BUELNA- LLANES

Textos:
-El bufón de Vidiago.
-Cartas á Pepe Coroyu.


Buelna: Lugar de la parroquia de Pendueles (Llanes), situado  entre la sierra de la Borbolla y el mar. Tiene una población de 84 habitantes.  Su arquitectura tradicional se alinea formando  hileras de casas de dos pisos separadas por cortafuegos, con buena cantería y corredor de madera; alguna se remonta al s. XVII. Muy cerca del pueblo está la playa de Buelna, y en ella  uno de los escasos molinos de marea sobrevivientes y el enclave de Cobijeru monumento natural por sus relieves kársticos. 




El bufón de Vidiago
Vidiago es una gárrula aldehuela
donde un pueblo  entre céltico e íbero,
franco, trabajador, sobrio y sincero,
suda en verano, y en invierno vela, 
labrador, traficante y ganadero;
y del sudor y afán del año entero
los domingos alegres se consuela,
bailando al son del árabe pandero
y al compás de la etrusca castañuela.
(….)
Bufa el bufón furioso; el mar rebrama
y ondas tras ondas  en su auxilio llama;
montañas de agua sobre el aire arroja;
él,  reventando de furor se esprita; 
dobla su empuje  el agua; el aire afloja
sintiendo que, por fin, se debilita,
y muge  con hondísima congoja;
pero por más  tenaz que forcejea,
el agua de delante se la quita, 
y él, por la encadenada chimenea,
fugitivo huracán, se precipita.
(…)
Llaman a esto bufón aquí en Vidiago,
porque bufa, en verdad, y estruendo mete
que da pavura y amenaza estrago;
a mí nombre poner no me compete
a las obras de Dios; lo que aquí hago
es venir a adorar a este boquete 
al Dios para quien es la mar un lago,
y este extraño fenómeno un juguete. 
Vidiago, 23 de septiembre de 1882. 
José Zorrilla.  Asturias vista por viajeros. Volumen primero.-

Cartas  á Pepe Coroyu
Hoy cambié de domiciliu, amigu Pepe. Convidárenme á parllar dende ´l púlpitu de El Oriente, y como yo  en esto de dar la lluenga malamente ero una especialidá,  teniendo corru y algo con que moya ´l gargüelu, non aguardé  á la segunda; puensi ´l pucheru míu á cocer na cocina ´l Pueblu, y dimpués de sopla ´l juéu y dexalu jirviendo como Dios manda y mi da á entender, viénime al Oriente, non á preparar platos juertes, que si yos gustan, cocineros tendrán á bondu pa esi menester. Vengo á  dabos un entremés suavín, y si la mió cabeza diera de sí algo tan del gustu de los letores como e l´intención, así Dios me salve si non habiés de chupabos los didos de gustu.
Gachupín de Mañanga desimule po lo entremetíu, anque e cosa que la da ´l oficiu, non está demás tené la fineza de pedíi perdón por metese en so campu, sobre tou siendo él un revisteru que dá el ole y jaz las cosas con tanta agudeza y saleru, y cunta que non adulo, que bien notoriu e que esi lujo non se gasta ´n mió casa. Porque sabía que tien bastante que jacer co las romerías de Llanes y non puede acordase de nosotros nin de Santa Ana, la de Naves, jágo yo de güena gana, entamando por dicir que anque presumo de home de pró y  rapaz formal, canté y bailé y rejinché jasta enronquecer, co lo que dí fe de ciertu á un refrán que deprendí en monte l´otru día: “el que con llobos anda, á agullar apriende”, el cual refrán  non lu discurrió Sancho Panza, que diólu el meollu de los homes de nuestra tierra, que, cuando llegan á vieyos,  güélvense más socarrones y más  deficiles que toos los Panzas que hebo n´esti mundiu.
Anque non ti diga quiénes son los llobos de la mió camada, direti lo que hicieron, al pie de la letra, de como habíanlo prometíu, y eso que non repartieron programas.
La víspera estevo un pocu desanimau el negociu por mor de Santiago que nos llevó la xente á Posada. Sin embargu, pe la noche componióse algo na Flor de Naves, co la concurrencia de Rumaldo, Xico Gandaya, Xuan Matasiete y yo. Cantamos y bailamos, y anque estábamos solos, como dicía ´l gallegu, non echamos de menos l´orquesta, que de pistón era la que formaba Xuan, repicando los vasos, Rumaldo, dándoi  al balde, que jacía de tambor, y Xico, tocando la guitarra ´n palu  l´escoba, que non paecía sino que los mesmos demonios habían veníu del otru mundiu á char una cana ´l aire. Eso, sin cuntar la mió garganta que, mal añu pal diablu, si na vida hizo gorgoritos nin  repicó la voz tan pe lo finu nin tan á pelu, como se pué ver.
Juime á cortexar á Faro
en casa de La  Temprana.
Por munchu que madrugué 
amanecióme na cama.
¡La Soberana!
En tou ´l conceyu de Llanes 
no hay fiesta como Santa Ana, 
nin cara más pelegrina 
que la que tiene mi dama.
Non i faltó á la copla más que extendese un poqueñín más pa dicir que pe la mañana jartámonos d´echar maldiciones á los músicos que nos vinieron á quita ´l sueñu ´l alba con una marcha fúnebre de so invención, y si non yos echamos más maldiciones,  jué por aquel del que dirán y non por non tener á mano que.
Hebo misa solemne con un montón de curas, procesión y sermón que predicó unu que i llaman don Jenaro Cuervo y que e catredáticu de l´escuela onde deprienden  los curas, por ciertu que jabló mu bien sin acordase pa mal de los indianos, por milagru e Dios, co lo cual, y con non jacer apavientos nin metese en jonduras que caen juera del so ministeriu, demostró que e home de valía, que merece la pena de oílu en cualisquier parte con respetu y atención.
Hebo fabada con acompañamientu de morciella, jocicu de gochu, oreyas con llacón y arroz con lleche. Como el platu era juerte, estuvimos en tenencia jasta las tres, á motivu de la digestión que jué amenazada ó amenizada como se diz en señoritu, po la banda los gallegos y l´ estampíu de los cohetes.
Pe la tardi y la tardina  hebo lo que hay en toas partes onde non viven las penas: baile sueltu y agarrau, por bula especial de mió amigu Rodiles, sidre  y cierveza jasta dexalo e sobra, y sobre tou unas mozas, tantu de juera como de dientro ´l pueblu qu´esmechaban.
Non sé si sería pol acaloramientu la cierveza; pero lo que sé diciti é que hebo algunos momentos en que mi paecía ver los castaños del Polleru bailar al son de la música, y eso que po l´aparencia ya pasaron los probes de la primera juventú.
Pe la noche pasóse la borrasca á la carretera, onde duró jasta que non hebo patas que char al aire nin didos pa dar las castañuelas. Novedá non la hebo, que yo sepa, como non sea que Canterón trexo tou ´l día la boína derecha.
Non ti digo más. En custión de moceríu non hay que jablar; jaz más d´un mes que non hay pregones. Barrunto que e porque non se presenta güena la colllecha ´l maíz por mor del agua. El cambiu hay una plaga e yerba que vamos á venos negros pa consumilo, pollo que sube ´l preciu ´l ganau que e un escándalu.
La collecha e indianos baxó esti añu bastante. Yo siéntolo po los puros; pero alégrome, mialma, po las mozas, que tienen que andar á la que pinta.
Desimula po lo enrevesau, y manda á to tocayu,
Pepe el Malatu. 
El Oriente de Asturias.
Llanes, 1º de Agosto de 1908.-















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Textos:
-El pozu del Alloral.
-La profesión de Tamargo. (Xíriga, en jerga  propia)

Buelna. Lugar de la parroquia de Pendueles (Llanes), situado en la rasa costera, entre la sierra de la Borbolla y el mar. Dista 1 km de Pendueles, pueblo donde se encuentra la estación de Feve. Su hermosa arquitectura tradicional  se alinea formando hileras de casas de dos pisos seperadas por cortafuegos, con buena cantería y corredor de madera, alguna se remonta al siglo XVII. Hay en el pueblo una capilla de ánimas, bolera y  bar y casa de Aldea. Muy cercana al pueblo está la playa de Buelna. 


El Pozu del Alloral
Nos, jiyos toos de Llanes, el rincón de mas guapeza
qu´el Prencipau d´ Asturias en sos confines encierra.
Nos, qu´en tan antigua Villa pasamos la edá primera 
ente xuegos y ente fiestas y que anque á nuestru pesar 
estamos alluendi d´ella, dexámosi el pensamientu 
de nuestra afeición en preba; sepimos jaz unos días 
por cartas de xente nuestra, qu´el pozo del Alloral
joy dan en venta perpeta a don Francisco García, 
amu de barcos y tierras, procurador y notariu, 
hombre de saber y cencia; y nos runimos á fin de protestar con dureza contra quien viene lo vieyu, sin que los vieyos lo sepan.  Sinó, con razón dirían que nos somos d´onde quiera, que no s´olvida ´l aldeanu de so probe y chica aldea y qu´hay xente que s´olvida de la Villa grande y güena. Qu´estimamos en bien plocu el llar en que se calientan  los casi ateridos güesos de quien nos dió l´existencia. Que del árbol 
de nuestra alma cayeren, cual jueyas secas, los recuerdos abatíos  por el cierzu de l´ausencia. Mas ¡vive Dios! no hay motivu pa que tal cosa se tema: somos ´n extremu patriotas,  llaniscos jasta la médula, y por eso protestamos una vez, diez y cincuenta,
contra los municipales que trocaren por moneda el pozo más verde y jondu que colmaba la marea y qu´al vaciar en la baxa rucando contra las peñas, era ´l puru y fiel reflexu de nuestra humana existencia. 
Angel de la Moría. Llanes 1839

La profesión de Tamargu 
La emigración de los tamargos a las tejeras empezó, como muy tarde, a principios del siglo XVIII, basándonos en que encontramos tejas fabricadas en otros lugares por  tamargos del Oriente de Asturias que datan del año 1714, y se extinguió al iniciarse la emigración a los países europeos en los años sesenta del siglo veinte.  Desde antes de amanecer hasta la caída del sol, los siete días de la seanana, excepto unas horas de la tarde del domingo, y no siempre, se dedicaba el tejero al trabajo. Esa tarde del domingo que a veces libraban, cuando el cansancio lo permitía, tomaba unos vinos en la taberna del pueblo; pocos, porque el salario  no permitía excesos y en el ahorro estaba la ganancia. El contrato del tejero  incluía comida y cama en el propio trabajo, la última compartida con piojos y pulgas, en un jergón de madera y yerba seca. La comida  era poca y de variación escasa: el desayuno consistía en una sopa consistente en un mendrugo de pan -tasado en la mayoría de las ocasiones- esmigayáu en agua caliente y algo de untu, a veces con un poco de pimentón para alegrar. Al mediodía garbanzos con una pizca de tocino; a la tarde, una vez finalizado el trabajo potaje de patatas con arroz,  y así todos los días. La tejera era su lugar de trabajo y su vivienda. Esta situación era la que les permitía volver a su pueblo  con unos reales que les ayudasen a pasar el invierno. Las cuadrillas tenían que desplazarse  por cuenta propia. Los desplazamientos llegaban, dentro de Asturias, hasta el límite occidental; fuera de ella a León, Palencia, Burgos, Santander, La Rioja, Segovia, Valladolid, Soria, Zamora y el País Vasco.  Estos interminables recorridos  se hacían en un principio  íntegramente a pie, tanto  para ir como para volver y an la mayoría de los casos estas caminatas las realizaban descalzos. Los tejeros eran temporeros. Emigraban en el mes de marzo y volvían en septiembre. Así, durante la primavera y el verano se dedicaban a la profesión y el resto del año, al campo. 


Cuentra Aurelio del Llano Roza de Ampudia que los tejeros, cuando estaban batiendo el barro con los pies en el ñansu o trabajando en la gurriera, solían entonar coplas  alusivas al trabajo.   

         
(Xíriga)                                                     (Castellano)
De ñarama la grifola                            Por la mañana el frío
y de michigún uzquía                          y a mediodía el calor 
y de brota los plumosos                      y por la tarde los mosquitos
y de racha la golía.                              y por la noche el sueño.

(Xíriga)                                                     (Castellano)
Gachu man, ¿ez llastirás                      Mal amo, ¿no marcharás
al zosquín de la guxara,                        para el cementerio,
los manieres embricíaos                        desdentado 
y la morúa abrecada?                            y con la cabeza abierta?

(Xíriga)                                                      (Castellano)
La debrota para gacha                          La tarde está muy mala
y la junia engachecida;                          y la moza enfadada;
estígate man de manes                        jódete tirano
miaire también se estima.                     que yo también estoy jodido.

(Xíriga)                                                       (Castellano)
Párame una bringasúa                           Dame una pistola
y un veraniegu embriciáu,                       y un sombrero de copa
pa llastir balsiendo junias                       para andar conociendo mozas 
de talangu en talangu.                            de molino en molino.

(Xíriga)                                                       (Castellano)
Maniatina de miaire                                 Cariño mío
que asuabas la picoba,                           que cocinaste el puchero,
para l´ álbara llaeza                                 deja la fabada allá lejos 
     balsiendo la xirigonza.                                           y ven a hablar conmigo.                                                            
Lengua y vida de los artesanos asturianos ambulantes. Xuan Xosé Sánchez Vicente. -                                                             
Entre las aldeas que constituyen la parroquia de Ardisana (Concejo de Llanes), hallamos, en dirección a Meré una llamada significaticamente Malatería, que está, por camino, a unos dos kilómetros de la iglesia de dicha parroquia, y a otros tantos de la Meré. El hecho de que el lugar de que nos ocupamos no tenga otro nombre que el de Malatería, induce a pensar que en un principio haya sido exclusivamente poblado de leprosos. Sólo  un Prado de los Malatos y el excepcional nombre del lugar recuerdan hoy que allí hubo un hospital de leprosos.   La más antigua noticia que tenemos de la existencia de esta malatería se encuentra en el testamento otorgado en 7- IV -1274 por el Arcediano don Fernando Alfonso. También aparece  citada en el testamento de don Pedro Díaz Nava 9-VI-1289. Hospitales de Leprosos en Asturias.  José Tolivar Faes. 



La Cueva de la Mora
En las cercanías del castillo de Soberón, decíase que en las noches tranquilas, veíase  una agitación en el valle, que sorprendía: hombres que van y vienen ligeros como espectros, caballos y jinetes que cruzan la llanura sin mirarse  ni saludarse,  desapareciendo  de repente entre la maleza que crece en la falda del monte. Cuando la noche está oscura, la cueva la Mora despide un rojizo resplandor, escuchándose  al acercarse  a su borde  un confuso ruido de palabras humanas, a las que a veces se mezclan terribles juramentos, y otras, cantares de dulcísima armonía.  Los labriegos  dicen que en las entrañas del monte celebran nocturnas bacanales guerreros de la edad media, que reposan en el seno de orientales odaliscas. Durante mucho tiempo se creyó que en la cueva habitaba una mora encantada, por lo que aún se le llama la Cueva de la Mora. La mora parece ser que no era tal mora, sino una cristiana llamada Servanda, sobrina del duque Eudón, y mujer  de don Alonso  de Hermesenda, la cual se enamoró del moro Abdallá, y huyó con él a los montes. Allí los sorprendió el marido, pero Abdallá resultó ser el diablo y huyó con Servanda en un caballo. Don Alonso salió en otro corcel  persiguiéndolos, pero ellos corrían a una velocidad  extraordinaria, y no pudo darles alcance. Dando el diablo grandes carcajadas llegaron a la falda del monte Soberrón, y entonces don Alonso gritó a Servanda: "Entrad allí" señalándole un castillo que se elevaba  en lo alto del monte. Apenas traspuso el umbral de la puerta, se oyó un ruido  extraordinario  acompañado de imprecaciones y amenazas, desapareciendo  como por encanto el castillo, la dama y el caballero. Después se oyó una voz que dijo: " En castillo no" 




















































































































































































































































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