Travesía Costa Naviega: Playas de Barayo, Frexulfe, Fabal, La Bragada y Playa del Moro
La Esfoyaza
La noche, avaramente, cobija la quintana;
y en la ventana adusta de la casona vieja,
relumbra, entre la sombra, la antigua candileja,
como una tenebrosa pupila sobrehumana.
Los robles, pensativos, musitan una arcana
oración, con la brisa que entre las hojas deja
suspiros de almas tristes y errantes; la corneja
lanza graznidos lúgubres como una voz humana.
La luna, opacamente, pendiente del vacío,
brilla como una hostia sobre el cristal del río…..
Hacia la casa vieja, por múltiples senderos,
los campesinos marchan, y en la llanura sola,
mientras entre las nubes se duermen los luceros,
¡ladra un mastín enorme, moviendo la amplia cola!
El cuadro es como un lienzo de amor y de energía;
surgen del llar, cortantes, las llamaradas rojas,
un viejo diz leyendas de extrañas paradojas,
y entre los mozos late la juventud bravía….
Las mozas, como rosas ebrias de bizarría,
ríen a carcajadas; va quedando sin hojas
todo el maíz; las viejas, que ocultan sus congojas,
ríen también a ratos con gestos de ironía.
De vez en cuando, un chiste como picante abeja;
la luz de dos miradas; el mozo que corteja,
la moza cuyo seno palpita enamorado.
¡Y en un rincón que apenas la candileja alumbra,
dos viejos, que recuerdan las cosas del pasado,
parecen dos fantasmas que envuelve la penumbra!
El ¡ixuxú! resuena triunfante; los vecinos
van hacia las cabañas que invaden las llanuras;
como nocturnos duendes, alargan sus obscuras
siluetas sobre el firme blancor de los caminos.
El viento balancea las copas de los pinos-
fantasmas enlutados que guardan las alturas-;
muestran los canes, hoscos, sus blancas dentaduras,
al par que abren sus ojos, sangrientos y felinos.
Se entreabren con sigilo las puertas de las chozas;
ni ladran ya los perros, ni ríen ya las mozas;
finge el paisaje un lienzo de nieblas uniforme.
Y mientras que el ganado rebrama en los corrales,
y se oyen de los gallos los cánticos triunfales,
¡del cielo brota el Alba, como una rosa enorme!
Alfonso Camín. Mayo 1915.
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