Asturias vista por Viajeros siglo XVI -XX



Foto de El Comercio 

Dibujo de Luis Luarca Navia. 
Textos:
-Introducción.
-Luis Jiménez de Asúa. 
-Fontán de Negrín.
-Josehp Townsend.
-Eugenio Noel.
-Manuel Gil de Oto.
-Hans Gadow.
-José Zorrilla.
-Francisco de Paula Mellado.
-Padre Feijóo.
-Casiano Prado.
-Ricardo Gullón.
-Bartolomeo de Fontana.
-Giacono Casanova.
-Edgar T. A.
-Pidal.
-Eugenio Salazar.
-Ramón Mesonero Ramos.
-George Borrow.
-Ortega y Gasset.
-Alonso Zamora Vicente.
-Manuel Llorente Vázquez.
-Agustín González Pisador.
-Edgar T. A.
-Lázaros.
-Mars Ross.
-Francisco López de Úbeda.
-Juan Menéndez Pidal.
-Antonio José de Cepeda.



Introducción

Silvio Itálico habla sobre los famosos caballos asturcones. “Cerca del primero, distanciado sólo por el espacio que ocupa un carro en el camino, iba muy cerca el astur Panchates. Brillaba en su blanca frente la albura distintiva de la raza, y el blanco de las cuatro patas iba acorde en color con el blanco de la herencia. Su empuje era grande, tenía poza alzada y un cuerpo  sin elegancia de líneas, pero la fogosidad le daba alas y corría por el campo, irritado de la rienda, Parecía que crecía en altura y se agigantaban sus miembros”. 
El lino y la lana fueron muy ensalzados en su tiempo, y se destacaba la abundancia de cabra salvaje  de los montes de Cabrales…. De la copiosidad de  la pesca, particularmente del salmón y la trucha. 
En el siglo XVIII, es el mismo Jovellanos quien sale al paso de la leyenda desgraciada que corre sobre Asturias y escribe a Antonio Ponz: “ Situada Asturias en el extremo septentrional del reino, y confinada  entre la más brava y menos frecuentada de sus costas y una cordillera de montañas inaccesibles, sabe usted  que los españoles nacidos de la otra banda, tienen de ella  más o menos  la misma idea  que de la Laponia o la Siberia, y que juzgándola  por los miserables que la abandonan, y que de ordinario  no son otra cosa que la redundancia de la población, la tienen por una nación miserable y estéril o por una cruel madrastra, que no pudiendo alimentar a sus hijos, los emancipa y echa de sí  para que vayan a servir en los más ruines ministerios a los venturosos moradores de otras provincias. 
  En resumen Asturias -rica, si bien dura y dificultosa- deja que sus gentes, desanimadas o apáticas en su medio familiar, se vayan a otros lugares  extraños y laboren allí con la tenacidad y el ánimo de que no dieron excesiva muestra en su propio territorio. De este modo, la Corte se llena de coritos, sufridos aguadores, escuderos, lacayos, serenos……Y aparece aquí el curioso contraste entre el frecuente  reproche que se hace a los asturianos- la falta de diligencia en los naturales” que no saben aprovechar la riqueza de la tierra donde viven- desde tiempos antiguos hasta la eclosión de las corrientes migratorias a los países hispanoamericanos, y la laboriosidad que demuestran  segando trigo en Castilla, acarreando cubas de agua de las fuentes madrileñas o acumulando un suculento capital en una bodega cubana, un colmado dominicano o una pulpería mexicana. 
Así apunta Ramón Menéndez Pidal: “Dentro del reino leonés, Asturias se destaca como la región de más rica y pura individualidad lingüística; su dialectalismo es mucho más complejo que el de cualquier otra región española.  
La del filólogo  sueco Munthe:  “El dialecto asturiano no  es naturalmente  una unidad sino que consiste en una variedad de dialectos, en el centro, en el oeste y en el este, que varían de valle a valle, de concejo a concejo y con grandes diferencias  significativas cuando hay distancias grandes”. 
Eugenio Noel (1885-1936): La tierra es rica, demasiado; el subsuelo, un tesoro; el mar, cerca; Pajares tiene mucha nieve; América es un enorme Banco asturiano. ¿A qué salirse fuera de sí mismos si todo está en casa?”
¿Qué otras  peculiaridades asturianas llaman la atención de los viajeros? Entre las materias más invocadas figuran, ineludiblemente, el elogio del frondosísimo y pintoresco paisaje y el comentario sobre los vaqueiros de alzada, acerca de cuyo origen tantas fantasmagóricas  elucubraciones se han escrito.  Otros motivos  recurrentes  de las crónicas viajeras son la singularidad de los caballos asturcones; los hórreos, la sidra, la lluvia, Covadonga, las montañas, la catedral de Oviedo, la fauna salvaje, la fertilidad de la tierra, el aislamiento de la región…. 
José Antonio Mases. Asturias vista por viajeros. Volumen primero. -




Luis Jiménez de Asúa: 1899-1970- Entre limoneros. Hay en Perlora, rincón de encanto, un retiro en que lo grato se sublima. En él transcurrieron para mí horas de estío henchidas de plácida tarea. La casa tiene un parque en que vencen a manzanos y perales los limoneros de intenso aroma, perennemente salpicados de su fruto amarillo. En los pilares de la panera florecen las madreselvas y al costado de la casa los magnolios abren sus blancas flores , que lanzan vaharadas de su perfume penetrante y adormecedor. Al transponer la puerta del muro me envuelven, al retorno del diario paseo, los fuertes olores del limón, de la magnolia y de la madreselva, acrecentadas por el atardecer , en una extraña mezcla aromática, enervante y ensoñadora. Hay en el parque uno de los hórreos grandes , de corredor y seis pilares, que distinguen los asturianos con el nombre de panera, del género hórreo, del que, a mi juicio, forma parte. El hórreo de esta casa es de los más bellos ,. Posee gran corredor que le circunda, seis pilares cortados con la gracia ligera de estas construcciones primitivas , y el característico tejado que trae a la memoria los del Extremo Oriente. Pero este hórreo-panera, de gran lujo, está pintado con colores que aún no han decaído. Los dibujos de las puertas son ingenuamente geométricos y pueriles, y a los lados decoran las paredes dos jarrones de un primitivismo seductor. El hórreo tiene una leyenda en lo alto: Hiciéronme en 1887. Viva mi dueño" .




Fontán de Negrín: En los Picos de Europa 1904-. Los grandes Picos se elevan en un solo impulso , formando colosales murallas calcáreas. Allí las nieblas , muy espesas, se mantienen largo tiempo, sobre todo en los valles y en la parte media de la cadena, por lo que las altas cumbres se divisan raramente, tanto si se llega a la región por el norte, por el mar, como por el sur, Y si las he sentido más vivamente en Asturias que en cualquier parte, es porque allí las experimenté redobladas, lejos de todo, aislado, sin noticias, y a veces, horrorosamente triste. La sucesión infinita de aquellos paisajes, la luminosidad del Océano , los grandes picos radiantes al amanecer, la vida salvaje, han quizá , creado en mí una mentalidad especial, a la que habrá de atribuirse el particular carácter de este relato. He querido dejar los senderos trillados al recorrer esta parte de los Pirineos Cantábricos, ya cruzada en viajes precedentes. Una excursión a los "Picos de Europa" adquiera inmediatamente el sesgo de una verdadera exploración, pero ello no ha de ser óbice para desalentar nuestra moderna idea de la actividad, tan difícil de satisfacer. El limitado sector alpinista de los que sólo aprecian en la montaña la dificultad por la dificultad, juzgará que este relato está falto de altas acrobacias. Desde el punto de vista de ascensión propiamente dicha, mis compañeros y yo hemos tenido fortuna . Cada cual tiene su chifladura en el mundo , y yo prefiero denominar así mis caprichos, de denigrar ligero los del prójimo sin duda, porque no los comprendo. Trepar por una roca pelada, con un precipicio a la derecha y otro a la izquierda, para sorprender algún robezo en alguna revuelta, o contemplar el grandioso panorama en la cima, o salvar la misma dificultad que a uno y a otro conduce, será un placer de que se reirán muchos ; pero es un placer soberano, que me anima por completo, y ante el cual , me considero.. chiflado. Pero conste que no soy yo solo quién profesa estas aficiones.



Joseph Townsend (1739-1786) 
Viaje de Madrid a Asturias.
Hay en Oviedo, como en la mayoría de las ciudades grandes de España, un hospital abierto tres veces al año a los venéreos, para recibirlos  hasta cuantos pueda contener;  pero los cirujanos de todo el reino se quejan de que los enfermos tardan demasiado en recurrir a ellos. Eso puede provenir tanto de la violencia de su tratamiento como de la debilidad de síntomas; pero cualesquiera que sea su causa, esa enfermedad es universal.
Las enfermedades  que parecen endémicas de Asturias son las fiebres intermitentes, las hidropesías,  la histeria, la hipocondría, las escrófulas, las paperas,  las obstrucciones glandulosas, las caxequias, el escorbuto, la lepra, la locura, la epilepsia acompañada de lombrices, la apoplejía, la parálisis, los reumatismos, la tisis y las erisipelas, con el “mal de la rosa” y la sarna o gálico.
Tienen en Asturias veinte hospitales lázaros, para la lepra.  Esa enfermedad se manifiesta bajo diferentes formas. Algunos enfermos están cubiertos de una costra seca, blanca, y se parecen  a los molineros. En otros, la piel es casi negra,  muy espesa, llena de arrugas,  untuosa y cubierta de una costra asquerosa. Otros tienen  una pierna y un muslo considerablemente hinchados y llenos de varices, de pústulas  y de úlceras, que esparcen un olor abominable. Todos se quejan de calor y de picores insoportables. Algunos pacientes, en lugar de una pierna hinchada, tienen un enorme grosor  en una mano, sobre todo las mujeres, o bien  las facciones de su rostro están hinchadas a tal punto que apenas si tienen figura humana; otros tienen además, también carbones del grosor de una avellana, repartidos por todo el cuerpo.
La sarna común es un poco menos asquerosa que la lepra. Ataca ordinariamente la cabeza de los niños y va seguida de úlceras de peor carácter, de picores insoportables y una gran cantidad de miseria. Ordinariamente  va precedida de horripilación y de una fiebre ligera, y se termina, como la viruela,  por la erupción de un gran número de pequeñas pústulas, en los sujetos sanos, son grandes, puntiagudas, rojas, supurando rápidamente, y se van al cabo de nueve o diez meses. Los sujetos malsanos conservan esa enfermedad toda la vida. Las mujeres están más sometidas a ella que los hombres.
Las fiebres, las de ataque y hasta las pleuresías, se terminan a menudo, dicen, por la sarna, y esa enfermedad les cede a menudo el sitio  para reaparecer cuando la fiebre cesa.  En los adultos, se apodera  de las manos y los brazos, con las piernas y los músculos, y los cubre de una costra sucia. En la estación húmeda, el picor se hace sumamente desagradable y hacia medianoche es insoportable. El paciente que sufre de esa enfermedad se ve a menudo cubierto de aradores, especie de miseria extremadamente pequeña, visible, sin embargo, sin ayuda de una lente y que forma pequeños canales entre la epidermis y la piel.
Además de la humedad  relajante del clima, el alimento de los habitantes contribuye mucho al nacimiento de varias enfermedades que infestan ese Principado. Comen allí mucha carne y beben poco vino. La alimentación habitual es el maíz, con habas, guisantes, castañas, manzanas, peras, melones y cohombros; el pan hecho con harina de maíz no es levado, no fermenta y queda en estado de pasta.
Asturias vista por viajeros. Siglos XV al XX.  Volumen primero.-


Eugenio Noel- 1885-1936-
  Llueve sin cesar . Una succión esta llovizna ; es la tierra quien sorbe desde lejos la masa gris de estas nubes , y las funde, y las vacía, y no las agota. Mortifica esta lluvia incesante y lánguida, que se filtra hasta el corazón . Al mismo tiempo la humedad enfría la sangre, y el cerebro dormita en una fatiga artificial, obligada , que no tiene razón de ser, brumosa somnolencia contra la que el alma se rebela. He aquí el puerto de San Juan. Al desembocar en él recibo en la cara fuertes rachas de viento. El agua se mueve bastante. Me dice gente marinera que el verdadero puerto, de no trazarse en Avilés, debió construirse en la otra parte, en la próxima bahía de San Juan de Nieva. De este modo, los barcos, que ahora han de virar con gran peligro los días borrascosos , enfilarían la barra derechos. Yo les explico , a mi vez, que hacer las cosas bien no tiene mérito alguno; lo original es huir de la sencillez y tener odio mortal a la línea recta, aunque cueste más caro, más tiempo y más proyectos. Hay anclados muchos barcos. El agua arrecia. De techo en trecho se levantan casitas asturianas de limpio tejado rojo. Entro en una cantina de marinos: juegan, beben y fuman . Tiene el ámbito aquel cierto aspecto lírico. Un marinero muy joven y amable me enseña el mapa del golfo de Gascuña editado por el almirantazgo inglés... Ahora la lluvia sienta bien el alma, ce sobre fuego. Apasionado del mar, barco a barco, me detengo para verlos, para gozar de sus formas ágiles, bellas, científicas a la vez. de uno de éstos sacan vagonetas de calamina para el cinz. Los obreros parecen desenterrados , desfigurados por el polvo rojo de la calamina y el agua que la aglutina en barro sangriento. Llego al puntal del Castellón. Sigo, quiero ver la curiosa entrada de este puerto que ha causado tantas víctimas. La peña heradada del Caballo, los arrecifes a flor de agua, la piedra de Vadil, la ensenada de Arañón, el faro y el dique. Un callejón lúgubre , por el que entra, desbocado , el mar indómito. De un lado el dique; al otro , un monte que cae casi vertical al mar. Las olas se rompen unas contra otras en infernal algarabía de corrientes y espumas. Avanzo un poco por el malecón; más allá de la playa de la Real Asturiana, y ante mis ojos asombrados , se extiende un panorama indescriptible. El mar, bravo, imponente , con cien murmullos distintos que se funden en uno solo, brusco, vasto y lejano como el rumor de las caracolas puestas en el oído . Las playas de Salinas; los montes de Raíces y Arnao que sirven de anfiteatro alpestre al pueblecito veraniego; la roca aislada de Deva, divisoria de San Esteban de Pravia, donde cogen los marinos los huevecillos azulaos de las gaviotas; Santa María del mar; el humo de las fábricas de armas, y lejos muy lejos, el cabo Bidio, el cabo Forcada, las bambalinas de los circos teatralmente colgadas en el inmenso espacio y caídas en el mar mismo hacia la línea ideal del horizonte, en que parecen fundirse el cielo y el mar. El tiempo transcurre así muy bien. Atrás. Vuelvo. A mi vuelta, la lluvia, que respetó mis fantasmagoricas en la farola del dique, se precipita gozosa de nuevo. Es ya tarde. Atravieso en coche los dominios de la Real Asturiana de Minas, los poblados aristocráticos, casi americanos, de Salinas y por la carretera entro en Avilés, ya de noche. Tomo asiento en la terraza y me embriago con la poesía de los cantos asturianos. He regresado de Avilés muy satisfecho de lo ocurrido con mis conferencias. En San Esteban de Pravia me obsequian con una merienda ante el mar. En Oviedo, los clericales vencen a los jóvenes e impiden que dé mis conferencias. Fatigado, y amargado un poco, me vuelvo a Madrid. 













Manuel Gil de Oto . Siglo XIX . Oviedo: Afirma una leyenda que es España vergel encantador, que hizo el Eterno con azahar y pétalos de rosas y brisas del Edén y luz del cielo Añade que, contento de su obra quiso Dios completarla, y placentero , la coronó con cielo de turquesas, que esmaltó con estrellas y luceros. Comprendiendo el Señor que era mezquino el sol que iba a alumbrar los otros pueblos con los rayos más puros y brillantes fabricó para España un sol expreso. Y, gracias a este sol, son en España primaveras suaves los inviernos, divinas y fogosas las mujeres y los varones atrevidos.. ¡Bueno! Pues el que quiera por sus propios ojos apreciar, sin pasión, lo que hay de cierto en la leyenda que de España corre, que tome un día el tren y venga a Oviedo. Anoche llegué yo y la desgracia que me persigue con tenaz empeño , me deparó una noche triste, fría y metidita en agua. Bien envuelto en mi manta de viaje, presuroso tomé un coche de punto y al cochero le dije tiritando: ¡ Perra noche! . Y el bueno del auriga , sonriendo me dijo: Señoritu , en todo el año aquí no se conoce mejor tiempo. Le di la dirección , arreó el jaco y éste empezó a marchar con paso lento. Avanzaba mi coche, dando tumbos, por un paraje despoblado y negro tan imponente, que creí que iba en busca de la entrada del Averno. Al cabo de dos horas emboscamos en un angosto callejón desierto, donde soplaba el aire encañonado, bamboleando el coche con estrépito . Por fin llegué a la fonda y una vieja guióme a un cuchitril alto y estrecho, en cuyo techo resonaba triste el chuc, chuc, pertinaz del aguacero. Me acosté entristecido , y fue trabajo de varias horas conciliar el sueño, y cuando al cabo me quedé dormido, me agitaron mil tristes pensamientos. Desperté fatigado y vi que entraba opaca luz por los cristales negros; eran más de las doce y me envolvía oscuridad de anochecer de invierno. La lluvia que caía lentamente azotaba los vidrios con estruendo y su chuc, chuc continuo me causaba dolorosa impresión. Salí dispuesto a recorrer Oviedo a toda prisa, para salir a escape en el expreso. Todas las calles recorrí en dos horas y sólo encontré en ellas algún perro y una vieja fumando. ¡ Es asombroso lo que fuman las viejas en Oviedo! Caminaba al azar , siempre buscan do una señal de vida . ¡ Vano intento! Sólo encontré vetustos caserones callados como tumbas ; algún templo en cuya puerta mendigaban viejas, fumando ¡claro está ! pero en silencio. Sólo de vez en cuando percibía un ruído acompasado , duro y seco, un choc, choc, inaguantable e imponente, el choc, choc mareante de los zuecos. Con el alma preñada de tristura , con ganas de llorar, mojado, yerto, a la fonda volví , donde te escribo, mientras el tren que ha de llevarme espero. ¡Ay! Me faltan palabras y energías para pintarte el desastroso efecto que esa ciudad sin vida ha producido en mis cansados y excitables nervios. Mi pena es tan intensa que hay instantes que me asomo al balcón lleno de miedo, pensando si seré yo el solo vivo que queda en este triste cementerio. Todo es quietud y calma. Sólo altera este enervante y sepulcral silencio el chuc, chuc maldecido de la lluvia o el choc, choc penetrante de unos zuecos. 




Hans Gadow: 1855 -1928- Los vaqueiros de alzada: Es el nombre que dan los asturianos a unos pueblos ganaderos y nómadas , que durante los meses del invierno viven en pequeños asentamientos en la parte más baja de las montañas del oeste de la provincia de Oviedo, mientras que en la primavera emigran a los picos altos de la cordillera. Vaqueiro es aquel que cuida de las vacas, y para ellos resulta este nombre un grave insulto: en cuanto a lo de alzada, hace referencia a su cambio continuo de vivienda. La mayor parte de las brañas están en la zona occidental de Asturias, cerca de la costa, en los municipios de Pravia y Navia, pero también tierra adentro, como es el caso de Tineo. La población de estas brañas varía desde media docena , hasta veinte o treinta personas; rara es la vez que llega a cincuenta personas. Sus viviendas están hechas de piedra y a pesar de que son pequeñas , están bien construidas, al igual que sus techos de paja. No hay separación en su interior, en ella habitan conjuntamente personas y animales durante el invierno. La ocupación fundamental de estas gentes es la cría de ganado sobre todo vacas, raramente ovejas y cabras, siendo sus demás ocupaciones secundarias para ayudarles a ganarse la vida. Para asegurar el forraje necesario, cultivan los pastizales.Allí donde el terreno es bueno cultivan patatas, pero nunca maíz, que siempre compran. Para ganar el dinero preciso muchos hombres se dedican durante el invierno y el principio de la primavera a comprar pescado, verduras, frutos secos y maíz, para luego hacer venta ambulante. Para el transporte utilizan caballos , que no son de gran tamaño ni número. Mientras tanto son las mujeres y los más ancianos los que cuidan del ganado y de los pastizales. Denominan al ganado armento, una palabra que no se usa en ningún otro sitio. Todos los animales son pequeños, importándoles más la cantidad que la calidad. Durante la primavera, generalmente el 8 de mayo, el día de San Miguel, se dirigen a la sierras más altas situadas entre Asturias y León, y suelen volver el 29 de septiembre , el otro día de San Miguel. Pero a veces trasladan las fechas de la ida y de la vuelta a las fiestas de otros santos. Supone todo un movimiento migratorio . Toda la familia hombres, mujeres y niños con su ganado , cerdos, pollos, perros y gatos forman una pequeña caravana. Los caballos y el ganado tienen que transportar los utensilios domésticos ; las cazuelas, los pollos e incluso los niños van envueltos y sujetos entre los propios cuerno de los bueyes y las vacas. No usan carros, lo que resulta perfectamente comprensible debido a la ausencia de buenos caminos. Emigran a los prados subalpinos donde construyen sus primitivas chozas y viven en condiciones rudimentarias, alimentándose fundamentalmente de leche. Para asegurarse el heno para el invierno cuidan los pastizales con esmero, cercando áreas fértiles con vallas de piedra, abonándolos bien y regándolos con la ayuda de un elaborado sistema de surcos. Su pobreza los libera de impuestos, y la sencillez de su modo de vida, de conflictos con la ley. No se mezclan con otras gentes, siendo la endogamia una costumbre arraigada entre los clanes. No parecen poseer ningún rito bautismal característico. Las bodas son celebradas por toda la braña con un gran festejo. Parte del ritual consiste en que los novios se reparten y comen delante de los demás un pan y un pastel. Antes de un funeral se coloca el cuerpo del difunto delante de una mesa donde recibe la extremaución. Después de que todos han tirado un puñado de tierra en la tumba, se retiran en silencio y dejan el resto para el sepulturero. Creen en todo tipo de supersticiones y recurren a ritos mágicos con frecuencia. En la mayor parte de Asturias se mira a los vaqueiros con cierto desprecio. En algunas iglesias hay un sitio , marcado por una división de madera, reservado a los miembros de esa tribu, siempre en la parte más alejada del altar. 




 José Zorrilla 1817- 1893}- Días en Llanes. En Vidiago tenía mi amigo su casa; y desde el primer día de mi estancia en ella, empezó a gustarme la pintoresca situación del pueblecito, entre las montañas y el mar, cuyo móvil y azulado lomo, cuya espuma y cuyo rumor se percibían desde los balcones de mi aposento. En cuanto el tiempo nos lo permitió , comenzó mi amigo a darse el placer de enseñarme aquella su tierra, y yo a encantarme recorriendo aquellos montes cuajados de seculares encinas y robustísimos castaños, aquellos maizales sonorosos, tendidos como tapices en las hondanadas de los valles, aquellas rocas escarpadas y cortadas a pico sobre aquel mar rara vez en calma, y aquellos horizontes rematados por un lado en el círculo del agua y por el otro en apilados montes, cuyas espaldas parece que guardan los embreñados Picos de Europa. Desde lo alto de aquellos derrumbaderos veíamos el puertecito en miniatura de Llanes, patria y solar de Posada Herrera, los peñascos de Covadonga, las avanzadas rocas que esguardan Comillas y hasta la punta en que se destaca el faro de Santander sobre el gigantesco monte de Santoña, envuelto en bruma . Allí respiré a pleno pulmón un aire vivificador, perfumado con el olor de las agrias manzanas, los acres nogales y los frescos castaños, y cargado de las salinas emanaciones del mar, comenzó mi amigo a mostrarme los fenómenos geológicos de aquello peñascos cuajados de hierro y carbón de piedra, aquellos páramos de riquísimos pastos y aquellos pueblecitos metidos entre árboles, cuyas casas blancas diseminadas sin orden entre el verdor, parecen desde lejos palomas anidadas y corderos en la hierba. Aquella paz tranquila de la vida campesina, sin robos ni quimeras, aquel continuo y pausado paso de las carretas chirrionas de ruedas con rayos, aquellos cantares melancólicos de los pastores y las labradoras que limpian los maizales y recogen las mazorcas, aquellas frescas y rollizas muchachas, coloradas como las manzanas de sus pomares, aquellos viejos con sus monteras de pico y con sus ruidosas madreñas, aquella gente franca y cordial que me saludaba sonriendo , sin asombrarse de mi legendaria perilla ni de mi facha tan diferente de su pintoresco traje, me trajo más de una vez a los ojos lágrimas de envidia a su vida pacífica y patriarcal. - 


Francisco de Paula Mellado:- 


Primeros siglo XIX:- La industria de los asturianos en aquellos tiempos era como ahora, la cría de ganados, pues los excelentes pastos de sus montes y valles sustentaban innumerable multitud de bueyes, vacas y cerdos.Los caballos estaban muy propagados , y según el testimonio de Estrabón , Marcial y Séneca , eran los más ágiles y hermosos que se conocían , y fueron muy apreciados por los romanos que llamaban asturcones. Honradez y hospitalidad: Los robos y asesinatos son tan raros en este país patriarcal , que apenas se conserva la memoria de algún crimen de esta especie, y así el viajero camina solo y sin temor a cualquier hora del día. El uso de pasaporte es enteramente desconocido para transitar dentro de la provincia, y el caminante pobre encuentra siempre abierta la casa del honrado labrador, que le ofrece con la fraternidad y franqueza de los primeros tiempos , un sitio en su hogar hospitalario, un tazón de leche recién ordeñada y un pedazo de maíz. Tradiciones leyendas y supersticiones:- Otra tradición de las más arraigadas es la de la hueste, que consiste en que una gran procesión de fantasmas blancas, que llevando en las manos una tea encendida, van a las altas horas de la noche , precediendo a un ataúd, en derredor de las iglesias y cementerios. - Estas apariciones dicen se dejan ver poco antes o después de la muerte de alguna persona notable. Es también una creencia que no dejar de alarmar a las sencillas aldeanas, la del mal de ojo. Supónese que hay personas dotadas de una maligna cualidad de fascinar con su mirada y causar la muerte a los niños y a los animales domésticos. Para evitarlos es costumbre poner a los primeros en la época de lactancia, relicarios o amuletos colgados al cuello. El matrimonioSe observa en varias partes de Asturias una costumbre particular, llamada el rebodo, que es la siguiente; algunos días antes de verificarse la ceremonia del desposorio, la novia, acompañada de su madrina, que lleva un gran cesto, recorre todo el país comarcano visitando las casas y caserías con una caja de plata llena de tabaco, y va ofreciendo a todos un polvo y dando parte de su casamiento. Todo aquel que acepta el polvo está obligado a contribuir con algo para el dote de la novia, y así ésta reúne granos de todas especies, ropa y dinero. .Otras costumbres: - Las filas son las tertulias de la aldea. En las largas noches del invierno se reúnen en una casa todas las mozas , y se ocupan en hilar, en tanto que los mozos,l usando la frase del país , las galantean, y las viejas refieren antiguas leyendas de moros encantados o de las batallas del rey Pelayo. Las esfoyazas_ Son otras reuniones nocturnas que ofrecen gran diversión a los campesinos. Tienen por objeto arrancar las hojas inútiles a las espigas del maíz y enlazar estas unas con otras, y se hace para sacar al aire el grano. En tanto dura esta sencilla operación se suceden sin intermisión los cantos y los cuentos, y acabada comienzan los bailes, que alternados con los galanteos, los vasos de sidra, las avellanas y otras frutas, suelen prolongarse hasta el amanecer. Los entierros:- En los entierros precede siempre el cadáver una persona que conduce la ofrenda llamada oblada, y que la deposita sobre el sepulcro. La clase de oblada varía según los concejos; en Gonon consiste en dos libras de pan y un cuartillo de vino, a lo que otros añaden una pierna de carnero . Esto recuerda los banquetes fúnebres de los antiguos egipcios. Terminada la oración , el párroco del pueblo recorre toda la larga mesa llevando en sus manos una gran bandeja cubierta de monedas, y va entregando a cada uno de los clérigos los honorarios que le corresponden {llamados pitanza} , por el entierro y las misas que deben decir por el difunto. Las plañideras de oficio, que seguían llorando el féretro por un salario fijo, estuvieron en uso en Asturias hasta principios del presente siglo. Cabranes: - Cuanto más nos alejábamos de la ribera del mar, el terreno que pisábamos era más y más montuoso, y muy pronto entramos en el concejo de Cabranes, que es muy fértil y frondoso, pero de poca extensión, pues no contiene más que seis parroquias. Su capital es Santa Eulalia de Cabranes, que consta de trescientas casas y en la que está la iglesia parroquial de su nombre y cuatro ermitas. Nada ofrece de notable esta población, que está situada a la derecha del río Salas,que atraviesa todo el concejo. El camino que seguíamos era la orilla de este río y en dirección de su origen, y nos condujo luego a subir el gran monte en cuya cima se asienta la parroquia y aldea de Torazo, do leguas distante de Villaviciosa, y una bastante larga de Infiesto. La senda es penosa , pero sin embargo practicable para carros. Industria y Comercio: -- La industria consiste en algunos martinetes de cobre en Avilés, y otros puntos; una fábrica de lienzo y mantelerías en la misma villa; otra de tejidos de cintas y lienzos comunes del hospicio provincial de Oviedo; multitud de telares de lienzos y colchas ordinarias en las parroquias rurales; bastantes mantas y sayales, que fabrican las gentes del campo para su consumo; gran número de fraguas para clavazon, herrage é instrumentos de labranza; las herrerías de Boal, la Vegiña, Coaña, Navia, Castropol, Somiedo , Luarca y otros puntos donde se funde la vena de Somorrostro y se elabora el hierro en barras; las tenerías de cuero y suelo en Castropol, Oviedo, Gijón, Cangas de Onís, Cangas de Tineo, Avilés , Navia y Siero; una fábrica de loza ordinaria en Pola de Siero; otra de papel en Piantón; otra de armas en Oviedo, donde se construyen escelentes fusiles , escopetas y pistolas; las de manteca en Salas , Piloña y otros puntos; la elaboración de quesos en Cabrales; las pesquerías y salazones de Cudillero, Luanco, Candás y Lastres; las alfarerías de Ceceda y Avilés; ebanistería en Oviedo y Gijón, y por último , la afamada construcción de buques mercantes en Viavelez; pero sobre todos estos ramos de industria descuella el carbon de piedra, objeto de vastas empresas , y el cual ocupa tanta extensión de terrreno en la provincia, que como dice muy bien el señor Madoz en su Diccionario geográfico, puede considerarse toda ella como un inmenso criadero de este fósil. Las minas principales y mejores son las de Langreo, Tudela, Mieres, Tantofirme, Ferroñes, Lieres, Nava y Torazo; pero sobre todo las de Langreo compiten con las más acreditadas del esxtranjero por su calidad y riqueza. Entre las minas metálicas , debemos citar la vena de cobre en Po de Cabrales, Carabia la Alta y Mieres; la de cobalto de Peñamellera; la de amianto de Cangas de Tineo, el imán del Franco y la de galera argentífera llamada de la Voz en San Esteban de Leces {cerca de Ribadesella}



Fray Benito Jerónimo Feijoo -1676-1764-. La vida de los labradores: ¿Pero hay hoy gente más infeliz que los pobres labradores? De la inclemencias del Cielo, sólo toca a los demás hombres una pequeña parte; pues exceptuando los labradores, todos, por míseros que sean, se defienden de ellas con algún humilde techo; o si algunos la sufren a Cielo descubierto, no es por mucho tiempo. Mas los labradores todo el año, y toda la vida están al ímpetu de los vientos, al golpe de las aguas, a la molestia de los calores y al rigor de los hielos. Ya veo que este trabajo es inseparable del oficio; tolerable, empero, cuando la fatiga del cultivo les rinde frutos con que alimentarse , vestido, con que cubrirse, habitación donde se abriguen , lecho en que descansen. Yo , a la verdad, sólo puedo hablar con perfecto conocimiento de lo que pasa en Galicia, Asturias y montañas de León..En estas tierras no hay gente más hambrienta , ni más desabrigada que los labradores. Cuatro trapos cubren sus carnes, o mejor diré que por las muchas roturas que tienen , las descubren. La habitación está igualmente rota que el vestido, de modo que el viento y la lluvia entran por ella como por su casa. Su alimento es un poco de pan negro, acompañado de algún lacticineo o alguna legumbre vil, pero todo en tan escasa cantidad que hay quienes apenas una vez en la vida se levantan saciados de la mesa. Agregado a estas miserias un continuo trabajo corporal rudísimo, desde que raya el alba hasta que viene la noche; contemple cualquiera si no es vida más penosa la de los míseros labradores que la de los delincuentes que la justicia pone en sus galeras. Ellos siembran , ellos aran, ellos siegan, ellos trillan, y después de hechas todas las labores les viene otra fatiga nueva, y la más sensible de todas, que es conducir los frutos, o el valor de ellos , a las casas de los poderosos , dejando en las propias la consorte y los hijos llenos de tristeza y bañados de lágrimas, a facie templestatum famis.- 



Hambre en Asturias: Pero faltando el pan, ¡ ay, Dios, qué triste , qué funesto, qué horrible teatro es todo un reino! Todo es lamento, todo es ayes, todo gemido. Despuéblanse los lugares pequeños y se pueblan de esqueletos los mayores. A la hambre se siguen las enfermedades ; a las enfermedades las muertes , ¿ y cuántas muertes? Es literal el pasaje del poeta a lo que vi pasar en esta ciudad de Oviedo, con motivo de la hambre que padeció este Principado el año de diez. Por los caminos, por las calles, en los umbrales de las casas, en los de los templos, caían exámines enjambres de pobres, de modo que no cabiendo los cadáveres en las sepulturas de las iglesias , fue preciso tomar la providencia de dársela a muchos en los campos....










Joseph Townsend
Más abajo , a la distancia de una milla, está la Pola de Somiedo, pueblo de veintuna casitas, situado en una pequeña eminencia rodeada por unos ochenta acres de praderas bien regadas en medio de rocas calizas de sorprendente altura. Si Shakespeare hubiera pasado por este camino , su imaginación no hubiera reparado en los acantilados de Dover. El pueblo, con sus praderas , sus riachuelos, sus elevadas montañas, inclinadas o casi verticales, desnudas o cubiertas de bosque, las cabras saltando de roca en roca, y el ganado, paciendo tranquilamente por la falda de los montes, forman en conjunto un cuadro delicioso. Las gentes de estas montañas visten de paño oscuro, generalmente, y las mujeres hilan con rueca. Su industria es muy sorprendente , no es hija del lujo , como en los países ricos, sino de la pobreza y de la necesidad más absoluta. Ningún terreno accesible deja de ser cultivado; hasta los suelos más ingratos se ven obligados a dar alguna producción. Las tierras más altas se siembran de trigo candeal, y las más bajas, de maíz. La roca caliza, cocida, les sirve de principal abono. No hay sencillez mayor que la de los habitantes de esta alejada provincia. Las naciones educadas se ofenderían con la libertad y claridad con la que se habla de cosas que, en una sociedad más refinada, ni siquiera se atrevería nadie a insinuar; sin embargo, tal lenguaje ni molesta aquí, ni excita lo más mínimo las pasiones.




Casiano de Prado{1797- 1866}.- 
Altura de los Picos de Europa: -Al día siguientese presentó el cielo con bastantes nubes; y como para mi objeto necesitaba se hallase completamente despejado, me determiné a bajar a Caín, y desde allí hacer una excursión a la Canal de Trea . Saludáronme los vecinos del pueblo como a persona que ya les era conocida, y tomé por guía uno de ellos para penetrar en el Canal de Trea, que así se llama la larga garganta que sirve de cauce al río desde Caín, y que se prolonga bastante en Asturias. El paso que allí se abrió el agua es tan estrecho, que para el de la gente y los ganados a los pastos que tiene el pueblo más abajo fue preciso establecer una trocha por los barrancos de la vertiente derecha, y es tan penosa, que la Canal de Liordes le lleva mucha ventaja; en la parte de Asturias lo es todavía más. Consiste en una serie de subidas y bajadas muy pendientes en ciertos puntos, con escalones de piedra o de madera y trancos como los que ofrecen algunas cavernas y minas mal labradas. El paso se efectúa en algunas partes a favor de rollizos hasta de ocho metros de largo trabados unos con otros, y tendidos de peñón a peñón , sin pretiles, suerte de viaductos a que llaman armaduras. Otras veces se camina sobre planchas sustentadas por hierros engastados en la roca o por otros medios. En los escurrideros, o sea en las peñas rasas e inclinadas , a que llaman llambrias, se forma la senda orillándola por la parte inferior con maderos o cualesquiera palos tendidos a lo largo y sujetos a favor de la raíz de alguna mata, de algún nudo de la roca o de rollos y zoquetes de madera introducidos en agujeros que la roca naturalmente ofrece con frecuencia cuando es caliza, como allí sucede, algunos de los cuales pudiera creerse habían sido abiertos a mano. " Dios los hizo señor, me decía el guía, y yo estaba bien lejos de creer otra cosa.- Los lobos mismos miran con respeto aquellos pasos y no se aventuran a salvarlos, según ya dije ; no es preciso más que venir en conocimiento de lo que puede ser. El ganado los salva , porque se halla enseñado, porque se le obliga a ello si es preciso. Como las yerbas por parte, cuando a mayor altura vegetan son más sabrosas, tiene que trepar de continuo por aquellos derrocaderos para buscarlas,. Sin embargo, con bastante frecuencia se despeñan los pobres animales , sobre todo, las vacas. A los hombres les sucede otro tanto, y se cuentan allí las catástrofes más lastimosas.... ¡Ea! Cuando menos esperaba, me encontré en lo alto . En verdad que la plaza era bastante estrecha; ocho metros de largo y tres por lo más de ancho. Apenas nos podíamos mover. Al tiempo de subir se levantaban de cuando en cuando algunas ráfagas de viento del Sur muy fuertes, y sí nos cogieran en lo algo, seguramente hubiéramos tenido que echarnos a tierra. El cielo estaba despejado en lo alto . A lo lejos , en los llanos de Castilla Y León , había calina. La Liébana, hoya, o, por lo mejor decir , hoyo , que en tiempos anteriores se llamó provincia, por su situación aislada, sin duda, y cuya altura sobre el nivel del mar es bastante menor que la de Caín, se veía cubierta de nubes, que gradúo se hallaban 1.000 metros más bajas que la Torre de Llambrión. En rigor, no había subido a lo más alto, que era lo que yo aspiraba; pero no por eso creía frustrada mi expedición. Y aún cuando la geología no tuviese ningún atractivo para mí y al encaramarme a aquellas cumbres no llevase otro objeto que contemplar el magnífico panorama que ofrecía a mi vista ¿ pudiera no contar aquellas horas entre las más grandes de mi vida? Pero no, por más que desde mis tiernos años tuviese gran afición a subir a los montes, sin otro objeto que recrear la vista y hacer acaso pruebas de mis fuerzas y robustez, otros eran los móviles que ahora me dirigían: estudiar unos terrenos cuya constitución física y geológica era desconocida, y verme en ocasión de ser en algún modo útil a la ciencia que reveló al mundo en nuestra edad tantos hechos asombrosos, que es hoy día objeto de particular atención de todos los Gobiernos, y a cuyo culto dedican tantos hombres esclarecidos sus desvelos y fatigas, derramados por todos los ámbitos de la tierra.

Ricardo Gullón{1908- 1989) Asturias tierra en que se funden mito e historia , tierra de leyendas tierra de soñadores y de hombres prácticos, de canciones y danzas sencillas, propias de un pueblo renuente a la hueca hinchazón de los solemnes. Si mi palabra tuviera líricos fulgores quizá me atreviera a cantar este rincón de la patria donde, desde hace más de medio siglo, tengo la fortuna de vivir sus luces y sus sombras, sus fiestas y sus penas. Ligado a los asturianos por herencia, matrimonio y residencia admiré - como ya hacía mi padre, nostálgico hasta el fin de sus años ovetenses- su energía al enfrentarse a los problemas, sin dejar de ser fieles a modos de vida recibidos de sus mayores. A la orilla de la ciudad industrializada persiste el bosque donde las xanas habitan en sus recintos arbóreos, tan seductora como hace diez siglos. Advierto en las cabezas más claras de esta región preocupación muy justificada por la contaminación. ¿ Podría tanta hermosura corromperse y desaparecer bajo el imperio de la industrialización? No quiero creerlo; valles y montañas gozan todavía la limpieza y transparencia del aire que gozaron y exaltaron Armando Palacio Valdés, Leopoldo Alas y Ramón Pérez de Ayala. Tres nombres de escritores amantes de aldeas, y praderíos, de la luz velada por la bruma y del aire lavado por la lluvia. Reinventaron su belleza en la palabra, como Evaristo Valle en el color y la línea. Ellos, y no sólo ellos, preservaron y transmitieron imágenes, emblemas y símbolos de un país que , soñando, vibra en el sueño y en el soñador. Estos hombres crearon una historia de la mente cuyo parentesco con la Asturias cotidiana es perceptible, aun sin la invención nos traslada a otro plano de intelección.- Narraciones y cuadros permiten visualizar mejor la sustancia de la patria querida evocada en la canción.Y dicha la palabra , esta palabra, canción, los susurros de la brisa, los rumores del hayedo, los ecos de la romería se articulan en melodías en que alternan el vigor y la melancolía. Canciones del pasado que los viejos oyen con nostalgia y los jóvenes renuevan en fiestas propicias al amor. Voces de vida renovadas en los corredores del tiempo, hoy como ayer y nunca idénticas en el "siempre" de la continuidad






Bartolomeo de Fontana : La copia parcial que hemos podido utilizar del ejemplar de la obrita de Fontano no dice en qué fecha llegó a Compostela, aunque, sí que el miércoles 20 de agosto del año siguiente se encontraba en San Salvador de Oviedo, camino de Compostela, lo que obliga a suponer una larga demora en el camino, después de su salida de Venecia vemos que cuando el peregrino italiano Bartolomeo Fontana llega a León, dice: * Qui mi disposi andar a visitar al santo saluatore , perché so gliono dire li Peregrini, che chi va a S Giacobo, e non a s Saluatore uisita il seruo, el lascia il signore* Sobre ser alto, frío y desolado aquel paraje, los peregrinos podían extraviarse en él, como le ocurrió a Bartolomeo , al oscurecer del sábado 16 de agosto de 1539 , que, buscando el albergue de la Colegiata, imposible de divisar con una oscuridad tan grande que no veía ni el sendero ni el monte, anduvo errabundo, con un viento terrible, * e pioggia tanto crudele, che parea, che le cattaratte del cielo , e li fonti dell´abisso, fossero aperti* -Al fin, no encontrando el camino, se sentó * e con il manto in testa stando sotto tutto coperto- agrega - passai aquella notte nell ira del venti, e diluvio di pioggia che da alto cadeua* Al amanecer levantóse y pudo llegar al hospital de Pelegrini, secándose al calor del fuego que dentro había. Al temporal del sábado debió de suceder una hermosa mañana del domingo, pues Fontana califica a Asturias de *bellísimio paese*, añadiendo * che parea proprio il paradiso deliciano







Giacomo Casanova: {1723- 1798}-.-Campomanes que ha dejado en su país una gran reputación de inteligencia , de saber y de ánimo, era un hombrecito pequeño, moreno, de una fealdad no equívoca, pero se sentían tentados a hallarlo guapo oyéndole hablar. Su elocución, viva e impetuosa, estaba llena de autoridad y de seducción. Enemigo de la Iglesia, porque conocía a fondo sus pérfidas intenciones, se pronunciaba , en toda ocasión y abiertamente, contra los abusos que a pesar de todos los esfuerzos eterniza en la desgraciada España.- Todo cedía a la más viva ironía de su razonamiento; qué de prejuicios ha demolido , con el pico de su pluma, ese Voltaire español. A él debió su país la sentencia de exclusión de los jesuitas; había descubierto al conde de Aranda todas las intrigas de esa sociedad pestífera; le había hecho tocar con el dedo todos los hilos de esta trama tan hábilmente urdida, cuya red, tendida de un extremo de Europa al otro, amenaza siempre con envolver a los pueblos. Campomanes bizqueaba, el conde de Aranda y el general de los jesuitas bizqueaban también. Llevé la conversación sobre el terreno de esa guerra que se hacían esos tres personajes de extraviada mirada, guerra cuyo desenlace temía para Campomanes. Pasaba por el autor de todos esos pequeños panfletos anónimos que, dirigido contra los jesuitas, inundaban casi todas las cortes de Europa. Sus seguidas relaciones con el enviado de Venecia le habían puesto también en situación de conocer odas las medidas que nuestro Senado había tomado contra los frailes, comunicación que habría podido pasarse sin ellas si hubiese conocido los escritos de nuestro Paolo Sarpi. Lleno de valor, de perseverancia y sagacidad, Campomanes pasaba por un hombre sincero y desinteresado en su oposición; era sólo el amor a la libertad y de la patria que lo inspiraba; por eso gozaba de la estimación de las formas más ilustradas; en cambio, los frailes, los curas , los falsos devotos y el populacho vil, cuya corrupción mantenía toda esa canalla , mantenían un odio mortal contra ese animoso escritor. La Inquisición, había jurado perderle y se hacía muy en alto que , Campomanes, arrojado en las cárceles de la Inquisición, no salió de ellas sino después de haber cantando la palinodia. A mi regreso a Aranjuez, el embajador me presentó al marqués de Grimaldi, que me habló extensamente de la colonia suiza que el Gobierno español había establecido en Sierra Morena, La empresa estaba lejos de prosperar; todos los colonos perecían en esa llana y árida soledad. Dije al marqués: - Ese proyecto es irrealizable, ahí tenéis una colonia que, dentro de veinte años habrá desaparecido hasta el último hombre. Eso depende de causas físicas y morales. De todos los pueblos de Europa, el suizo es aquel que se apega más profundamente a las costumbres de su país, incluso al suelo mismo. Le compararía con gusto con una planta que, trasplantada sobre un terreno extraño , decae allí insensiblemente hasta que se produce la muerte. Esas gentes están sometidas a lo que llaman el mal del país, mal conocido de los antiguos griegos bajo el nombre de nostalgia. El único remedio tal vez de emplear sería mezclarlos, con alianzas, con los colonos de otras comarcas o con españoles; sería necesario también dejarles sacerdotes y magistrados del país, y sobre todo, ponerlos al abrigo de las impertinencias de la Inquisición, pues Suiza tiene hábitos tenaces e invencibles, tal es cierta costumbre que preside la solemnidad de las bodas y que repugnará ciertamente a la Iglesia de España. En suma, animé al señor Grimaldi para renunciar a su colonia suiza y a componerla de familias españolas. Me objetó que la población de España era ya demasiado débil, que sería necesario de ese modo desaguarnecer un distrito para repoblarlo a costa de otras localidades tan poco populosas. De ningún modo- repliqué, porque diez colonos, que en Asturias mueren de hambre, producirían cincuenta hijos antes de diez años, los cuales darían doscientos en la generación siguiente y mil en la tercera.... 






Edgar T. A .Siglo XIX Wigram. 
No es mi intención menospreciar a Vizcaya o Galicia, pero el premio a la mejor provincia debo concedérselo a Asturias. No hay otra en España, ni siquiera en Italia que muestre tal cantidad de bellezas naturales, siendo la zona que rodea los Picos de Europa la joya que corona el conjunto. Los extranjeros rinden tributo a su paisaje, pero para los españoles tiene un atractivo más emotivo. Esta gran fortaleza montañosa fue el último refugio de aquel pequeño grupo de valientes que jamás se sometió al dominio musulmán. Urdón consta de una sola casa que, para ser precisos , es sólo media casa, ya que está incrustada en la fachada vertical de un precipicio siendo su pared interior de roca viva. Como dijo mi anfitriona, con aire resuelto, mientras me entregaba un candelabro, si algo llegara a perturbar la tranquilidad de esa roca Urdón quedaría como una tortilla . Y quizás este sea el destino que le aguarde porque, de vez en cuando, las montañas dejan caer alguna que otra piedra al valle que se encuentra a sus pies. Durante seis meses al año no entra ni un solo rayo directo de sol sobre su tejadillo rojo. El viajero se da de bruces con Urdón al salir de una curva pronunciada y piensa: ésta es la esquina más remota de todo el planeta.- Sin embargo es el eje del universo de Tresviso: es su posada, su oficina de correos, su tienda, el único enlace que tiene con la humanidad. El sendero a Tresviso asciende con esfuerzo por la estrecha torrentera que desemboca en la garganta principal en Urdón, aunque Tresviso se encuentra aún más arriba, por encima de la corona de nubes, a unas tres horas largas de camino. Los tresvisanos afirmar con rotundidad que existe otro pueblo , Sontres unas horas más arriba que ellos. Puede que haya algo más allá de Sontres , pero asusta imaginarlo. El desfiladero del Cares no es tan largo como el de Deva , pero suple esta carencia con creces. El camino comienza a elevarse lentamente por la fachada de la montaña hacia el collado que hay en la cabecera del valle, y con cada paso parece aumentar la grandeza de las cumbres de enfrente. Ahora es cuando asoman las laderas superiores de los Picos y , más allá a lo lejos, se sucede , de manera interminable, una cresta tras otra, . Cangas de Onís, la pequeña ciudad que era mi meta final . El monumento más llamativo de Cangas, es el fantástico puente medieval. Covadonga se encuentra unas siete millas más arriba de Cangas de Onís. Una roca enorme adosada a la montaña se sitúa en el centro de este auditorio natural; Sobre su cumbre se encuentra la Basílica de Nuestra Señora de Covadonga , y detrás e ella , hay un precipicio muy abierto con un entrante a modo de cueva colgante. Es la famosa *Cueva* , considerada sagrada en la historia legendaria de España. En Arriondas, un poco más abajo de Cangas de Onís, el Sella recibe refuerzos del Piloña,..El pequeño pueblo de Llanes, no puede presumir de tener un puerto tan bueno como el de Ribadesella. Sin embargo, la villa es mayor , más bulliciosa y está llena de casas con balcones que cuelgan sobre el puerto y el arroyo.-
Colunga. Puente de Sobribero, con diez lavanderas en jornada de higiene.año 1916.


Pidal: 1885-1915-{ Excursión por el Principado de Asturias} Todavía me complazco en recordar las hermosas mañanas de primavera, cuando en un mesón de la villa de Grado calzaba yo las altas bostas, vestía la holgada anguarina impermeable y el fieltro de anchas alas, mientras un caballo amarrado a un poste, aguardábame impaciente para ser mi inseparable compañero en la serie de excursiones que iba a comenzar. Y trepé a los altos puertos de la Mesa y Somiedo , en cuyas feraces vegas pacen los rebaños de ovejas desrabotadas: allí admiré los blancos vapores de la niebla dormidos en las cuencas de aquellos desfiladeros, como un mar sin murmullos y sin ondas , y sentí sobre mi frente el salvaje graznido del águila, que batía sus combas alas con estruendo. Dormí en la cabaña de bajas paredes y empinado lecho de yerba, palacio del pastor que allí con la soledad vive feliz en la estación florida, cuidando de los hatos que giran y evolucionan obedientes a su capricho, siquiera oigan lejano el eco de su rústico silbido resonar en las llanuras de Cerveriz, en la lúgubre Sebernia o en las alturas de los Picos Albos; y aprendí del rabadán que, en las largas y claras noches de verano, conversa con las estrellas como los patriarcas de la antigua ley; mide el tiempo en los movimientos de la Osa Mayor, y adivina las variaciones atmosféricas, observando ya el zumbar de los insectos, ya el cerco luminoso que envuelve en ocasiones a la luna, o los giros o emigraciones de las aves; y cuando la flor de espanta pastores asoma su violados pétalos en las ya mustias praderas, abrígase en su zamarra de pieles, y guiando los apretados rebaños, atraviesa los puertos y emigra a Extremadura huyendo de las nieves. .Por senderos abiertos en la roca y colgados sobre el abismo, descendí a los clivosos pedregales que conducen al valle de Éndriga , llevando del cabrestro a mi caballo que alzaba la cabeza y dilataban sus grandes ojos al resbalar entre las guija: y allá en la cumbre de la montaña opuesta, dormidos en las cuencas de calizos roquedales, sorprendí los lagos de Camayor, sobre cuyas aguas , verdinegras y brillantes como espejos mágicos, danzan duendes la noche de San Juan, y las calvas montañas asoman, para mirarse, sus descarnados esqueletos. Desde las alturas de Pajares oí estallar a mis pies la negra tormenta, mientras la luz del sol henchía los horizontes en que yo respiraba. Subí a los Picos de Europa, habitación del gamo corredor y del corpulento oso; y a cada cerro, a cada monte que iba ganando , asomábame a un nuevo precipicio, a uno de esos sombríos y medrosos abismos donde el más leve rumor despierta los gigantes ecos que duermen en las concavidades de las rocas y huyen, al despertar de improviso , con estruendo semejante al de un ejército en alarma; y ascendí adonde los vértigos giran tenaces en derredor de uno hasta que consiguen rendirle en el marco; donde el precipicio, siempre abierto, le fascina y atrae como la boa al colibrí pintado, y donde las ventiscas invisibles danzan sobre la nieve cual desordenadas bacantes, levantando revuelta polvareda. Llegué a las más apartadas montañas del occidente, y , entre largas y tajadas cordilleras de negras rocas en que las eternas nieblas rastrean, vi alzarse las adustas brañas del vaqueiro de alzada , ostentando en cada portal, como trofeo de todas sus empresas el repuesto zurrón, el rústico colador de asta de buey y el amarillo odre puesto al sereno para cuajar la leche. Atravesé el umbral de la mezquina puerta donde reposa tranquilo el despeluznado mastín que, armado el cuello con la carlanca erizada de férreas puntas, vela por el bien de las familias como el dios tutelar de aquellos lares; y hablé con el vaqueiro , tipo celta , de cabeza abultada , ancha frente, ojos azules y largos brazos; estudié sus costumbres singulares, sus raras tradiciones , y en la época para él de emigración vile aprestar los ganados introduciendo en sus orejas gotas de cera con la vela tenebraria para librarlos de los maleficios ; y precedido de los perros, acompañado de las tribus, llevando al tierno hijo en las astas del manso buey, que con monótono balanceo le presta en ellas blanda cuna, contempléle dirigirse a sus caseríos, envuelto en la manta de tosca jerga , cabalgando sobre el pequeño y andador caballo, que recuerda al panchates, célebre entre los célebres asturcones, y distrayendo las horas del camino con agrestes cantares que acompaña al bronco esquilón de la res que guía la manada. Descansé al lado de la octogenaria anciana que, encorvada como una grulla, sombreada su arrugada faz por la blanca toca de lienzo y agitando en la descarnada mano un ramo de laurel para ahuyentar las moscas, iba deslizando en mi oído, con voz temblorosa y apagada , cuentos de reinas moras y haladas infantinas; de nobles damas y princesas que en las fuentes del bosque tocaban con peine de oro sus cabellos, o al dintel del palacio hilaban el albo copo de lino, torcían rica seda o labraban finos paños. Aislada Asturias del resto de la Península por dilatadas cordilleras de montañas guardó incólume su independencia en otros sitios, como hasta hoy rasgos característicos de pasadas civilizaciones y usos de otras edades. El que visite una de nuestras aldeas más apartadas, creerá hallarse aún en plena Edad Media.Todavía verá la casa del fidalgo con sus blasonados escudos; mujeres que visten blanca toca, y ancianos que aún peinan coleta, protestando no haber sido rasurados en señal de servidumbre: oirá hablar la ruda e incipiente habla de Berceo y Lorenzo de Segura; verá los vecinos congregados a campana tañida reunirse en concejo para tratar del procomún; y oirá resonar en las cañadas y en los valles canciones romancesca, al moverse la tradicional danza en redor de la bizantina iglesia el día del santo patrono.- 
Carta de Eugenio Salazar, escritor y magistrado, nacido en Madrid, el año     1530.
De cerro en cerro, de puerto en puerto y de peña en peña vine a estas cumbrosas Asturias, donde algunas veces me hallo tan vecino de las nubes, que me regalo con ellas, y pongo mi cabeza en sus regazos. Después que he visto esta tierra, no me maravillo de haber oído decir que los asturianos tiraban lanzas al cielo; porque le tienen tan cerca de sus casas cuanto lejos de sus corazones. Yo estoy en la insigne ciudad de Tormaleo, que quiere decir tormento malo, donde al presente resido; cuyo sitio y disposición y moradores  querría describir, si acertase mi desatino a desatinar como conviene para significar tan desatinada ciudad y  gente. Es la populosa ciudad hasta diez casas todas redondas; está ceñida de bravas peñas, adornada de viejos castaños;  riéganla claras y frescas fuentes y arroyos.  Está asentada en un repecho  contra el Septentrión, y mirada desde cualquiera de los cerros que la rodean, parece  colmenar de pocas  y mal reparadas  colmenas; pero la miel de ellas  no la obran las abejas, sino ovejas y cabras, y puercos y vacas viejas.
Las casas, como he dicho son redondas, porque para que quepa  la ruindad de los moradores, la figura redonde es la más capaz. Dos puertas tiene cada casa,  una al Oriente y otra al Occidente; y ni por la una se ve el sol, ni por la otra se descrubre el cielo. Vese a ratos por entrambas la nieve de vara de alto, y un fidalgo de solar conocido con una espada al lado y un broquel al rabo, un puñal pendiente, lanza y azcona al hombro, y una ballesta  en la mano con cinco o seis saetas espetadas entre el collar y el sayo y gorjal de la camisa; y con este rosario  de cuentas va a rezar a la Iglesia, donde a la puerta deja arrimada la azcona y lanza; y si el clérigo le va a echar agua bendita, se empuña en la espada, pensando que le va a dar con el hisopo; si oye mentar un santo, ase del puñal, diciendo que aquella es gente  que él no conoce. Y cuando al presbítero se vuelve al pueblo  a decir: Dominus vobiscum, sospechando que vuelve a mirarla la mujer, pone una  saeta en la boca y  echa la gafa a la ballesta,  y saliendo de allí, sí ve una  bola enconada, le rinde las armas y cruza las manos.
En las dichas casas  no hay sala  ni cuadra ni retrete; toda  la casa es un solo aposento redondo como ojo de compromiso; y  en él están hombres, los puercos y los bueyes, todos pro indiviso, así porque  todos son herederos  de la tierra, como porque ni aún en las costumbres  se diferencian.  A un mismo tiempo habla el hombre  y gruñe un puerco y brama un buey;  y  tengo los oídos tan confusos con la diversidad  de zumbidos, que al hombre tengo muchas veces por la bestia, y al animal por el hombre;  y cuando en esto estoy  más engañado, creo me engaño menos. El hogar está en medio de esta apacible morada, porque  de allí  salga luz y calor para todo el circular aposento, igualmente, aunque  a veces comprende más un  traque de la huéspeda que cuanto calor sale del copioso hogar.  Las dichas casas circulares son cubiertas de unos cimborios de fina paja,  y éstos rodeados desde el extremo  hasta el coronamiento de unos rollos de mimbres, hechos por tal orden y manera, que cuando los ví,  pensé que eran los verdugados que salieron desterrados de Castilla: y por otra parte, bien considerados, parecen a los pabellones que suelen tener por defensivos  las ollas  del mal cocinado  de esta corte. Y, en fin,  las casas con ellos son  como bellotas  con capirotes; porque la gente  regalada de estas partes es tan amiga  de la bellota (que ellos llaman llande),  que no se satisfacen con  metella en sus buches, sino  que ella los tenga metidos en sus entrañas.  Todas las casas son insulanas, ninguna se pega con la otra: así son las voluntades de los vecinos.
Estas casas tienen llenas de tantas baratijas,  armadijos, trastos, pertrechos, bastimentos, instrumentos y municiones, que no tenía tanta la madre Celestina para fabricar hechizos  y reformar virgos. Las castañas tienen  en alto sobre unas  bimbres tejidas pendientes de unas sogas,  en las cuales  miran y contemplan como los moros en el  zancarron de Mahoma;  porque no hay sustento que les dé más gusto ni que ellos tanto amen,  excepto el vino, al cual tienen tanto amor, que siempre lo tienen metido en lo íntimo de sus entrañas.
Habitan esta lustrosa  ciudad ilustres  hidalgos de lanza  mohosa, cuchillo cachi-cuerno, abarca peluda,  pierna desnuda,  capotín de dos faldas, caperuceta antigua sobre largas coletas.  Es gente de tanta punta, que comen y  beben en platos y escudillas de palo por no comer ni beber  en platos de Talavera ni vidrio  de Venecia, que dicen que es sucio y que se hace de barro. Pan de trigo no lo pueden ver, ni carne fresca; la que se muere de landre,  modorra o sanguiñuelo, ésa  les es saludable  y gustosa.  La cama en que me acuesto es un escaño de palo que parece andas de defunto, tan angosto, que he menester estar como cuerpo muerto, sin merodear para no rodar por casa.  Echame mi huéspeda  un cabezal debajo,  que sospecho  que está lleno de pluma  de puerco espín; una sábana en que me envuelvo, parece de buena cañamaza  tramada con cerdas de rocín prieto; la manta es parda, creo que es de lana de burras y esparto;  es nueva corriendo sangre, tanto  que me dice la huéspeda  que yo la he llevado la virginidad; y yo digo a la buena vieja que miente, porque juro a Dios es tan áspera y esquiva  la dicha señora manta,  que en toda la noche no  quiere llegarse a mí. Háceme mucho donaire ver  a la aseada de mi huéspeda arremangar sobre el escaño los cabos de la colcha rica, porque no se ensucie con el polvo del suelo; aunque a la verdad no le falta razón,  porque en esta región no se hace el polvo de la tierra, sino de panales de buey y freza de lechones.
El mayor pueblo  de este horizonte  no pasa de diez ú once vecinos; empero, aunque  no son muchos, son muy mal avenidos; y ellos dicen que no han  menester ser muchos, pues no nacieron para henchir las sillas que dejaron vacías los ángeles que cayeron del cielo.
Y pues he dicho que los galanes de esta ciudad, no será justo dejar de pintar las damas de ella. Y no trato de pintar viudas  ni casadas; porque a éstas tratáronlas  y trátanlas sus maridos, y  buena pro les haga la ganancia del sucio trato. Ni llego  a  las muchachas de diez años  abajo, porque éstas  allá se andan  por los montes tras sus cabrillas, donde no sé quién se les llega, que alguna vez, supliendo la malicia a la edad, vuelven con chibatillos en los vientres. Tocará, pues, mi pincel a las damas que no traen toca, ni cofia, ni garbín, ni aún albanega; antes andan con su cabello suelto hasta los hombros, que parecen figuras de tapiz antiguo y ahumado, las cuales son las doncellas en cabello.  Son, pues, estas damas mal sacadas de cuerpo, levantadas de hombros, cortas de cuello,  grandes de cabeza, angostas de frente, ceñudas de cejas, hendidas de ojos, anchas de narices, largas de boca, copiosísimas  de tetas, abundantísimas de nalgas, levantadas de barriga,  espaciosas de  cintura, gruesas de pelo, toscas de manos y abiertas de pata. El color de las caras es muy gracioso y de buen lustre, entre verde y morenico, y un poquito de amarillo que se mete a perfilar; la tez muy linda y asentada como de rocín sarnoso. Usan un cierto género de  basquiñas, no de mezclas de Inglaterra, no de las granas de polvo ni de cofolla, no rasos de Valencia ni terciopelos de Génova, sino de una cierta  tela delgada, bien pareciente  y muy semejante a esta de que hacen las albarcas. Hacen las basquiñas angostas, por que se señale la copia nalgar, y no pasan de  media pierna, porque descubran las pantorrillazas, que son como timones de ruedas de haceñas.  Calzan unos botinicos  abrochados, altos de cuello, no  de cordoban muy suelto, sino de vaca mal curtida, que también sirven  de zuecos; porque el más mal cimentado de ellos está fundado sobre una docena de suelas; y cuando es menester  para dar una coz, suplen por herraduras, porque son herrados  por bajo, de tal manera, que cuando alguna de las damas anda más menudico, parece frisón recién herrado que corre por calle empedrada.
He deseado mucho ver danzar a estas damas con estos botinicos una pavanilla italiana, o una gallarda o un saltarelo,  o una alemana, o un pie de jibao; mas como en esta tierra no hay tañedor sino de corneta, no me han podido cumplir este deseo.  Son muy medidas y cautas en el hablar; por maravilla  hablan con los hombres, aunque algunas veces obran con ellos; hablan más con  las bestias; a los puercos dicen cache, cache; mal fogo  vos abrase; a las cabras y  ovejas chava xeu,  riegeu, riegeu; y a los bueyes hei, aho, aho, xato, aberroi.  Es gloria ver las perlas  que despiden por aquellas bocas cuando no  regüeldan.
En el comer son muy  templadas; no comen caldo ni sopas sino dos veces al día, en levantándose  de la cama y cuando se van a acostar por no hacer barriga; y cada vez poquillo y bueno; una escudillica  de palo que allá serviría  de artesuela para jabonar, llena de caldo y de agua, y nabos, y hojas de nabos,  y poco de manteca, espetadas en ella un ciento de sopas de pan de centeno, cada una tan grande como losa de sepultura; y con una sereniad lo embusan, que no parece  que abren las bocas; y a  vuelta de cabeza veréis  el dornillo más  barrido por dentro que fregado por de fuera; y estando comiendo se les ve visiblemente  ir hinchando las panzas  y  renes poco a poco,  como cuando el botero hincha  el lodre con el soplo. Yo las digo  que ¿cómo pueden comer  tanta sopa y nabo, que es ventoso? Y respóndenme  que en comenzando  a hervir  las ollas del mal cocinado de sus estómagos, paa su respirar de tal manera,  que si tuviera cualquiera de ellas mil troneras, por todas tronara, y para ninguna  faltaran municiones  ni balas que soltar.
Estas doncellas en  cabello hacen las haciendas de casa con gran liberalidad  y limpieza;  ponen la olla sin fregar,  espúmanla con una teja; muelen  la sal en el servidor  cuando no hallan limpio el mortero; limpian los platos con la falda de la camisa; ciernen la harina con  harneros; masan el pan  con las nalgas; cuécenlo con leña de boñigas, y barren la casa a soplos.
Usan en esta tierra las damas los nombres muy  galanos y bien sonantes; porque se llaman Marucas, Juanucas, Treijas, Freicas, Aldaras, Blasquidas, Golzalvas y Alvarucas, y de otros nombres  al oído tan suaves como éstos:  Cantan cantares muy amorosos  y  suaves, como son:
Deita palla al boy  Gonzalvo,
Deita palla á boy.
Treija  Fernandez  fiandera honrada,
Puja cada fío, va pucherada.
Los tonos, las sonadas y voces,  si vmd. las oyese diría que Rincón puede  arrinconar a Talamántes  dejar de presumir,  y aún que si Ulises pasara por el mar de estas sirenas, le prestarán  poco sus ardides,  porque no hay bordón de gaita que les llegue, ni cuerno que les iguale, ni aún sapo en charco que  así haga de garganta.
  Y por cerrar con las abiertas en cabello, digo que son hermosas como el Huerco, dispuestas como el puerco,  sacadas como  el erizo, derechas como la cepa, ceñidas como la cuba, airosas como el asno, graciosas como el buey, avisadas como la mosca, limpias como la araña, olorosas como el regüeldo, fieles como el gato,  desenvueltas como el galápago, delicadas como el roble, blandas como  la carrasca, apacibles como el cierzo, y agradables a los ojos como el humo de la cebolla.
Ya considerará vmd. la vida que tendré  en esta Trapisonda; y no tengo pena de mí, sino gran dolor  y lástima de mi criado el corcovado, regibado, malhadado,  que pensó que venía a las Asturias a hartarse de truchas a  bragas enjutas, y se ve las bragas mojadas y nevadas, y aún despedazadas, y la primera tiene por que saque los pensamientos de truchas, perdices y cabritos que traía en el papo, y se cebe con ellos,  y todavía tiene por mejor así da en la hogaza de centeno en la cabraza vieja con harto menos escrúpulo  que el amo del Lazarillo de Tormes.  Porque aquél todavía preguntaba  si habían masado manos limpias los mendrugos de pan que comía; empero a mi buen sirviente no le pesa sino de lo que no ve pegado al centeno que come y tasajos que engulle;  tanto que cada vez que le veo comer reniego del gusto que tan presto se le hizo a los manjares de esta tierra.  Y sobre todos nuestros  trabajos tratan  las partes de concertásemos, cosa  que en oyéndola el alguacil desmaya, y el escribano se muere,  y yo no sé si he espirado.  Temo que si  el concierto se efectúa, cada cual de nos se ha de echar por un cerro abajo a probar cuál  rueda mejor.  El alguacil jura que ha de hacer de la vara  un dardo para atravesar al  inventor del concierto; el escribano  protesta de hacer una hoguera del proceso para quemar a la parte querellante con las informaciones de sus heridas;  y yo voto  de trocar dos maletas de libros que traje por dos tercios de cecinas que lleve.  Y para atajar tantos inconvenientes  hágalo Dios  como los tres deseamos, que antes se cuajará el mar de Oriente que las paces de Tormaleo. 
Monumenta histórica asturiensia.
El carácter asturiano. Julio Somoza.-

Ramón de Mesonero Romanos:
1803-1882- Sirvientes asturianos en la Corte. Tiene para su servicio y el de los parroquianos una o o criadas alcarreñas o indígenas de la Corte, frescas, francas y familiares, de buen palmito y mejores manos, aseadas y compuestas, con su pañolito de lazo en la cabeza, su vestido de pardal de San Fernando y su gracioso delantal; y para los mandados extramuros tiene un asturiano fiel e inconfundible, que va, que viene, que mira y que no ve, que escucha y que no oye, que sisa, come , calla y no replica. Las criadas ocupan la cocina y el comedor; el asturiano, la antesala; los huéspedes , la sala principal y los dormitorios interiores; el ama de casa, o sea abeja reina de aquella colmena, en todas partes está, y ora discute el gasto, con los huéspedes , ora limpia los muebles o riñe a voces con el aguador, ya acude risueña a coser un botón , a repasar una averiada corbata ya da una vuelta a la plaza o asiste a espumar el puchero . Los asturianos, en general abastecen a Madrid de criados de servicio; los más finos y aseados sirven de lacayos; otros más toscos hacen de compradores y mozos de servicio, y todos por lo regular no desmienten la antigua y conocida honradez de su provincia. Son trabajadores, sufridos , y sólo torpes en los principios de su llegada a Madrid, aunque muy luego se enteran de sus calles, usos y costumbres. Sus salarios varían según el convenio y trabajo que se les dé, pero puede fijarse por término medio , el de los dos reales diarios y la comida, que pagan la mayor parte de las casas de Madrid. También los asturianos y gallegos desempeñan en Madrid estos oficios. Los aguadores suelen servir también de mozos de compra, y el precio de su trabajo suele ser de veinte reales al mes, con lo cual nutren de agua que tomen en las fuentes principales. Los mozos de cordel se hallan en las esquinas de las calles, toscos sobre manera, sirven para conducir los efectos y hacer toda especie de mandados, lo cual ejecutan con bastante exactitud y notable probidad pagándoles dos a cuatro reales por cada mandado.-
Biesca ( Villaviciosa), la casa del popular Eusebio, éste preparado con la guiada para salir de trajín. año 1916

George Borrow: 1803- 1881- Oviedo: Oviedo está a tres leguas de Gijón, Antonio fue en el caballo, y yo, en una especie de diligencia que hace el servicio diario entre las dos poblaciones. El camino es bueno pero montunos. Llegué sin novedad a la capital de Asturias, aunque en época más bien desfavorable, porque hasta las puertas de la ciudad llegaba el estruendo de la guerra y se oía la exhortación de los capitanes y la gritería del Ejército. Por la fecha a que me refiero, Castilla estaba en manos de los charlistas, que habían tomado y saqueado Valladolid, como habían hecho poco antes con Segovia. Se esperaba verlos marchar contra Oviedo de un día para otro; pero no hubieran dejado de encontrar resistencia, porque contaba la ciudad con una guarnición considerable que había erigido algunos reductos y fortificado varios conventos, especialmente el de Santa Clara de la Vega. Sucedió, pues , que una noche me encontraba yo en la antigua ciudad de Oviedo, en un apartado aposento , grande y mal amueblado , de una antigua posada , que fue en otros tiempos palacio de los condes de Santa Cruz. Eran mas de las diez y llovía a mares. De pronto , conforme estaba yo escribiendo, me detuve al oír el ruido de numerosas pisadas en la crujiente escalera que conducía a mi cuarto. La puerta se abrió de súbito y entraron nueve hombres de elevada estatura, al mando de un personaje pequeñuelo y chepudo. Todos iban embozados en amplias capas españolas, pero al instante conocí en su porte que eran caballeros. Colocáronse en fila delante de la mesa en que yo escribía . De repente se desembozaron todos a un tiempo y vi que cada uno llevaba un libro en la mano, libro que yo conocía muy bien. Después de una pausa que no fui capaz de romper, porque estaba atónito de asombro y casi me imaginaba que tenía delante una aparición, el chepudo avanzó un poco y con voz suave y argentina dijo: Señor, caballero, ¿ha sido usted quien ha traído este libro a las Asturias? . Me figuré que aquellos señores eran las autoridades civiles de la población que venían a arrestarme, y poniéndome en pie, repuse: * Sí , por cierto; yo he sido y es una gloria para mí haberlo hecho . El libro es el Nuevo Testamento de Dios ; quisiera poder traer un millón*.- Y yo también lo deseo de corazón - dijo el hombrecillo con un suspiro- No tema usted nada , señor caballero; estos señores son amigos míos. Acabamo de comprar estos libros en la tienda donde usted los ha entregado para su venta y nos hemos tomado la libertad de visitarle para darle las gracias por el tesoro que nos ha traído. Espero que podrá proveernos también del Viejo Testamento. Oviedo tiene unos quince mil habitantes. Está en una situación pintoresca, entre dos montañas: el Morcín y el Naranco; la primera es muy alta y escabrosa; durante la mayor parte del año se halla cubierta de nieve las vertientes de la otra están cultivada.-


Beloño (Ponga) . Guardias jurados de la localidad, al Servicio de los Infantes, en su reciente cacería. año 1916

 Ortega y Gasset: 1883- 195 Hay muchas Asturias , no sólo las de Oviedo, y las de Santillana. Hay muchísimas más : sería trabajoso contarlas. Un estrecho valle de blando suelo, verde y húmedo ; colinas redondas, apretadas unas contra otras, que lo cierran a los cuatro vientos; aquí, allá , caseríos con los muros color sangre de toro y la galería pintada de añil; al lado, el hórreo, menudo templo, tosco, arcaico, de una religión muy vieja, donde lo fuera todo el Dios que asegura las cosechas. Unas vacas rubias. Castaños, castaños cubriendo con su pompa densa todas las laderas. Robles, sauces, laureles, pinedas, pomares, hayedos, un boscaje sin fin, en que se abren senderos recatados, donde al fondo camina una moza que desde el fondo vuelve dulcemente el rostro para mirados. Sobre las altas mieses unas guadañas que avanzan y siegan la luz en reflejos. Y como si el breve valle fuera una copa , se vierte en él la bruma suave, azulada, plomiza, que ocupa todo el ámbito. Porque en este paisaje el vacío no existe; de un extremo a otro forma una unidad compacta y tangible. Sobre la sólida tierra está la vegetación magnífica ; sobre ésta, la niebla , y ya en la niebla tiemblan prendidas las estrellas lacrimosas. Todo está a la mano, todo está cerca de todo, en fraterna proximidad y como en paz; junto a la pupila de la vaca se abre el lucero de la tarde. ¡Oh, admirable unidad del valle, pequeño mundo completo y unánime que se reconcentra para escuchar una carreta lejana, los ejes de cuyas ruedas cantan por los caminos… ! Y el valle entero se estremece..{ Casonas}- Con ligeras variantes , el tipo de la casona - edificio sombrío , ceñudo, malhumorado se repite desde Asturias hasta el fin de Navarra, y es, por lo tanto, el fruto arquitectónico que caracteriza a toda Cantabria. La casona no es, en rigor, una una casa muy grande, y sin embargo , se comprende que deje un recuerdo enorme de la mima.
Pravia, un rincón del cementerio, y el "enterrador" familiarizando a sus netos con el más allá. año 1916
Walter Starkie. 1849 - 1976- Hoy Oviedo es 
ciudad atrayente, con edificios nuevos y jardines y parques agradables, que le dan un aire de prosperidad y de comodidad. Recuerdo, sin embargo, el día sombrío de diciembre de 1937, en el que yo llegué a la ciudad en un auto guiado por un oficial de prensa del ejército español. Desde Pola de Gordón hasta Oviedo apenas si había pueblo o aldea que no fuese un matadero de casas destripadas; uno tras otro habían sido volados los puentes y hasta las granjas aisladas del campo eran ruinas humeantes. Las poblaciones mineras con sus poblaciones abatidas, castigadas por la guerra, acampando entre sus ruinas , nos dispusieron para el macabro panorama de destrucción que nos esperaba en Oviedo. Después de cruzar siete líneas de trinchera, entramos en la ciudad de los muertos. Tan aterrada era la destrucción producida por el fuego, las bombas y la artillería que, según datos que me dieron, sólo estaban intactos catorce edificios de aquella ciudad de sesenta mil habitantes. Cruzamos una tras otra las calles en ruinas y me pareció increíble que unos seres humanos hubiesen podido vivir a través de un asedio como aquél, sin ventanas en las casas, sin electricidad, sin agua. Sin embargo, a un tiro de piedra de la mutilada catedral del Salvador descubrí el restaurante Paredes, que se conservó milagrosamente abierto durante todo aquel asedio. El propietario solía ir por la mañana a reunirse con sus compañeros en las trincheras que defendían la ciudad y regresaba a servir a sus clientes durante los meses en que la ciudad estuvo sitiada y sometida a un continuo bombardeo. Cuando acabó el asedio sólo había en la ciudad trece mil habitantes, pero había entre ellos niños que acostumbraban jugar en las calles ; estaban tan entrenados por el asedio, que conocían por el ruído si la granada era de siete y medio, o de quince y medio, y según de qué clase era, buscaban o no refugio. Hoy se ven en Oviedo pocas señales externas de siniestro otoño de 1934, preludio de la guerra civil, y del asedio de 1936-1937. Su aspecto cosmopolita moderno contrasta con el del viejo Oviedo , que yo solía visitar en 1924-1928, y que está inmortalizado en las páginas el célebre novelista asturiano Ramón Pérez de Ayala. Como a mí me ha fascinado siempre la tradición, salí en busca de los antiguos chigres El Tuto y el Piñedo. Me econtré en el primero con in viejo vagabundo picaresco llamado Pedrín, al que había conocido antes de la guera civil, cuando yo vagabundeaba por las aldeas entre Oviedo y Gijón. En cuanto me vio entrar Pedrín , que es un experto catador de sidra, lanzó un grito, levantó la botella por encima de su cabeza y vertió por detrás de su oreja el líquido con una puntería ten certera que cayó espumajeando dentro del vaso oblicuado que sostenía en la otra mano y gritó.: -¡ Un brindis , un brindis de sidra bien echado! Esto le dará suerte, amigo mío ¿ Y dónde anduvo en todo este tiempo? - Vengo de peregrinación, Pedrín, y no tiempo para juerguearme contigo. Bebí la sidra y tiré las últimas gotas sobre el húmedo suelo, de acuerdo con el ritual de todos los chigres.-



Alonso Zamora Vicente: Año 1916-- La parroquia de Santa María Magdalena de Libardón pertenece al concejo de Colunga. La constituyen varias agrupaciones humanas cuyo centro es Libardón. Las aldeas y caseríos cercanos (Eslabayo, Grandiella, Carandera, Los toyos, Raicedo, Fano, El Pimerín) convergen para todo al lugar de Libardón, núcleo agrupado en torno a la iglesia parroquial y situado en la carretera de Infiesto a Colunga. Todo el término de Libardón esta asentado en la vertiente norte del Puerto de Sueve, macizo montañoso que separa las tierras costeras de los primeros valles interiores. Aunque su altura no es muy grande 800 metros el Sueve es decisivo para la climatología y la distribución de la vida en la comarca. La única carretera que cruza el término es la de Infiesto a Colunga. Carretera excepcionalmente sinuosa y difícil relativamente nueva, asciende desde Infiesto para alcanzar el Puerto de Sueve por uno de sus extremos. El Collado de la Llama, lugar donde se junta con otra carretera ue viene, también subiendo , el balneario de Borines. Desde el Collado se divisa perfectamente la costa cantábrica. De los trece kilómetros que median entre el Collado de la Llama y Colunga, son los cinco primeros de suave descenso. En la mitad de la cuesta está Libardón. El caserío es minúsculo y desigual. En fuerte contraste con las pocas viviendas tradicionales (lar en el suelo, incluso algunas casas con las paredes de sardo recubierto, con ligera argamasa : el hórreo y la panera generales en el país)-. Incluso no es extraño hallar en alguno que otro de los nuevos edificios un vago recuerdo de la casa rural pampeana, siempre, claso , está concebida con escaso tino. el contraste se advierte claramente en cuanto el visitante se aparte del caserío central. Las aldehuelas cercanas (Los Toyos, el Pumerín) no tienen luz eléctric , y el campesino vive satisfecho y consciente de sus tradicionalidad y de sus limitaciones . En otros caseríos, a los ue hace poco se ha llevado energía eléctrica , etc, el sentido profundamente rural del campesino asturiano mantiene vigentes las formas arcaicas de vida Candás: Antigua villa y puerto de mar en las Asturias, célebre tan sólo por el santuario del Cristo que lleva su nombre y oculta en un recodo del Océano Cantábrico,  era en 1760 , como lo es hoy, una población triste, oscura y olvidada aun de sus mismos hijos, que apenas sabían leer,  escribir y las cuatro reglas, tendían el vuelo hacia otras comarcas que les ofreciesen más vida, más animación , y sobre todo, más porvenir que su villa natal. La villa de Candás era , sin embargo, muy visitada por los romeros que acudían en piadosa peregrinación á subir de rodillas los peldaños del elevado camarín donde se venera el milagroso Cristo, y por los bañistas que, faltos de recursos para tomar los baños de mar en puertos más lujosos y concurridos , se resignaban á sepultarse durante la temporada de verano en aquel desierto laberinto de casas vetustas, negruzcas y vacilantes, especie de nidos pegados á paredes ruinosas, que la menor tempestad amenazaba sepultar entre las rocas de la playa. Una sola circunstancia diferenciaba el Candás del siglo XVIII del Candás de hoy. En tiempo de Fernando VI y del gran Carlos III, Candás estaba gobernada por un alcalde mayor , que regularmente pasaba casi todo su tiempo fuera de la villa, donde su presencia era del todo punto innecesaria. Ese cargo puede decirse que estaba vinculado en la familia de los Sres. Condes de Santarua, poseedores de muy vastos dominios en los pintorescos alrededores de la raquítica villa, y propietarios de la mayor parte de aquel antiquísimo caserío. Hoy Candás, como la última parroquia del concejo de Carreño, se ve obligada á acudir á Gijón para todos sus negocios judiciales, que por lo regular se reducen á unos cuantos palos de más ó menos, repartidos en la Hoguera del Cristo el 13 de Setiembre de cada año. En la parte alta de aquella villa , pacífica por excelencia á pesar de las continuas reyertas de sus gaviotas y encajonada entre otras tan vetustas como ella, alzábase en la época á que nos referimos una casita recién blanqueada que ocultaba bajo su vestido blanco, seculares agujeros y sendos remiendos de albañilería. La fachada de la casa , sin ser suntuosa, tenía cierta regularidad, cierto aseo poco comun en aquella villa, donde cada casa era un enigma de arquitectura, donde las calles, desempedradas y sucias, ofrecían siempre, en su parte baja, una laguna pantanosa formada por el agua detenida , que no encontraba salida por limahoyas y alcancarillas. La Ilustracion Gallega y Asturiana 1880.


La Biesca (Villaviciosa), El popular Eusebio , está preparado con la guiada para salir de trajin.
Nos hallamos en un reducido y estrecho valle de Asturias, rodeado de montes por todas partes. El Narcea riega y fertiliza este valle, y á una de sus orillas se levanta un pueblecito que se llama Láneo. Apenas contará esta pequeña aldea  cuarenta casas; pero cada una de ellas está como si fuera un nido . Metidas entre follaje y á través de la madreselva y de la hiedra, de los naranjos y de los nogales, de los castaños y de las higueras , se ven estas humildes casas de aldea , cuajadas de chiquillos y de gallinas, y viviendo una existencia fructuosa , útil y productiva. Aquí si se invoca algo, es el recuerdo heroico  de Pelayo,. Aquí se cree en Dios, se trabaja, se oye misa en las fiestas y se respeta la autoridad.  El respeto forma la base de su educación  y no carecen de ese sentimiento de dignidad que todo hombre debe tener. En este pequeño mundo, de que he intentado  hacer un débil cuadro, suena una campana  de estas que hay en un arco encima de casi todas las capillas; un segundo toque y otro tercero anuncian al vecindario  que se vá á celebrar  la misa de alba, y el pueblo en masa  acude a la misma y responda el llamamiento. Aquí no hay rosquetes perfumados, ni albas coquetamente rizadas, ni zapatos charolados de bailarín; aquí no  hay más que  decoro y limpieza. Las aldeanas llevan sobre la cabeza el mandil en lugar de la mantilla, y sólo á´un lado de la capilla se ve en todas las fiestas ocupado un sitio por varias señoras y señoritas de otra de las familias notables de esta pequeña aldea, las cuales llevan velos ó pañuelos de seda.  Concluida la misa  , marchan todas las mujeres y quedan los homes y los rapaces, los  primeros departiendo en el patio y puertas de casa sobre los acontecimientos públicos .  Aquí no hay médico, ni boticario, ni enfermos.  Las mulleres  trabajan, como todos los días,  en los afanes de su casa, y en lo único que se conoce la fiesta para ellas es que no se entregan á los trabajos rudos de los días de labor; los homes juegan á los bolos. Á las ocho de la noche cada pájaro se va á su nido, y á las nueve , después de haber cenado  con un apetito que espantaría á un alemán, se acuesta sobre un sermón, apoyando la cabeza sobre un almuade, y se duerme como un justo. En estos paseos hablo con los aldeanos con frecuencia  y oigo  descripciones peregrinas. Vaya una muestra: Existe aquí una raza distinta de la asturiana. Tiene los labios gruesos y la nariz chata; vive en brañas y en lo más alto  de las sierras,  y sus individuos son llamados vaqueiros.  Preguntaba yo en una de mis excursiones  - paseos  por estos contornos la rasó´n de esa falta de fraternidad , me contestó el aldeano lo siguiente:  Cuando los modus andaban per esquí, pidiéronnos  12.000 vírgenes; un caballero que vivía en un castillo  con siete fillos , que llamábanse los siete Infantes de Lara, llevantóse contra ellos, seguíu  de la gente de Asturias, y venciólus. Los vaqueros  son los que no ayudaron  á llibranos de aquella contribución. Por edu, señor, non tienen apellidu de naturaleza: el uso nome  es de pantomima. Pónense nomas  como el ganad: llámanse  Feitus,  Garridus, y otros nomas de burrus.  En fin, señor,  si quier saber bien  edu, pregúnteilo  al vecino de la sua casa, Ruca, que el conoce les histories del mundu   y hasta ei dirá el día en que nació la Virgen. Manuel Llorente Vázquez.  Asturias vista por viajeros. siglo XIX.-  

Agustín González Pisador: {1709-1791}
Blasfemia: Por lo que he visto en muchos lugares  y por lo que nos dicen personas dignas de crédito, la gente de este obispado es dada a la religión, pero tienen muy acusado  el vicio de la blasfemia, contra el que luchan predicadores y párrocos; más está tan arraigada esta mala costumbre que apenas se consiguió algo  por los medios arbitrados hasta ahora. Bebida: Las costumbres del clero habida cuenta de su pobreza, son por lo general buenas . Sin embargo, hay bastante afición a la bebida, madre de la lujuria, vicios de los que ya se ocupó el sínodo , acerca de los cuales hemos tomado nuevas medidas. Cómo han de hacer la confesión cristiana las mujeres:  Las mujeres se confiesen  en el cuerpo de la iglesia, o en sitio público y claro de ella, no es los obscuros, o capillas separadas; y que siempre sea por medio de rejilla, teniendo la cabeza cubierta; y que además vayan con la correspondiente honestidad; y viendo  el confesor que no van así, las mandará se retiren, sin oírlas de penitencia. 
En el cementerio el día de todos los Santos
En Oviedo:-
Los niños  están obsesionados con que se les dibuje. Puede que crean que trae buena suerte, porque incluso  las personas mayores me lo piden. Este hecho explica la presencia del sereno  en el dibujo de la catedral. Insistió en estrecharme la mano por haber sido  tan amable de dibujarle, aunque pensé que era mi obligación hacerlo. Estos extraños vigilantes son una especie de símbolo de respetabilidad para la ciudad. No hay ciudad en España , sea cual sea su tamaño , que piense deshacerse de sus serenos. De hecho en algunos momentos  los serenos han sobrevivido  en ciudades que no son ya más que un nombre.  Son personajes pintorescos ataviados con capas y sombreros  anchos y armados con faroles de mano aunque las ciudades ya están todas iluminadas con electricidad, pero eso parece que no cuenta- que por la noche aportan un delicioso aspecto rústico a las calles desiertas. Aunque no se puede negar su incomparable valor pictórico , cabría preguntarse  si servirían para algo en caso de que hubiese alguna reyerta  porque suelen ser personas bastante mayores y débiles. Si son de gran ayuda para los trasnochadores porque llevan las llaves de todos los portales  de la calle, con lo que el vecino  errante siempre puede  introducirse  tranquilamente en su casa  tras haber despertado a media parroquia  al grito de ¡se-re-no!.- Las personas con sueño ligero  odian a estos personajes de potente voz  que con su melodioso  bramido ¡ Las doce de la noche y sereno! , expresión de la que reciben su nombre son capaces de despertar a todos los perros  que llevaban sin ladrar  desde las once de la noche.  Resulta del todo innecesario hacer de las noches un infierno para informar de que no llueve.  Edgar T. A. Wigram. Siglo XIX. Asturias vista por viajeros.
Casa natal de Palacio Valdés (Entralgo)
Lázaros:
Hay en Asturias veinte Hospitales así llamados para curar la lepra, enfermedad que se presenta bajo diferentes formas. Algunos atacados están cubiertos de una costra blanca y seca, con la que parecen molineros: otros tienen la piel casi negra, muy gruesa, llena de arrugas, sudorosa y húmeda; varios tienen las pantorrillas y los muslos flacos, las venas dilatadas, pústulas y úlceras, que dan un insufrible olor, y no son pocos los que tienen hinchazones , sobre todo las mujeres. A veces tienen las facciones desfiguradas, á tal punto que apenas parecen personas y las hay con tumores malignos del grandor de una avellana repartidos por todo el cuerpo. Todos, por lo general, se quejan de un calor y de una comezón insoportables. La sarna común es un poco menos repugnante que la lepra. Ataca generalmente la cabeza de los niños y lleva consigo úlceras malignas, comezón insufrible y muchos parásitos. Va precedida ordinariamente de temblor y de una ligera fiebre que termina, como la pequeña viruela, por una erupción de numerosas pústulas. El paciente que sufre tal enfermedad, se cubre de pequeños animalitos, visibles por el cristal de un lente, y los cuales forman pequeños tubitos en la epidermis. Además del clima, la alimentación general de los habitantes contribuye bastante al nacimiento de algunas enfermedades comunes en este Principado, donde se come poca carne y se bebe poco vino. El alimento ordinario lo componen las habas, el maíz, la hortaliza, castaña, manzana, peras, melocotones y pepinos. El pan, hecho con la harina de maíz ( boroña), no está fermentado y permanece casi en el estado de pasta.. 



Tres beldades de Cangas de Onís en campechana exposición de maleza. año 1916


Un camino a Covadonga
Llevando siempre la iniciativa,  ya que mi amigo estaba menos acostumbrado que yo a la nieve; yo marchaba delante y hacia arriba cuando, al echar un vistazo, me di cuenta con horror de que había perdido su alta figura, pero al cabo de un instante escuché un grito de socorro y, mirando en todas direcciones, al final descubrí una bota en el aire: mi amigo había caído en una cavidad cubierta de nieve en polvo. Le grité que permaneciera quieto, salté hacia abajo y, tomando una posición más baja de donde él había caído y a costa de denodados esfuerzos, lo saqué, más asustado afortunadamente que herido, aunque a juzgar por la oscuridad, la cavidad era probablemente muy profunda y él quedó cabeza abajo y colgando de las piernas. Más tarde, ya riéndonos del percance,  continuamos la marcha con más prudencia que antes hasta que, de pronto encontrándonos  frente a un enorme y singular precipicio bajo las rocas un eco me golpeó.
La nieve estaba blanda y resbaladiza; todo eran rocas aglomeradas, ahora invisibles, y nosotros procedimos, guiándonos solamente por el instinto de montañeros. De pronto oí a mi amigo decir:”Mira esas pisadas en la nieve”. Allí estaban, bien marcadas y recién pisadas, las huellas del paso de un oso, probablemente de una familia de tres -padre-madre e hijo- en su paseo de invierno. De todas maneras no avistamos tales osos, pero desde aquel momento me arrepentí de no llevar conmigo una pistola, u otra arma, y pensé con preocupación  en las raciones de carne de vaca que portábamos para nuestra supervivencia, y en la probabilidad  de que algún lobo hambriento las localizara a través del olfato. Apenas habían pasado por mi mente estos pensamientos, cuando, unas cien yardas por encima de nosotros, en un largo camino cubierto por la nieve que al principio estaba oculto por una roca perpendicular, una tropa compuesta por unos quince corpulentos lobos marchaba en fila delante de nosotros. Imité el sonido más parecido y más alto  del ladrido de un can que yo pudiera lograr. El efecto conseguido  resultó muy curioso: al principio , la larga hilera de lobos nos devolvió su sonido, y como si de una  compañía de soldados  se tratase y obedeciese la orden de “¡Adelante!, los animales comenzaron a rechinar los dientes del modo más desagradable. Pero al seguir yo con mis ladridos”, para nuestro alivio vimos cómo era dada la orden de retirada por parte del cabecilla de aquellos mamíferos y no con desgana, sino de muy buenas maneras, el enemigo desapareció de nuestra vista.
El ascenso  era ahora enteramente sobre la nieve, que afortunadamente, se hallaba bastante congelada, alcanzamos la cima, a unos 8.000 pies sobre el nivel del mar. Durante las dos últimas horas las cumbres habían sido gradualmente cubiertas de nubes, y una ventisca de nieve y aire frío del Norte nos azotó la cara. Descansando durante unos minutos protegidos por unas rocas, nos enfrentamos a las ráfagas e iniciamos el descenso de la pendiente norte,  aunque no podíamos distinguir muchas yardas de camino seguro ante nosotros. El camino al principio  estaba bien definido en aquellas zonas donde el viento había desnudado la nieve, pero las grandes ráfagas de viento nos obligaban a realizar profundos giros, ocasionalmente peligrosos en las inmediaciones de terribles precipicios. Eran casi las tres de la tarde cuando llegamos a un lugar donde se había acumulado una montaña de nieve haciendo desaparecer todo rastro de camino. Habíamos caminado durante algún tiempo con la nieve hasta las rodillas, estábamos empapados, nuestra barba era un bloque de hielo, el tabaco se nos había humedecido  y las cerillas eran ya inservibles…….. Pero entonces pensé que era preciso  hacer cálculos: la primera pregunta fue si mi compañero conocía el camino. Sí, lo conocía si no hubiera habido nieve, ni una cegadora aguanieve, ni una oscuridad como la que se estaba aproximando. Fui consciente del peligro de movernos, ya que estábamos rodeados de precipicios, y propuse tres maneras de actuar: La primera consistía en seguir adelante a pesar de los peligros;  la segunda, volver por el camino que habíamos recorrido; y la tercera cavar una casa  de nieve en uno de aquellos terrenos y permanecer allí hasta que la tormenta pasara. Antes de decidir, mi amigo dijo que haría una exploración, y la intentó durante unas cincuenta yardas, pero volvió  dejando claro  que no podía ver más peligro en cualquier dirección.  Así que abandonamos la idea de seguir adelante, de modo que sólo quedaban dos de las propuestas, que rápidamente convertimos en una, ya que nos acordamos de los lobos y  los osos  y de su nada agradable compañía en aquellas noches de invierno. Habiendo  optado por regresar, pusimos el mejor empeño posible en el asunto, y debo decir  que durante el esfuerzo físico de tener que subir nuevamente, nuestras fuerzas no flaquearon y nos reímos francamente por nuestros numerosos tropezones y caídas en la blandura de la nieve, que casi nos llegaba a la cintura. Nunca olvidaré  el cansancio de las piernas, ya que a cada paso  debíamos desenterrar y pisar tan lejos como fuera posible. Eran casi las cuatro y media cuando, jadeando y  bastante más calientes por nuestro esfuerzo pero medio famélicos y casi a punto de comer  la carne de vaca cruda que llevábamos, volvimos a alcanzar la cima y,  a cubierta de una roca, respirando y dando gracias por lo pasado y confiando en el futuro.  La pendiente sur que ahora descendíamos presentaba un aspecto diferente al de hacía unos horas: habían caído copos blandos y grandes y, a excepción de las rocas que sobresalían, se habían cubierto todas las marcas del camino, aunque, guiados sólo por la dirección, logramos bajar.
Tan fríos y miserables como nos sentíamos, nos confortamos el uno al otro dándonos ánimos y relatando anécdotas ocasionales. Sólo en un tramo, nuestro rápido descenso fue impedido: tuvimos que saltar de una roca que sobresalía, ahora tan  resbaladiza  como el cristal al caer la helada de la tarde, hasta una pendiente de quinientas yardas de anchura cubierta totalmente de nieve que terminaba en una hondonada de muchos cientos de pies de profundidad, a donde nos precipitaríamos si el pie resbalara o la nieve se moviera.  Con mi experiencia en los Alpes y del Himalaya dejé la roca y salté resueltamente, posando los pies con precaución y con una serie de rápidos botes, pero a salvo en una roca del lado opuesto.  Al darme la vuelta vi que mi compañero no estaba contento y se encontraba todavía aferrado a la roca resbaladiza y pidiendo ayuda. Cuanto más le decía que saltara, él más protestaba de que no podía y al final probablemente perdería el control; llegó a pedirme que siguiera y que le dejara morir allí….. Me reí y le prometí mi ayuda, lo que hice dando marcha atrás; y brindándole  mis hombros para que se apoyara, le bajé poco a poco, siguiendo mis huellas y dejando atrás el peligro. Cuando dejamos la nieve la tormenta de lluvia fría cambió gradualmente: primero agua nieve, empapándonos, y después a un verdadero aguacero que se mantuvo hasta el amanecer. De todas maneras lo estábamos llevando bastante bien ya que nuestro camino, aunque muy escabroso, aparecía ahora bastante definido  a medida que llegábamos al valle, que sólo puedo definir  como un humo denso y oscuro.  Se trataba de niebla o de nubes, pero aparecía ante nosotros como el humo de la chimenea de un barco de vapor. Le pregunté a mi amigo si sabía de qué se trataba, pero no me lo pudo decir. Sin embargo, en menos tiempo de lo que escribo, se tornó oscuro como boca de lobo, hasta tal punto que mi acompañante y yo, tan próximos uno al otro, éramos invisibles para nosotros mismos. A fuerza de nuestros palos sobre las rocas y de llamarnos constantemente, evitamos separarnos mientras seguíamos el descenso. Habíamos bajado a tientas durante media hora cuando nuestras varas indicaron que no había continuación del camino, e incluso arrodillándonos sólo pudimos comprobar con el tacto el vacío en todas las direcciones. Vacilantes, escuchábamos atentamente cualquier sonido que nos orientara, ya que éramos conscientes de que no podíamos encontrarnos muy lejos de la casa de nuestro amigo inglés. Y a los pocos minutos nuestra alegría fue inmensa al escuchar el cencerro de una vaca de su rebaño, justo bajo de nosotros. Gritamos tan alto como pudimos, y las frías colinas parecían burlarse de nosotros en la todavía tierra de nubes. Escuchamos al fin una voz, y pronto fuimos descubiertos por los sirvientes, quienes, guiados por nuestras voces, llegaron a nosotros con una linterna y nos sacaron de lo que por la mañana vimos que era un precipicio muy peligroso, casi un barranco de quinientos pies. Extenuados, ateridos y hambrientos, nos regocijamos  al recuperar la hospitalidad que habíamos disfrutado aquella misma mañana, y en pocos minutos nos hallábamos otra vez ante la puerta de la casa salvadora y ante el estupendo fuego que nos devolvía las energías. Nunca más hemos vuelto a intentar la subida de los Picos en invierno: preferimos las preciosas carreteras llanas que sortean ríos y arroyos y que conducen a Covadonga.
Un camino a Covadonga. Mars Ross y H. Stonewhewer-Cooper. Asturias vista por viajeros. Tomo III.-(s. XIX).-

“A medida que el viajero que recorre Asturias -dice Cuadrado -(Recuerdos y bellezas de España)- se interna hacia el Sur del Principado, observa cómo se hace más quebrado y tortuoso el suelo, mas escasos y míseros los lugares, más incultos sus moradores; y cuando se llega a los encumbrados puertos que, divididos por hondos valles, trazan los confines de las provincias de Asturias y León, asómbrase de verse en el seno de un país completamente salvaje. Grupos de pajizas cabañas, figuras pálidas y vellosas, con harapos por vestidos, con inarticulados  gritos por lenguaje, parecidos  a los osos de sus breñas; tropas de niños  y mujeres huyendo con espanto al desacostumbrado  ruido de las pisadas de un caballo, o saliendo al encuentro  con estúpida curiosidad; pobrísimos hogares, donde son objeto de lujo, casi desconocido, el vino y el aceite, pueblan aquel territorio, por otra parte pintoresco, pero agreste e infeliz sobre todos los fronterizos”
Cuando la nieve  de la invernada  desaparece y quedan al descubierto las altas praderas tapizadas de verdes y menudas gramas, entonces suben con sus ganados las tribus casi nómadas de los vaqueros. Gente montaraz y arisca, entregados solamente al pastoreo, viven vida común con los ganados  y sus familias en el estrecho recinto de sus chozas de piedra, donde soportan las inclemencias del invierno, y que abandonan solitarias en sus periódicas emigraciones; organizados entonces  en numerosas caravanas, dejan los valles inferiores para dirigirse a los altos puertos del interior, llevando consigo todo su ajuar sobre los lomos del ganado vacuno y colgando sus más frágiles cacharros  y hasta sus tiernos niños  de pecho en las astas de los bueyes, a cuyo prudente y seguro paso les confían las penosas jornadas del camino. Ya en los puertos, viven la vida más primitiva en aquellos pintorescos lugares, alimentándose de la leche de sus ganados y  durmiendo al raso.  Picos de Europa. Contribución al estudio de las montañas españolas. Pedro Pidal (Marqués de Villaviciosa de Asturias) y José F. Zabala.- 




Francisco López de Úbeda (s. XVI-XVII)
Lo primero yo encontré  unos asturianos, a los cuales,  por aquella tierra de León unos les llamaban los guañinos, porque van guarrando como grullas en bandadas, o quizá  porque siempre van con las guadañas  insertas en los hombros.
Otros les llaman coritos, porque en tiempos  pasados todo su vestido y gala eran cueros. Alguno dijo ser la causa otra. La verdad es que la falta de artificio, la necesidad del tiempo, la simplicidad del ánimo y la necesidad de su defensa, les hizo  andar de este traje, y no, como algunos maldicientes dicen, el haber salido de Asturias los que inventaron los cueros para el vino y las coronas para Baco.
Mas no por eso niego que el Baco tenga allí y haya tenido jurisdicción y  gran parte de su real patrimonio, no digo en vivos, sino en vinos. Ahora ya no se visten  de cuero, si no es algunos que le traen de parte de dentro, y para esto tienen  comercio de por mar con las Indias de Ribadavia,  que engendra vino de color de oro.
Otros llaman  a estos coritos hijos de la Pernina, Maldicientes quieren decir, venir esta denominación de una gran hechicera,  que allí  traía  los diablos al retortero, y se llamaba la Pernina. Pero no es por eso, sino que  por  denotar  que sus piernas andan  vestidas de calzas de aguja que sus madres les labraron  en los moldes  de sus tripas les llaman de la Pernina. Todos estos nombres son  asentados en las cortes de los muchachos con sólo el fundamento de su niñero gusto,  y no es mi intención  que pasen por verdades, pues se sabe  que los muchachos han tomado licencia para dar vayas a los más calificados del mundo, y si yo hubiera de tejer historias de seda fina,  a fe dijera bellezas de Oviedo  y de la Cámara Santa y del Principado de Asturias, pero  soy relatera,  ensartapiojos, y si tomo la pluma en la mano es para  hacer borrones; voy con la pluma retozando con orlas de cortapisas. Díselo tú, que a mí no me vaga.
Va de cuento. Estos asturianos encontré en diversas tropas o piaras,  con tales figuras, que parecían  soldados del rey Longaniza o mensajeros de la muerte  de hambre. Lo  cual creyera  cualquiera que los viera, flacos, largos, desnudos y estrujados  y con guadañas al hombro. Vi también  que llevaban  unas espaditas  de madera en la cinta. Paréme a pensar qué podía ser aquello,  porque decir que había enemigos que no podían morir  si no es con puñal de madera, era negocio difícil  de entender,  si no es creyendo que eran enemigos encantados como los de don Belvanís. Imaginé  si era batalla de sopas, en la cual se suele hacer la guerra con madera, pero  eso fuera si las espadillas  tuvieran forma de cuchara. En fin, no atinando la causa, me resolví de aguardarlo a saber  en el otro mundo.
Miren si es por ahí la gente corita, pues llevan  armas incomprensibles que agotan el entendimiento.Los que iban, iban sin sombreros  y casi desnudos. Los que venían  traían  dos sombreros y mucho paño  enrollado. De manera  que imaginé si acaso iban a la isla de los Sombreros, y allí los segaban  con aquellas guadañas. En lo del paño, tuve  envidia, porque las mujeres somos grandes personas de andar empañadas, y  de los sombreros tuve  curiosidad.
Así, con toda mi inocencia pregunté a un asturiano lo siguiente: -Hermano, decidme,  ¿cuánto hay  desde aquí a la isla de los Sombreros donde segáis, y desde aquí a la isla Pañera, donde os habéis empañado?
El bellacón  del asturiano debía de ser hijo de la Pernina y tener la redoma llena. Respondió: -Señora , los sombreros se siegan en Badajoz, y el paño en Putasí, digo en Potosí.
A   esto le repliqué luego:
-Yo entendí que me habían engañado.¡Bien haya el que es llano y dice las verdades a las gentes! Y diga, hermano,  y estas espadicas, ¿para qué son?
A esto me dijo él: 
-Vamos contra unas mujeres que están rebeladas contra don Alonso el Casto, y porque no es honra  pelear con hierro contra gente de corcho, llevamos armas de madera.
Preguntéle más:
¿Y  en qué isla es eso, galán?
Respondió tan presto:
-Dama, en la isla del Cuerno.
Parecióme mozo alegre y de la tierra, y, por diez, metí el buen sol en la casa, y estiré las preguntaderas,  y dije:
¿Y esas guadañas?
Dice:
Son para segar oro, para contentar las mujeres ruines, que son muchas,  a las cuales- como por una parte son locas  y  por todas codiciosas,  se les ha encajado que hay en Potosí una muy grande dehesa  en que nace el oro con barbas  y raíces como puerro. Y así, a ruego de muchas,  les vamos a segar  el oro con estas guadañas,  y les dejamos las casas en prendas de que volveremos, y  a esto vamos para lo que cumpliere.  Mil gracias  me dijo el asturiano. Preguntele por qué los de su tierra no tenían cocote.
Y díjome:
-Señora, en Asturias, entre dos hombres tienen una cabeza partida por medio y para que se junten  como medias naranjas,  están así sin cocote para estar lisas y juntar.
Preguntéle que  por qué andaban  en piernas los asturianos. Dijo que porque hay una profecía de Pero Grullo, que fue asturiano,  de que en Asturias ha de venir por el río una avenida de oro y toneles de vino de Ribadavia, y por estar prevenidos para la pesca andan siempre descalzos.
Preguntéle que por qué hablaban siempre en tonillo de pregunta. Y dijo,  que como tienen fama de que yerran mucho, preguntando siempre, puedan decir que quien pregunta no yerra,  si  no es que pregunte   lo otro, que ya me entiendes. También dijo que hablaban  en tono de pregunta, porque  como están lejos de la corte,  siempre llevan de acarreo  respuestas.
Íbanse lejos los compañeros, que a no verlo traza tenía el asturiano de entretenerme todo el día. Verdaderamente parecía noble,  y sin duda lo sería, que aquella tierra tiene las noblezas  a segunda azadonada, dado que los nobles de aquella tierra son ilustre y heroica gente.
No te he dicho del traje de las asturianas.
Oye; unas traían unos tocados redondos que parecían reburojón de trapos en empujo de melecina; otras los traían que parecían turbantes de moros;  otras, las más galanas, azafranados como cabeza de pito; otras, de tanto volumen, y de tal hechura, que parecía tejado lleno de nieve. Vi tantas diferencias de ellos como hechuras de pan de ofrenda.
En aquella sazón  traían todos luto por una persona de la casa real, y era cosa  de risa ver los lutos de las asturianas. Una vi  que por luto traía una soleta de calza parda,  presa con dos alfileres sobre el tocado. Puramente me pareció que las ánimas de aquellas asturianas  debían de ser de casta de truchas empanadas en pan de centeno, porque quien viera un rostro negro, una mantilla atrás, y otra adelante, no podía pensar sino que allí vivían empanadas  las ánimas no encorporadas ni humanadas.
¿Pues la diferencia de los calzados, no eran donosas? Unas traían unos zapatos de madera, que llamaban abarcas,  con unas puntas de madero, que parecían colas de ternero retozón.  Si aquellas mujeres  supieran  escribir,  con los pies  pudieran firmar,  que aquel pico sirviera de pluma. Otras usan  unas sandalias, que llaman zapato de apóstol; éstas son de cuero o pellejo, y traen atadas  con un cordel tan fuertemente, que después de calzadas pueden en las  soplantas hacer son como pandero, y creo lo hacen a veces a falta de témpano. Otras traen unos zapatos de vaca, no cosidos, sino clavados con tan fuerte clavazón, como si fuera postigo de fortaleza, y aun algunas  para vestir tan al propio como al provecho, traen echados tacones de herraduras viejas.
Una cosa vi en que juzgué que los asturianos  deben ser volteadores de inclinación y aves de caza,  porque sus madres los crían al aire. Y es que  van camino ocho y diez  leguas, y llevan los muchachos en unos cestos o banastos sobre las cabezas; sí como los traen al aire, fuera en el agua, según razón, habían de ser pescado,  y cerca andan ellos de ello, pues no suelen tener casi nada de carne. Verdad es que a ellas les sobra.
Todas estas visiones llevara en paz y en haz de mi gusto, si encontrara alguna de buena cara.Pero teníanla todas tan mala, tan negra y  abominable, que yo imaginé que eran salvajes escamados, y que quitados los pelos y cerdas,  habían quedado así las caras sin barbas. Yo no sé cómo, siendo aquella tierra fría, son aquellas mujeres negras, porque  el color negro es efecto de mucho calor, como se ve en el cuervo. Mas debe de ser que con el frío se  queman y ennegrecen como los naranjos cuando se hielan, o se deben de afeitar con color de guinea, o las paren sus madres  en los cañones de las chimeneas, o las ponen al humo  que se acecinen, o cualquier cosí. Ya sería posible que como  Asturias ha sido y será  el muro de la fe, y la herejía  tiene por anticristos al ocio, al gusto y al dios Cupido, proveyó Dios de estas malas caras, porque sin duda, viendo estos caballeros tan malas visiones, se tornaran a la herejía, su señora,  diciendo:
-Señora, hay peste. No es  tierra para nosotros, que no viviremos dos días. Y con esto dejara la herejía la jornada y el intento de entrar allí santo y bendito. Ahora digo que las doy licencia para que sean feas del papa, pues tanto importa. Asturias vista por viajeros. Volumen primero. Siglos XV al XX.-


Picos de Europa
Subí a los Picos de Europa, habitación  del ganado corredor y del corpulento  oso; y a cada cerro, a cada  monte que iba ganando, asomabame a un nuevo precipicio, a uno de estos sombríos  y medrosos abismos donde el más leve  rumor despierta los gigantes ecos que duermen en las concavidades de las rocas y huyen, al despertar de improviso, con estruendo  semejante al de un ejército  en alarma; y ascendí  adonde los vértigos giran tenaces  en derredor  de uno hasta  que consiguen  rendirle en el mareo; donde el precipicio, siempre abierto, le fascina y atrae como la boa al colibrí  pintado, y donde las ventiscas invisibles danzan sobre la nieve cual desordenadas bacantes, levantando  revuelta polvareda. 
     Llegué a las más apartadas montañas del occidente, y,  entre largas y tajadas cordilleras de negras rocas en que las eternas nieblas rastrean, vi alzarse  las adustas brañas del vaqueiro de alzada, ostentando en cada portal, como  trofeo  de todas sus empresas el repuesto zurrón,  el rústico colador de asta de buey y el amarillo odre puesto al sereno para cuajar la leche. 
   Atravesé el umbral de la mezquina puerta donde reposa tranquilo el despeluznado mastín que, armado el cuello con la carlanca de férreas puntas, vela por el bien de las familias como el dios tutelar de aquellos lares; y hablé con el vaqueiro, tipo celta, de cabeza abultada, ancha frente, ojos azules y largos brazos; estudié sus costumbres singulares, sus raras tradiciones, y en la época para él de emigración vile aprestar los ganados introduciendo  en sus orejas  gotas de cera  con la vela tenebraria para librarlos de los maleficios; y precedido de los perros, acompañado de las tribus, llevando al tierno hijo en las astas del manso buey, y que con monótono balanceo le presta en ellos blanda cuna, contempléle  dirigirse a sus caseríos, envuelto  en la manta de tosca  jerga, cabalgando sobre el pequeño y andador caballo que recuerda al panchates, célebre entre los célebres asturcones, y distrayendo las horas del camino  con agrestes cantares que acompaña  al bronco esquilón de la res que guía la manada….
    Descansé al lado de la octogenaria anciana que, encorvada como una grulla, sombreada su arrugada faz  por la blanca toca de lienzo  y agitando en la descarnada mano un ramo de laurel  para ahuyentar las moscas, iba deslizando  en mi oído, con voz temblorosa y apagada, cuentos de reinas moras y hadadas  infantinas; de nobles damas y princesas que en las fuentes del bosque tocaban con peine de oro sus cabellos, o al dintel del palacio hilaban al albo copo de lino, torcían rica seda o labraban finos paños…………
   Aislada Asturias del resto de la Península por dilatadas cordilleras de montañas, guardó incólume su independencia en otros sitios, como hasta hoy  rasgos característicos de pasadas civilizaciones  y usos de otras edades. 
   El que visite una de nuestras aldeas más apartadas, creerá  hallarse aún en plena Edad Media.  Todavía verá la casa del fidalgo  con sus blasonados escudos; mujeres que visten blanca toca, y ancianos  que aún peinan coleta, protestando no haber sido rasurados  en señal de servidumbre: oirá hablar la ruda  e incipiente habla de Berceo y Lorenzo de Segura; verá los vecinos congregados a campana tañida  reunirse en concejo para tratar el procomún; y oirá resonar en las cañadas y en los valles canciones romancescas, al moverse la tradicional danza en roedor de la bizantina iglesia el día del santo patrono……..
Juan Menéndez Pidal (1885-1915) Asturias vista por viajeros… Tomo II.- 

Pobreza de los concejos montañosos asturianos.
Para nueve meses  que ando visitando los concejos del, Principado y en el referido tiempo he procurado aunque no a poca costa de mi salud y vida transitar lo más áspero de su provincia, cuyo terreno por el paraje que llaman de las montañas es tan inaccesible que cada paso es un precipicio. Los que habitan, cultivan y en ellas crían, es gran número de familias, tan pobres que en los años más fértiles casi no prueban el pan, carne ni vino, y se alimentan con leche, mijo, fabas, castaña y otros frutos silvestres; La desnudez en ellos sus hijos y mujeres llegan a ser notoria deshonestidad, y lo mismo sucede en sus lechos y habitaciones, porque al abrigo de unas pajas y debajo de una misma manta, suelen dormir padres hijos y hijas de que estoy informado resultan no pocas  ofensas contra Dios entre personas de tan estrecho vínculo y parentesco.
Las Iglesias parroquiales en que Jesucristo sacramentado reside parecen indecentes establos, y los adornos mas inmediatos al divino culto tan asquerosos que compadece ver el sacro Cuerpo de Jesucristo, y a sus ministros en tan despreciables paños y vestiduras y lo referido nace no de la esterilidad de la tierra ni de gravados que se hayan  sus naturales contributos y rentas.de V. M. (que realmente no lo están) pero si muy faltos de justicia y por esta causa muy oprimidos y tiranizados y avasallados de comunidades eclesiásticas  y otros particulares poderosos. 
Antonio José de Cepeda. (s. XVII-XVIII) - Asturias vista por viajeros.  Volumen primero.-


Asturias en el refranero general.
-Al barco viejo, bordigas nuevas. 
-A carros quebrados, carriles a sartos.
-Agua que curre, nunca mal culle.
-Agua tres de fariña va.
-A la noche y con aguacero, no es bueno traer sombrero.
-A la yerba y a la paja, de noche la guadaña. 
-Año de lande, año de landre. (lande: bellota)
-Arriba os torgado, que tras la cuesta está lo llano. (torgado:rocín)
-Boga de Xineru, sabe como carneru.
-De obra alzada, nunca buena casa; de obra a jornal, no te engañarán. (alzada:destajo)
-Dios que me fezo, no es muerto ne preso.
-Do limpio a lo lixoso, nao fia un copo. (lixoso: sucio)
-El que no tiene que haga, sus nabos salla. 
-En Luarca y Cudillero, les muyeres beben primero. 
-Marido en el lecho, siquiera de folecho. (folecho: helecho)
-Mayo tiene la lomada, y junio le saca el alma. (lomada: fama)
-Moza ventanera, o puta o pedera. (pedera: traqueadora) 
-No asolejes tu mijo a la puerta de tu enemigo. (asolejes: pongas al sol)
-Pedro  no vayas de costera que ruge la lera. 
-Pesar con haber, bono ya de sofrer.
-Siema en culpa, fiel nunca. (siema: una vez)
-Si la heziste en Pajares, pagastela en Campumanes.
-Vuestra sea la pereda, y mía la sombra de ella. (pereda: peralada).
-Primero día de Mayo, corre el lobo, y el venado.
-A la yerba y a la paja, de noche la guadaña. 
-Asturiano ni mulo, ninguno.
Hernán Núñez de Toledo y Guzmán. (1475-1553).- Asturias vista por viajeros. (s. XV al XX) . Volumen primero. -


















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