Olloniego

Textos.
-Dibujo de la Ilustración Gallega y Asturiana.
-Cuquiellu.
-Cantares.
Cantares del enrame de las fuentes.
-Cencerradas.
-Historias de la Guerra Civil.


Dibujo de la Ilustración Gallega y Asturiana.

Olloniego
Comprende además de Olloniego, cabeza parroquial, el lugar de La Mortera, la aldea de El Portazgo y una veintena de caserías, asentadas en su mayor parte  en las faldas  de la sierra de Tudela. Dista 9,7 km de Oviedo. En los siglos modernos el torreón pertenecía a una rama de los Bernaldo de Quirós, cuya historia  escribió  uno de sus miembros, Felipe Bernaldo de Quirós (Solar de la casa de Olloniego). Al lado del viejo torreón se construyó  en el siglo XVII un palacio barroco, con torre cuadrada y un cuerpo cuadrangular; junto con una capilla, y que se encuentra en estado de semi ruina.  


Cuquiellu

         El cuclillo  canta siempre igual,  claramente igual.  Ya en el Refranero se expresa: "El cuclillo,  sólo tiene un estribillo".
        Se le llama  de variadas maneras,  pero en todas ellas el nombre está basado en la forma onomatopéyica de su canto a la que se le coloca un sufijo.  Cabal afirma que "en Asturias  es el animal que guarda su prestigio  de los tiempos mitológicos de modo más completo y general".

       Los poetas de todos los tiempos de Asturias hacen resaltar sus dotes de adivinación, y todas las mozas de Asturias saben exactamente cuántos años de soltería les van a quedar,  por el canto de este pájaro. A veces también puede predecir la muerte, por lo que se le iguala con la lechuza. 

        En casi todas las coplas o fórmulas con que se le interpela,  hay un elemento que caracteriza su fisonomía: 

Rabiquín d´escoba, rabiquín de gochu, 
rau de perru, rabo de estello o d´estelo,
rabo d´anguila, rabo d´escabelo,
palo d´escoba, paliquín d´escoba,
barbes d´escoba, barbiques d´escoba,
güeyos de  formientu, etc.

             Es creencia popular  que el cuco es ave sabia, que lo sabe todo,  y que nunca se muere; que el que vuelve cada primavera al bosque  es el mismo todos los años. 
          También sabe todo el mundo  que el cuco no fabrica nidos,  sino que escoge el de otras aves para hacer su puesta. En Roces dicen que uno de los nidos que escoge es el del "vircharchar" o herrerillo.  Alfonso Camín en su libro  Entre manzanos nos lo cuenta así:

         "Allí dejó  el cuco el huevo mezclado con el del vircharchar, aprovechando  la ausencia del pájaro dueño y partió volando a la lejanía. ¡Ya sabe el cuco donde pone el huevo!. Si lo abandonase  en el nido de otros pájaros más avisados,  como el "ñervatu" celoso de sus crías, a buen seguro  que lo echaría fuera, no admitiendo en su casa  un cuerpo extraño, y menos un futuro huésped sin ningún parentesco con la familia.  Pero el vircharchar es un pájaro manso, pacienzudo,  cuyo varón parece haber nacido para rodrigón,  y la hembra para nodriza  o ama de llaves. No solamente se dedica a cubrir el huevo del cuco y a darle calor, sino que abandona  a los suyos. No nacen sus hijos, y nace el cuco,  arrellanándose sobre los huevos, ya podridos, del vircharchar. 

         En los primeros días crece el cuco desmesuradamente. Está siempre con el pico abierto;  su garganta es grande y amarilla; sus alones sin plumas  son muy cortos; su trasero  es mayor que el de un pollo  de alguna semana; su hambre es terrible. Se pasa el día con la boca abierta y los ojos ciegos. Los padrastros sudan la gota gorda acarreando comida para aquel  monstruo  que pide másy más, no cabe en el nido  y lo destartala. Gran trabajo el de los vircharchares.  Y gran amor que no agradece el cuco  que dejó el huevo, ni ha de agradecerlos el hijo.  

       En unos cuantos días ya está criado, abre los ojos, echa la pluma, pierde aquella pesadez de niño de cuna, abre las alas, y también se va. Los padrastros  desconsolados  se quejan al pie del nido, y ese año no forman más hogar ni familia. No siempre le dan tiempo al cuco a volar. Unas veces lo agarramos nosotros, y otras el gato. 

Folklore de Asturias. María Josefa Canellada. 
Cantares 
Ya ta espigando el maíz.
Ya tien barba la panoya
Ya vienen  les esfoyaes
Pa comer leche y boroña
Que bien parez el maíz
Esfoyao y enriestrao
Co los graninos al aire
Ena panera colgao.
Cantares
Donde vas a dar agua, mozu a los bueyes,
que desde mio  cama siento, los cascabeles,
si sientes los casabeles de mio parexa,
levántate de la cama, ponte a la rexa,
yo a la rexa non me pongo,  ni a la ventana,
que quiero dormir el sueño, de la mañana.
Cantares de enrame de las fuentes
Vamos a enramar la fuente, la fuente de caño nuevo,
con un ramo de nogal y una caña de romero.
Vamos a enramar la fuente con una torta caliente,
con un xarrín de cuayada y una aguyá bien tostada.
Que los anabios del Cuera ben haya quien los cortó.
Cortólos ......... na cruz de la calleyina.
A ti juente te enramamos que solu tú lo mereces,
porque el agua que tú manas  muchos cuerpos fortalece.
Vamos a enramar la fuete, la fuente de Rugarcía,
co los anabios el Cuera y capazas de l´ería.
Antonio Cea Gutiérrez.  Asina jabla Llanes. 
Cencerradas
Se hacen cuando  uno de los casados, por lo menos, es viudo.
En Salas duraban 9 días y se caracterizaban por su grosería.  Comenzaban por lo general, un sábado. Mientras duraban,  todos los atardeceres  se congregaban  en las cercanías de la casa donde vivían  los recién casados, todos los varones de buen humor del lugar y aldeas próximas.  El ruido  que se armaba era ensordecedor. Se golpeaban  latas con piedras; se tocaban cuernos, etc.  De vez en cuando uno de los asistentes gritaba: -¡Ahí va!

Y soltaban un pareado o una copla, casi siempre algo insultante. Por ejemplo:
-Antes de esti casamientu  debíes fer testamentu.
Amigo del alma mía, ya puedes comer chuletes,
que la dote de (Fulana)  foi de cuatro mil pesetes.
............................
-Llorad,  mozas de Las Tablas,  llorad, mocinas de Arborio,
que ya murió  Juan del Guño,  aquel segundo Tenorio.
-Ella aporta al matrimonio  dos gallinas y un gato,
el cacho de amagostar  y también un garabato.
.............................
Ella a casa de él irá, y sin miedo  a las hijastras,
que el mejor día alborotan  y la arrastran por las patas.
...............................
El tíu Ugenio  de Mora seguro que tá de muerte,
que lu persigue una pega, y hasta na cama se-y mete.
.................................
Fijaivos si Maruxina ye una muyer atuñada,
que casóse  col criyau  pa non paga-y la soldada.
................................
Si quieres saber, Carmina, de qué mal morrió  la otra,
non morrió  por falta palos,  morrió por falta de torta.
..................
Adiós, Xuaco de Miguélez, qué pronto  perdisti ´l lluto,
que hasta les puertes de casa tóvia güelen a difuntos.
Folklore de Asturias. María Josefa Canellada.-
                  Historias de la guerra civil 
Lo de mi hermano Cosme fue muy duro para mi madre, una prima mía el pueblo muy facciosa ella, recibió una carta de una enfermera de un hospital de La Felguera, en ñas señas, solamente ponía Matarranz La Franca.  Dentro decía: No sé si llegará  sus manos esta carta, pero de quién he oído esta dirección, es de un herido  que se encuentra en este hospital, en su deliro, sólo pronuncia este hombre  y La Franca. Es joven y está muy grave. Le comunico  esto por si es algún familiar suyo. 
                 Todos, pensamos que era  mi hermano Cosme.  Yo entonces estaba emboscado  no podía salir, por si caía  en manos de los fascistas, ya sabía lo que me esperaba, la muerta como  la de varios  de mis camaradas, unos jubilados,  otros  a garrota vil y otros desaparecidos.  

               Mi madre ¡la gran  madre! para aquella viejina heroica, no existía barreras ni peligros, tratándose  de sus hijos.  Saltó andando una mañana fría de invierno, sin comida ni dinero,  por un camino que hacía poco tiempo había sido frente de combate. De allí hasta la Felguera hay más de cien kilómetros, mi madre no miró la distancia, no los inconvenientes del camino. ¿Que corazón llevaría mi querida madre?  

                Siento mucho no haber tenido un magnetófono para grabar lo que pasó en el doloroso  viaje hasta llegar al lado de su hijo, se lo oí contar muchas veces, con esa duda que la acompañó  en el viaje,  de si sería su hijo o no, aunque a ella,  como dijo muchas veces el corazón le decía que sí. 

                   Siempre y en todas partes hay gente con buenos sentimientos. Unas mujeres cuando la vieron caminar en aquellas condiciones, le preguntaron que a donde iba, y cuando dijo el destino, la llevaron a su casa y le dieron de cenar, fue lo poco que comió durante el viaje. Cuando llegó a la Felguera, la angustia se le hacía más intensa, mi madre iba dudando: ¿Será él? ¿No será él?¿Estará? ¿No estará?............

                Cuando llegó al hospital preguntó por la enfermera que había escrito la carta, no estaba, entonces dijo  que venía a ver a un hijo que le habían comunicado  que se encontraba en aquel hospital, le preguntaron  si era prisionero o nacional, aquella viejina contestó: 

           -Prisionero- Le indicaron la sala de los prisioneros heridos.  ¿Cómo latiría el corazón de aquella pobre mártir cuando entró  en aquella sala?, miró todas las camas, pero no le localizó, las fuerzs la abandonaban, pero el ansia  de encontrar a su hijo  la mantenía en pie,  convencida  de que allí no estaba su hijo, salía mi madre desconsolada, y  en la puerta se volvió por última vez: con dolor y lástima siguió  mirándolos, y de repente se fijó en uno como un esqueleto  que intentaba tirarse de la cama y  que la miraba  con ojos desorbitados, se le paralizó el corazón a mi heroica madre.  

              Era su hijo Cosme, corrió como loca a su lado  y se abrazó a él, al menos le pudo decir, ¡hijo de mi alma! Y lo abrazó en silencio, a mi pobre viejina lo ahogaba la emoción  y las lágrimas, mi hermano  Cosme  no podía hablar, estaba deshecho, ya no era el niño  de diecisiete años, fuerte y sano,  era una piltrafa humana,  tenía  las piernas destrozadas por una bomba y  además el tifus. ¿Qué pensaría mi pobre madre? Cosme comido por la fiebre,  estaba a punto de dar su último tributo a la causa, en brazos de su madre. 

                No supo cuánto tiempo estuvo abrazada a su hijo  se dio cuenta cuando los guardias la sacaron a la calle. No la dejaron entrar más y volvió  a recorrer nuevamente el camino  para regresar a casa, pensando si cuando llegara a casa se encontraría con la noticia de que su hija había sido fusilada.  ¿Qué corazón tan angustiado y lleno de pena  traería mi madre?

La memoria del Grajero. -
Historias de la guerra civil
              Estamos en Rodiezmo  y la peña  que domina  todo esto es "Peña Laza", yo no tenía los 16 años pero lo recuerdo todo.........éramos unos chavales  y nos tocó enterrar. Lo peor vino cuando  quedaron los republicanos  reducidos a la peña, en ese momento, fue cuando empezaron los fusilamientos de los que se entregaban, estaban cercados, pues ya habían tomado  los nacionales el Puerto Pajares.
        ¡Mira.....! esta es la pradería de Rodiezmo, donde el PSOE y la UGT hacen todos los años la fiesta minera, esto  todo está sembrado de cadáveres, no de combates, sino de fusilados. Aquí en la entrada  a la pradería  estaba el molino de Rodiezmo, en él, encerraron a un grupo de chavales que se entregaron, no traían armas, bajaron de ahí..... de las faldas de la peña. Los encerraron  los falangistas en el molino  y luego los fusilaron, me tocó ir a enterrarlos eran niños como yo. 
         Cada día que pasaba, más se entregaban y más que fusilaban. Se hicieron varios enterramientos, me acuerdo  de todos. Un lugar se llama "el Ejido" en Conforco hicimos varias fosas, en una metimos 32 muertos, en las Vallinas, hay incluso de Casares  y no se me olvida! teníamos miedo  los muertos son los muertos. 
        Una vez, había enterrados  doce poco profundo, y sacaban  restos de animales o los lobos, así  que tuvimos que volver a enterrarlos, fui con Prudencio y Lucinio que eran guajes como yo.
          Por bajo Busdongo donde hay un puente del tren,  que se llama el "Puente Baños", fusilaron con ametralladoras de esas de "sentao" a un grupo de gente grande, ahí había alguna trinchera.....eso fue cuando tomaron todo. 
             Lo que más me impresionó, fue  lo de los guajes fusilados.... a muchos los tenían encerrados en la Iglesia de Ventosilla. Como recuerdo a aquellos chavales que cuando los llevaban a fusilar  iban llorando, lo recuerdo porque  sentía miedo y porque mis hermanos eran republicanos y viendo como se las gastaban....... 
          Más tarde, me madaron a Pola de Lena, después me encarcelaron y yo no había hecho nada más que enterrar lo que ellos mataban. 


La memoria del Grajero.-
Historias de la guerra civil

               Cuentan los más viejos del lugar que una pastora  se cayó hace muchos años en una profunda sima de Lario, remota población de la montaña oriental leones, cuando se encontraba on su ganado  por unos puertos inaccesibles. Poco más se supo de ella, sólo que , tiempo después, su anillo brotó del manantial de "La Canalina", una fuente situada a varios kilómetros de la gruta. 
          Aquella abismal e insondable grieta, fue bautizada como Pozo Grajero, infausto nombre para las simas rocosas habitadas por los grajos, pájaros tan negros  como la muerte.  Y como si de una maldición bíblica se tratara, este lugar de la tranquila montaña se convertiría años después  y para siempre, en un símbolo de tragedia  y dolor,  lo que padecieron  todos aquellos hombres y mujeres represaliados  durante la Guerra Civil y la posterior  dictadura franquista;  ellos y sus familias. 
            Fueron muchos los desaparecidos durante estos años en la montaña oriental leonesa, muchas madres que buscaron hasta el agotamiento  a sus hijos apresados, muchas viudas  que nunca fueron reconocidas  como tal y que,  sin ningún apoyo, tuvieron que sacar  adelante a la familia,  muchos hijos que no volvieron a ver a sus padres, muchas historias que contar.  
              Pero el silencio  no ha aliviado  las memorias, y cada vez son menos  los testigos directos  de un drama del que no se podrá pasar página hasta que se haya leído.  La recopilación   de reveladores testimonios de los que sobrevivieron ha permitido construir, en unos casos, la historia de personas borradas de la Historia, y en otros  localizar  sus restos mortales  muchos años después. 
            Es el caso del grupo de Ponga, uno de los episodios más amargos que recuerda la montaña, y cuyo  final desemboca en el Pozo Grajero.  Aquello ocurre el  13 de Noviembre de 1937. Es día de feria en San Juan de Beleño, concejo asturiano en el que viven todos los hombres, que horas más tarde protagonizarán  una agónica muerte al borde de la macabra  gruta elegida  por los "nacionales", para asesinar a los ejecutados.
             No se conocen entre ellos, pero siguen un mismo destino. Primero son víctimas de una vil captura. Después son llevados hasta el cuartel de San Juan, donde los desnudan  y les atan con finos alambres. A continuación, les arrinconan y les someten a brutales palizas. Cuando  ya están sin aliento, les fuerzan  a seguir a pie,  por un abrupto camino desde la vertiente  asturiana de los Montes de Peloño, hasta la localidad leonesa  de Lario,  donde les esperan varios hombres armados con fusiles.  Allí les ejecutan. Y les lanzan fríamente a las profundidades del pozo. 

            Al menos mueren diez hombres en aquella  "cacería".  Todos menos uno, Jacinto Cueto, que milagrosamente salva la vida y logra salir de la gruta días después. 

La memoria del Grajero. 
Historias de la guerra civil
               Llegó enfermo amarillo  y con cortadas en las muñecas. Un día nos contó que a él  y a otros de Ponga les tiraron al pozo. Antes de dispararles los falangistas preguntaron  quién quería decir algo, y Jacinto dijo, "yo: quiero que me maten el primero, no quiero ver morir a mis compañeros". Nos dijo que iban amarrados  de dos en dos y que cuando cayó al pozo se dio cuenta de que no le habían matado.  
               Preparó una escalera con la ropa de los muertos y consiguió llegar hasta un descanso, allí pidió auxilio, lo sintieron, pero denunciaron a los falangistas que salían del pozo unas voces. Fueron para allá y se asomaron, cuando Jacinto  miró para arriba  y vio las gorras se dijo: "estos no vienen a salvarme a mi". Más tarde logró salir,  no podía andar  y los que le ayudaron a salir, lo llevaron en un burro hasta Arcenorio, él  era de por allí; le dieron de comer algo más de la cuenta y se puso muy malo.  Lo llevaron para casa por mediación de un conocido. Como tenía mucha amistad  con los Argüelles de Infiesto  llamaron al médico y lo mejoraron. Le dijeron que se tenía que entregar. Se lo llevaron al campo de concentración de Avilés....... Nos contó que había mucha gente tirada en el pozo. 

La memoria del Grajero. 

Historias de la Guerra Civil 
               Una noche  se fueron yendo los compañeros, unos 20  o 30  y yo le dije:"que se fueron todos, vamos a marcharnos nosotros también", y Roberto me dijo: "no, porque como venga el sargento nos va a pegar un tiro  por rebeldía".  
            Nos fuimos por el senderín  a buscar a los otros,  íbamos con mucho cuidado  porque estaban las ametralladoras. 
               Nos fuimos a acostar en unos peñascos y sentimos unas voces del bando nuestro, de la zona roja,  eché mano a uno y le dije que viene el sargento y le entró  un calambre  en la mano y ¿Qué era?  ¡era un muerto!. Los iban amontonando, hacíamos la fosa y los enterrábamos. Cavábamos  un hoyo profundo y a coger  uno por las piernas y otros por los brazos.  
               Con las manos llenas de sangre nos daban un chusco para dos, y una lata de sardinas y eso es lo que nos daban de comer.
             Me acuerdo de una mujer de Sobrefoz que estaba embarazada de ocho meses,  la acusaron de haberse chivado  de unos de derechas,  que estaban escondidos  en Sobrefoz en una casa cuando era zona roja. 
             La cogieron tres o cuatro días después de que entraron los nacionales, y la llevaron como si fuera a declarar. La condujeron  camino del cementerio de San Juan de Beleño. Los vecinos la oyeron dar gritos..... .la mataron allí mismo. 
           Resulta que la mujer cayó muerta y ellos no querían llevarla a cuestas al cementerio.  Fueron a una tenada a buscar un hombre que le llamaban "el Cazurro", le obligaron a ir al cementerio, cavar la fosa y después le mataron a él también. 
Los metieron a los dos en la fosa, él encima de ella.  El Cazurro era un jornalero de Castilla que pasó aquí la guerra, no tenía el pobre nada, lo que le daban unos y otros. 
La memoria del Grajero.-

Historias de la guerra civil
          Fuimos al prao. Mis hermanos estaban segando y los fueron a detener. Ocurrió  nada más estallar la guerra, en Agosto de 1936. Huimos al monte, pasamos a Asturias, allí estuvimos  de un lado para otro, hasta que cayó el norte. 
            Nos embarcaron entonces en el Puerto de Avilés y desembarcamos en Francia.  Después nos repatriaron en un tren hasta  la frontera  de Piugcerdá (Gerona). Allí nos metieron en un balneario, estuvimos no sé cuántos días muertos de hambre hasta que nos llevaron a Casteltersol, un pueblo de Barcelona.
           Pasamos mucha miseria, robábamos patatas, berzas, lo que podíamos  y las comíamos sin lavar. Cuando entraron en Barcelona, salimos otra vez para Francia, estuvimos cierto tiempo y luego  nos repatriaron otra vez para España. Entonces Berta calla, coge aire y espeta: "Nada más que hambre y calamidades" La memoria del Grajero.-


Historias de la Guerra Civil
                 Yo estuve en la guerrilla. Pero por que solo tenía dos alternativas, una la guerrilla y la otra la muerte, primero  me encarcelaron por nada y ya vi yo, como se las gastaban, luego salí  y seguían  sobre mí. 
Nuestra casa se convirtió  en un punto de enlace. Como es normal entre personas  que se relacionan, empecé a tener con un guerrillero una relación sentimental. Quedé embarazada y al principio traté de ocultarlo, pero en los pueblos se sabe todo y luego  lo cascan.
                Al crecerme la barriga. ¿Yo que iba decir?..... Que era obra del Espíritu Santo.... ¡Total, que me cogieron  un día y me bajaron  al cuartel de Boñar. Fue un interrogatorio  duro, ¡qué palos!. Ellos sabían incluso el nombre del padre, y eso que tenía nombre clandestino, yo lo negaba. Un Cabo que se llamaba Agustín ordenó: "darle una patada en la barriga y echarle el "comandantín"fuera", uno de los apodos del padre era "el Comandante". Me dieron una patada en la barriga  terrible,  estuve malísima, creí morirme  de dolor.... pero no perdí el hijo, que se llama Gregorio.
               En esta zona quien más destacó en la lucha fue, Lisardo García García aquí en Redipuertas lo buscaron más de una vez los guardias y el Ejército. Sacaban incluso la hierba de los pajares, nunca lo encontraban. Lisardo tenía  una astucia natural, y unos nervios  tan templados  que jugaba a los bolos con los fascistoides  en las fiestas de los pueblos vestido de señorito. 
              Lisardo tenía educación y modales para hacerse pasar por cualquier cosa. Alguna vez, con los años,  el típico listo que hay en todos los pueblos, haciéndose  el gracioso en una conversación, se me acercó y me dijo -yo conocí mucho a Lisardo. Y le dije, si hubiese sido así, te hubiera faltado tiempo para ir corriendo a denunciarlo.  
             Ellos eran unos bestias, no tenían ningún tipo de sentimiento, ni para los niños ni para nadie, ¡cuántas mujeres embarazadas mataron! Y cuantos niños dejaron huérfanos esos criminales.
             Aquí en Redipuertas, en una trinchera de las que fueron utilizadas  en el frente de Vegarada, quemaron vivos a dos vecinos de Redipuertas, uno de ellos era Angel Fernández, el cual había sido gestor del Ayuntamiento de Valdelugeros, y dejó ocho  hijos pequeños huérfanos. 
           Cuando los llevaban detenidos, el mayor de los hermanos, vio  que no los bajaban  para Boñar y que cogieron  con su padre y el otro, camino de Vegarada. Empezó  el niño a sospechar y les siguió,  y en las curvas esas cerradas  camino de puerto, le gritaban al niño esos matones. 
-Vuélvete monín, que no pasa nada -
          Luego  lo amenazaron, el niño se quedó un poco rezagado pero atento,  el otro hermano pequeño, le seguía un poco más atrás, ¿qué pensaban los matones?, ¿engañar a los críos? ....... Después, los dos hermanos mayores, uno de 14 y otro de 12 años, fueron a buscar a su padre, ya sabían ellos más o menos  donde los habían matado.
             Lo encontraron  medio "quemao" y lo bajaron a rastras, como pudieron. ¿Cuánto no habrán llorao esos niños? Con el padre a rastras  para bajarlo al pueblo. ¿Cuánto no habrán tirao los niños del padre muerto? Se dice pronto..............
La memoria del Grajero.-

Historias de la Guerra Civil
          Hacía tiempo  que Onofre  García Uribelarrea, el Onofre, era tuerto,  desde el día que había intentado atracar el establecimiento de Venancio Rodero en la Hueria de Carrocera. En esa ocasión, Joaquín Vallina Valdés, vecino del comerciante, le hizo frente desde su casa con una escopeta  y una bomba  de mano que pusiera  en fuga a Onofre y sus acompañantes; merced a los disparos o la metralla  de la granada, el guerrillero perdió un ojo.  Juró Onofre  vengarse de semejante atrevimiento; tanto Joaquín  como su familia lo sabían y sabían que tendrían que estar atentos siempre en sus movimientos. Para su ejemplo, Onofre,  acompañado de otro huido,  se presenta un día  a Manuel Vallina (hermano de Joaquín), que era  viudo, y le corta de cuajo una oreja en presencia de su hija  de trece años, a la que corta el pelo. Concluye  todo esto con una frase que fue una premonición:
           -Tenemos que matar a todos los Vallina. La voz popular rumoreó que a Manuel  le hizo aquello porque éste había dicho, en una ocasión, que daría una oreja por la vida de Onofre; claro que esto puede que se un bulo  de los muchos que se levantaban.

       El 3 de julio de 1947, Joaquín Vallina Valdés, vigilante de mina,  de cincuenta años,  se encuentra sobre las veinte horas con su hijo Herminio, de 22 años, que está segando  un prado conocido como "Canto de las piedras", de la parroquia  de San Andrés. Cerca apacienta unas vacas Natalidad, hija de Joaquín. Ya llevan padre e hijo  medio prado segado cuando, de pronto,  de entre la maleza, asoman Aladino y Onofre ordenando  poner las manos en alto, disparando a continuación  dos tiros a Joaquín que dieron con éste en tierra y uno en la cabeza a su hijo  Herminio que le vació un ojo, produciéndole la muerte inmediata.  Cogen después la guadaña de Joaquín y,  de un solo tajo  y cuando todavía estaba con vida lo decapitaron. La hija, presa de un ataque de nervios, rompe a dar gritos. Reaccionan los guerrilleros a tiros, y la muchacha tiene que huir arrastrándose  por el suelo. Rogelia Díaz Iglesias,  la madre, que estaba arreglando un huerto de patatas, al oír los disparos, sale para donde están su esposo e hijo. Ve los cuerpos sin vida  de ambos,  así como a los dos asesinos. Éstos, a los insultos de la mujer, respondieron con más disparos, que, si bien no la alcanzaron a ella, sí lo hicieron a una novilla,  matándola.  Rogelia logra huir y denuncia el caso a la Guardia Civil de Sotrondio.  
        La cabeza de Joaquín Vallina apareció a 140 metros de donde estaba el cuerpo, al parecer la llevaron en la mano y la tiraron  cerca de una casa diciendo:
          -Ahí va la cabeza de Joaquín.
       La familia testificó que era de dominio público que Onofre los tenía sentenciados, aunque también hablaron de un tal Fombona con quien, por motivos de trabajo en la mina, el vigilante había tenido enfrentamientos.
          El día 7 del mes siguiente vuelven a cumplir su amenaza.  Dando muerte al miembro  de la contrapartida Alfredo Iglesias Suárez. Hacía cuatro meses que habían matado a su hermana y a su sobrina en Santa Bárbara. El gobernador militar le había dado a Alfredo carta blanca; no obstante, hubo gente  que le aconsejó  que lo mejor que hacía  era marcharse; si no, iba a acabar como sus familiares. No siguió aquellos sabios consejos y aquel día 7 estuvo viendo una partida de bolos en Perabeles. Cuando salió, ya noche, llevaba  a un cabo y un soldado marroquí de escolta, y le acompañaba también Secundino González Llaneza que tenía tan sólo 16 años. Detrás de unos troncos de madera estaban esperándole  varios guerrilleros  y éstos sorprendieron al grupo con una lluvia de disparos. Perecieron instantáneamente  el niño y el cabo de Regulares, y resultó herido  en la espalda Alfredo. Un joven sobrino de éste, al oír los disparos, salió  a ver qué sucedía  y observó a su tío que andaba en dirección a la casa lentamente. Se acercó a él. Alfredo apoyó una mano en el hombro del muchacho y siguió andando  con lentitud sin pronunciar una sola palabra.  Llegó a la casa y se tiró en la cama. Pronto  llegan varias vecinas.  Sigue el herido  sin hablar. La sangre empezaba a inundarle  la garganta, y a punto ya de morir, levantó la mano y dijo:
       -Arriba España!
        Fueron sus últimas palabras.  
La brigadilla.  José R. Gómez-Fouz. 










































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