Aves en la Pista Finlandesa de Oviedo
González, José, Presi (1908-1983) - int.
Fenómenos estacionales de las aves en Asturias Febrero: se desenvuelven los esguinos (crías del salmón). Marzo: aparece la cigüeña; se desarrollan los carabus y los pieris; se retira la langosta del mar, y se aparean las aves. Abril: vienen las golondrinas. Si la estación es tardía, sucede otro tanto a los fenómenos citados en el mes anterior. Mayo: ya hay crías de pajarillos, de mamíferos y de los Grillus campestris y talpa en la primera quincena, y en la segunda se dejan ver la codorniz, la típula, los renacuajos y el vencejo. Los salmones suben a los ríos. Junio: salen los lagartos, y se recolectan el Cervus volans, los abejorros cicindelas. La oropéndola entona su canto de amor. Julio: los agrion y libélulas revolotean por los juncales y charcos. Se ven algunas culebras y víboras. Empieza en la costa la pesca del bonito. Agosto: marcha el vencejo. Desovan los salmones. Septiembre: desaparece la codorniz, la golondrina y el bonito. Octubre: huye la sardina y sale de los ríos el salmón con los hijos del año anterior, pero dejando hecha la postura que ha de desenvolverse en febrero. Se acerca a las peñas de la costa la langosta marina, y aparece el besugo. Noviembre, diciembre, enero y aun febrero, en muchos años; no hay otra cosa más que grandes rebaños de gorriones que inundan los caseríos; los grajos, cuervos y chovas que llenan los prados revolviendo la freza del ganado,de malvises que se reconcentran en sitios de espinera para comer la majuela,y de alguna ave viajera del norte de Europa en años muy fríos. El reloj del Fauno se puede marcar en este país por los fenómenos siguientes: La Alauda arborea, la golondrina y otras avecillas saludan al albor matutino;las cicindelas andan por los campos desde las nueve hasta que cae el calor en el verano. De las diez hasta las cuatro todo es silencio. A las cuatro empieza a resonar sus alas el Grillus campestris; a las seis se oye el cuco; a las siete silva el sapo; a eso de las ocho entona su triste acento el mochuelo y autillo, y poco más tarde la lechuza. En los crepúsculos sale el oso, los lobos y demás alimañas, y recorren hasta media noche los parajes de sus rapiñas. Apuntes sobre la fauna asturiana (1859) Pascual Pastor y López. Asturias vista por viajeros. Tomo II.- |
Las aves en la agricultura
El Murciélago, que por su sistema dentario destruye infinidad de insectos nocivos a las plantas.
El Buho, que limpia los campos de ratas y ratones.
El Mochuelo, que aniquila los topos y los muzgaños.
El Cuervo, que come al día infinidad de gusanos de tierra.
El Cuco, que comen las orugas vellosas que los demás pájaros no pueden comer.
El Mirlo, se alimenta de babosas y caracoles.
El Avefría, que acaba con los moluscos que devastan los prados.
La Alondra, destruyen los grillos, los cigarrones, los huevos de las hormigas y los gusanos que roen las raíces del trigo.
El gorrión, que hace lo mismo.
El Tordo, el Reyezuelo, la Curraca, la Golondrina, el Avejaruco, el Pinzón y otras aves a las que se les ha hecho implacable guerra.
Cartes a la catedral d´Uviéu
La portona de San Marcos
quexóse con voz cascada
al dar pasu a un caballeru
de noble franca mirada,
guedeyes d'oru asemeyen
so melena enmarañada.
Pisa firme, mira'l Cielu
sospira, ¡madre del alma!
A su llau van dos sayones
llobos d'alguna camada;
van a bon pasu que'l odiu
tien prisa, vaiga onde vaiga.
Pieslla la noche a la lluz
y no hai lluceru que salga,
ni estrella qu'amorosina
tanta tiniebla riesgara
asustaes, porque la lluna
fuxó en sin dicir palabra.
Noche gañina, dañible,
onde la güestia fai dancia
con cárabos y con bruxes,
qu'al mesmu buitre acobarda.
Onde l'aire va tan sele
qu'una fueya non llevanta,
nin da fuelgu al corazón
que lu excluca la venganza.
Noche de doscientos diaños
sin llugar pa la esperanza...
Y en esti infiernu dantescu
cuerre la lluna asturiana
pelos campos de León
con el espantu na cara.
Non diría más aprisa
una liebre escorripiada,
nin pisaría más sele
ne sos fontes, una xana.
¡Ai! pero toda la lluz
qu'ella lleva na mirada,
no alluma como otres noches
so la campera asturiana
platiada y amorosina,
que maxestuosa resplandia,
faciendo sortir mil flores
que les besa l'alboriada.
¡No! aquella tierra ye dura,
aquella tierra ye gafa,
y espeazáu entre breñes
queda'l mandilín de plata,
el refaxu, el dulce dengue,
y anque no arrepara en nada
pos hasta atras dexó'l vientu
en so carrera, ciegada
d'alcan zar al caballeru,
y un dolor el amiralla
descalza, rota, ferida,
sin fuelgu, sin esperanza...
Dos furacos ena noche
fizo fiera una descarga,
la lluna llanzó un bramidu
de fema herida nel alma...
A1 alboriar aquel día
ena tierra castellana
la lluna fecha xirones
al caballeru velaba...
¡Baxái lluceros astures!
¡Baxái estrelles de plata!
y dame'l tu mantu, noche,
que quiero tar enllutada
pa pone-y en sos manines
mios arracaes d'asturiana.
So'l su noble corazón
llucirá la mio tirana,
y ciarraré-y los güeyinos
con un besín, onde vaiga
el amor d'aquella madre
qu'empapielláu él llamaba.
Y que baxe la borrina
a llorar tanta disgracia.
Que se piesllen toes les roses
y s'afuegue na garganta
de los páxaros el cantu.
Que'l sol s'añuble, y que caiga
un rayu que bastie al mundu
y nos dé xusta venganza.
Que brame'l truenu rabiosu,
y qu'el granizu desfaiga
les espigues, y sin pan
y sin gotera de agua
se vean los qu'esta noche
ficieron tan vil fazaña.
Biarritz, 1938.
(De Cartes a la Catredal d'Uviéu)
Acto único
Cantiga serrana
Ya se van losganados á Extremadura;
ya se queda
la sierra triste y oscura.
¡Ya se van los pastores,
ya van marchando;
más de cuatro
zagalas quedan llorando!
Pasaron del verano
los claros días,
los del invierno llegan
con sus neblinas.
Sombrío quedó el cielo,
mustia la tierra;
no tiene el prado flores
ni el cielo estrellas.
Secas vuelan las hojas
como un enjambre;
con las hojas del bosque
marchan las aves,
y de las avecillas
con las canciones,
otros climas buscando
van los pastores.
Por el árido lomo
de la montaña,
una gigante sombra
se mueve y pasa.
¿Acaso el sol de invierno
débil proyecta
la sombra de una nube
sobre la sierra?…..
No; lo que nuestros ojos
allá columbran,
no es de una errante nube
la sombra oscura;
entre nubes de polvo
va caminando
el rabadán que emigra
con sus rebaños.
Y así, como escuadrones
del mismo ejército,
pasan unos tras de otros
los ganaderos;
pasan, pasan
como una tenue sombra
por la montaña.
Que ya la flor de invierno
brotó en el prado;
ya la niebla hace trono
de Picos Albos;
ya el lobo en la Congosta
lúgubre aúlla….
ya se van los ganados
á Extremadura.
agrio y fecundo,
tus selvas quedan solas,
tus bosques mudos;
solo el río por ellos
ya pasa y canta,
la canción del olvido
cantando pasa.
Noches claras y tibias
de luna llena,
en que aroma el ambiente
la madreselva,
y en que un millón de estrellas
tiembla en el cielo
como argentadas hojas
de un alamedo.
Noches de amor, pasasteis,
y con vosotras,
las circulares danzas
y alegres coplas,
¡De tantas alegrías
é idilios tiernos,
en esos prados queda
solo el recuerdo!
Aun humea el rescoldo
de esas cabañas,
y así el recuerdo humea
solo en las almas.
Gruñendo los arroyos
bañan del monte,
y el sol no irradia en ellos
su campo móvil;
el viento en las cañadas
silba con furia….
¡ya se queda la sierra
triste y oscura!
En pos de sí dejando
sombra y tristeza,
va la nube que cruza
la cordillera;
y entre el polvo que mueven
esos rebaños,
acorde son de esquilas,
risas y cantos.
Sobre recia y ventruda
yegua cuatralba,
entre mantas y enseres
puesto á horcajadas,
el rabadán canoso
marcha cubierto
con la de doble oreja
gorra de pelo.
Y dos fieros mastines
de piel hirsuta,
y al cuello la carlacanca
de férreas puntas,
le siguen como hastiados
de ir de camino,
culebreando el cuerpo
medio dormidos.
Dispersos los zagales
entre el rebaño,
con un diestro silbido
guían el hato,
que al escuchar el silbo
gira uniforme,
como á la voz de mando
los escuadrones.
que el alma engendra
en nuevos horizontes
ideas nuevas;
llevan delante de ellos
luz é ilusorias
esperanzas, y dejan
olvido y sombra.
No; atrás no queda todo
con el paisaje;
algo llevan consigo
de esos lugares;
un cantar á sus labios
cae desde el alma,
y el cantar vierte aromas
de la montaña.
Grato al alma el recuerdo
vuelve, y entonces
en silencio marchando
van los pastores;
mientras que las ovejas
y cabritillos,
las cañadas atruenan
con sus balidos.
El dulce amor, la danza,
la fiesta alegre…
con la voz del recuerdo
les dicen ¡vuelve!
Cuando esa voz escuchan
con tierno halago,
¡ya se van los pastores,
ya van marchando!
¿Cómo las serranicas,
sin ser hoy fiesta,
lucen sus arracadas
de plata vieja,
y el manteo adornado
con sobrepuestos,
y rizada camisa
de blanco lienzo?
¿Cómo, sin ser hoy fiesta,
se están de holganza
sentadas á la puerta
de sus cabañas?
¿Qué miran, que sus ojos
fijan inmóviles,
en la cumbre lejana
que el sol traspone?
Ven, á traves del llanto,
la parda nube
que pasa y que se mueve
sobre la cumbre;
ven cruzar los pastores
por la alta sierra;
ven que la nube pasa
y ellas se quedan!
¡Triste es ver el esbozo
de algo que pasa
y perderse en las brumas
de lontananza!
Algo nuestro parece
que muere en ello,
parece que nos deja
sin algo nuestro.
Por eso miran tristes
las serranicas
ondular esa nube
por la alta cima;
que la mitad del alma
de algunas lleva,
y en pos de sí dejando
va llanto y penas.
Para que allí germinen
dichas mañana,
como fecunda lluvia
deja esas lágrimas….
Más ¡ah! quizá el olvido,
tal vez la muerte,
algunas de esas flores
tronchen ó hielen!
Vendrá tras el invierno
la primavera,
con ella los pastores
á la alta sierra;
pero mientras no vuelven
con sus rebaños,
más de cuatro zagales
quedan llorando.
Somiedo 1889.
Juan Menéndez Pidal. A.lalá. Madrid 1890.-
preside la fiesta;
esa luz de las sombras amiga,
de estúpido rostro, de faz macilenta.
Esa luna que ostenta en su disco
de luz medio muerta,
negras manchas, que en ella parecen
las runas que artera
descifraba Wola,
la decrépita saga del Edda:
Esa luna que el druida invocaba,
extendiendo la mano hacia ella,
murmurando del rito sagrado
palabras secretas:
Esa luna que orlaba de fuego,
las nubes aquellas
en que Ossian el Eskalda veía
pasar con pereza
de Fingal y Malvina las sombras
errando del éter en la calma eterna:
Esa luz de faz arrugada
cual vieja hechicera,
dormitando en la altura del cielo,
preside la fiesta.
Ella tiñe de luz melancólica
el valle y la selva,
y al bañarlos su luz moribunda
ideales contornos les presta.
A su fulgor, crecen
gigantes las sierras,
se retuercen las hayas del monte,
y seres medrosos sus troncos semejan.
Los negros pantanos,
las fuentes serenas
del bosque escondido,
que mohosos peñones sombrean,
fosforecen con lívida llama
de lumbre siniestra:
los ríos son fuego,
cristales las peñas,
é invisibles fantasmas cabalgan
en fugaces girones de niebla.
Cuando el gallo negro
que habita en la selva
canta á media noche,
los genios despiertan:
asoma algún duende
su enrome cabeza,
de la gruta en que yace escondido,
por la rota quiebra;
y al ver el silencio
reinar por doquiera,
con sonora y fugaz carcajada
da la voz de alerta.
Los demás espíritus
á lo lejos repiten la seña,
y en sus formas sutiles envueltos
recorren la tierra.
El soto pelado
que zarzas rodean
y alumbra la luna
con luz soñolienta,
cual la agonizante
de una candileja,
al sonar de aquel gallo los cantos,
de brujas se puebla,
que á caballo de sucias escobas
del aire descienden con sombras envueltas;
y allí el aquelarre,
retozando en fantástica rueda,
aúlla y se inclina,
con extrañas ridículas muecas,
en obsequio del macho cabrío
que rumia impasible mirando la escena.
De las claras fuentes
que bajo las peñas,
y entre plantas y sombras ocultas
con monótono son gorgolean,
surgiendo las xanas,
allí prisioneras
de algún moro al poder misterioso,
se ponen en vela
á la margen del agua lavando
del oro más puro brillantes madejas;
y entre tanto, con voz melodiosa
y en dulces cantares, relatan su pena.
Las errantes almas
de los muertos, llegan
al calor del rescoldo humeante
que aún dan las hogueras.
Danzando los duendes
en las rocas torcidas y escuetas,
del monte las cumbres
á su rudo compás bambolean.
Y las Atalayas,
gentiles doncellas
que encantadas mansiones habitan
ocultas en cuevas,
arden hoy como llamas azules
entre la maleza,
y violetas de fuego parecen
que al paso del aura se agitan y tiemblan.
Así como el sueño
que embarga la idea,
produce en el alma
visiones etéreas,
seres intengibles,
de ignota existencia,
que son realidades y puras quimeras;
así cuando duerme
la Naturaleza,
en la noche serena y tranquila,
las sombras engendran
esos vanos terribles fantasmas
de luz y tinieblas,
que se agitan cual sueños del mundo;
terrores que pasan si el mundo despierta.
Puerto de Pajares. 1883. Juan Menéndez Pidal. A. lalá. Madrid 1890.-
¿Cómo te fó por allá?
Diegu.- Fome bien, gracies á Dios,
De salú no me fo mal.
Vendí bien la xata pinta
En tred ducados y un rial,
A Pachón el de Fresnedu
A pagálos por San Xuan.
Pachín.- Y, dime: allá per Uvoedo
Non se ruxe ñovedá?
Diegu.- Nunca ello tantes hubiese,
Ñin ficiesen tantu mal!
Porque en la casa de Fronte,
Allá en Estancu d´Atrás,
Todos están perplasmaos
Y munchu más el rapaz.
Pachín.- Pos qué yos asocedió?
Diegu.- Déxalo con Barrabás!
Pensaba el padre gradualu
Allá en la Ñuversidá.
Dexaminólu primero
El párrocu de San Xuan
Y dixo que lu aprobaba
Pero, amigu, los Dotores
Echáronselo á rodar,
Dieron i les calabaces
Y punxéronlu á pelar.
Pachín.-Xesús, home! qué me cuntes?
Y so pá qué non fará?
Por mediu d´algún lletrau
Una quexa criminal,
Pa que echen esos Dotores
Al peñón de Xibraltar.
Dime, ñón se pué saber
El autor de tantu mal?
Diegu.- Dicen que fó un tal Parra
El que ántes fó de San Xuan
Y agora ye palaciegu
Y tien gran autoridá.
…………
Los Dotores, (bona xente!)
Toos lu querín aprobar
Dando i una penetencia
(Ñon sé si era de rezar)
U otra que yo no ´ntendí
Nin me quixeron nombrar;
Pero Andresín, R que R.
Xuró que no había ser tal.
Y ansí ganó el pleitu á tóos.
Aunque yeren munchos más.
……..
Hasta el martes en la Pola,
Si nos vemos per allá.
Poesías selectas en dialecto asturiano.
D. Fermín Canella y Secades.
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