Pista Wamba-Lago Ubales-Desfiladero de los Arrudos-Caleao
Pista Wamba-Lago Ubales-Desfiladero de los Arrudos-Caleao.
La samaritana
Un viernes salió el Señor
a la ciudad de Samaría;
en el medio del camino
el calor le sofocaba.
A un pozo que allí había
el Señor se encaminaba;
sobre el brocal recostóse
porque rendido ya estaba.
Luego que la vió venir,
la mujer que El esperaba;
con el cántaro en la mano
era la samaritana.
Como el Señor la pidiese
una medida de agua,
que en cambio El daría otra
de mucha más importancia,
y que nunca tendría sed
como llegase a gustala.
-Pues si tanta virtud tiene
dame, Señor, de esa agua
para nunca tener sed….
Y el Señor le dice:-Aguarda;
ve buscar a tu marido,
vente con el en compaña,
no está bien que una mujer
sola de la ciudad salga.
-Señor, no tengo marido,
marido ni soy casada.
-La verdad me respondiste,
dices bien, samaritana,
tuviste cinco galanes
hoy sin ninguno te hallas,
tuviste cinco galanes,
dando escándalo en Samaria
y ese cántaro que llevas
es el que encubre tu fama.
-Señor, vos sois un profeta
que mis pecados aclaras
y penetráis mi interior
sin que se os oculte nada.
-Yo no soy ningún profeta,
soy de una esfera mas alta,
soy hijo del Padre Eterno,
el Mesías que te aguarda.
Romances de la tierra somedana. José María Feito.
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos.
Oviedo 1958. Nº XXXIV.-
El niño perdido
La princesa de los cielos
reverencia en mil altares,
la Virgen a quien se humillan
los ángeles celestiales,
esa patrona divina
por ser del paraíso madre,
a quien encuentra pregunta,
-Señores, si alguno sabe
de un niño que se perdió
de mi compañía ayer tarde;
bien vestido de morado,
que es de nazareno el traje,
cara blanca y espaciosa,
ojos rasgados y grandes,
tiene el sol en un carrillo
y la luna en la otra parte.
Allí salió una mujer
que debió de ser un ángel:
-Ese niño, mi señora
por aquí pasó ayer tarde;
por las señas que Ud. da
señora, Ud. es su madre:
La madre que lo es hermosa,
es hermoso lo que pare.
Yo le daré mil haciendas
y otras riquezas muy grandes,
que las tengo preparadas
de los bienes de mis padres-.
Saqué un pan entre los brazos
para de limosna darle,
y vi un niño tan chiquito
que vuela tan fino el aire;
yo le dije:
-Entra, mi niño,
donde las puertas se te abren.
Entró y sentóse en el suelo,
que no había donde sentarse;
preguntéle de quien era,
respondióme como un ángel:
-Soy hijo del Padre Eterno,
y la Virgen es mi madre
y Yo me llamo Jesús
que nací para salvarte.
Mandé hacer la cama al niño
para que fuera a acostarse;
no quiso, echóse en el suelo
en pajuela de alicante
y en la cabeza un canto
para su cabeza echarse.
En ésto me pasé la noche
en un sueño muy suave
viendo que tenía en mi casa
el poder de Dios tan grande.
Al otro día por la mañana
el niño fué a levantarse,
dándome los buenos días,
y que con Dios me quedase.
-Mi niño, el alma me lleva,
si no me coges mis carnes.
De allí se marchó la Virgen
más contenta que de antes.
Búscalo de templo en templo,
búscalo de valle en valle,
allá lo fué a encontrar
entre unas murallas grandes
´n el medio de unos doctores
disputando de su Padre.
¡Válganos l´ Eterno Padre
por ser historia del Niño,
es de razón que se acabe!
Romances de la tierra somedana. José María Feito.
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos.
Oviedo 1958. Nº XXXIV.-
La palomina
Un domingo fuí a misa,
no he podido sosegar.
Cogí mi larga librea,
y al monte me fuí a cazar.
Yo caza no vi ninguna,
ni tampoco vi volar,
sólo he visto una paloma
´n el alto de un palomar.
La paloma que me vió
ya comenzaba a llorar…..
-No llores, paloma blanca,
no tienes porqué llorar,
que a tus padres y a los míos
juntos los he visto hablar,
y tengo por entendido,
que juntos nos van a casar;
los tus hijos y los míos
hermanos se han de llamar,
beberán de un mismo vino
comerán de un mismo pan,
vestirán de paño fino,
calzarán de cordobán.
Romances de la tierra somedana. José María Feito.
Boletín del Instituto de Estudios Asturianos.
Oviedo 1958. Nº XXXIV.-
La Serrana
Un día yendo pa misa
encontróme y encontrela,
me encontré con la serrana
que vive en Sierra Morena.
Me ha cogido de la mano,
me llevó para la cueva,
mientras más arriba iba
más me aprieta la muñeca.
-Qué es aquello, serrana
que se ve en la tu cueva?
-Son cabezas de hombres muertos,
que yo maté en la mi cueva.
Lo mismo he de hacer contigo
cuando mi voluntad quiera.
-Serrana, hazme la cama
serrana, hazme la cena.
-La cama no es para tí,
ni pa gente de tu tierra,
que es de pieles de oso,
pielecitas de rapiega,
y entre colchón y colchón
puñales de oro metiera.
-Serrana, hazme la cena;
de pichones y perdices
traigo la montera llena.
Estando en estas palabras
un dulce sueño le diera.
Yo aproveché la ocasión,
salí por la puerta afuera.
Cuando ella despertó
ya anduviera legua y media.
Se puso a tirar la honda,
se puso a tirar la piedra,
la primer piedra que tira
me derribó la montera.
-¡Vuélvete aquí, villano…..!
¡vuelve a por la tu montera!
-La montera es de buen paño
pero aunque fuera de seda.
-Lo que te pido, villano
que no sea descubierta.
-Descubierta no has de ser
hasta la primera venta.
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