Brañas de Arriba (Cangas del Narcea)
Brañas de Arriba
Aldea y parroquia del concejo de Cangas del Narcea. La parroquia de Santa María de Brañas o Leitariegos (nombre que aparece en el Nomenclátor), primer paso de las comunicaciones trasmontanas a lo largo de la Edad Media con el occidente asturiano, está formada por los núcleos de población de Brañas de Arriba, Brañas de Abajo, Puerto Leitariegos, La Farruquita, La Pachalina, Cabuezos y Trascarro, con una extensión de 16,28 km cuadrados y una población en conjunto de 71 habitantes. En medio del pueblo de Brañas de Arriba, cabecera de la parroquia y del antiguo coto, se conserva el edificio consistorial. Su escudo y arca medieval de tres llaves están depositados en el Ayuntamieto de Cangas del Narcea. La antigua iglesia de Santa María de Brañas, situada en una hondanada en las cercanías del pueblo, fue quemada durante la Guerra Civil, y reconstruida al estilo tradicional. Llama la atención la casa del Vaqueiro, situada en el fondo del pueblo, que conserva su teito de baguna, denominado así por la cubrición de paja atada por unas varas trenzadas, que son visibles del exterior. Su población es de ocho habitantes. Dice la leyenda que el antiguo pueblo estaba, en la ahora braña de Villar de Arbas, a los pies del Cueto, siendo abandonada por los frecuentes aludes de nieve.-
Brañas de Arriba
Por el claro abierto entre dos lomas desmesuradas, leonesas todavía, penetran las primeras nieblas de Asturias. El viento y el sol las rechazan, deshilachándolas. Tardan mucho en fundirlas. A veces estas neblinas bajas se desploman Castilla adentro. Sin embargo, suelen quedarse en su hoya, remansadas, y hoy es uno de estos días felices en que se duermen en el umbral y se pegan al monte como si incubaran la primavera. Entro, pues, en Asturias por el puerto de Leitariegos, libre de nieve y con buen sol. Otros años, en marzo y abril, la campa-grande, desolada, de hierba pobre, sin árboles, como toda meseta de las cumbres-está cubierta por muchos palmos de nieve y apenas sobresalen las columnas-catalejos de piedra-que sirven para delatar el camino.
Entrar en Asturias por Leitariegos es asomarse a uno de los grandes y magníficos espectáculos que puede ofrecer al hombre la montaña. Deberíamos detenernos en Leitariegos para ver la escuela, pero sería perder el tiempo, porque en Leitariegos no hay escuela. No hay médico tampoco. Solamente unas cuantas casas de camino real. Y, sobre todo, el camino, el puerto, que ya basta, pues sólo con adelantar un km, empezamos el descenso por la vertiente de las Brañas, y éste es el lugar más hermoso que he visto y pienso ver en mi vida. Será porque la niebla suaviza un poco el tono sombrío de los montes que le sirven de fondo. Será porque todo el primer término está iluminado con una luz intensa, cálida; y en este inmenso derrumbadero, que la carretera baja en zig-zag, bosques, prados y ganados que en ellos pastan, aparecen como en tangente, sostenidos por arte mágico. Luis Bello. (1872-1935). Asturias vista por viajeros. Volumen segundo.
Los vaqueiros de alzada
El vaqueiro pasa los dias tristes del invierno aislado y envuelto entre la blanquecina y espesa niebla que sube ondulando del fondo de los valles, en la braña marítima. Allí vive, con sus vacas, toda su riqueza, que le prestan leche, manteca y queso en abundancia; con sus ovejas de las que arranca la suave lana, que hila y teje, sin primor alguno, para convertirla en tosco sayo.
Un día apáganse todos los hogares y el expléndido sol de San Miguel de Mayo alumbra la braña desierta: el vaqueiro con la familia y con el ganado, el vaqueiro, con su casa movediza, abandonó aquellos lugares para buscar en las montañas del interior el pasto necesario para sus reses.
Y mientras ellos, en esta peregrinación, con sus voces y sus cantares, llenan de sonidos el espacio, alegran las cañadas y despiertan los dormidos ecos de los solitarios bosques, la pobre braña marítima queda en soledad triste, envuelta en el aire puro de la costa, saturado con perfumes de margaritas y de todas las flores de los prados.
Si entonces se visitase la braña, sorprenderíanos el esmero con que cultiva los prados el vaqueiro de alzada: diríase que, á fuerza de cuidados, hace brotar hierba á las mismas rocas. No nos sorprendería menos el descuido y primitiva sencillez con que construye sus viviendas, constituidas por cuatro paredes y cubiertas con terrones y pizarra.
La humilde choza, y aquí, á solas con su familia y su conciencia, levantaban al cielo el corazón, creyendo, porque vivían en lo alto de la montaña, que tenían más cerca al Dios de las Misericordias, y á E l rezaban, con el fervor de todos los vencidos, confiando en que, tarde ó temprano, había de llegar la hora bendita de su redención.
Se ha dicho que el vaqueiro de alzada era el ser, más libre de la tierra. Si: era libre con la libertad de la muerte.
Reducido á vivir en la braña; estrechado por su pobreza; insultado por todos; pagando cuantas prestaciones y derramas exigían las leyes, ó el capricho del señor; la alcabala, el barcaje, el diezmo, el inquiz etc., porque estaba sujeto á todas las cargas públicas y á algunas especiales; blanco muchas veces de la injusticia de los Agentes que los obligaban á dejar sus casas; nunca llegó á la braña un consuelo, una mejora, un beneficio: cuando la justicia se presentaba en ella iba armada con un auto de prisión, un mandamiento de embargo ó Una providencia de apremio.
¡Qué días amargos habrá pasado este pobre hijo de la montaña! Errante como sus rebaños, apenas encendía el hogar, la inclemencia de las estaciones ó la férrea vara de una caprichosa autoridad, le obligan á trasladarse á otra parte, sin que en esta lucha diaria, en este calvario doloroso de toda su vida, oyese una sola voz consoladora.
El trabajo que fatigaba su cuerpo, el aislamiento que le rebajaba y envilecía: nunca el descanso, ni la conmiseración de sus hermanos... ¡hambre, ignorancia y baldón por todas partes!
Pero, nos preguntaremos: ¿dónde se escondía la caridad cristiana que hace de la modestia y de la humildad, de estas dos grandes virtudes, dos hermosos deberes?- Los vaqueiros de alzada. Bernardo Acevedo y Huelves.-
El tesoro de los Lagos de Somiedo.
En la Sierra de Rozamalera o “Roza amarilla” , amarilla por sus pajuelas de oro…
Yo estaba hondamente impresionado ante la rudeza de paisaje lunar de aquel roquizo panorama de la Asturias tenebrosa. Los primeros metros de descenso desde el puerto parecía iban a precipitarnos a un abismo, y me causaban esa sensación escalofriante que a veces se experimenta al bajar a una mina los metros siguientes nos llevaron luego hasta junto a manos pradecitos, donde apacentaban dos o tres puñados de ovejas, custodiadas por una gentil rapaza, que vimos un momento junto a una curva de la carretera. Miranda haciendo caminar despacio el automóvil, me dijo:
-Ved el primer tipo representativo de mi amado país. Ved la joven asturiana cuidando el ganado familiar de sus ovejas y vaquinas roxas, torga, y garabata al lado; madreñas en los pies pañuelo de terruca, reatado en gorro sobre su linda cabeza de xana; dengue, ya muy usado, ciñendo airoso su abultado pecho, y falda corta de estameña, que cuando aquélla sea vieja y viuda, le servirá de cobijo para ir a la iglesia…. ¡Yo te saludo, mujer augusta, mujer símbolo de una raza entera, que en épocas prehistóricas diera al mundo emigrantes para Escocia, Inglaterra e Irlanda, después de haberlos dado para el resto de la Península; raza fecunda que poblara luego con gentes laboriosas y humildes las regiones arrancadas al poder agareno, y desde hace cuatro siglos es por sus hijos el alma y el núcleo de la población argentina, cubana y en fin, de todo el Nuevo Mundo, donde el español es más de una vez llamado por antonomasia, asturiano o gallego…! ¡Nada más fácil, ni más prodigioso -replicó Miranda el intuitivo-. Su abuelo reposará, sin duda, tomando el sol junto a la corrada y recostado contra los pegollos del hórreo, de toda una larga vida noble y maltratada bestia que allá en Madrid llevase sin desarmar, cual nuevo Sísifo, enormes cargas a cuestas. La abuelita, que pasará de lo noventa años, aún trabajará de vez en cuando, por no aburrirse con el argadillo o devanadera, es otro símbolo también, con su desigual girar, de arga, la plateada Luna. La madre de la mocina servirá de tabernera, estanquera, posadera, mandadera, fregatriz y cien otros buenos oficios en la chavola de la encrucijada arrieril por donde ha de pasar forzosamente quien a las Asturias baje o hacia Castilla suba, sin que su vida honrada y laboriosa la salve sin embargo de la picaresca musa que embustera ha cantado:
Mocinas de las Brañas,
quién vus mantiene
los pillos arrieritos
que van y vienen.
O aquello de:
Las moucinas de la braña
dan la cheite a los chavales
y van diciendo pa casa:
mamáronlo los tenrales.
El padre de la nena estará aún en la Habana-toca Cuba es La Habana para los del país- trabajando en negocios limpios o grises, que pronto habrán de enriquecerle para que pueda retirarse orgulloso a una de las Villas de la costa, mientras los dos hermanos mayores de Maruxa sirven en Buenos Aires-que es asimismo para ellos la Argentina toda- a reyes del oro que los tratan a patadas, por no haber consentido aquéllos, en su rebeldía indomable de verdaderos cántabros, en someterse a esas universidades del pobre que se llaman cuarteles y en ellos “servir al Rey” casi nominalmente. En cuanto a las otras hermanitas de la brañil pastora, sirviendo están asimismo en Madrid y devorando durante toda la semana las nostalgias de la terruca, a cambio de solo un momento de felicidad quincenal pasado bailando con cargadores y soldados de la Fuente de la Teja, como antaño bailasen en la Pascua del Bollu en la Virgen del Puerto…. Ante misterio tal del espíritu emigrador, en fin, que forma la entraña misma de esta raza, inestudiada aún por los etnólogos, no cabe, no pensar, sino admirar una vez más el portentoso juego de las leyes históricas, que hacen de este país, cual antaño de Germania, un verdadero laboratorio de gentes, y en justo homenaje a ellos, cantar con Balart, el poeta:
Fuertes asturianos,
bellas asturianas,
prole fiel de aquellos
que con noble audacia,
tras de siete siglos
de ásperas batallas,
desde Covadonga
fueron a Granada:
¡Dios bendiga el suelo
que, con noble savia,
generosa cría
tan potente raza.
Unos momentos después dejábamos el vehículo frente a las Brañas de Arriba, antiguo y solitario pueblo de Vaqueros, capital de todos aquellos contornos, con su buena veintena de vecinos, recostada, hundida en aquel circo lunar, sin más campo cultivable que una angosta faja de terreno robada a los alpinos matorrales aquellos, no lejos del sitio donde, según el simpático historiador astur Padre Carballo, riñesen fiera batalla un día los suevos galaicos con los vándalos astures.
-Nos aguardan dos hombres del país con robustos mulos de montaña-me había dicho mi guía- para hacer una visita al Monasterio de Hermo, donde tiene sus fuentes el Narcea, y a sepultarnos en la Gruta de Sequeiros, hermana de las de Seleño y Fresnedo, y admirablemente descripta por D. Joaquín Queipo de Llano, primer Conde de Toreno. En rigor hubiéramos podido ir al Monasterio por el puerto de Naviego, para caer directos hacia las fuentes del Narcea, pero la distancia a la carretera habría sido mayor y no hubieseis visto las Brañas de Leitariegos.
-Seguro de ir mejor, no tengo otra voluntad que la vuestra-repuse.
Y sin detenernos, porque el tiempo apremiaba, empezamos a subir por un camino inverosímil, una senda de perdices entre tobas cuarcíticas, brañales cerrados de árgoma, piornio y giniesta, y robledarls que acababan de abrir sus iríseas y aterciopeladas yemas, mostrándonos ya sus tiernas hojuelas de crema y rosa. Yo apenas podía atender a la selvática naturaleza preocupado con que el macho no diese algún paso en falso, que comprometiese mi integridad física. Se trataba nada menos que de remontar por la orilla izquierda de la torrentera de Corros, que en verdad no tenía orilla alguna; subir junto al Pico del Gato, pico émulo casi del de Arbas donde dudo hasta que pudiese subir ningún felino; contemplar el panorama de todo un caos geológico de cortaduras silúricas; ganar el Reconco en la Sierra de Canillas, cosa equivalente punto menos que a la frase de “ganar el cielo” de los cristianos y luego bajar, o despeñarse que es lo mismo, a lo más profundo de aquel valle, a los praditos vecinos de Monasterio de Hermo, en la ribera derecha del Narcea, que allí no es sino un riachuelo diáfano, despoblado y solitario, rico ya, sin embargo, en truchas. La célebre Gruta de Sequeiros estaba allí enfrente, aguardando nuestra visita.
-Almorzamos simbólicamente esta mañana en los Caballeros del Temple; pero puede que en las profundidades de aquel antro tengamos el honor de cenar efectivamente con ellos-me había dicho, entre jocoso y solemne mi gran amigo.
De todo le creía capaz, ciertamente, a aquel verdadero chela laico de las escuelas de Oriente. Tras la imponente silueta mágica de la divina Blavatsky y de nuestro novísimo ídolo el Alemán de Corao, yo no había visto, en efecto, a nadie que a aquella se acercase, en todas mis correrías por le Nuevo y Viejo Mundo. Fuése, además, por la acción sedante de aquel ambiente, silencioso e imponente, aquella dulce calma panorámica, pura, solemne y augusta, es lo cierto que la personalidad de Miranda, pese a todo su empeño de ponerme con él en noble pie de igualdad y camaradería, volvía a resultarme agigantada cual en los primeros días, y yo me dejaba llevar por él como una criatura; embobado a veces, preguntón otras como buen chico; pero siempre feliz, envuelto en el aura de aquel futuro Adepto, continuador en España de las glorias de los supradichos. Los ya oblicuos rayos del sol herían el verdín del tejadillo de la parroquia llamada de Santa María de Hermo: una casta iglesita, románica en parte, tal como el renombrado lienzo le representase el hábil pincel de Luis Álvarez, el paisajista de toda la región canguesa, a quien no se le he hecho aún la debida justicia. Razón tiene un autor en sostener que en nuestro nonnato Catálogo Monumental de España debería figurar por lo menos un tomo exclusivamente dedicado a La Arquitectura románica de Asturias, donde pudiesen formar en línea, sorprendiéndonos con su riqueza maravillosa, más de quinientos de eso edificios y restos de edificios lindantes con los comienzos de la Reconquista, a cuya cabeza figurarán, siempre como únicos en el mundo, Santa Cristina de Lena, San Juan de Amandi, Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.
Iba a demostrar frente al ruinoso edificio de época muy posterior, que había servido de monasterio, cuando Miranda me detuvo con un gesto, añadiendo:
-No os molestéis, porque cuanto hay que ver ahí lo tenéis ya a la vista; lo poco que nos resta de aquélla célebre fundación de Severino y Arnulfo, cristianos expulsados por Abderramán segundo el califa de Córdoba…… Otra cosa sería si le hiciesen excavaciones en el sitio donde yo me sé, porque, a la manera de las siete Troyas que, unas bajo de otras, exhumase el Doctor Schilleman, podríais hallar incrustada, por decirlo así, en la iglesia actual, la planta de otra románico-bizantina; más abajo tropezarías quizá con un templo romano dedicado a Jano, el dios jaina, que en todo lugar silúrico preside, templo alzado, igualmente, sobre las ruinas de otro primitivo, premineciano o ciclópeo, pariente de las murallas de Tarragona…. Pero no es aquí, sino allí enfrente, donde está el verdadero templo de Hermes, templo consagrado muchos milenios hace, casi desde los propios días en que el terreno silúrico que pisamos y que no ha conocido, según quieren decir los geólogos, la existencia del hombre, se alzase, sin embargo, de las profundidades del abismo marítimo primitivo-dijo Miranda, mientras que, con ademán solemne, señalaba más abajo hacia la Gruta de Sequeiros.
Abandonamos aquel melancólico paraje, prometiéndonos retornar más despacio otro día, y aún hacer las excavaciones indicadas por mi amigo, y cruzando a pie un puentecillo rústico que temíamos se hundiese bajo el casco de las cabalgaduras, ascendimos por una borrosa senda perdida entre la maleza y sembrada de cortantes cuarcitas, hasta la boca de la Gruta de Sequeiros, que, en mi imaginación ya conocía, por haber leído la bella descripción de ella, debida a la pluma del sapientísimo D. Joaquín Queipo de Llano, el Conde de Toreno, debelador de la geología astur, que se sabía palmo a palmo todos los rincones de aquel destierro santo, que no parece, no, de este planeta. En un rato de ocio había copiado esta descripción que leí a nuestro amigo, y que decía:
“En la parroquia de Santa María de Gedrez se halla la prodigiosa cueva de Sequeras, muy particular por su extrañeza. Está situada al Poniente en la cumbre de los montes de dicho lugar y paraje de su nombre. Su entrada mira al Oriente, que se reduce a un agujero grande a manera de puerta; y, entrando por ésta, bajando como cuatro pasos, se comienza a subir por una especie de escalera muy ancha, que forman las mismas peñas, siendo necesario asirse siempre de unos grandes pilastrones que sirven de pasamano. Luego que se suben trescientos pasos, sigue derecha hueco de bastante extensión y mucha altura, y aquí parece que se acabó la cueva; una especie de ventana larga y estrecha, y, entrando por ella, a treinta pasos en el mismo tramo, se encuentra otra cueva redonda, que vulgarmente llaman el Pozo aunque carece de agua en todo tiempo. Para seguir adelante se necesitan fijar unas vigas largas, que alcancen de parte a parte las peñas, y se pasa por encima de ellas. El suelo, en medio de la desigualdad que padece, causa admiración al verle, por la brillantez de sus extraordinarias vitrificaciones, las que, por sus configuraciones diversas, serían muy dignas del Real Gabinete de Historia Natural de nuestro Monarca, si pudieran sacarse sin romperse. No tiene la cueva más salida ni respiradero que el de su entrada, por cuya razón es muy obscura y se necesita llevar porción de luces para reconocerla, porque, si éstas faltasen, sería imposible que ninguno acertase a salir. El Tesoro de los Lagos de Somiedo. Mario Roso de Luna.
Un rapaz empecatau
-¡¡Cóimi cun la santidad!!
¡Pus Dious, n´esta acierta, miánicas!
¡Dexar los mozus sin mozas,
Y quil cura sea á Quitárnuslas!
¡Ya, sinón, diga! Qué diz,
De lu que fixe cun Nacia!
¡Aquel cuelmu di abundancias!
¡Aquecha, que you tenía
Cuasimenti apalabradaz
Casi tou taba arrigláu!
Ya mi padri tenia echadas
Las cuentas sobri la doti
Pa puder salir di trampas,
Cuando chegou esi cura
Y cun él la gran desgracia.
Pus, cun cuentus y parolas
Trasturnóu á la rapaza.
-¡Pobre señor, él tan reutu,
Que solu pa Dious afiana,
Y entovía elcuentra aiquí
Quien so virtud disacata!
-¡Nun tien defensa denguna!
¡Probe nena! ¡Quién cuntaba
Que aquel respingu de glorias;
Aquel cachiquín de cielu;
Ángili de nidias alas,
Pur las artis di esi cura
Fosi á caer despenada
N´un barrancu negru, escuru,
Churiosu, chenu de lástimas!
………………………….
¡Nin la gripi fixu aiquí
Más destrozus nas rapazas!
¡Tamus arriglús los mozus
Pa alcuntrar algu qui valga!
-¡Ser, ye virdá que acuyíu,
Ya que se chevou la nata
Pero outramienti, el nin iba
A chevasi arripunancias,
Que, á tal siñor, tal jardín
Y á tal jardín, tales matas!
………………..
-¿Quiés saber lu qui pasou
Disqui salierun di casa?
Pus you te lu cuntarey.
Que al amanecerin taba
Aspirandu pa ir cun echus,
Y cun echus fuy á Cangas.
-Algu….. ya me cuntarun
Sey qui lus padris churaban
Y tamién dixenun qui echa,
Tou fuy chegar incierránunla.
-¡Claru que sí; cun gran pompa;
Cun ripiqui di campanas,
Y con gran misa y muita fiesta
Y gran luxo y muita gala.
Casi todas las vicinas
Fumus d´aiquí acumpanándula
Y al chigar nos al conventu
Ya pur nos achí aspiraban
Flairis, curas, siñuríu
Y toda la xente baxa.
Tamién taba achí á la puerta,
La madrina, diña Plácida.
Cun vistíu di tirciupelu
Mariestu y azul á rayas.
Y cun duas cadenas d´oru
Y l´gran asombru di alaxas.
Intramus tous pa la iglesia.
Achi rezan y achi cantan.
Y al salir, tous abrazamus
Aquescha, ondi las galas
Dil cielu fixenun níu
Y el níu pal cielu chivavan!
You….. prubetina… de mí….
Nun …. sey… cumu tengu… lágrimas
Dispués qui tantu churey,
Al ver cumu echa pasaba
Pur la puerta del ulvidu.
Dixando al mundu di ispaldas.
Y cumu ya de pur vida.
Quedábasi achi encierrada.
Achí tan las duas santinas,
Achí si quidóu cun Láura.
Y más di veinte munxinas,
Todas di Diou á las gradas;
Todas pidiénduy qui tenga
Cumpasión cun lus di Cangas.
Y ye fertuna bien grandi,
Qui aldea tan piquinaya,
Tenga ya dau al Señor
Duas ispusinas santas,
Pus cun esas enfluencias
N´el cielu ye cousa clara
Que en jamás aiquí á dengunu
Ha de escaseay la gracia.
-Esu ta bien amañau
Peru, á mi naidi mi saca,
De que pa esposa de Dious,
Ya qui Él nu is mira á la cara,
Pudían servir las vieyas,
Las feas, las desgraciadas
Qui nin un chupin alcuentran
Qui chevar á la fornada.
-Nun disparatis Cilipi,
Qui al rinunciar á más galas
De esti mundu, más á Dious,
Si ricrea y afalaga.
Si la primer rayadina
De sol, yé la más galana;
Si yé abrir de las floris
L´arrecender más fragancias;
Si en la sierra, son lus sonis
Más guapus de la calandria.
Lus qui suelta arrimuntando
Al riscar de la alborada,
Tamién di Dious yé el encantu
Il primer pudor d´un alma;
Y las primeiras miradas
Qui manda al cielu una virxin
Que n´el cielu se ritrata,
Deza á Diious lo que el escueye,
Qui cun mal rival chalanas;
Dexa in paz al siñor cura,
Qui fay lu qui Dious i manda
Cuandu pa Dious del ribañu
Las curderinas aparta.
Asienta ya la cabeza;
Ten cuidáu cun lu qui falas.
Y Y si sos furma, sey you
D´alguna bien hacendada
Qui ti quiera á ti y qui ´l padri
Ti la dé de bona gana.
…………………….
¡Quién sabi si al echar Dious
Sus cuentas, tú n´echas tabas,
Y qui si pa dir di monxa
Vucación i díu á Ulaya,
Fuy tamién pa qui á la postri
Casasis tú cún la harmana!
-¡Uy que coimi! ¡Vaya un choyu!
¡Esa si que fuy xugada!
¡La verdá que Dious, ye Dious,
Y fay las cousas cun maña!
¡De esta salimus pa alandri!
¡Arriba el dengui! ¡Meneya
Il so saber, tía Flurenta,
Y vivan el cura y l´ama!
Peru…. el cura qui si guardi
Di vulver á las andadas,
Y qui Dious siga en lu firmi
Y nu mi quiten á Claudia.
¡¡Viva la flor del rumeru!!
¡¡Arriba el garbu!!¡¡Quién baila!!
Mario Gómez (Cangas del Narcea 1872-1932)
Antología del Bable. Tomo II.-
La Güestia
La Güestia, según la mitoloxía d´Asturies, ye una procesión d´ánimes en pena, que surdie per la nuiche, con lluces, marmullos y ruxíos d´esquiles. Naide viera en xamás a la Güestia, peru tós cunten lo que i asocedió a fulanu o menganu, que la afayó en metá ´l so camín.
A mín dixéronme lo que i pasó a una neña de Libardón, ´n el partíu de Colunga. Ye una más de les leyendes de la Güestia entre munches de les que cuerren per les aldegues y cúntase pe les nuiches d´enviernu, en tantu les castañes amagüesten ´n el llar. Diz asina:
Aquilla rapaza pasaba desde l´almanecerín los díes na villa, trabayando a xornal en ca d´una modista. Per les atapecies, al golver pa la so casa dimpués de la xera, llevaba la compaña d´algún criau o vecín de l´aldega que diba pe´l mesmu camín qu´illa, pos les caleyes taben medroses y el carbayeu per unde unvia pasar yera muy ensomecíu y temerosu.
Una de les atapacides fíxosei muy tardi, y como dende el coín de la caleya ya vía, per intre los salgueros, la so casa, díxoi a la so comapaña:
—Agora ya puedo dir sola en sin mieu. Usté pu´ tornase ya, que de quí a la mió casa non ye más qu´ n blincu. Y gracies.
Non había dao dos pasos en siquiera, cuando oyó el ruxir d´una esquila. ´N un primer estante creyó que fora dalgún ganao que andoviere perdíu o que los oyíos taben dándoi un engañu. Paróse y miró a un llau y a utru. Y quedóse como una estatua de xelu. Yera una brañada de presones, con munches lluces, que diba allegándose a illa. “¿Será el viáticu?”, penso en pa sí, tramando como una fueya na caña. Y anque isto dexóla un pocoñín más serena, pensó que si yera el viáticu, acompañarialu hasta la casa el vecín que taba morriendo, ´n una llabor de bona cristiana. Y asina punxo un pañolín enriba la cabeza p´acompañar al Santísimu. En tantu, la procesión de les lluces allegábase más y más y foi crociiando per delantre d´illa. Y entós la rapaza dióse cunta que non algamaba a conocer como vivu a naide de los que pasaben per frente a sí, nin se vía al siñor cura párracu co ´l Sacramentu.
De sópitu…. ¿non yera isi Xuan, el de la “Corralona”, que morriera l´añu pasau? ¿Y aquilla, non yera mesmamente Xuaca la de “Piantón”, que dos años fai que taba muerta y baxu ´l tarrén del cimenteriu? ¿Y aquilli utru…..?
La rapaza quedó como un finsu, llancada metá el camín, en sin sangue nes sos venes y en sin atrivise a mover un deu. ¿Qué yera aquel cruciar de lluces y lluces, de homes y muyeres morríos tiempu fixera? ¿Yera quiciavis un suañu?
´N esto, unu de los que diben na compaña salióse de la filera y allegóse hasta la neña, diciendoi:
-Yo soy el to padrín. ¿Alcuérdeste de mín?
La probe rapaza non pudo más que marmullar muy sele, en sin fuelgu:
-Entós…. ¿usté ye Marcelo, el mió padrín?
-El mesmu, neñina. Como sabes, morrí fai pa cinco años y per los pecaos que fixe na mió vida toy condergau a procesionar toes les nuiches ´n ista compaña, hasta que el Devinu quiera perdonáme y dexáme descansar en paz. Peru mira, per tar falando contigo fuxóseme la compaña y agora tendré que dir solu pe los carreros. ¡Toma!
Y al dicir isto púnxoi a la rapaza la so vela na mano, fuxendo aina per intre los carbayos.
La neña quiso llamálu, pero afogósei la voz y non pudo. Entós choi una güeyada a la vela que i había dao el padrín, sin saber que diba facer con illa.
Del so entamu allancióse un glayíu de mieu, más que humanu. Lo que el padrín i había puesto intre les sos manos….. ¡yera, un güesu de muertu, que afumeraba abondo y amburaba lo mesmo que fierru arroxau!
Al so glayíu, dos vecinos que algamaben la caleya per una saltadera, charon a to correr hacia la rapaza. Afayáronla ´n el suelu, marmullando:
-¡La Güestia!….¡La Gúestia!…..
Dimpués quedóse en sin aliendu.
Y cunten que la probe rapazina morrió muy pocoñín más tardi. Y que naide foi capaz de ciarrai los güeyos azules, arremellaos y ya en sin lluz ´n illos.
Lorenzo Novo Mier. (Oviedo 1917)
Antología del Bable. Tomo I.-
La flor del agua
Tais benditos, d´afechu benditos,
paxarinos que cantáis al alba;
tais benditos, d´afechu benditos,
el Dios mesmu vos da la tonada
y con ella semáis les dolzures
en chirrios qu´al mundu lu plasma.
Non calléis, paxarinos beditos,
que la mesma Natura al oyevos
a so modo ´l son son acompaña,
pos la fonte y el ríu gorgoliten
allá ´n na ramada;
blincando les pómpares
semeyen de prata y sulten y baxen
xugando nel agua.
Y el vientín cacipleru les frores,
desde un sen a utru sen les llevanta,
y al empar esmuciéndose arteru,
el run run enos valles entama.
Ya ye ´l sol que relluma nel cielu
que ´n un vixu trocó la quintana;
paxarinos unvió de belleza
que sospiros arrinca ´l miralla.
Tais benditos, d´afechu, benditos,
paxarinos que cantáis al alba,
per uquiera semáis l´allegría
al arrullu de vostra cantata.
Utros son los oscuros cantores,
utros son los de tristi tonada,
los que lloren en dolces endeches
que salen del alma.
Oyéndose lloñe xemir na quintana:
-¡Ya t´scaecía
la tierra ´sturiana!
Esos son los copleros d´Asturies,
que na rica y dolcísima fabla,
non sosieguen y pruñen doliosos
per los tiempos de so vieya Arcadia.
Tais benditos, d´afechu benditos,
paxarinos que cantáis al alba….
Más callái, non cantéis, pos agora
antoxóseme, vo char mio tonada.
...............................
A la vera d´un ríu que fuxendo
el so llombu nes vegues arrastra;
a la vera d´un ríu que mermura
seliquín esmuciéndose n´agua,
sentadina so ´l cantu ´na peña,
allí tá la neñina galana;
so guedeya roxa como ´l oru,
como ñeve so carina branca,
que les frores al vela non s´añen
pa a su gustu poder comtemplalla.
Allí ta la neñina tan bella,
los patinos metíos n´el agua
fai que blinquen dalgunes goteres
pa ´sfrecéi ¡qué atrevíes! la cara.
En sos manes ximielga una rosa
que de xemes en cuando besaba…
non se extremen sos llabios devinos
de la rosa, en arume y fragancia.
¡Ay siñor,! en que piensa la neña
que la flor de sos manes resbaria;
del regazu a la peña blincando,
de la peña d´un calón jue l´agua.
La probina quedóse triste,
y sin fuelgu ente lloru cantaba
na solez de la llera, aflixía
¡Ay! quien me pañara
la flor que va ´l ríu
fuxendo co l´agua, To dai mios
amores, mio vida, mio alma.
De secuti, d´un llau d´un ribazu,
a la vera del ríu, n´una bardia,
un cantidu s´oyó juerte y reciu
qu´al cantar e la neña asosaña.
Ye amorosa canción que dicía:
-Non llores, galana, yo soy el que paño
la flor que va l´agua; tos amores valen
mio vida y mio alma.
Un mancebu galán, fachendosu,
quier facéi a la neña tal gala.
Oíse un ruidu d´un cuerpu nel ríu
salpicando a la hermosa zagala,
y el galán per entero atrevíu
gufa y pruñe nadando nel agua.
¡Ay siñor! Poco val sos querencies;
traicioneru el ríu lu arrastra,
y ena güelta que fai un remansu
jue a perdese nel fondu…. en pos ¡nada!
Y la neña ¿qué fai? tá llorando…..
y llorando quiciades pensaba
en oyer un cantidu amorosu
d´un galán que golviera per gala……
Tais benditos, d´afechu benditos,
paxarinos que cantáis al alba;
sois vosotros la hermosa neñina
quei atutien la dolce cantata.
Utros son los oscuros cantores
utros son los de tristi tonada;
les sos quexes nel ríu del mundu
van perdese nel fondu…… en pos ¡nada!
Soo durme n´Arcadia bendita,
na solez de la bella quintana………
Pachín de Melás. Obra Completa. Volumen I.-
El gociar de Xerineldo
Oye poeta queridu, oye poeta del almaesti romance melgueru ena melguerina fabla que falaron mios agüelos allá per la vieya usancia. Tañérate de Berceu, la meyor pulsiada frauta, cuando cantaba ´l romance, cuando ´l romance cantaba el ¡ay ! de la bien perdida, el ¡ay! de la ´namorada, del que buscaba la neña, del que la neña buscaba.
Yo cantárate amorosu, yo amorosu te cantara too lo que ´scuende Asturies, too lo que Asturies guarda
esti tesoro d´amores, esta verxinal quintana, si yo afayara to llira, si to llira yo afayara, esa llira bendecía, per los ánxeles besada, reina del falar devinu y del Arte soberana. ¡Ay! del probitín copleru que ´l cantar no sei entama; ¡ay! del probín que ´scaez la más melosina fabla, la de los dolces sentires, la de la dolce tonada que ternures y cadencias va semándoles sin taxa. Oye poeta queridu, oye poeta del alma esti romance melgueru ena melguerina fabla, que falaron mios agüelos allá per la vieya usancia y que homilde te lo ofrendo co la más ñobleza y gracia.
Vo cuntáte unos amores….. amor qu´ engueyó un alma que muerre per la so Asturies, que muerre per la so Arcadia…… Ascúchame tú, poeta, Xerineldo triste taba, a la ´spalda la vihuela, co la vihuela a la ´spalda onde guarda son endeches, onde sos endeches guarda pa que la zagala riya, pa que riya la zagala al son son de sos cadencias, al son son de su cantata.
-¡Ay! onde vas Xerinelo -¡Ay! en busca de mio amada
¡ay! qu´ella tienme mio vida ¡ay! qu´ella tienme mio alma, -Sigue per hi Xerineldo, sigui per hi y toparásla, que la zagala sospira y aspera to retornada.
¡Ay! Xerineldo va triste, non columbra la zagala.
Topóla ´l par d´una fonte, al par d´una fonte clara
peñando la so guedeya, la so guedeya peñaba
mirándose n´agua llimpia, mirándose na llimpia agua
¡ay! que per allí corría, ¡ay! que per allí baxaba
llambiendo la rama verde, llambiendo la verde rama.
Xerineldo ponsa allegre, Xerineldo goza y salta, pos ya vio la so Ferina al par de la fonte clara.
¡Ay! dixoi lo que quería, ¡ay! dixoi lo que pensaba.
En Asturies ta un poeta de la llira soberana
dende ´l cielu bendecía, per los ánxeles besada.
-¡Ay! vete Ferina mía y díi lo qu´Asturies guarda, pa que lo cante ´l poeta, ya verás que bien lo canta.
Ferina fuxó volando per u Xerineldo i manda y pañó un galán espritu antrellazáu co l´alma del poeta más poeta que trió esta quintana. Añerándolu ´ sos brazos, subiólu pe la montaña, pasiólu de valle ´n valle y de cañada en cañada faciendo que reviciare de ver fermosura tanta.
Metiólu per los hogares a oyer la voz del patriarca
que sentáu en el escañu, al calor de la llapada,
encamentaba ´l rellatu delos Nuberos, la Xana, los Espumeros, la güestia, los trasgos, diañu, la guaxa, mientres la reciella, atenta a lo que ´l güelu cuntaba, tán quietos los probitinos y non retocen migaya. Dempós llevólu a un magüestu y dempós a una ´sfoyaza y tráxolu al retortoriu per toda ista quintana, filandorios, recoída, mayar, carriar, correr la ´staya; baxanon a la foguera, onde la mocedá baila, y a les fiestes del llugar, con los sones de la gaita columbrando a les rapaces de Dios fechura per gala. Dempós, ya de per molíu de secuti lu afitara al para d´una fonte fresca, al par de la fonte clara onde Ferina lu cuida, onde Ferina lu guarda al cantar los paxarinos, y del sol la ramullada col la ´rume de les frores que s´añen ena ´nramada. Per allá lloñe, muy loñe, oise una ´llegre cantata al pulsiar una vihuela, d´una vihuela pulsiada; ye Xerineldo gociosu qu´ entós una endecha ´ntama al ver so Ferina bella cómo al poeta afalaga al par de la fonte fresca, al par de la fonte clara. Aquí se acabó ´l romance, aquí ya ´l romance acaba, el de la triste cadencia, el de la triste tonada. Poeta, la mio Ferina, ye mio verxinal quintana, ye ´sta Asturies per querida, ye ´sta Asturies adorada. Yo soy probe Xerineldo el de la llira amusgada que, agora ri per gozosu, gozosu de amor y gracia ofrendándote so Asturies, ofrendándote so alma…. Perdóname gran poeta de la llira soberana. ¡Ay! probín de Xerineldo, ¡ay de mio Ferina amada…..! ¡Aquí ya acabó ´l romance, aquí ya ´l romance acaba…..!
Pachín de Melás. Obra Completa. Volumen I.-
La Catedral de Oviedo
Imposible se me fai
Ciudá como la de Uviedo:
Una vez que foi allá,
(Yo ñon sé cómo dicello),
Porque vi un casón tan altu,
Que llegaba xunto al cielu.
Vi venir dos siñorones,
(Allegres eren, por ciertu),
Que lo mesmo me falaron
Que si yo fós unu d´ellos.
Al entrugar, (que entrugué),
Respondióme ún, placenteru:
-“Esta ye la Catedral,
Lo meyor que tien el pueblu”.
Respondí yo al señoracu
Con respetu y munchu fuelgu:
-“¿Será acas´ donde moraron
Los moros en otru tiempu?
Porque, á mió mal entender,
Si fo fecho para templu,
Ha menester munchos curas.
Curas non, ellos dixeron,
Pos otru nome yos daben……
-Callóndrigos, ya me acuerdo.
……………………………
Arriba tien una cruz
Que ñunca la lleva el vientu,
Está encima de dos boles,
La menor com´un calderu.
Más abaxo d´estes boles
Tien tantu furacu fechu,
Que yo aposto, cuando llueve
No i fará muchu provechu.
Más baxo dos corredores
Perguapos pa toma ´l frescu,
Que non se puede atopar
En mundu otru meyor puestu.
Todos de cantu llabradu
Tien otros mil pericuetos
Por esquines y ventanes
Dende arriba hasta el cimientu.
……………………………
Arreparéla de fuera
Y dempués metime dentro:
Altares tien pe los llaos,
Altares tien por el mediu,
Y, si ñon cunté los santos,
Paezme q´hay más q´ en cielu.
………………….
Emprencipióse la misa,
Y acabado el evanxeliu
Aparecióse allí un fraile,
(Un home de bon aspeutu),
En un corredor cerrau
Qu´ era fechu pa lo mesmo.
Furfuñó com´ un demonio
Y punxo cara de perru,
Reñía co les señores,
Les que traín caramiechu;
Dixo por aquella boca
Munches verdades al pueblu,
Mas lo que dixo entre dientes
Yo ñunca pude entendello.
……………………
El que tocaba los órganos
Ñon sé como tenía fuelgu,
Y decíen qu´era capaz
A tocálu un día enteru.
……………..
D. A. Balvidares.-
Brañas d´antanu ya xente d´anguanu
Hai en Palacios seis brañas,
unas tsuenxe, outras cerca,
las de Fanales, Pedrosu,
Tsourinas ya ´l Campu Cuevas.
Degutsada, Funtetsada,
cun hestorias ya tsiendas;
nuna d´estas foi mia mama
a lus nueve anus brañera.
El trabachu yera duru
pa brañeirus ya brañeras,
peru aitsí faían baitse
ya xugaban a las prendas.
Lus mucinus a lus bolus,
lus viechus faían madreñas,
las viechas cuntaban cuentus
ya rumances de las guerras.
Qué guapa yera la Salga
cuna grandona fuguera,
cómu prestaba baitsare
tous alredore d´etsa.
Cuandu asumaban al pueblu
todas xuntas las brañeras
cantaban guapus cantares
que retumbiaban nas penas.
Ya lus mucinus glachaban
lus ihuhús cun putencia,
güei nun hai tanta atsegría
cumu nestoncias hubiera.
Las cabanas que tenían
el teitu de pacha viecha
van cayendu poucu a poucu,
peru las de tsousa quedan.
Güei a la xente d´anguanu
danus muita, muita pena
de vere cumu s´acaba
lo que lus nuesus fixeran.
Brañas d´antanu ya xente d´anguanu. Eva González Fernández y Roberto Gónzalez-Quevedo González.
Asina s´esfiende l´ arte
“Carreteros de Avilés,
en todo lleváis la gala:
en tener bones parexes
y en cantar la Soberana”
Asina cantaba Xico
de Lin de Pepa, en Posada,
cuando pasaba col carro,
de la pinera de Sama,
pa la estación de Llugones
en que dexaba la carga.
Y Antón el de la Pasera
de Mieres que caminaba
de Xico na direición
enteramente contraria,
falando utro para de gües
de siete cuartes de alzada,
col carro acorripinao
de xucos y favaraca
venía por el camín
asina canta que canta.
“San Martín del Rey Aurelio
hay una linia trazada:
subir por Mieres arriba,
baxar pe la Rebollada”.
¡Asina, parta, Gallardo!,
¡parta, Morico!, mal haiga
la vaca que te pariera
que al punto no te afogara.
Asina Xico, al pasar
cabo de Antón, que pasaba
cantando la Madalena
col tono de la Praviana,
falaba cola parexa
que col ublero espetaba,
como si fosen presones
que-i entendieren la fala,
los gües, que los adquiriera
por (…) pesetas en Pravia
cuando la feria del Cristo,
dos años y una semana
dirá facer en Setembre
si la memoria non falla.
Parta, Morico…. Gallardo….
arrebalgando con gracia
les zancaníes…. andái….
pa non oyer esti lata
de cantador, que non sabe
cantar nin una palabra.
Dió Antón la güelta p´atrás
arremangando la vara,
como les brases, bermeyo,
del fierro cuando se caldia,
y a Xico de Lin de Pepa
purrioi una cevellada
pe les espaldes, diciéndoi:
Igual t´escentello l´alma
como gorgutes, pelga,
maldita sea to castra.
La tuya irás, gorrín,
que ye la mió tan honrada
como denguna del mundo
pe los contornos del mapa.
Y dandoi un cevellazo
tumbólo xunta la cárcaba,
diciéndoi: Ven a ver
por qué me piegues, canalla.
-Rediez, a quián dices eso,
que te allevanto la tapa
de la sesera si acaso
prenuncies otra palabra
que me reprienda la forma
de cómo canto. En sostancia
que se mayaron lo mesmo
que la cevera d´escanda
cual si ganasen la vida
los necios co la garganta.
Y ye que pal asturiano
que tien apego a la patria,
naide canta como él
anque non cante migaya.
Composiciones poétiques rescataes. Marcos del Torniello.
Dende Xixón a L´Habana
Venti de Xuno postreru. Amigu Eneas. Habana Dios quiera que cuando llegue a tos manes ista carta, t´afayes per gayasperu en sin novedá per casa
rebolgando de salú que ye lo que fai más falta: De la mía eno presente, no teno quexa de nada. Saberás: que ´l utru día taba yo ena ´sfoyaza de Pericu el de Sotera, xenru de Bastián de Xuaca (qu´a la fía según cuenten andabes tú por rondala) cuando nesto ´ntró Benitu fíu de Tuxa la Rebalga, aquella que ganó ´l pleitu a Pinón la Mayoraza; Entós al veme, va y dizme poniendo fosca la cara. “Sábeste Pachín, que anoche pel corréu de l´Habana, vieno pa ti una esquelina en sobremar emprentada, y que trai coses muy tristes d´aquella tierra lexana? Con el son que dio a la voz pa decir la rellatada, cudié Eneas que no había del to cuerpu nin migaya Piego un blincu so ´l escañu, y fui solletrar la carta ¡Válame Dios por qué pocu te retiembla la cuayada! ¡Tienes mieu a Tarramotu! ¿Quién ye´si? Home ….. que salga ya verásme de sosméu llantái una mormiellada si quiciaes el muy mazcayu echa ronques na quintana ¡Tarramotu, Tarramotu! Vaya un diañu palabra….. ¿Será acasu ´nterrador?¿Viéstei da cuando la cara? ¿Ye roxu, prietu, o paxizu? ¡Que non te lo tome a chancia! Ye verdá amigu Eneas que la cosa non tien gracia pero si entámenes a lloru ¿qué te dan por cada llágrima? Non tengas mieu probitín, si tas pasáu per el agua, pos con eso vieste llibre d´alguna mala güeyada: usa cigua, escapulariu, pon evanxelios na ´spalda; y si esto tá ye poco, fuxe ´ntós d´isa quintana y ven pa ´quí ; pa aquesta ´sturies, xoya del cielu preciada; onde tamién faen les suyes los Espumeros, la Guaxa los diablicos y la Güestia y toa isa fardalada que dan fagu y fai que allorie, si atopalos ún entama. Mas non hay ¡qué diañu haber! lo que me cuntes na carta Tarramotos qu´el más llistu déxenlu fechu cuayada y que nun dicir Xuaxús non queda del mundo castra. De lo demás que rellates ena ´squelina emprentada, poco teno qu decite: El utru día fui a casa de Pilar y de Rosina….. ¡ñunca lo fixiera mi alma! pos al dir dayos l´abrazu…. ¡me casu´n mí! qué mocada me llantaron nel focicu y garrando una vardasca dexárome per molíu metanes de la corralada. Si mandes más eses coses, busca entós quién te les fagas, que yo en por mín, non por Dios, tá duelme la palicada. Conque non seas simplón, nin gastes tanta falancia…. por les neñes…. home que, non piensen en ti migaya. En sin más por hoy, adiós, queridu amigu del alma memories a la muyer, besinos a la ñerada, recuerdos pa quien t´entrugue per isti qu´aquí s´afaya faciendo copies sin tinu: recibe una fanegada d´abrazos y patagüeyos, que col corazón te manda.
PACHÍN DE MELÁS.
Coses
-To comprate una montera
cuando baxe pa ´l mercáu.
-Has mercáme una petaca
si non quies veme enfadáu.
........................
Dícenme que cuando riste
pones la cara mu fea.
Rite a ver si ye verdá,
¡nesti mundu hay cada llengua……!
.....................
Una vez vite y mirete
y tú a min non me miraste.
Pos si tú ties fachenda,
tamién yo tengo mio parte.
..........................
¿Qué ficiste per la villa
que vienes tan collorada?
¿Tá ye poco lo que blinques
y relicories en casa?
......................
Torna el gochu, Xuan,
pel caleyu va,
tórnalu pa ´rriba,
day un verdascazu.
Cuando té la torta
he date un pedazu.-
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