y solo podrían vivir, y moverse, por breve espacio de tiempo, aquellas porciones. Cada una de ellas es sin duda animal entero con orgánicos miembros de diversa magnitud, y figura, lo cual no se verifica de todo el agregado, ó cadena: pues se registran tan semejantes las pepitas, de que se compone, que ni los ojos de un Lince descubrirán entre ellas la menor diferencia, excepto la numérica. A lo dicho se debe juntar, que, expelida de el vientre humano toda la cadena, no se observa en ella acción, ni movimiento, que se pueda atribuir á un solo principio animal, sí a muy diferentes; pues cuando se registra, que una pepita se mueve, se reconocen ya muertas las restantes, aunque sean muy vecinas. Por estas observaciones, y razones, he tenido, y tengo por embuste la opinión de el que juzgar, que las lombrices tenias son un animal solo, y me parece verosímil , que el primero de estos gusanos reside próximo al píloro, en el intestino duodeno, ó al fin de este, y principio de el ayuno, y que el segundo tiene su boca, y cabeza donde aquel remata; y de esta manera se van sucesivamente encadenando, para que la substancia chilosa que el primero chupare, pase desde él al segundo, y de este al tercero..... Historia Natural y Medica de Principado de Asturias .- Dr. Gaspar Casal






El dato oficial de las reses sacrificadas en el matadero desde julio de 1873 á julio de 1874 . Se anotaron así:- Reses muertas 2196 de tuberculosis escrof. Cosiquines de la mio quintana Somoza de Mentsorió y García - Sala 1848-1940


Cólera: En Asturias, como en el resto de España, hubo cuatro invasiones: la de 1833-1835, que comenzó en el puerto de Vigo, por un buque inglés.- En el Principado la primera invasión del cólera se produce en 1834, conociéndose su existencia en numerosos concejos -. En el de Noreña uno de los más afectados, se establece un cordón de aislamiento para evitar la propagación del mortífero mal, lo que tuvo graves repercusiones económicas y sociales en la localidad, al no poder acudir los campesinos a moler sus productos, ni llevar los ganados a los pastos. Los remedios para atajar la enfermedad eran completamente inútiles, porque entre otras cosas, se creía que el contagio se producía por el aire. La de 1853-1855 viene precedida de una hambruna con carácter de hecatombe, con la pérdida de gran parte de las cosechas de maíz de los año 1852- a 1856 (con ocasión de la cual José María Bernaldo de Quirós, marqués, de Camposagrado, publicará el manifiesto del hambre) La Diputación Provincial y los ayuntamientos adoptan toda clase de medidas, tanto para paliar el hambre y la miseria como para atajar la propagación de la enfermedad. Esta afectó a casi todos los concejos, y los enfermos se acumulaban en los hospitales habilitados al efecto, convirtiéndose en nuevos focos de propagación. Se afanaban las autoridades en las medidas higiénicas que eran las únicas armas eficaces contra la difusión: eliminar los basureros de las calles, evitar el hacinamiento en las viviendas, establecer inspecciones en las viviendas, precaver las aglomeraciones en los templos, y en algunos casos, establecer cordones sanitarios en pueblos infectados. Diccionario Histórico de Asturias.-

Medicina popular: El vulgo no se contenta con dar nombre á las enfermedades , lo cual, al fin y al cabo, sería un pasatiempo inocente, sino que va mas allá , preparándose á franquear las puertas de la terapéutica, proponiendo remedios para todos los males incluso el cáncer, sin que le importen un ardite las fatales consecuencias que pueden traer los propinados de una manera tan empírica como atrevida. Que hay un dolor cualquiera, pues fricciones con una mezcla de aceite, azafrán y arterias; que el dolor se localiza al vientre , pues una cataplasma de harina de linaza, huevo y ruda; que el dolor es de muelas, en ese caso la cataplasma será hecha con vino blanco, ó se usará la de almidón y vinagre, ó la de ortigas machacadas y pulverizadas; y si todo ello no bastara, se las emborrachará con aguardiente, ron, caña, ó con el humo del tabaco. Si el dolor es cólico, la poción compuesta de medio cuartillo de vino blanco, medio de aceite común y tres cucharadas de miel de la tierra, será lo más á propósito para quitarlo como con la mano. En los catarros, suele mandar á gusto del consumidor, el vino, ya sea blanco ó tinto, la sidra, aguardiente ó caña hervidos con azúcar; más si el paciente no está por las bebidas fermentadas ó espirituosas, en ese caso no hay como una infusión de malva, tila, malvabisco, una cañita de orégano y una cucharadita de miel de la tierra.  Con la artemisa, ruda, orégano, perejil y azúcar, se hace una infusión muy recomendable en el histerismo; en ocasiones se prepara con el aguardiente ó vino blanco, para tomarlo á copitas y no por tazas. Por lo expuesto se ve , que el aguardiente es el gran recurso de la medicina popular, y forma la base de casi todas las medicaciones; mezclado á partes iguales con el aceite de olivas, zumo de limón y azúcar; combate perfectamente las lombrices de los niños; con el jabón basto, que en ficciones calma todos los dolores; en friegas sobre las muñecas, que es lo que llaman pulsiar, no hay mejor cosa para combatir los síncopes,  y las palpitaciones de corazón no resisten mucho tiempo á las dadas con el azafrán disuelto en él; las heridas se curan con azúcar y aguardiente; las intermitentes ó terciabas con telarañas y aguardiente, y, en una palabra, mal se verían los curanderos, si por el momento y para bien de muchos, desapareciera el aguardiente del planeta que habitamos.
Para que nada falte en la medicina popular, hay también una sección de repulsivos, en la que figuran dignamente, con no poca aceptación, los confeccionados con limazas ó limiagos, con fermento de pan y vinagre, leche agria y harina de maíz; con yerba llamada verbena, etc., así como hay también el tratamiento adecuado para la hernia estrangulada, que se reduce sencillamente á un cocimiento de nidos de golondrina - de la tierra, no de China- hecho con leche, cocimiento que se utiliza como gargarismo en las anginas, y que corroboran los efectos de la media de lana usada aplicada al cuello, ó de las cataplasmas de perejil y aceite.
 Medicina popular- José María López Dóriga {1851-1890}



San Martín de Arango {Pravia} digno de mencionarse y que consiste en lo siguiente: Se cogen tres granos de trigo, tres de mijo y tres de sal, con agua de fuente natural en una escudilla (taza pequeña), de pirinal (pedernal). La dicha escudilla, con el agua, se coloca por debajo de la barba del paciente; se coge uno de los granos de trigo, se pone al nivel de la ceja del ojo enfermo, y se deja caer en el agua por la frente precisamente de la desfecha, diciendo esta oración :
San Alifonso se levantóu, vistióse y se calzóu, á la orilla del riu se foy, con la Virgen se atopóu, y le dixu: Alifonsu ¿tú qué tienes en los güeyus? Tengo una nube en el güeyu y non puedo ver el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Pues cúrala con tres granos de trigo, tres de mijo, y tres de sal, con agua de fuente natural en una escudilla del pirinal, y diciendo esta oración nueve veces en nueve días seguidos, con la ayuda de Dios has de sanar.  Amén. ¡cuántos tuertos y cuántos ciegos lo habrán sido por seguir á pies juntillos el sistema de los tres granitos! y ¡cuántos niños se van á la eternidad por entregarles sus madres en manos de las que saben curar las enfermedades del filu y la caida del cuayu!.-



En la Capital del Principado de Asturias con motivo de la epidemia que la infectó desde el mes de Diciembre de 1803 hasta el de Agosto de 1804.-
Verdad es que en los cuartos bajos del Colegio de los Expulsos se hallaban recogidos unos cuantos leoneses febricitantes, colocados en el duro suelo sobre unos malos jergones y llenos de desaliño y porquería, de modo que nadie quería asistirlos ni llegarse á ellos, "temiendo justamente el contagio"; pero la Junta de Incorporaciones, próvida á todo, acordó el 7 de Marzo dar comisión al Señor Pan para que se encargase de los enfermos, y recogiesen todos los iniciados del contagio de vagaban por la Ciudad. Se encargó la asistencia y dirección médica al Doctor D. Manuel María Gonzalez de Reconco, primer Médico titular en esta Ciudad.-Al mismo tiempo que se recibían en el Hospital cuantos enfermos contagiados llegaban á su puerta, con tal que no fuesen moradores de Oviedo, pues ya va dicho que juiciosamente la Junta de Incorporaciones había detereminado se les socorriera en sus casas por mano de los Párrocos, obrando de comun acuerdo con los Médicos. Se admitían muchas mujeres: unas llegaban lactando, y otras con niños al destete y de tierna edad, que no podían apartar de sí sin exponerlos á perecer. En tal conflicto se dispuso que, los niños de pecho que no estuviesen contagiados pasasen al Real Hospicio, y que los demás niños se alimentasen y vistiesen por las limosnas del establecimiento. Apenas llegaban á la puerta llenos de andrajos, piojos y miseria, y se les admitía por el Médico, cuando sin perder un instante se les confesaba por el Capellán, y los enfermeros de cada sexo los recogían en cuarto separado, los desnudaban y trasquilaban el cabello, y también los lavaban de arriba abajo con una grande esponja empapada en agua tibia y vinagre hasta quitarles la inmundicia. Concurrían algunas gentes de distinción á servirles el caldo y las comidas. Se colocó sobre la puerta principal de la entrada una vistosa inscripción , que aún se conserva y dice así: 
Al pobre miserable, que la fiebre
epidémica sufre sin consuelo,
con larga mano consagró este asil
el zelo, y caridad de los de Oviedo.
Año de 1804.-

Cartas de Juan de la Encina contra un libro que escribió D Josef Carmona, Cirujano de la ciudad de Segovia: "Metodo racional de curar los Sabañones".- 
Resistiose Vmd. á la primera, segunda tercera y cuarta instancia que le hice, para que me comunicase el Método Racional, porque sabía muy bien lo que yo pedía, y lo que Vmd. me negaba; pero al fin rindiose á la quinta, y condescendiendo con mi perverso gusto, hizo añicos el quinto mandamiento, matándome de medio á medio. Dios se lo perdone, Señor mío, esto de brindarme con una taza de bebida nociva sobre amarga, y precisarme á que la beba á sorbos, es inhumanidad aforrada en tiranía; pero haciéndome cargo  de que mas merece mi curiosidad mal escarmentada, y de que la amistad de Vmd. constante, y de buena ley, merece también, acoto el precepto como orden, y como penitencia. Iré leyendo, iré notando, y también iré escribiendo  lo que leyere y notare. Cierto Francés de buen humor quiso hacer burla de muchos mentecatos que imprimían cuanto se les antojaba, y dio á la luz un Librete cargado de bagatelas: sintieron mucho sus amigos, y uno de ellos le preguntó, ¿á qué fin había publicado una Obra que tanto le desacreditaba? Para que mis nietos (respondió el Monsiur con mucha flema)  puedan decir cuando me citen: Monsiur mi Abuelo el Autor. ¿Pues no ve Vmd. replicó el amigo, que para merecer ese decoroso título no basta cualquiera Obra? en unos tiempos en que se estilan Obispos sin Obispado, Marqueses sin Marquesado, y Condes sin Condado, también se pueden estilar Autores sin Libros. 
Valga la verdad: el Licenciado Carmona tenia fieros pujos de Escritor; reventaba por verse de molde, y hacer patentes los terribles dictados del Cirujano Latino de la Real Familia de obras y bosques, titular de Segovia, con su bocado de Don y el saboree de Licenciado. Parecióle que en un siglo tan fecundo de Escritores, en que es desdichada la madre que no tiene un hijo que imprima, él también podía meterse entre la bulla, y hacer ruido con su poco de folleto; pues sin mas, ni mas finge agravios, sueña desprecios, enarbola la pluma, borraguéa dislates, dalos á la Prensa, y catare que ya me soy el Autor Carmona, 
Si el Cirujano Latino se quiere desahogar de una gran porción de miedo á los sabañones, dejese de parchecitos, y aplique á las úlceras licores minerales, y algunas veces corrosivos, que destruyen, y absorben todos los ácidos fermentativos, y en caso de que el daño  haya tocado en los arteros de los dedos produciendo caries, inmediatamente separen la parte infecta, haciendo amputación. De esta manera podrá tratar con alguna mayor llaneza, y confianza a los chimetlones, y no ponerse en el estrecho de publicar su miseria, siendo sin duda grande, que un Cirujano Latino, de la Familia Real de Obras, y Bosques, con su Don por delante, y Licenciado por el Rey confiese sin rubor que tiene gran respeto y mucho miedo á un sabañón. Por cierto que se me viene á la memoria la extravagante fanfarronada del otro soldado, que solía decir frecuentemente, que mas temía a una pulga, que á una bala.Y preguntándole ¿por qué? Respondía con sorna: Señor mío, mi miedo es alhaja mía, y no de Vmd. con que yo puedo hacer de él lo que quisiere, y aplicarle á donde se me antojare. 


Médicos, Cirujanos, Barberos, Sangradores y Boticarios

En 1752, tal y como se reflejan las respuestas del Catastro, el número de médicos que ejercían sus labores asistenciales en Asturias era escaso, siete en total, de los cuales dos residen en Oviedo y el resto en Avilés, Gijón, Villaviciosa, Cangas de Tineo y Llanes. La población asturiana podemos suponer rondaba los 290.000 habitantes. Este fuerte incremento vino sin duda determinado por la relativa  paz que vivió nuestro país durante los reinados de Fernando IV y Carlos III, aun cuando no dejaron de menudear las epidemias y se mantuvo la la emigración hacia las colonias americanas.  La proporción médico/habitante era de 1/43.300. Con excepción del médico de la villa de Llanes, Pedro Nolasco Polledo, cuyos ingresos  no eran fijos, pues sólo ejercía su profesión de forma libre, el resto estaban asalariados. Estos profesionales, como el resto de sus colegas españoles, disfrutaron de un creciente prestigio, viendo cómo su trabajo se dignificaba , pues “ los médicos ni sangran, ni purgan, ni echan ayudas, ni limpian sudores, que eso toca a los ministros de la facultad (cirujanos y sangradores).  Un total de 34 barberos-sangradores ejercían su ministerio en el Principado de Asturias durante  los años centrales del siglo XVIII. No se puede separar una labor de la otra, ya que ambas forman una unidad, que tiene su apoyo legal en una antigua pragmática del siglo XVI en la que se les permitía “abrir  una tienda donde sacar, sangrar, poner ventosas y sanguijuelas, sacar dientes y muelas”.  Con el tiempo la facultad de sacar pasó a manos del cirujano, aun cuando, y según testimonio  dado algún año después por Juan Fernández Valle, “ en la mayor parte de ciertas Provincias de España se sirven de sangrados, porque lo estéril de país no les permite dar un mediano sueldo para que los asista cirujano en propiedad.  










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