Aves en la Pista Finlandesa de Oviedo

Textos:
-Fenómenos estacionales de las aves  en Asturias.
-Juan, polifacético.
-Las aves en la agricultura.
-Cartes a la catedral d´Uviéu.
-Un alcalde de montera.
-Cantiga serrana.
-La noche de San Juan.
-Un grado de licenciado.

González, José, Presi (1908-1983) - int.




Foto el Comerdio 
Fenómenos estacionales de las aves  en Asturias
Febrero: se desenvuelven los esguinos (crías del salmón).
Marzo: aparece la cigüeña; se desarrollan los carabus y los pieris; se retira la langosta del mar, y se aparean las aves.
Abril: vienen las golondrinas. Si la estación es tardía, sucede otro tanto a los fenómenos citados en el mes anterior.
Mayo: ya hay crías de pajarillos, de mamíferos y de los Grillus campestris y talpa en la primera quincena, y en la segunda se dejan ver la codorniz, la típula, los renacuajos y el vencejo. Los salmones suben a los ríos.
Junio: salen los lagartos, y se recolectan el Cervus volans, los abejorros cicindelas. La oropéndola entona su canto de amor.
Julio: los agrion y libélulas revolotean por los juncales y charcos. Se ven algunas culebras y víboras. Empieza en la costa la pesca del bonito.
Agosto: marcha el vencejo. Desovan los salmones.
Septiembre: desaparece la codorniz, la golondrina y el bonito.
Octubre: huye la sardina  y sale de los ríos el salmón con los hijos del año anterior, pero dejando hecha la postura que ha de desenvolverse en febrero. Se acerca a las peñas de la costa la langosta marina, y aparece el besugo.
Noviembre, diciembre, enero y aun febrero, en muchos años; no hay otra cosa más que grandes rebaños de gorriones que inundan los caseríos; los grajos, cuervos y chovas que llenan los prados revolviendo la freza del ganado,de malvises que se reconcentran en sitios de espinera para comer la majuela,y de alguna ave viajera del norte de Europa  en años muy fríos. 
El reloj del Fauno se puede marcar en este país por los fenómenos siguientes:
La Alauda arborea, la golondrina y otras avecillas saludan al albor matutino;las cicindelas andan por los campos desde las  nueve hasta que cae el calor en el verano. De las diez hasta las cuatro todo es silencio. A las cuatro empieza a resonar sus alas el Grillus campestris; a las seis se oye el cuco; a las siete silva el sapo; a eso de las ocho entona su triste acento el mochuelo y autillo, y poco más tarde la lechuza. En los crepúsculos  sale el oso, los lobos y demás alimañas, y recorren hasta media noche los parajes de sus rapiñas.
Apuntes sobre la fauna asturiana (1859) Pascual Pastor y López. Asturias vista por viajeros. Tomo II.- 

“Juan, polifacético”
Media noche.
La ería de Cué, con los maizales dorados era, en aquella hora solemne, algo así como un lago misterioso  y bello. Plateaba con la luna la cinta del camino real.
Juan, después de la tertulia del sábado, iba de Llanes a Cué, si no feliz, satisfecho, porque había ganado café y copa al dominó, amén de un perrero vil para probar sus bronquios. Llevaba Juan  en el bolsillo, como una fortuna, el jornal de la semana y hacía cálculos enrevesados para que aquellas pesetas, obtenidas con el sudor de todo su cuerpo, a pulso, sobre andamios y paredes, pudieran llevar el pan-y algo más pa acompangar a la familia que tenía por toda esperanza los diez dedos de las manos del padre. Diez dedos y un corazón como una montaña, curtido en las adversidades, a prueba de fatigas y de sobresaltos.
¿Sobresaltos? Hay palabras evocadoras. En el silencio de la ería una voz, que por lo doliente y angustiada parecía venir del mundo de los espíritus, pronunció tres veces este nombre:
-¡Juan…! ¡Juan…! ¡Juan..! 
Decir que Juan era valiente es decir algo tan sabido como que el sol calienta.  Pero Juan, en el café había negado la existencia de pantasmas y aparecidos; y, ahora, ante el llamamiento misterioso, tenía sus dudas.
Clavado en medio del camino, esperó. Pasaron unos minutos. La calma augusta de la noche era interrumpida por el canto de los grillos. De cuando en cuando, hacia los cuetos de Toró, se escuchaba el ¡zug! ¡zug! de alguna lechuza. De pronto, la voz extraña, más dolorida, más tomada de la angustia volvió a llamar:
-¡Juan…! ¡Juan…! ¡Juan…!
Este retrocedió unos pasos y, por si venían mal dadas, tomó de la cuneta un par de morrillos de a libra. Contra su voluntad, le recorría la espalda un escalofrío, y en su cabeza el sombrero se levantaba solo. Tras otro silencio, la voz, que sonaba cada vez más cerca, insistió:
-¡Juan!…¡Juaaaaannn!
Un esperteyu asqueroso rozó los bigotes de Juan y éste, sacudido  por la emoción, cayó de espaldas. Levantóse   presto, pero algo le impedía tomar la vuelta de Llanes. Vio, con espanto, surgir por encima de los maíces una forma extraña, de más de dos metros de altura, que caminaba sin producir el más leve ruido. Aquella aparición sumió a Juan  en el mar de las confusiones y de los terrores. La carne era flaca rebelaba.  Hubo una lucha entre la razón y la fantasía. A la postre, triunfó la primera. Entonces, Juan,  acogiéndose a la sombra amparadora de la cuneta, cuando la pantasma estuvo a tiro  le disparó un cantazo certero. Se escuchó un ¡ay! de dolor. Después el silencio.
-¡La maté!… ¡Como hay Dios que la maté!
Apenas dicho lo anterior, la voz angustiada, más potente en este trance, requirió a Juan con nuevos clamores:
-¡Juaaa!… Ven aquí, Juan… ¡Juan!… ¡Juan!!!
Media vuelta, ya loco de terror, y Juan saltó  como alma que lleva el diablo, en dirección a Llanes. De vez  en vez parábase, no más de diez segundos, a tomar respiro. Entre parada y parada sonaba implacable la  voz de ultratumba, ya susurrante, ya  tempestuosa,  sin que la distancia, por más que Juan daba a los pies, se alargase. Hasta la Concepción, no calló el pantasma. Ya  desde aquí enmudeció y desapareció para siempre.
Aún charlaban media docena de tertulianos  en el café cuando entró Juan, encendido por la carrera, y fue a derrumbarse sobre un diván, jadeando. Al poco rato se levantó y dijo:
-Señores; por esa eria de Cué se me acaba de aparecer San Román, a caballo sobre una bruja que ser la Nixa. ¡Vaya unas barbas que tiene el gachó!
Y como nadie creyese en la rara ocurrencia, Juan, retador y magnífico, lanzó el siguiente desafío:
-¡Al guapo que se atreva a llegar a Cué, ahora mismo,  le regalo  el jornal de la  semana.
Dicho lo cual metió mano en uno de los bolsillos del pantalón, sacó un puñado de plata y calderilla, levantó el brazo y con toda el alma lo descargó sobre un velador de mármol, que se agrietó  como si lo hubiese aporreado con una maza.
Sobrecogidos, los tertulianos enmudecieron.
Juan, tras un silencio, dijo así, para final de escena:
-Si en vez de pantasmas fueran hombres, entraba por los maizales y hacía más estragos entre ellos que el caballo de Santiago. ¡No quedaba ni el gato!
Los bigotes de Juan daban a su rostro un aspecto de león de las selvas.
Félix Fernández Vega. El Oriente de Asturias. Llanes, 5 de Abril de 1927. 



Las aves en la agricultura

El Murciélago, que por su sistema dentario destruye infinidad de insectos nocivos a las plantas.

El Buho, que limpia los campos de ratas y  ratones.

El Mochuelo, que aniquila los topos y los muzgaños.

El Cuervo, que come al día infinidad de gusanos de tierra.

El Cuco, que comen las orugas vellosas que los demás pájaros no pueden comer.

El Mirlo, se alimenta de babosas y caracoles.

El Avefría, que acaba con los moluscos que devastan los prados.

La Alondra, destruyen los grillos, los cigarrones, los huevos de las hormigas y los gusanos que roen las raíces del trigo.

El gorrión, que hace lo mismo.

El Tordo, el Reyezuelo, la Curraca, la Golondrina, el Avejaruco, el Pinzón y otras aves a las que se les ha hecho implacable guerra.



Cartes a la catedral d´Uviéu

La portona de San Marcos

quexóse con voz cascada

al dar pasu a un caballeru

de noble franca mirada,

guedeyes d'oru asemeyen

so melena enmarañada.

Pisa firme, mira'l Cielu

sospira, ¡madre del alma!

A su llau van dos sayones

llobos d'alguna camada;

van a bon pasu que'l odiu

tien prisa, vaiga onde vaiga.

Pieslla la noche a la lluz

y no hai lluceru que salga,

ni estrella qu'amorosina

tanta tiniebla riesgara

asustaes, porque la lluna

fuxó en sin dicir palabra.

Noche gañina, dañible,

onde la güestia fai dancia

con cárabos y con bruxes,

qu'al mesmu buitre acobarda. 

Onde l'aire va tan sele 

qu'una fueya non llevanta, 

nin da fuelgu al corazón 

que lu excluca la venganza. 

Noche de doscientos diaños 

sin llugar pa la esperanza... 

Y en esti infiernu dantescu

cuerre la lluna asturiana

pelos campos de León 

con el espantu na cara. 

Non diría más aprisa 

una liebre escorripiada, 

nin pisaría más sele 

ne sos fontes, una xana. 

¡Ai! pero toda la lluz 

qu'ella lleva na mirada, 

no alluma como otres noches 

so la campera asturiana 

platiada y amorosina, 

que maxestuosa resplandia, 

faciendo sortir mil flores 

que les besa l'alboriada. 

¡No! aquella tierra ye dura, 

aquella tierra ye gafa, 

y espeazáu entre breñes 

queda'l mandilín de plata, 

el refaxu, el dulce dengue, 

y anque no arrepara en nada 

pos hasta atras dexó'l vientu

en so carrera, ciegada 

d'alcan zar al caballeru, 

y un dolor el amiralla 

descalza, rota, ferida, 

sin fuelgu, sin esperanza... 

Dos furacos ena noche 

fizo fiera una descarga, 

la lluna llanzó un bramidu 

de fema herida nel alma... 

A1 alboriar aquel día 

ena tierra castellana 

la lluna fecha xirones

al caballeru velaba... 

¡Baxái lluceros astures! 

¡Baxái estrelles de plata! 

y dame'l tu mantu, noche, 

que quiero tar enllutada 

pa pone-y en sos manines 

mios arracaes d'asturiana. 

So'l su noble corazón 

llucirá la mio tirana, 

y ciarraré-y los güeyinos

con un besín, onde vaiga

el amor d'aquella madre

qu'empapielláu él llamaba.

Y que baxe la borrina

a llorar tanta disgracia.

Que se piesllen toes les roses

y s'afuegue na garganta

de los páxaros el cantu.

Que'l sol s'añuble, y que caiga

un rayu que bastie al mundu

y nos dé xusta venganza.

Que brame'l truenu rabiosu,

y qu'el granizu desfaiga

les espigues, y sin pan

y sin gotera de agua

se vean los qu'esta noche

ficieron tan vil fazaña.


                              Biarritz, 1938.

                     (De Cartes a la Catredal d'Uviéu)

























































Un alcalde de montera
(Monólogo en bable)
Acto único
Escena única. (Interior de una casa de aldea. Sala pobre con una mesa sobre la que hay objetos diversos: un tintero, una cesta, una lechera, etc)….
Bartolo. Agora va ser la mía y xuro que ha ser sonada, pa que sépia D. Lluterio, que non hay bien que siempre dure nin mal que enxamás s´acabe, y que a cada gochín allega so samartín. ¿Qué cuntaba elli? ¿Teneme trincau pe ´l focicu, apurriéndome cebellazos, sin que yo pudiés espirriar y avientai dalgún día los zancayos?….¡Non pus!….Pos esta saliói torda: ¡Aquí está! ¡Aquí está la Rial Orden nománome Alcaldre de Mier! (La saca del bolsillo y la contempla) Y pa meyor guardá los devinos, vien con carta del deputau. Ello bonos desgustos me costó, cuando les eliciones; pero D. Sarapio sacóme avante de la causa por haber tirao la furnia al río, y complió so palabra, y lo pasao, pasao: Aquí ya no hay más Rey nin más Roque que Bartolo la Peruyal.


Don Lluterio agora está de llutu y en llata, y sinón yo lu pondré a elli y a todos los sos. ¿Non se llamen conservadores? ….Pos en llata han conservase meyor, que faciendo perende mangues y capirotes. Agora vo dame pistro de Notariu y n´el cuartó vo poner el protocolu, pa que cuando meta allá a D. Lluterio se diga que Bartolu non ye dengún zololu y que en so protocolu colocólu. ¡Y probe del que me tusa n´el partíu d´arriba como n´el de abaxo; que tan Alcaldre so de Mier d´acá como de Mier d´allá. ¡A mín D. Lluterio!….¡Non ta mal D. Lluterio! ¡Ye tuertu pa cosa bona y estos que faen la seña el tres…. son pintaos pa pistoleros! Ansí mos llució con elli el pelu; pero está bien merecío: ¡A pueblu muertu, Alcaldre tuertu! (Cambio de tono) ¿Pero que fago aquí empaparotau con ista carta n´a mano? ¡Hala, Bartolo, a contestalla con toa polecía; que pitu descudiau ceo lu atrapa el milatu. (Se sienta a la mesa para escribir). (Leyendo la carta) El Diputado a Cortes por el Distrito de Mier, Be, Ele, Eme, (Aparte) Y esto ¿qué será? …Bah! caxigalines de siñores deputaos. (Leyendo) “A su distinguido amigo y correligionario Don Bartolomé Peñamellera..! (Aparte) Asina me llamo yo ¡Repuño! Y el que me gólvia llamar Bartolo la Peruyal, va p´al protocolu por desacatu a la Autoridá; y a los magüetos que al pasar yo vólvian cantar “Bartolo toca la gaita”, plántoyos un bozal que non yos lu llevanto fasta que San Xuan baxe el deu; pero sigamos. (Releyendo) “D. Bartolomé Peñamellera y tiene la satisfación de participarle que por este mismo correo se remite por el Ministerio de la Gobernación la Real Orden nombrándole Alcalde de ese Concejo. Y aprovecha esta ocasión para darle la más cumplida enhorabuena y testimoniarle su amistad y consideración más distinguida.” (Aparte) ¡Repuño! Esto sí que se llama escribir con pulítica. Agora ye cuando yo me acuerdo de la escuela y pésame haber pasao la xoventú a picos picayos metidu pe los corripos.



Yo bien mandara escrebir ista carta al Secretariu; pero isi ye un llambe…! ¡Dios me tenga po la llingua!, que comi a entramos carrillos y capaz ye de soplallo a Don Lluterio. Pero ¡ay probetayu! que mire que no i llimpie el comederu y llu suplanti col fíu del Ferraor que tamién sabe escrebir co la pluma forcada.
(Cogiendo la pluma) ¡Vaya! Mano a la obra y a llimpiase la baba, que lo que non se empieza non se acaba….¿Cómo llu trataré?… Yo barbalmente cuasi lu trato a madreñazos; pero así de pluma, hay que ser más páxaru, por que les cartes compárioles yo a les pedraes que una vez sueltes, lo mesmo puen dar n´el espeyu del barberu que en güeyu del boticario. 

De toos modos, falando con respeutu y cariñu ¿qué más pódia apetecer? La sidre dulciquino a naide amarga y ¡qué tal se cola! Escomienzo: “Señor…” (¿Será poco?)” “Enlustrísimo Siñor…” (Adellante. Si ye muncho, por muncho dar ñunca mal añu.) “Enlustrísimo y muy inolvidable siñor Deputau. D. Sarapio del Pico y de la Garduña.” (Pintaparao! Agora que venga el Secretariu a enmendá la fueya.) “Me alegraré que al recibu..” (Non, non! Eso ye de peludos, hay que usar otra pulítica) (Pensativo) “Don Serapio del Pico y la Garduña.” (¡Carape!) Aquí planto B. L. y M. mayúsculas como elli, por non ser menos, y vamos trampalante como los vieyos; y vaiga aina lo de la razón sin paranos en mariyines.

(Dictando y escribiendo.) “Pos Don Sarapio, sabrá como el nombramientu viénome (Aquí lo de la pedrá) como pedrá en güeyu de boticariu. Hoy mesmu tomaré pusesión y agarraré la vara. ¡Muncho quixera dar al tuertu con illa el primer verdascazu, que i saltare el otru güeyu y plantai dispués un ortigal a la puerta de casa, por que mirando contra el Gobiernu y tuertu como está, bien podiera golver a ser Rey en tierra de ciegos. Vusté apóyeme y deféndame arriba que de zurrar abaxo encárgome yo. Cunto que será bono llimpiar el censu de contrarios pa les próximes eliciones y descargar les ceules y contrebuciones a los amigos del Partiu d´abaxo sobrecargándoles a los Lluteranos del d´arriba pa obligallos a comulgar con nusotros.” (¡Esto si que ye canela!); “y agora que se avecina la quinta, hay que pasar por baxo la talla corta de los fíos de los amigos.” (Escribe) (¡Vaya!, ya echè un borrón. También lu hecha el meyor escribanu.) (Lo lame) ¿Dónde diba? ¡Ay, sí! (Lee) “Hay que pasar per baxo la talla corta los fíos de los amigos, (Escribe) aunque sean mozos como espingardes.” (¿Tará bien escrito mozos con c? ¡Bah! Si ta mal que los llambia Don Sarapio.) (Escribe) “Y non lu amolesto más. Ahí van esos cinco y V. mande sin mieu, que i cuanto se i antoxe mandar, yo non vego sebe. “So meyor amigu y partidariu, Bartolo Peñamellera.” Un rúbricu pa que non se caya; y agora el que se pique que se xeringue; y el que quiera pexes que…. ¡Equilicuá!¡ (Dobla y cierra la carta y levantándose dice): Ésta habrá que apiegalla meyor con pástia o pan mazcao pa que non la abra el estafeteru y se entere el cotarru.


(Paseando y desperezándose) Y una vez que empezamos a funcionar, pa non ser Alcalde de felechu, bono será facer un poco de programe: En primer términu hay que somurgir a Don Lluterio y echai un candau al focicu pa que non chiste n´es sisiones y buscar un gavitu pa envolvellu en papel sellao. Sí señor, co la cara y el pelo; pa que se acorde de la multa que me echó por tener la xente de encerrona en mió llagar. ¿Pos qué? ¿Non taben meyor allí que tresnochando y moyándose pe les caleyes? Al menos moyábense con sidre que yera meyor que agua.
Si hubieran estao en llagar d´illi, non se hobiera enfurruñao el muy endín; pero ¡claro! ¿quién ye tó enemigu? El de to oficiu. ¡Ah!, condenau ¡cómo me xeringó espantándome la parroquia! ¿Non ye vergüenza que haiga roto una pipa de sidra pe ´l tiempu les cereces y non pude acaballa fasta el de les castañes?… Y esa culpa tuviéronla los monicipales, lo mesmo el Coritu que el Melandru, que rodiaben la mazana, atropando los secañosos pa metellos n´ el llagar de Don Lluterio.

Pus anda que pa min han facer el mesmu serviciu y dexame un día de sueldu ca mes, pa pagame los emperjuicios, y si non ¡hala, hala! pel camín de los borricos. Por otru llao, cuando pise Don Lluterio y lleve a la cuchera la magaya, to facer que aparécia ent´ella un sapu estrapau pa que non hébia un guchu que i bébia la sidre.
Lo demás ná: Eso de la destrución pública y la beneficiencia de los probes, ¡patagüeyos! Los rapazos ta bien que vaigan a la escuela pa quitallos de robame les mazanes y de cantar perende lo de Bartolo toca la gaita; pero non que deprendan y sépian más que ´l Alcalde; pero ¿qué han depriender con isi maniego de maestracu que ñunca en so vida garró el llaviegu y si lu agarra enreya una vaca, y siempre ta falando de raíces? Conozco yo dende la del ñau fasta la zanoria y toes son redondes; y elli, arre que ha meter la cuadrá n´a mollera de los neños. ¡Los probes! Pu, pu, pu. Cuando tengan votu falaremos y mentantanto que vaigan a arándanos pe ´l verano y a la gueta pe ´l inviernu.

Los cuartos del Municipio faen más falta pa ensanchar el camín de sacramentos per xunta el mió llagar pa facer yo allí una bona bolera y allargalu dimpués pe ´l mió molín a tarazayos les cinques a los del Partíu d´arriba pa que cad´un se sirva pe la suya y dexen de pasar pe la mía que está cruciá de pasos y no me dá un barganal de hierba. Eso ye lo que val, hévia lley o non la hévia; y si la hay que la borre D. Sarapio y si non la hay que la imprente, que pa eso lu fiximos Deputau. (Se oye una campana.) ¡Vaya, ya está el Curón alborotando el cotarru pa llamar les muyeres a la ilesia!¡Si tovieren votu tamién yo había tirar de la xireta! (Hablando consigo) Pero non, Bartolo, vamos despacio. Les muyeres non voten; pero faen votar pa quien yos pruye, a toos los homes falderos, que son la metá y más de la metá de la otra metá. Hay que atraeles con desimulo como al raposu a les pites. Si de repente me fago biatu, dirán que cuentes de biatu son uñes de gatu, y van veme el xuegu; además saben que só de la cuerna prieta.


Lo más pintiparao pa congraciales ye cuando la prucisión del Corpos, que como Alcaldre me toca lleva ´l farol. Esti añu non se infla con él D. Lluterio que xuno paecía un palombu buchón de pura raz, to enchipame yo con él, lo mesmo que un pavu cebón y to estrenar paxellu con corbata, si ye cosa que no aprieta, por que yo nunca punxe collorada, y el que no está acostumbrau a bragues les costures i faen llagues; pero por dai n´es coraes a D. Lluterio, póngola; anque me afuegue. Y to dir ansí. (Coge la lechera a modo de farol y comienza a pasear erguido y a paso lento, tarareando a imitación de la gaita un paso de procesión.) (Al público) ¿Qué? ¡Tais ahí atisbándome y riyéndovos de mín?…. Pos arreparaime bien, que pué que conociáes tamién por emportones a Bartolo Peñamellera. Y pa que viáis que lo que digo lo fago, habís de cansavos de mirame y non se abaxa el trapu fasta que el gallu cante.
Telón lento
(Bartolo tirando la lechera y haciendo aspavientos.) ¡Eh!, ¡eh! Quietu el faldoriu; ordeno y mando: ¡Arriba el trapu! ¡Arriba el trapu! Fin. Fabriciano González. (Gijón 1868-1950).-


Cantiga serrana 

Ya se van los
ganados á Extremadura;
ya se queda
la sierra triste y oscura.
¡Ya se van los pastores,
ya van marchando;
más de cuatro
zagalas quedan llorando!
Pasaron del verano
los claros días,
los del invierno llegan
con sus neblinas.
Sombrío quedó el cielo,
mustia la tierra;
no tiene el prado flores
ni el cielo estrellas.
Secas vuelan las hojas
como un enjambre;
con las hojas del bosque
marchan las aves,
y de las avecillas
con las canciones,
otros climas buscando
van los pastores.
Por el árido lomo
de la montaña,
una gigante sombra
se mueve y pasa.
¿Acaso el sol de invierno
débil proyecta
la sombra de una nube
sobre la sierra?…..
No; lo que nuestros ojos
allá columbran,
no es de una errante nube
la sombra oscura;
entre nubes de polvo
va caminando
el rabadán que emigra
con sus rebaños.
Y así, como escuadrones
del mismo ejército,
pasan unos tras de otros
los ganaderos;
pasan, pasan
como una tenue sombra
por la montaña.
Que ya la flor de invierno
brotó en el prado;
ya la niebla hace trono
de Picos Albos;
ya el lobo en la Congosta
lúgubre aúlla….
ya se van los ganados
á Extremadura.







Puerto de los Outédas
agrio y fecundo,
tus selvas quedan solas,
tus bosques mudos;
solo el río por ellos
ya pasa y canta,
la canción del olvido
cantando pasa.
Noches claras y tibias
de luna llena,
en que aroma el ambiente
la madreselva,
y en que un millón de estrellas
tiembla en el cielo
como argentadas hojas
de un alamedo.
Noches de amor, pasasteis,
y con vosotras,
las circulares danzas
y alegres coplas,
¡De tantas alegrías
é idilios tiernos,
en esos prados queda
solo el recuerdo!
Aun humea el rescoldo
de esas cabañas,
y así el recuerdo humea
solo en las almas.
Gruñendo los arroyos
bañan del monte,
y el sol no irradia en ellos
su campo móvil;
el viento en las cañadas
silba con furia….
¡ya se queda la sierra
triste y oscura!
En pos de sí dejando
sombra y tristeza,
va la nube que cruza
la cordillera;
y entre el polvo que mueven
esos rebaños,
acorde son de esquilas,
risas y cantos.
Sobre recia y ventruda
yegua cuatralba,
entre mantas y enseres
puesto á horcajadas,
el rabadán canoso
marcha cubierto
con la de doble oreja
gorra de pelo.
Y dos fieros mastines
de piel hirsuta,
y al cuello la carlacanca
de férreas puntas,
le siguen como hastiados
de ir de camino,
culebreando el cuerpo
medio dormidos.
Dispersos los zagales
entre el rebaño,
con un diestro silbido
guían el hato,
que al escuchar el silbo
gira uniforme,
como á la voz de mando
los escuadrones.







Así alegres trashuman;
que el alma engendra
en nuevos horizontes
ideas nuevas;
llevan delante de ellos
luz é ilusorias
esperanzas, y dejan
olvido y sombra.
No; atrás no queda todo
con el paisaje;
algo llevan consigo
de esos lugares;
un cantar á sus labios
cae desde el alma,
y el cantar vierte aromas
de la montaña.
Grato al alma el recuerdo
vuelve, y entonces
en silencio marchando
van los pastores;
mientras que las ovejas
y cabritillos,
las cañadas atruenan
con sus balidos.
El dulce amor, la danza,
la fiesta alegre…
con la voz del recuerdo
les dicen ¡vuelve!
Cuando esa voz escuchan
con tierno halago,
¡ya se van los pastores,
ya van marchando!
¿Cómo las serranicas,
sin ser hoy fiesta,
lucen sus arracadas
de plata vieja,
y el manteo adornado
con sobrepuestos,
y rizada camisa
de blanco lienzo?
¿Cómo, sin ser hoy fiesta,
se están de holganza
sentadas á la puerta
de sus cabañas?
¿Qué miran, que sus ojos
fijan inmóviles,
en la cumbre lejana
que el sol traspone?
Ven, á traves del llanto,
la parda nube
que pasa y que se mueve
sobre la cumbre;
ven cruzar los pastores
por la alta sierra;
ven que la nube pasa
y ellas se quedan!
¡Triste es ver el esbozo
de algo que pasa
y perderse en las brumas
de lontananza!
Algo nuestro parece
que muere en ello,
parece que nos deja
sin algo nuestro.
Por eso miran tristes
las serranicas
ondular esa nube
por la alta cima;
que la mitad del alma
de algunas lleva,
y en pos de sí dejando
va llanto y penas.
Para que allí germinen
dichas mañana,
como fecunda lluvia
deja esas lágrimas….
Más ¡ah! quizá el olvido,
tal vez la muerte,
algunas de esas flores
tronchen ó hielen!
Vendrá tras el invierno
la primavera,
con ella los pastores
á la alta sierra;
pero mientras no vuelven
con sus rebaños,
más de cuatro zagales
quedan llorando.
Somiedo 1889.
Juan Menéndez Pidal. A.lalá. Madrid 1890.-











La noche de San Juan
La pálida luna
preside la fiesta;
esa luz de las sombras amiga,
de estúpido rostro, de faz macilenta.
Esa luna que ostenta en su disco
de luz medio muerta,
negras manchas, que en ella parecen
las runas que artera
descifraba Wola,
la decrépita saga del Edda:
Esa luna que el druida invocaba,
extendiendo la mano hacia ella,
murmurando del rito sagrado
palabras secretas:
Esa luna que orlaba de fuego,
las nubes aquellas
en que Ossian el Eskalda veía
pasar con pereza
de Fingal y Malvina las sombras
errando del éter en la calma eterna:
Esa luz de faz arrugada
cual vieja hechicera,
dormitando en la altura del cielo,
preside la fiesta.
Ella tiñe de luz melancólica
el valle y la selva,
y al bañarlos su luz moribunda
ideales contornos les presta.
A su fulgor, crecen
gigantes las sierras,
se retuercen las hayas del monte,
y seres medrosos sus troncos semejan.
Los negros pantanos,
las fuentes serenas
del bosque escondido,
que mohosos peñones sombrean,
fosforecen con lívida llama
de lumbre siniestra:
los ríos son fuego,
cristales las peñas,
é invisibles fantasmas cabalgan
en fugaces girones de niebla.
Cuando el gallo negro
que habita en la selva
canta á media noche,
los genios despiertan:
asoma algún duende
su enrome cabeza,
de la gruta en que yace escondido,
por la rota quiebra;
y al ver el silencio
reinar por doquiera,
con sonora y fugaz carcajada
da la voz de alerta.
Los demás espíritus
á lo lejos repiten la seña,
y en sus formas sutiles envueltos
recorren la tierra.
El soto pelado
que zarzas rodean
y alumbra la luna
con luz soñolienta,
cual la agonizante
de una candileja,
al sonar de aquel gallo los cantos,
de brujas se puebla,
que á caballo de sucias escobas
del aire descienden con sombras envueltas;
y allí el aquelarre,
retozando en fantástica rueda,
aúlla y se inclina,
con extrañas ridículas muecas,
en obsequio del macho cabrío
que rumia impasible mirando la escena.
De las claras fuentes
que bajo las peñas,
y entre plantas y sombras ocultas
con monótono son gorgolean,
surgiendo las xanas,
allí prisioneras
de algún moro al poder misterioso,
se ponen en vela
á la margen del agua lavando
del oro más puro brillantes madejas;
y entre tanto, con voz melodiosa
y en dulces cantares, relatan su pena.
Las errantes almas
de los muertos, llegan
al calor del rescoldo humeante
que aún dan las hogueras.
Danzando los duendes
en las rocas torcidas y escuetas,
del monte las cumbres
á su rudo compás bambolean.
Y las Atalayas,
gentiles doncellas
que encantadas mansiones habitan
ocultas en cuevas,
arden hoy como llamas azules
entre la maleza,
y violetas de fuego parecen
que al paso del aura se agitan y tiemblan.
Así como el sueño
que embarga la idea,
produce en el alma
visiones etéreas,
seres intengibles,
de ignota existencia,
que son realidades y puras quimeras;
así cuando duerme
la Naturaleza,
en la noche serena y tranquila,
las sombras engendran
esos vanos terribles fantasmas
de luz y tinieblas,
que se agitan cual sueños del mundo;
terrores que pasan si el mundo despierta.
Puerto de Pajares. 1883. Juan Menéndez Pidal. A. lalá. Madrid 1890.-







Un grado de licenciado 
Pachín.- Bien venidu, amigu Diegu,
¿Cómo te fó por allá?
Diegu.- Fome bien, gracies á Dios,
De salú no me fo mal.
Vendí bien la xata pinta
En tred ducados y un rial,
A Pachón el de Fresnedu
A pagálos por San Xuan.
Pachín.- Y, dime: allá per Uvoedo
Non se ruxe ñovedá?
Diegu.- Nunca ello tantes hubiese,
Ñin ficiesen tantu mal!
Porque en la casa de Fronte,
Allá en Estancu d´Atrás,
Todos están perplasmaos
Y munchu más el rapaz.
Pachín.- Pos qué yos asocedió?
Diegu.- Déxalo con Barrabás!
Pensaba el padre gradualu
Allá en la Ñuversidá.
Dexaminólu primero
El párrocu de San Xuan
Y dixo que lu aprobaba
Pero, amigu, los Dotores
Echáronselo á rodar,
Dieron i les calabaces
Y punxéronlu á pelar.
Pachín.-Xesús, home! qué me cuntes?
Y so pá qué non fará?
Por mediu d´algún lletrau
Una quexa criminal,
Pa que echen esos Dotores
Al peñón de Xibraltar.
Dime, ñón se pué saber
El autor de tantu mal?
Diegu.- Dicen que fó un tal Parra
El que ántes fó de San Xuan
Y agora ye palaciegu
Y tien gran autoridá.
…………
Los Dotores, (bona xente!)
Toos lu querín aprobar
Dando i una penetencia
(Ñon sé si era de rezar)
U otra que yo no ´ntendí
Nin me quixeron nombrar;
Pero Andresín, R que R.
Xuró que no había ser tal.
Y ansí ganó el pleitu á tóos.
Aunque yeren munchos más.
……..
Hasta el martes en la Pola,
Si nos vemos per allá.
Poesías selectas en dialecto asturiano.
D. Fermín Canella y Secades.




























































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