Ruta costera desde la Playa el Rinconín hasta Playa del Estaño (Gijón)

Textos:
-Dibujo de la Ilustración Gallega y Asturiana.
-Hoy día del emigrante.
-¡Mio neñu, llevanta!
-¡Pobre puerto de Gijón. Carta Ortega y Gasset.

Dibujo de la Ilustración Gallega y Asturiana

Dibujo de Luis M. de Luarca.



Hoy, día del emigrante

Salir d’Asturies, doliendo lo que non se quier dexar:
un resquemor en el alma, les estrofes d’un cantar,
mermullos de les fontanes con los ramos de San Xuan; dexar atrás el Musel O el Payares… ¡Igual da!
pero llevar con nosotros les manzanes de mingán
carbón de Llangreo y Mieres, oles que vienen y van
per el puertu Cudilero, Ribadesella o Candás. La custión ya que al salir  en un nuevu caminar, todo arranca con nosotros: el regueru y el nozal,  les esfoyaces, la sidra, los sones del castañar, la moza que nos dio un besu una nochi en el portal, la romería y el ramu que non pudimos puxar ¡Cuántes coses nos llevamos al ponemos a emigrar! La Virxen de Covadonga también con nosotros va; y va Uviedo y va Xixón, y va el Nalón y el Caudal, Y van les foces bravíes y van les playes en paz; y va mió padre y mió madre… ¡Si non marchamos! ¡Qué va! ¡Si tós marchen con nosotros! ¡Non dexamos nada atrás!
Luis Aurelio (1947-1960)

¡MIO NEÑU, LLEVANTA!

¡Xilguerín preciosu! ¡rei de la quintana!
¡abre los güeyinos, ve a catar la vaca,
que yá los lluceros marcháronse a casa,
y ta’l sol sorbiendo la fresca xelada!
 .......................
¡Anda, neñín guapu, que yá la mañana
fai tiempu que vienu, y ta mui galana
vestida de mayu con golor a grana
y xentil t’aspera huera na corrada!
¡Dispierta, mio vida! ¡Mio neñín, llevanta!
..................... 
Si huera yo rica dexárate en cama
colos anxelinos, hasta bien pasada
esta lluz llechosa que trai l’alborada.
Pero yo toi sola, soi probe y toi mala,
y non tengo a naide que pa ná me valga.
....................... 
¡Dispierta, ricura, paxarín del alma,
que yá se ximielga nel corral la vaca!
 ........................
¡Dispierta! que pronto tiendrás quien lo faga.
Va golver to padre que ta na montaña,
fugáu de los hombres que con tanta saña,
lu busquen, y xuren face–y so desgracia.
Yá va pa seis años qu’entre montes anda,
qu’entre zarces muere, qu’entre sebes suaña.
Y too por ser güenu y fiel a la causa
de los que no tienen más que la esperanza
de llograr con sangre tolo que–yos falta:
xusticia, trabayu,  respetu, educancia.
Por querete muncho fiyiquín del alma,
y suañar que hueres un hombre mañana,
cabal, reutu, huerte, llibre y con templanza,
por eso to padre ta hoi na montaña.
Pero de los montes entovía se baxa,
y serás dichosu, ¡rei de la quintana!
Tiendrás pan y llechu, tiendrás paz y calma,
llibros y maestros, llibertad y prestancia.
¡Dispierta!, mio neñu, mio anxelín, ¡llevanta!
¡Abre los güeyinos, ve a catar la vaca!
........................
Matías Conde. 
¡Pobre puerto viejo de Gijón! No ha bastado al destino humillante supeditándole al joven puerto del Musel, tan petulante, con sus grúas aparatosas y sus transatlánticos, allá enfrente,  bajo el cerro  tajado. Esta es, al fin  al cabo,  una humillación económica y administrativa, una perpetración y mengua del orden civil. Y a un temperamento delicado  y digno,  con vitalidad recogida e íntima, le trae siempre  un poco sin cuidado todo lo civil y administrativo. Los hombres más finos han sentido  siempre un secreto placer en verse pobres y nadies.  Los rangos  económicos  y los sociales se fundan  en un principio de utilidad,  y el hombre exquisito sabe desde hace dos mil años que a las cosas óptimas del universo  les acontece ser inútiles.  Es más doloroso para este puerto que ante una pupila desinteresada, prevenida a mirarlo estéticamente, su nota más vigorosa  y cumplida, la que mejor se prende en la memoria y más sacude la fantasía, consiste en sus lanchas botinera  vizcaínas que siempre hay en él surtas. Sobre todo  cuando se ha anunciado  galerna y el cielo ceniciento  gravita a lo largo de la costa, acuden por docenas, con un rumor de alarma, ligeras y trémulas bajo las ráfagas. Allí se están dos o tres días, unas junto a otras, en haces disciplinados, con su mástil único  y oblicuo teñido de añil, sus hombres hercúleos con anchos calzones azules, prietas camisetas de punto, boinas ajustadas, pipas en las bocas, semblantes triangulares, tallados  en carne bruna por el hacha de un dios terco y simplista. No cabe imagen más llena de estilo, en que un modo de vida se expresa a sí mismo con tal pureza y plenitud. La nave y el hombre parecen aquí inseparables y forman una extraña unidad monstruosa, de esencial mitología, parida por el mar en una jornada  tempestuosa  y fecunda.  Estos pescadores, digo, no abandonan nunca su embarcación; perduran en actitudes hieráticas indefinidamente, esfumados en la dulce niebla de la marina, y tienen además la ventaja de parecerse  todos algo a don Miguel de Unamuno. José Ortega y Gasset (1883-1955). Asturias vista por viajeros, Tomo II.-


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