Reserva Natural Integral de Muniellos
La reserva natural integral de Muniellos (en asturiano, Munieḷḷos [muˈnje.ʈʂos]) es un reserva natural localizada en el suroccidente del Principado de Asturias (España), entre los concejos de Cangas del Narcea e Ibias dentro del parque natural de las Fuentes del Narcea y del Ibias, y ocupa un espacio total de 59,7 km², comprende tres montes: el monte de Muniellos, La Viliella y el monte de Valdebois. La altitud va de los 680 m en las zonas más bajas hasta los 1640 m del pico de la Candanosa. El monte de Muniellos constituye el corazón de la reserva y comprende la cabecera del corto río Muniellos, un afluente del Narcea.
La reserva protege el mayor robledal de España y uno de los mejores conservados de Europa.
Muniellos fue declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera en el año 2000 y Reserva Natural Integral por ley 9/2002 incluido en el ámbito del mencionado parque natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, creado ese mismo año.
¡Quién lo creerá, al conocer la estepa castellana! El estrago ha llegado a todas partes, y en Asturias se señala por muchas hectáreas de terreno que muestran al sol calvas de aquellas que más revelan muerte que vejez.
D. Alejandro Pidal decía, como ministro de Fomento, en el Senado hace catorce años: “¿Como es posible mejorar de improviso el estado de nuestros montes en un país donde no se enseña al hombre desde muchacho a respetar el árbol?”
El labrador que odia el árbol por creerlo amparador de sus alados enemigos; el pastor que deja que el rebaño mate todos los retoños, olvidando que cada retoño muerto significa unos cuantos metros de pasto esterilizado; el buscador de nidos y el cazador inculto que sin piedad desgajan las ramas y hieren los troncos; el que para hacer un zueco da en tierra con el árbol; el que para recoger flores de tila derriba el tilo; el que para aprovechar la corteza curtiente del roble lo despoja de toda la piel; el cacique voraz que destruye en su provecho un monte con más rapidez y mayor estrago que el incendio; el leñador furtivo que entre la alternativa de robar bolsas en el camino o hurtar leña en el monte, prefiere esto, aun a costa de tomar billete de ida y vuelta para la cárcel; el pueblo que a favor de estos leñadores suele amotinarse defendiendo el derecho de todos al disfrute individual de la propiedad colectiva; todos estos frecuentísimos casos de salvajismo, de codicia o de miseria sirven otras tantas disculpas a los gobiernos, que olvidan que ninguno de ellos se daría si el Estado se cuidara de no sembrar el mal ejemplo y de enseñar a todos ese respeto a los árboles, que el es el primero en olvidar e infringir.
Mucho se habla en Asturias de los robledales de Muniellos (Cangas de Tineo), que ocupan una extensión de 12.000 hectáreas. Se pensaba construir para explotarlos un tranvía de vapor entre Muniellos y San Esteban de Pravia. Dentro de pocos años habrá eso también desaparecido, porque nadie se cuidará de repoblar el terreno a que se acude para matar la gallina de los huevos de oro.
¿Cómo extrañar esto, sobre todo a partir de 1882, cuando el Sr. Camacho deslumbró a los incautos por aquella balumba de millones, que según él, habíamos de sacar de los montes públicos con la sana intención de entregarlos a las administraciones modelos de Guerra y Marina?
Asturias. Información sobre su presente estado moral y material. Salvador Canals. Madrid. Año 1900.-
I
Yo soy de la triste
familia de aquellos
que tienen el alma
cargada de ensueños.
Yo voy por la vida
llorando en silencio
el amor lejano
del nativo suelo.
La melancolía
que hay en mis adentros,
viene de las cosas
que dejé muy lejos.
Yo nací poeta,
pero no hice versos
mientras no he llorado
lejos de mi pueblo.
¡Hermosa y alegre
ribera del Eo!
No te ven mis ojos
hace mucho tiempo:
pero a mis amores
trájote el recuerdo,
y en lo más profundo
del alma te llevo.
prendida en el hilo
de mis pensamientos,
grabada en el fondo
de todos mis sueños.
No te ven mis ojos,
pero yo te siento
cruzar por mi alma
con todo lo bello;
montes, valles, ríos,
jardines y huertos.
¡Y lloro pensando
que te hallas tan lejos!
Y en mis soledades,
de nostalgia enfermo,
oigo los susurros
de tus arroyuelos,
en donde, cantando,
las mozas del pueblo,
lavan sus jubones
y sus zagalejos.
Oigo de tus gaitas
el son plañidero
a cuyos acordes
melosos y tiernos,
en las romerías,
bajo los luceros,
temblando de gozo
vibraban mis nervios.
Oigo tus carretas
que gimen al peso
de los duros troncos
de los robles viejos.
Y de calandrias,
y de tus jilgueros,
y de tus pardillos
oigo los conciertos.
Y con pena lloro,
y con ansia sueño
todas las dulzuras
que dejé muy lejos.
¡Hermosa y alegre
ribera del Eo!
No te ven mis ojos,
pero yo te siento
vibrar en el ritmo
de todos mis versos.
II
Nunca se me cierra
la herida que tengo;
¡tan honda, tan honda,
tan honda la llevo!
Era en el otoño;
mes, el de los muertos;
hora, la del alba;
el lugar, mi pueblo.
Sobre los pinares,
en aquel momento,
reía una clara
pupila del cielo.
El clarín de un gallo
se sintió á lo lejos,
y el rodar de un coche
y el ladrar de un perro.
Y una voz muy dulce
suspiró, muy quedo:
-“Escríbenos mucho…”
Y calló, gimiendo.
Y yo vi unos ojos
de lágrimas llenos….
¡Y los ví tan tristes
que lloré con ellos!
Y sentí el abrazo
de unos brazos trémulos…
(¡Pobrecitas madres,
qué daño os hacemos!
Profundos gemidos
llenaron el viento;
lágrimas de amores
regaron el suelo.
El adiós fue corto,
largos los lamentos,
¡Ay, los que nos vamos
¿qué suerte hallaremos?
Dentro de aquel coche
me alejé del pueblo
y sentí la herida
que en el alma llevo.
Sobre los pinares,
en aquel momento
reía una clara
pupila del cielo.
III
Cantaré la pena
que llorar no puedo,
la diré en sollozos
al amor del viento.
….
Y trenes y buques,
en largos trayectos,
por tierras y mares
llevaron mi cuerpo.
Y en país remoto,
y en extraño puerto,
de todas las penas
dejáronme lleno.
…
Entre muchas almas
vime en un paseo;
música, alegría,
juventud, ensueño….
Los novios charlaban
de amores risueños;
venían fragantes
de rosas los vientos.
Sólo yo iba triste
por el parque ledo;
y era más mi pena
viendo el gozo ajeno!
Y cerré los ojos…..
y miré hacia dentro…..
¡ay, me vi tan solo,
que temblé de miedo!
…
Oprimida el alma
contemplé el sendero..
y lo vi sin nadie…
blanco, triste, luengo…
Me acosaba el hambre
y era el pan pequeño!
Y seguí la ruta
mirando a los cielos!
Y junté pesares
y escribí con ellos
la triste elegía
del pobre bohemio.
Encendió la noche
sus claros luceros,
y de humilde césped
fabriqué mi lecho.
Hasta mi retiro
se llegó el Ensueño,
me besó en la frente
y marchóse luego.
Y cuando en el alba
las rosas se abrieron,
¡seguí por la senda
mirando a los cielos!
Campoamor de Lafuente
Buenos Aires, 1916. El Oriente de Asturias. Llanes, 27 de Mayo de 1916. Nº 1.617.-
De Xixón el cuerpu tienes,
de Villaviciosa l´alma,
del corazón de la xente,
la fuerza de la tonada.
Y cuando cayes d´enriba,
en remexón afrellada,
retinties en el cristal
talmente q´una campana,
y el trasgu que lleves dientro
gorgolla na espluma blanca
faciendo mil regolvinos
al colar pe la garganta.
Lorenzo Novo Mier.
...
En la tarreña, inclinada
por mor del buen espumeo,
burbujeaba la sidra;
un culín, un par de dedos.
Celso Amieva.
..
¡Sidra!… remediu devinu
qu´al mortal la vida allarga,
y troc´al primer sorbiatu
la señallda ´n dolce calma.
Yo non sé por qué los méricos
viend´un probete na cama
que s´encueye o s´enduviella
co la máquina alteriada,
como´n sin perder menutu
no-i cuelen pe la garganta,
encloyando-i un embudu,
de sidra una bona xarra.
Non hay fiebre, llatidura,
cipela, niervu, nin llácara
que non fuxa, si arreciende
el zumu de la mazana.
Teodoro Cuesta.
.....
Pos bebiendu sidra, namás escanciar,
Ya empieza algún mozu a char a cantar.
Valentín Ochoa “Antón el Chiova”.
......
Mas la sidra que ye sidra
manteguera, la qu´espalmia,
la que tien un palo güeno,
qu´escentella i fiende-i l´alma,
la qu´ esfecha en panizales
en el vaso da la cara,
esa sidra dexa bizcos
a los vinos de Champaña.
Marcos del Torniello.Boletín del Real Instituto de Estudos Asturiarnos. Nº 153. Año 1999.-
Hoy cambié de domiciliu, amigu Pepe. Convidárenme á parllar dende ´l púlpitu de El Oriente, y como yo en esto de dar la lluenga malamente ero una especialidá, teniendo corru y algo con que moya ´l gargüelu, non aguardé a la segunda; puensi ´l pucheru míu á cocer na cocina ´l Pueblu, y dimpués de sopla ´l juéu y dexalu jirviendo como Dios manda y mi da á entender, viénime al Oriente, non á preparar platos juertes, que si yos gustan, cocineros tendrán á bondu pa esi menester. Vengo a dabos un entremés suavín, y si la mio cabeza diera de sí algo tan del gustu de los letores como e l´intención, así Dios me salve si non habiés de chupabos los didos de gustu.
Gachipín de Mañanga desimule po lo entremetíu, anque e cosa que la da ´l oficiu, non está demás tené la fineza de pedíi perdón por metese en so campu, sobre tou siendo él un revisteru que dá el ole y jaz las cosas con tanta agudeza y saleru, y cunta que non adulo, que bien notoriu e que esi lujo non se gasta ´n mió casa. Porque sabía que tien bastante que jacer co las romerías de Llanes y non puede acordase de nosotros nin de Santa Ana, la de Naves, jágolo yo de güena gana, entamando por dicir que anque presumo de hombre de pró y rapaz formal, canté y bailé y rejinché jasta enronquecer, co lo que dí fe de ciertu á un refrán que deprendí en monte l´otru día: “el que con llobos anda, á agullar apriende”, el cual refrán non lu discurrió Sancho Panza, que diólu el meollu de los homes de nuestra tierra, que, cuando llegan á vieyos güélvense más socarrones y más deficiles que toos los Panzas que hebo n´ esti mundiu.
Anque non ti diga quiénes son los llobos de la mió camada, direti lo que hicieron, al pie de la letra, de como habíanlo prometíu, y eso que non repartieron programas.
La víspera estevo un pocu desanimau el negociu por mor de Santiago que nos llevó la xente á Posada. Sin embargo, pe la noche componióse algo na Flor de Naves, co la concurrencia de Rumaldo, Xico Gandaya, Xuan Matasiete y yo. Cantamos y ballamos, y anque estábamos solos, como dicía ´l gallegu, non echamos de menos l´orquesta, que de pistón era la que formaba Xuan, repicando los vasos, Rumaldo, dándoi al balde, que jacía de tambor, y Xico, tocando la guitarra ´n palu l´ escoba, que non paecía sino que los mesmos demonios habían veníu del otru mundiu á char una cana ´l aire. Eso, sin cuntar la mió garganta que, mal añu pal diablu, si na vida hizo gorgoritos nin repicó la voz tan pe lo finu nin tan á pelu, como se pué ver.
Juime á cortexar á Faro
en casa de La Temprana.
Por munchu que madrugué
amaneciómi na cama.
¡La Soberana!
En tou ´l conceyu de Llanes
no hay fiesta como Santa Ana,
nin cara más pelegrina
que la que tiene mi dama.
Non i faltó á la copla más que extendese un poqueñín más pa dicir que pe la mañana jartámonos d´echar maldiciones á los músicos que nos vinieron á quita ´l sueñu ´l alba con una marcha fúnebre de so invención, y si non yos echamos más que maldiciones, jué por aquel del que dirán y non por no tener á mano que.
Hebo misa solemne con un montón de curas, procesión y sermón que predicó unu que i llaman don Jenaro Cuervo y que e catredáticu de l´ escuela onde deprienden los curas, por ciertu que jabló mu bien sin acordase pa mal de los indianos, por milagru e Dios, co lo cual, y con non jacer apavientos nin metese en jonduras que caen juera del so ministeriu, demostró que e home de valía, que merece la pena de oílu en cualisquier parte con respetu y atención.
Hebo fabada con acompañamientu de morciella, jocicu de gochu, oreyas con llacón y arroz con lleche. Como el platu era juerte, estuvimos en tenencia jasta las tres, á motivu de la digestión que jué amenazada ó amenizada, como se diz en señoritu, po la banda los gallegos y l´estampíu de los cohetes.
Pe la tardi y la tardina hebo lo que hay en toes partes onde non viven las panas; baile sueltu y agarrau, por bula especial de mió amigu Rodiles, sidre y cierveza jasta dexalo e sobra, y sobre tou unas mozas, tantu de juera como de dientro ´l pueblu qu´esmechaban.
Non sé si sería pol acaloramientu la cierveza; pero lo que sé diciti é que hebo algunos momentos en que mi paecía ver los castaños del Polleru bailar al son de la música, y eso que po l´ aparencia ya pasaron los probes de la primera juventú.
Po la noche pasóse la borrasca á la carretera, onde duró jasta que non hebo patas que char al aire nin didos pa dar las castañuelas, Novedá non la hebo, que yo sepa, como non sea que Canterón trexo tou ´l día la boína derecha.
Non ti digo más. En custión de moceríu non hay que jablar; jaz más d´un mes que non hay pregones. Barrunto que e porque non se presenta güena la collecha ´l maíz por mor del agua. En cambiu hay una plaga e yerba que vamos á venos negros pa consumílo, pollo que sube ´l preciu ´l ganau que e un escándalu.
La collecha e indianos baxó esti añu bastante. Yo siéntolo po los puros; pero alégrome, mialma, po las mozas, que tienen que andar á la que pinta.
Desimula po lo enrevesau, y manda á to tocayu.
Pepe el Malatu.
Pequesta Don Nunno a los Pantasmas
En nomme de Dios del cielo,
yo quiero vos pescudare,
ánimas, duendes o trasgos,
o quienes quier que seades,
que querais a min descir
que pedis o a quien buscades.
Ellos, como quien no entiende,
siguieron sin le mirare.
¡Vive Dios! que yo vos fio
si non vais a replicarme,
animas qu´en pena andais,
o miserables joglares,
quienes quier fueredes vos,
que mal lo abredes pasare;
les dixo, e cerró con ellos
en tal guisa e con tal arte,
qu´a no aver sido pantasmas
l´ ovieran passado male.
Todos fuyeron qual sombras,
ninguno non fue a quedare,
dexando al desaparescer
un odor muy singulares,
otra vegada tornaron
mas lontano a divisare.
Vien vezado era don Nunno
y sin myedo en lidia entrare;
pero en dias de su vida
non viera cossas atales;
e ansi, de cordojo lleno,
fuyó también por su male.
Quanto mas don Nunno corre,
van ellos mas de vagare,
siempre viniendo hacia él,
siempre a sus ojos estane,
siempr´oyendo á las vegadas
quedo, muy quedo sonare,
tun, tucu-tun, tun,
tucu-tun, tun,
el atambor redoblare.
Ya cata en somo una penna
con las ánsias de llegare,
el palacio de Dosinda,
la fija del conde Thagle,
mas vido apos otrosi
la procession hy vagare.
Siete veces lo rodean,
siete veces por su male;
don Nunno tuerce la vía,
e a su castiello se vae,
d´a tan estrannas visiones
para mejor se celare.
El cavallo de correr
ya fadigado se hae,
e por sus labros arroja
espuma mescida en sangre,
e acoitado el canallero
non sabe ya por do vae;
mas los de los luengos mantos
siempr´a sus ojos estane;
don Nunno correr, correr,
ellos siempre de vagare.
Esosa el buen cauallero
su castiello foe a topare;
e quando iva a entrar en él,
todos vanle a rodeare,
e a compas del atambor
todos dancan un dancare,
dancan la danca temblona
para mas le congojare;
e con los sus ojos hueros,
e asaz mala voluntade,
remirandole de gancho
tremer facen las sus carnes,
qu´a miradas en tal guisa
palidesciera Roldane.
Ya le miran, ya le miran,
mas non lexan de dancare,
cedo, cada vez mas cedo,
solo se va a divissare
un aro de luz lusciente
que non fa si non girare.
Ellos en aquesto estando,
con el talon foeran dare
en el suelo, e por las nuves
el aro viose rodare,
siempre cresciendo, cresciendo;
apos comenco a menguare,
et cayendo, de don Nunno
al cuello se foe a agarrare,
e los ojos le cegaba,
e le afogaba la sangre.
Voces dava el cavallero
que al cielo querien llegare,
e amortescido cayose
del su castiello al umbrale,
de donde lo levantaron,
perdido el sesso, sus pages.
…………………
Juan Menéndez Pidal.
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