Ardisana (Valle de Ardisana)

Ardisana. Lugar  y parroquia del concejo de Llanes. Tiene una extensión de 25,61 k cuadrados y ocupa un amplio y hermoso valle que se abre en el extremo suroccidental del concejo, en el límite  con los de Onís y Cangas de Onís. Compfrende los núcleos de Ardisana, La Llende, Mestas, Palaciu, Ricaliente y Villanueva, cun una población de 462 habitantes. Al lado de Villanueva, en una amplia explanada  en lo alto de un cerro llamado El Campu la Prida. Se tiene noticas de ella desde el siglo X, de su fábrica medieval conserva el interesante arco de medio punto dovelado enmarcado por un alfiz que remite ya a los inicios del siglo XV. Al lado de la iglesia un sencillo monumento erigido en 1972 recuerda a un médico rural; desde aquí se divisa el mar. Ardisana se encuentra a 20 km de Llanes. Su población es de 180 habitantes. Reúne en un pequeño núcleo numerosos edificios de interés. La Casona, construcción del siglo XVI  de estética renacentista. La mitad derecha de la fachada  está hoy abierta, sobresaliendo  un alero con modillones trabajados; En ella se rodó un conocido anuncio de fabada.  Tiene también un hórreo antiguo  con esquinas enterizas y pegollos de madera. La casona de Arneo es del siglo XVII.  Todo el valle tiene tradición de artesanos tejeros, sufrido oficio  que obligaba  a ausentarse  durante varios meses al año y que hizo desarrollar una jerga gremial bien conocida y estudiada: la xíriga de los tamargos. 

La Xíriga
Los trabajadores del barro o teyeros de Llanes tienen su lenguaje secreto -medio argot- que emplean como diferenciador especial de su grupo. Tal lenguaje se llama xíriga.  En cada temporada se desplazaban ( desde el siglo XVIII hasta hace relativamente pocos años)  a las tejeras de diversas provincias, principalmente a León, Palencia, Burgos, Asturias Occidental, Santander y Vizcaya. Partían a finales de abril y volvían a fines de septiembre.  Algunos aspectos de su vida son: Las condiciones de trabajo  eran de una dureza extrema. Su tarea comenzaba al amanecer y concluía una hora antes de media noche.  Desayunaban  la sopa calada o pan remojado en agua. El planto de mediodía era casi siempre garbanzos, y por la noche cenaban patatas con caldo y a veces una sardina en conserva. También interrumpían el trabajo para merender: ubíu, farragosa y aureta (pan, navaja, y agua)  Inmediatamente antes de la guerra civil, los datos de su salario eran: el pinche (8 a 12 años aproximadamente) por toda la temporada recibía el importe de unos zapatos.  A los doce años pasaba a cocinero. Sus ingresos le permitían  comprar un traje sencillo además de los zapatos.  Los otros trabajadores más importantes recibían ya 60 pesetas al mes. El número de horas de trabajo, lo agotador de la tarea, el mínimo descanso que tenían, la baja calidad de los alimentos, trajeron consigo, a la larga, que se crease un clima de enemistad entre estos trabajadores (tamargos)  y el man ( el amo), que, por lo general, se mostraba duro y exigente hasta el límite de lo inhumano con ellos. La hostilidad hacia el amo y la tensión a que se veían sometidos, fueron quizá uno de los determinantes de la creación de la xíriga. Una de las coplas donde se transparentaba  bien a las claras tal enemistad, y que explican el uso del lenguaje secreto como desahogo: Un tamargo nos contaba las siguientes anécdotas: El man llevaba su cinismo hasta el punto de pretender estimularlos en el trabajo con estas palabras: "¡Ea, muchachos!" ¡ea! que si reventáis, a Asturias voy por más. Prefiero ver un hombre muerto que parado." Se les reducían los alimentos o se los daban de la peor calidad. Uno recuerda sus años de pinche, cuanta que el man le dijo cuando él regresaba de comprar el pan: "Pinche, pon el pan sobre las tejas para que le dé el sol, y así los tejeros comerán poco al estar duro".  La mezquindad de algunos manes llegaba a veces a comprar el pan a los mendigos para alimentar a su personal. Y añade: "¡Y ojalá que lo hubiéramos tenido en abundancia!" Además del hambre, estos cuatro versos resumen la calidad de la vida que llevaban:
-De ñarama maya mingo
y de michigún, uzquía;
y de brota los plumosos
y de racha la golía.
( Por la mañana acosa el frío, a mediodía el calor; por la tarde los mosquitos, y por la noche el sueño). El número de horas de trabajo, lo agotador de la tarea, el mínimo descanso que tenían, la baja calidad de los alimentos, trajeron consigo, a la larga, que se crease un clima de enemistad entre estos trabajadores (tamargos)  y el man (el amo), que, por lo general, se mostraba duro y exigente  hasta el límite de lo inhumano con ellos. La hostilidad hacia al amo  y la tensión a que se veían sometidos, fueron quizá uno de los determinantes de la creación de la xíriga. 
-Gachu man, ¡ez llastirás
al zoquín de la guxara,
los maineles asbriciaos 
y la morúa abrecada!
(Mal amo, ¡no te irás al cementerio con los dientes hacia arriba y la cabeza rota!) 
 María Josefa Canellada. Folklore de Asturias. 
Xíriga
Frescas mañanas d´abril , alegrinas y risueñas, cuando los malvises cantan y cuando el alba clarea, van marchando los tejeros camín de la tejera. Todos los años lo mismo  al llegar la primavera, camino que bien conocen nuestros mozos de la aldea,   pasan el puerto Pontón y también el de Pajares y el de Bárcena Piedeconcha   los tejerinos de Llanes. Y allá por tierras de León, de Burgos y de  Palencia, de Vizcaya y de Navarra y riberas del Pisuerga, allá marchan nuestros mozos a trabajar la tejera; y cuando llegan al pueblo donde el tajo les espera, lo primeru que visitan la casa la tabernera. La noche pasan cantando alegres y bebiendo  de primera y por la mañana temprano se van a "parar" la era. Ya dan principio al trabajo que dura todo el verano: unos donde sacar el "llagar" y otros a cavar el barro. El pinche coge en seguida el puestu de la cocina, el tendedor el "cadobau"  ya está ena era,  el maserista la marca y prepara la masera. Como suele facer  fríu temprano por  la mañana se van a cavar el barro cuando salen de la cama; y así cavan un rato y el sol a atizar empieza,  van a sacar el  "llagar" y el pinche a poner l´almuerza. Luego después de almorzar las sopas o la paella  se ponen a sobar barro para mudarlo a la era. A mediodía garbanzos, están duros por supuesto,  porque a cocerlos el pinche  tarda o nunca le dan tiempo. Y terminau la comida sigue la misma faena hasta que llegan las cinco qu´es hora de la merienda. Mandan al pinche a por pan y por algo de tocino, y de paso qu´esto trae que traiga una bota e vino. Terminan de merendar y enseguida pa la era a recoxer tejas hasta la hora de la cena.  Y cuando ya es bien racha todos se van a cenar y enseguida pa la cama, que tienen que madrugar, Y así un dia y otro día  y semana tras semana, se van pasando el verano lejos de la tierra amada. Recuerdan las romerías  que saben fecha por fecha cuándo cae Santa Marina, el Carmen, la Madalena y la romería de San Roque y la danza de San Juan entre jardines en Nueva. Y bajo un sol de fuego y sin tener descanso, trabajando como negros, así pasan el verano. Por San Migue o el Rosario  más o menos es el tiempo  que se despiden del amo, y marchan para su casa Bien repletos de dinero los pliegues de la cartera y si hay un buen tocino  pa suavizar la puchera, para ir pasando la vida  lo menos mal que se pueda, y poder ir a las fiestas, aquellas pocas que quedan, y regresar dignamente  al lado de una morena,  y echar una cana al aire el día de la Candelera, ena fiesta de Loreto, y ena Salú de Carreña, con los mozos de Ardisana amigos de armar quimera, que nadie pueda decir de buena o mala manera, que un tejeru quedó mal entre xente de buen tratu, diversión y juerga. Con cuarenta años de oficiu, esto lo copió un tejeru, sentadín en Cervigal después de calentar un horno.  María Josefa Canellada. Folklore de Asturias. 
En la romería de Santa Marina, a 4 km de Llanes, se celebra el ofrecimiento de ramos, corderos y cabritos en el campo de Santa Marina, bajo frondosa arboleda. Se coloca  un altar  portátil al pie de un castaño centenario; llegada hasta el altar la procesión, se coloca la Santa sobre el altar y comienza el ofrecimiento. Los mozos llegan con el ramo; después de hacer tres genuflexiones, y otras tantas mozas, se retiran, siempre cara a la Santa, cantando unas ingenuas coplas. Por ejemplo: 
Santa Marina gloriosa, 

que estás en la soledad; 

por ser día de tu santo

bien acompañada estás. 

El ramo del Cristo del Camino tenía un ceremonial  mucho más complicado, aunque  hoy día ya no se practique. La víspera  de la función  se anunciaba por una salva  de cohetes  que disparaban cuatro mozos, a las doce  en punto del día, desde la cumbre más alta de la cuesta; en aquel momento cesaba el trabajo en todo el valle y comenzaban los preparativos par el día siguiente. En una de las casas principales del Valle, con objeto de elegir la reina de la fiesta, reuníanse  las mujeres de más edad, con la presencia  de una niña de pocos años, que simbolizaba  la razón y la inocencia. Los hombres, por su parte, hacían lo mismo para elegir al rey. Hecho esto, jóvenes  y mayores se dirigían en comitiva a la capilla de San Felipe a recibir la bendición del Sr. Cura. Era costumbre que todos los mozos presentasen a la reina un ramo de flores como muestra de galantería. Entre estas flores no debía figurar la flor amarilla del árgoma. Esto constituiría una afrenta.  
El Corri- Corri
La danza ritual, necesariamente, en tanto que pervive, ha de conservar los rasgos característicos que la hicieron nacer. Porque estas danzas, o perviven o mueren.  Se perdieron los condicionantes históricos y sociales que las hicieron nacer. Se perdió su significación primera y quedaron arraigadas en forma solamente mimética, pero firmísima, a los más hondos  estratos del pueblo.  Tenemos tres vestigios ancestrales de danzas rituales, de incalculable antigüedad, y que constituyen emocionantes y valiosísimos documentos vivos de antiquísimas experiencias humanas: ( el corri-corri, el pericote y la danza prima). La parte oriental de Asturias constituye una zona al margen de la cultura de los castros, conservar sus raíces megalíticas ( extendidas inicialmente por toda Asturias) En esta zona oriental encontramos los dos vestigios más significativos de vivencias ancestrales, en música y danza,  que se conservan en Asturias: el corri-corri y el pericote. Son estas totalmente distintas del resto de las danzas asturianas.  Hay quien lo interpreta como resto de las danzas celtas; y quien lo ve como una danza ritual funeraria. La vida para el pueblo del corri-corri se reducía a la supervivencia, y esta danza  es la súplica de una continuidad que se sentía en precario. Es una danza ritual de la fecundidad.  En el corri-corri el ritmo de los panderos es predominante;  se impone incluso  a la  melodía que entonan las mujeres. La canción se ajusta exactamente al ritmo marcado por la percusión, y esto prueba su arcaísmo.  

El Pericote
En las noches de luna, durante el solsticio invernal, simbolizaban los danzantes el poder generador de la naturaleza, bailando  alrededor  de un peñasco idolátrico, saltando sobre el fuego purificador. Cuera parecía loco de rebullicio de ixuxús  retumbantes en las concavidades de la montaña. Comenzaban con pasos lentos, como ceremonial de salutación. Trenzaban las mujeres breves círculos sobre el césped. Vestidas con túnicas floreadas de albo lino, se mecían a la orilla del agua en los sotillos y oquedades. De pronto, el salto del galán, impulsado  acaso por los gritos de la sangre y por los gritos de la multitud de ninfas embriagadas. Este salto tiene un no sé qué frenético de fauno perseguidor. Después el hombre dejará caer con laxitud los brazos, mientras su cabeza erguida dirá que aún resiste. Hoy se baila  el pericote con gaita  y tambor. La forma antigua se acompañaba con un pandero y dos panderetas grandes, tocadas por tres mujeres viejas vestidas de negro, que a la vez cantaban. A veces cantaban coplas medio irónicas, medio pintorescas. Otras veces coplas preciosas en su expresividad como ésta:  
Yo caséme y cautivéme,

cambié  la plata por cobre, 

cambié la mió mocedá 

por moneda que no corre. 

Mª Josefa Canellada. -Folklore de Asturias. 



Miseria
Ya te dije que soy jornalero, que tengo once hijos, sin bienes de fortuna de ninguna clase. Una tarde los acosté a todos temprano  después de darles de cenar lo poco que quedaba en casa, y luego me puse a pensar lo que había de hacer para que al día siguiente comieran... Cogí un pequeño trozo de árgoma, lo metí en el bolsillo  y salí de casa dirigiéndome a la jorna donde  por la noche se cocían las boronas. Entré y al ver uns cuantas de ellas en espera de que llegara la hora de enjornarlas, quité la señal que una de las mayores tenía y clavé el trozo de árgoma que llevaba en el bolsillo, que era la señal que yo solía poner, retirándome  después sin que nadie me viera.  A la mañana siguiente volví a la jorna  para recoger la borona  con mi marca y poder dar de comer a los hijos. Efectivamente, la borona estaba allí, y era la única que quedaba por recoger,  pero estaba allí también una vecina mía quejándose de que le faltaba su borona.  - No se apure, vecina- le dije- , hay bastante para los dos.  Y sacando una navaja dividí  la borona en dos partes, dándole una a ella y quedándome yo con la otra. -¡Ah!- dijo la buena mujer- este Bartolo  es tan bueno  y tan desprendido, que merecía tener muchos, muchísimos duros....  

Mª Josefa Canellada. Folkore de Asturias.
Miseria
Mi madre era algo devota, creyente de verdad, contrabalanceando de ese modo cierta dosis de excepticismo  que mi padre no ocultaba. Un día de San Antonio fue a oír misa después de dejar al fuebgo el pote de hierro donde se condimentaba la modesta comida. Quedábamos  solos en casa mi padre y yo, que entonces tendría unos diez años. -Vamos a ver -me dijo- esta tarde  vas a ir conmigo a La Carúa a merendar, pues está anunciado  en Puerta de Villa que hoy se romperá una pipa de sidra que "arde en un candil", pero para ello  es necesario  llevar dos chorizos, y que no digas nada a tu madre. ¿Entiendes? -Entiendo- le contesté. Seré completamente mudo. Se dirigió a la cocina, y de una de las ristras  de chorizos  que pendían de una cañavera, y donde menos podía notarse  la falta, cortó dos, los amarró con un hilo y los metió para que cocieran en el pote, que hirvoteaba sobre el fuego, dejando en la mano el otro extremo del hilo.  -¡Vaya una tarde tan buena que vamos a pasar! Para con tantas cosas verdes que nos tocan a los pobres es necesario que haya también algunas maduras; pero cuidado  con que lo sepa tu madre, que cuando note la falta, que ha de notarla, crea que se equivocó al contarlos o que los comió el gato. ..... cuando se oyeron los pasos de mi madre  al subir la escalera con la ligereza  y precipitación en ella acostumbrada. Al sentirlos, mi padre tiró del hilo para sacar los chorizos, pero el calor los había reblandecido y rompió, quedando los chorizos en el fondo del pote.  A las doce nos reunimos todos en la sala, como de costumbre, y ya sentados en el suelo y cada uno con su escudilla  de barro delante, apareció mi madre con el pote, le volcó sobre una gran fuente para hacer después el reparto y dejando aquél en el suelo, empezó a santiguarse  diciendo: -¡Ya veis, hijos míos, un milagro de San Antonio! Eché como siempre un chorizo  en el pote, ¡y aparecen tres! Para que veáis lo conveniente que es el estar a bien con los santos.... Mª Josefa Canellada. Folklore de Asturias. 

La Llavandera
Era una mociquina  que diba a llavar al ríu. Un día alcontróse con un mozu bien guapu, al que nunca había vistu antes. Ayudóla a llevá ´la carga ropa, y fézo-y compañía mentes qu´ella llavaba.  Falaren non sé cuántu. Dimpués ayudola a torcer  les sábanes, que siempre-y quedaben tan mal torcíes y que pesaben tantu, tan grandones y toes empapaes d´ agua. Torciérenles y sopelexárenles pa que soltaren bien tou l´agua. Y riérense bastante los dos. Tovía la ayudó a poné la carga ropa encima la cabeza y acompañóla un pocu pel castañeu aquel tan escuru que daba mieu.  Y cuando ya faltaba pocu pa llegar a casa la moza, el mozu quiso despidise, y la moza dixo que-y  agradecía toa la compañía  que-y  había fechu.  -Non tienes nada qu´agradecer. Soy yo l´agradecíu. -¿Por qué, si  yo nunca lu vi? -Tó los dís que to madre diz "Malditu sia ´l diablu", tú retruques-y : "¡Calle, madre, non maldiga al diablu, que bastante malditu tá él!" Y yo eso agradézcolo munchu.  Y entós, esmucióse pel castañeu abaxu.  La probe llavandera  corrió pa casa rezando y nunca quixo dir sola a llavar al ríu.  Mª Josefa Canellada.- Folklore de Asturias.

Cuando se casó Lin e Fareru con Ramona (casóse por segunda vez) tenía 72 años.Tamién lu esperaren a la salida de la iglesia, de la iglesia Coya, Tou ´l carru taba engalanau, como un ramu. Subiérenlos al carru, y desde la iglesia baxárenlos al Caneyu, onde hicieren un banquete y tal. Tamién lo tomó muy en broma, y pasó la cosa bien. Y cantaben-y: 
-Ay, Ramona del alma
ya puedes sembrar patates,
qu´ehí bien Lin el Fareru,
que come más que dos vaques.
Mª Josefa Canellada. Folklore de Asturias. 
Andaba Xuanón en busca de una dama; alcontróla nuna riega llavando la so colada; agarróla per un brazu y pa casa la la llevaba. Sentóla nuna tayuela pa ver cómo lo filaba. Pónxo-y nuna mano ´l fusu, na otra ponxo-y  la llana. Ansina tovo filando  casi
 toda la semana. Al cabu los siete dís, a la iglesia la llevaba. Hacia medio de la misa tan grande pedu soltara, que golvióse  el cura y dixo: -¿Quién ye la desvergonzada? Y contestara Xuanón, ansí mesmu contestara: -Ye la mio muyer que tien la so corexa quebrada que-y la quebró el gatu d´una gatuñada. Mª Josefa Canellada. Folklore de Asturias. 
El mansolea : una jerga gremial del Oriente de Asturias
Pimiango y sus célebres zapateros.- En la costa extremo oriental de Asturias, dentro del área correspondiente al concejo de Rivadedeva, y muy próximo a los límites de Santander se halla situado el pueblo de Pimiango.  Enclavado en lo alto de una reducida  pero elevada meseta que cercena con soberbios acantilados  en su flanco norte el mar Cantábrico, goza el lugar, de una posición privilegiada. Cuenta en la actualidad con un censo de aproximadamente 250 habitantes, dedicados casi por entero a la ganadería, su exclusiva fuente de riquezas. Pero antaño se alternaba el trabajo del campo con la profesión de zapatero; e incluso, por parte de los varones, se le dedicaba a ésta mayores atenciones y cuidados que a cualquiera otra labor.  El cultivo y la ganadería estaban fundamentalmente en manos femeninas. Los hombres, desde la primavera hasta bien avanzado el otoño recorrían ambulantes con su oficio las provincias de Asturias, Santander, Vizcaya y el norte de León, Palencia y Burgos. En invierno regresaban al calor del hogar y continuaban fabricando calzado  que venderían luego en sus correrías. Con todo algunos había que tardaban años en retornar a sus lares.  La emigración, la escasa rentabilidad, el desapego hacia la profesión, y como causa fundamental, las modernas industrias dieron al traste con la fabricación manual del calzado. Los más ancianos del lugar, por referencias, hablan de ascendientes que ya lo practicaban en la primera mitad del siglo XIX. Aquellos antiguos y acreditados zapateros de Pimiango junto  con la práctica de su oficio, llevaban en sus correrías una jerga particular que denominaban manosea. La utilizaban preferentemente para no ser entendidos por los ajenos al grupo  (los gorros) cuando hablaban de sus negocios o de otros asuntos propios de su vida errante. Los don juanes (costeros o maceteros) procedían de las comarcas más montañosas, principalmente de Peñamellera Baja.  La jerga de los canteros es hoy prácticamente imposible de reconstruir. Todos los canteros, por muy distantes que estuvieran sus respectivos pueblos, usaban el mismo lenguaje, el regué, puesto que juntos convivían en el mismo tajo y empleaban la misma jerigonza , ora en Asturias, ora en otras provincias. Manifestaba Manuel Berbes - 84 años- (“El Cantero viejo” de Ribadesella): En muchas cosas nos entendíamos, pero en otras no.  
De esta época del nacimiento florecimiento de Llanes, ó de los últimos años del siglo XIII, parece ser la fundación de San Lázaro de Caamal, en Covieles ó San Roque del Acebal. Cundía entonces por la provincia la enfermedad llamada “fuego de San Antón” después “pelagra”, “mal de la rosa” y á sus enfermos, malatos ó logrados. Para asilo de los  mismos, fue la caritativa casa de Caamal, de la que sólo queda el sitio, después de haber sido uno de los primeros establecimientos de su clase en Asturias, objeto de limosnas, donaciones y legados de la gente piadosa del territorio. Curiosas debieron ser, como sus análogas, las Ordenanzas de la vieja Malatería ó leprosería, que tuvo una sucursal en Ardisana, organizada más tarde. Por aquellos tiempos debió pensarse también en la hospedería, Hospital ó casa de peregrinos de San Roque, puesta extramuros de Llanes para los peregrinos que por allí pasaban en visita á San Salvador de Oviedo ó Santiago de Compostela. Sin embargo, sobre estas fundaciones de carácter religioso y benéfico  en el concejo de Llanes, merecen mención preferente la de tres templos dentro de las murallas de la Villa. Nos referimos á las iglesias de Santa María y de la Magdalena y á una capilla cercana de aquella.  La abundancia trae como secuela la beneficencia, y por esto Llanes, concejo de gente rica, fueron notables las instituciones de piedad para los pobres y enfermos, y en favor de los centros de enseñanza. También vino á menos el Hospital de Nueva, que ha desaparecido, como la antigua Malatería de la parroquia de Santa María Magdalena, institución que languideció  á últimos del siglo pasado.Tenía la Malatería de San Lázaro, bienes y rentas, aunque no muy crecidos, en caso todas las parroquias del Concejo y en Collera de Ribadesella, según apeos de 1536, 1643, y 1675, siendo patronos el capellán de Ardisana. El párroco de Ardisana , don Pedro de Junco, hizo también otro apeo especial en 1609 en cumplimiento de la Sinodal del Obispo de Oviedo, señor Caldas, y fueron necesarios  estos recuentos sucesivos, porque la codicia nunca tuvo reparos, motivando las censuras que fueron precisas en 1568 á petición de Diego Hernández Harneros por usurpaciones de bienes de la Malatería, que también litigó en 1569 contra los vecinos de Meré. Los infelices malatos hicieron información en 1573 ante el escribano Harnero para acreditar que no podían subsistir á causa de las muchas hambres del Principado, y solicitando licencia para pedir limosna fuera de Asturias. Don Domingo de Llanes Espriella, Inquisidor general de Sicilia desde el año 1593 hasta el 1620, en que murió; natural de la Espriella, pueblo de Villahormes, fundó, por escritura de 11 de Junio de 1618, una Escuela perpetua en la parroquia de su naturaleza, con renta de cien ducados al año, y obligación en el Maestro de enseñar á leer, escribir, contar y ayudar á misa, y fundó también dos prebendas para estudiantes pobres de la parroquia de Hontoria. Don Pedro Fernández Rubio, natural de Mestas, de Ardisana, y vecino de Osma, la de aquella parroquia, bajo el patronato del párroco y vecinos, con más fincas adquiridas en 1733. 
Historia de Llanes .- 
A UN AMIGO PROPONIÉNDOLE UN RÉGIMEN DE VIDA
Muy señor mio y de mi mayor estimación: Los vahídos  de que usted me habla en su favorecida de 11 del pasado, empiezan á alterar la indiferencia con que antes miré esta novedad y á darme algún cuidado, no por su naturaleza, que la experiencia acredita ser inocente, sino por su frecuente repetición. Pero como yo conozco su casa, y estoy persuadido á que usted tiene en su mano, cuando me removerla del todo, aminorarla  y templarla mucho, quiero destinar esta carta á hablar  solamente de un asunto que es tan importante para usted, y que interesa tan tiernamente á sus amigos. Bien creo que en este accidente tenga alguna parte la complexión de usted.  Yo la conozco como la mía, y se que es ardiente una libranza de larga vida, si en vez de exaltar aquellas calidades, las templa, las modera y aplaca. ¿Hálo hecho usted alguna vez?  No por cierto. Por lo menos no lo ha hecho en el tiempo que yo he podido ser testigo. Acuérdese usted de los afanes que sufrió en la última época de sus amores, de los que le costó su maldito y desgraciado pleito, de las pendencias que riñó  después con lnos ruines del ayuntamiento, de la pena con que vió  la muerte de algunos amigos, los males y desgracias de otros,  de sus tristes consecuencias, y  sobre todo de los afanes de ese maldito empleo, que tomado con templanza  hubiera presentado á usted un decoroso  remedio contra el fastidio de la ociosidad; pero que su actividad ha convertido en continua zozobra y tormento. Y bien: ¿puede usted dudar  que estas son las primeras causas de sus vahídos?  Si, pues, añade á ellas  poco cuidado  en la comida y régimen, y un furor y exceso irracional en el trabajo, no tendrá que ir á buscar á otra parte las demás. Vamos, pues, al remedio. Usted le conoce; él está en su mano; su conservación le requiera; su familia y sus amigos le ansían, y si usted los ama, debe hacer a lo menos por ellos lo que nunca ha hecho, ni acaso haría por sí solo. Sé muy bien que usted estima en poco la autoridad tan contradicha y el tinte´res tan cercano de su empleo. ¿Por qué, pues,  le sacrificará su conservación? Una de dos: ó hacer suave y compatible con ella el trabajo, ó abandonarle del todo. Lo primero fuera fácil en otro; en usted que no sosiega si no lo hace todo por sí y con ímpetu, muy difícil. Pero pues es necesario, ¿por qué  no vencerá su natural actividad?¿ Son acaso tan difíciles los negocios que ofrece, que no se pueden desempeñar por otro? ¿No palpa usted que en ello el óptimo desempeño cuesta mucho y nada vale, y que el salir adelante á la ordinaria cuesta menos y vale todo? Sea, pues, primera regla que usted elija una persona en quien  descargue el trabajo. ¡Ojalá que estuviera ahí, quien de buena  gana se le reduciría á una simple firma, sin dejarle leer siquiera el texto! Aligerado el trabajo y separada la imaginación de los negocios, resta establecer un buen régimen. Su principio de dieta. Dieta, amigo mío, dieta  si es preciso hasta el punto de desear echar el diente á una esquina.  Dieta, no sólo de comida, sino de bebida. Bien sé que no hay exceso en ella, y con todo, si es posible, quisiera que me dejase el vino, y si no, que bebiese poquísimo y flojo á aguado, y nunca, nunca, nunca licores. ¿ Y ese maldito tabaco, cuyo  aroma ataca continuamente los órganos del cerebro? ¿ Por qué no se dejará del todo, y si no es posible, no se reducirá al mínimum? Por último,  largo ejercicio diario á pié, pero despacio y sin romperse las espinillas como de costumbre, y sobre todo frecuente ejercicio á caballo, con un buen criado á la pierna,  por si algo ocurre. ¿No se podría pedir una licencia y hacer un viajecito á León á reconocer aquellas obras, informarnos de ellas  y ver aquellos amigos? La estación va siendo mala: no importa, pues que importa el objeto. Si no, ir y venir á Oviedo, á Avilés, á cualquiera parte y á cualquiera cosa, la costa, Somió, Porceyo, Carrio, etc., etc.  Yo bien creo que estaremos e acuerdo en que esto y no otra cosa es lo que á usted conviene. ¿A qué pues, consultar? ¿A qué exponerse á que los médicos  le alejen de tan buen y tan bien conocido enero?  Si estuviésemos en otra estación, yo consejería á usted mas bien lo baños en el mar; pero allá volverá,y  convendrá probarlos, aunque sin zambullir  ni mojar la cabeza. Acaso equivaldrán baños tibios de tina; pero ni tengo igual confianza en ellos, ni los creo necesarios, ni se establece el régimen en los demás. Animo, pues, amigo mío; fuera de las dietas y sus tres artículos, nada en él hay de duro ni difícil. ¿No hará usted este sacrificio á su propia conservación?¿  No le hará á la tierna inquietud de su buena madre y hermanos y sobrinos?  ¿No lo hará á la zozobra de sus amigos y al ruego ardiente del primero de todos, á quien  solo la esperanza de abrazarle le es de tan dulce consuelo? Creo que sí, y que ambos tendrán este gusto y no tarde. Consérvese usted, pues, para él, para sí, para todos, y mándeme á mí sus mas apasionado servidor  que besa su mano. Jovellanos. - Diarios. 


















































































































































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