Playas de Cué y de Toró (Llanes)


Textos.
-Dibujo de María Josefa Canellada. Libro Folklore de Asturias.
-El pozu del Alloral.
-El tiempo se hace espacio y el espacio eternidad.
-El "cura verdugo" del penal de Ocaña.
-Crónica de 18 de julio de 1936.
-Recurdos de infancia.
-Antón de Cúa ´n á cueva.
-Bruxerías.
-Coscoritos.
-Carta a mió  amigu Manuel Masera. (Tiyeru de oficiu)
-Mitología Asturiana.
-Triquiñuelas.
-Carta a Pepe Coroyu.
Dibujo de María José Canellada.
El pozu del Alloral
“Porque estareis pa saber qu´ero llaniscu de veras
que nací ´n ´a Moría en una casina viéya qu´á l´ orilla del Sablón  tien un güertín á la vera;
y que frente al pozu mismu del Alloral, con pobreza
tienen mios padres so casa, que Dios bendiga y defienda,y que cuand´era rapaz muchas veces pe las peñas  que de cotu al pozu sirven baxaba con lixereza, unas tropando ´l jenoyu que crez pe las sos oriellas,  y otras muchas atisvando pe las juracas y cuevas  á ver si atechaba níos  de cericu ó pisandera”. Le sorprendió la  muerte arrancando en  flor las ilusiones y esperanzas alimentadas durante todos años de asiduo  trabajo, lejos de los seres más queridos, á quienes no pudo volver á ver, como esperaba y eran sus más ardientes deseos, según él mismo expresa: “Si Dios quier  qu´allá vayamos vamos á gozar en regla, y si no abundia el majuru y hay que trabayar n´á tierra  tú,  posupuesto, dirás  en la lancha á la baeda ó á pescar en el Caballu bogas gordas como piernas: yo estocinaré el arrincu con segote sin muezcas,
cucharé en zarda de ablanu, mayaré el tarrón con trencas, cortaré bardiu escayosu con la rabona joceta,
escapullaré, cantando, picaré árgumas ´n ´a duerna, 
aparexaré la yunta pa dir á la Buxanera; cargaré á carga jumeru media tonelá d´ herba y terciaré á socolina un güen trogu de madera. Eso si, al final de todo habrá una pipona  güena  de sidre, y en un cacipiu beberé á diestra y siniestra entre tayada y tayada de una bolla de morciella.
Asina pasé la vida  y asina espero que güelva”……..
…………………
“¡Cuántu nos divertiremos corriendo de fiesta enfiesta! ¡Agua se me jaz la boca pensando  qu´han de ser ciertas las ilusiones qu´agora el corazón alimenta! Hoy comerás tú en mio casa  el pebre á la marinera, y yo mañana ´n la tuya  llacón, pantruque y morciella. Diremos da cuando á níos como ´n nuestra edá primera  y picaremos el cuayu corriendo pe la campera. Cuando se cuella ´l maíz diremos á la desjueya, mejor dichu, á l´ escapulla que se diz  n´aquella tierra. Hemos de dir á las jilas en ´as noches que las heba, y el domingo pe la tardi á xugar á la bolera………….
El Pozu del Alloral.  Ángel de la Moría. (1892).-

Cue. 
Lugar y parroquia del concejo de Llanes, cuyos términos se sitúan en la costa central del municipio, al oeste de la capital y al pie de la sierra de Cue. Tiene una extensión de 1,84 km y comprende sólo el núcleo de Cue, con una población de 271 habitantes. La de Cue tiene una altitud media de 150 m, tiene cierta inclinación hacia el mar y se extiende desde el Cantu Hariu, de 198 m, hasta romper en acantilados al este de la playa Ballota. Al pie de la sierra, en el escaso espacio entre ella y el mar, se apiña el pueblo de Cue, a una altitud de 52 m, y muy cerca la costa recortada y las pequeñas playas de El Portiellu, con la isla Entremís; la playa Cue, con varios islotes y la punta la Mohosa al este; y la citada playa de la Ballota, con el escarpado islote del mismo nombre. A pesar de alguna obra y chalé que desentonan, mantiene aún Cue un importante conjunto de arquitectura tradicional. Hay buen trabajo de cestería y también interesantes corredores, destacando la conservación de varios ejemplos de casa de patín con cortafuegos salientes, alero volado y dos pisos, con escalera de piedra en la fachada para acceder al superior. Incluso alguna casa levantada por los indianos sigue este esquema tradicional, como una de indianos que sigue este esquema tradicional como una de tres pisos enmarcados por cortafuegos, y eso sí, con una galería acristalada, que tanto gustaba a la burguesía del XIX. Hay alguna casona como la del conde de la Vega del Sella o la delos Beltrán. Mención especial en Cue merece el mantenimiento de un rico patrimonio folklórico. En él destaca el antiquísimo baile del pericote. En Cue, hay numerosas fuentes y se mantiene la tradición de enramarlas. Diccionario Geográfico de Asturias. - 
EL TIEMPO SE HACE ESPACIO Y EL ESPACIO ETERNIDAD
(Del Jueves Busgoso 04/07/01)
 Estaba muy a gusto en las nubes, abstraído de concreciones y suavizado por generalidades, en el claustro materno de los cielos, m-as arriba de las formas lógicas y más abajo que las inmensidades silenciosas en las que el tiempo se hace espacio y el espacio eternidad.  
 En las nubes estaba-y es de sospechar que sigan- montones de gente []esclavos del consumir y repetir y olvidados de crear. Estando en tan placentera concurrencia de suspensiones del ser,llegó el clamor de la coral autogestionaria de mensajes de los jueves y hubo de caer de las nubes. La caida fue suavizada por hamacas de niebla[ e ileso busc´0 , con fe maltrecha pero con obstinación reciamente fundamentada, humanidad y quereres.
 Encontró un pueblo de ruinas vivientes donde trepaba la hiedra del olvido y se oía el canto gregoriano de un surtidor. Allí está la criatura de la pena, persona que apenas sobrevive a la muerte de tres seres queridos fomentando su tristeza con soledad persistente. Un fondo de silencio, dolor y amarga vocación a la tristeza se encubre con una persistente convocatoria al goce de vivir y a la necesidad de tirar p'alante.
 Así habló el anciano del lugar que ,derribadas las fronteras y distancias por el abrazo de la misma esencial identidad universal, se encontraba, como caido de las nubes, en Camerun, el país del mundo, entre los bansóa,los Kameleke, los Tizar y los Aspiazuleke, recogidos de la noche hombres,mujeres y niños para oír la tradición oral milenaria, poblada de seres fantásticos y experiencias mágicas, y así cuando el anciano les pregunta:```¿Pero en serio creéis que todo esto pasó de verdad?´´``¡Sííí!´´ le contesta todo el clan. O sea que habrá que seguir. --------------
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El  “cura verdugo” del penal de Ocaña
“En el  penal de Ocaña conocí  lo más duro  paran condenado a muerte: la soledad”, detalla Marcos Ana. La cárcel de Ocaña ha pasado a la historia  como uno de los símbolos de la represión franquista.  Tanto por el alto número de fusilados como por el nombre de los presos que albergó.  Entre sus barrotes estuvieron Miguel Hernández y el poeta Marcos Ana en el año 1940-41. Marcos Ana, el reo político que pasó más tiempo  en las cárceles franquista (23 años),  describió  para el documental Memoria Viva las condiciones de vida del penal de Ocaña, donde estuvo preso hasta 1946.
“En el penal  de Ocaña conocí lo más duro para un condenado a muerte: la soledad. Me llevaron  a una pequeña celda, de unos dos metros  de largo  y tan estrecha que con los brazos en cruz tocaba las paredes. Una puerta de hierro, un retrete en un rincón, un colchón de esparto  y un pequeño y alto tragaluz enrejado  iban a formar mi nuevo universo.  Nos dejaban salir al patio dos veces al día,  una hora por la mañana  y otra por la tarde”, detalla el poeta, que añade que el momento  más triste del día era el atardecer, cuando se despedían unos de otros “sin saber si aquél  sería el último abrazo”.
Poema íntegro
Muy de mañana, aún de noche,
Antes de tocar diana,
Como presagio funesto
Cruzó el patio la sotana.
¡Más negro, más, que la noche
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!
Llegó al pabellón de celdas, 
Allí oímos sus pisadas
Y los cerrojos lanzaron 
Agudos gritos de alarma.
“¡Valor, hijos míos,
que así Dios lo manda!”
Cobarde y cínico al tiempo 
Tras los civiles se guarda, 
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!
Diecisiete disparos  taladraron la mañana
Y fueron en nuestros pechos
Otras tantas puñaladas.
Los pájaros lugareños
Que sus plumas alisaban, 
Se escondieron en los nidos
Suspendiendo su alborada.
La Luna lo veía y se tapaba
Por no fijar su mirada
En el libro en la cruz
Y en la “Star” ya descargada.
¡Más negro, más, que la noche
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!
Alejandro Torrús. Diario Público 
Publicado  24.03.2013. Actualizado  27.05.2016.
Crónica (18 de Julio 1936)


Se presenta dentro de una guayabera blanca, pantalón crema y zapatos a juego. Pelo cano. Deja al aire dos brazos extremadamente delgados, unos tendones que abultan como cables y unas manos huesudas que aprieta con fuerza cuando el pasado le remueve las tripas. "Vine al mundo así, con el puño cerrado", suelta Pedro, "y así me iré, con el puño en alto". Comunista de palabra y obra. Su madre costurera, lo parió el mismo día que nació la Guerra Civil. Eran las 4 de la tarde del 18 de Julio del 36. Y en Villanueva de Córdoba, tumbada al fresco de la habitación matrimonial-caían 39 grados en las calles-, la joven Isabel resoplaba a cada contracción. "No pudo ser más desgraciada la fecha de mi llegada", murmura aquel naciente, hoy a punto de cumplir los 80. Y mientras rebusca en un montón de anotaciones y fotos que hablan de su niñez y una juventud de cárcel, exilio y lucha obrera, a Pedro Ruiz García se le encharcan los ojos . "No tuve niñez, pero sí miedo y hambre.... Por las noches mi padre me llevaba al campo para que el miedo se me quitara. Quería que escuchase a los lobos en la oscuridad". Tendría cinco años. "Y esa cercanía a las alimañas, al peligro, fue lo que me ayudó a formar el carácter, a ser valiente". Era el germen de un futuro líder.

Se acuerda de muchas cosas terribles. Pero, pero sobre todo de lo que supo luego de aquel sábado de Julio. Corría el rumor de que el "alzamiento"- así llamaban los sublevados al golpe militar- había empezado a cobrarse  los primeros fusilamientos más allá de Villanueva. Esa noche, obreros y campesinos de la villa, afines al Frente Popular, salieron a defender las calles bajo las luces de las farolas.  Pedro estaba en la cuna cuando  su padre,  Cayetano, marchó armado  con otros vecinos a Cerro Muriano, a 15 km de Córdoba. "A cortarle el paso  a los nacionales que avanzaban desde el sur". Fue allí donde Robert Capa tomó la icónica foto del miliciano Federico Borrell desplomándose tras recibir un disparo. Con siete años tuvo que abandonar la escuela y ponerse a cuidar las vacas, los cerdos y las cabras de los pudientes.  Y sin nada a cambio. Iba incluido en el "salario de hambre" que su padre juntaba por trabajar  los campos de "los que habían ganado la guerra". Hasta que el ansia de una vida mejor llevó a Pedro, el mayor de tres hermanos, y a sus padres a Puerto Llano (Ciudad Real). El patriarca  encontró tajo en una mina e hulla. Y Pedro empezó a cargar teja,  de sol a sol. Cumplía 11 años. Y volvía  a la escuela..... Una tarde le preguntó  a su padre, que había llegado a teniente de los republicanos en la guerra: "Papá, ¿has matado a alguien? Hubo un largo silencio.  "Ninguna guerra es justa, Pedro", fue toda su respuesta. Y nunca más hablaron de lo ocurrido. Cumplidos los 18, Pedro entró de electricista en la Empresa Nacional Calvo Sotelo. Allí se jubiló. Entre tanto fundaría CCOO y el PCE en La Mancha; fue detenido 23 veces, tres veces procesado, declarado en rebeldía y se exilió a Francia ocho años. Y a su lado, siempre,  Carmen (mi compañera de alegrías, penas y luchas).

Diario el Mundo. 17 de Julio de 2016.-

El Pozu del Alloral 
(propuesta contra el Ayuntamiento de Llanes)
Nos, jiyos toos de Llanes,
el rincón de más guapeza
qu´ el Prencipau d´Asturias
en sos confines encierra.
Nos, qu´en tan antigua Villa
pasamos la edá primera 
ente xuegos y ente risas 
ente danzas y ente fiestas
y que anque á nuestro pesar
estamos alluendi d´ella,
dexámosi el pensamientu
de nuestra afeición en preba; 
sepimos jaz unos días 
por cartas de xente nuestra,
qu´el pozu del Alloral
joy dan en venta perpeta
a Don Francisco García, 
am de barcos y tierras,
procurador y notariu,
hombre de saber y cencia;

y nos reunimos á fin 

El Pozu del Alloral 

de protestar cou dureza 
contra quien viende lo vieyu,
sin que los vieyos lo sepan.
Sinó, con razón dirían 
que nos somos d´onde quiera, 
que no s´olvida ´l aldeanu
de so probe y chica aldea
y qu´hay xente que s´olvida
de la Villa grane y güena.
Qu´estimamos en bien pocu
el llar en que se calientan 
los casi ateridos güesos
de quien nos dió l´existencia.
Que del árbol de nuestra alma
cayeren, cual jueyas secas, 
los recuerdos abatíos 
por el cierzu de l´ausencia.
Mas ¡vive Dios! no hay motivu
pa que tal cosa se tema:
somos ´n extremu patriotas, 
llaniscos jasta la médula.
y por eso protestamos 
una vez, diez y cincuenta,
contra los municipales 
que trocaren por moneda 
el pozu más verde y jondu
que colmaba la marea
y qu´ al vaciar en la baxa
trucando contra las peñas, 
era ´l puru y fiel reflexu 
de nuestra humana esistencia.
El Pozu del Alloral.  Pepín el sardineru y Angel de la Moría. 
Llanes, 1892.-
Recuerdos de l´infancia 
Va munchu tiempu, Pepín,  qu´estó sin tener descansu porque ´n metá ´l joyu  ´l pitu atravesau to un escayu que me manca y me geringa y menester to escarbulu,  po la mor, que si lu dexo, to miéu que me sala un bardiu qu´anque nunca tenga moras, pos el muriu no e pa tantu, se irá llenando d´espitos y unu arriba y otru abaxu acabarán por jacer de mió mollera un calabru, y del mió sesu tocín que no lo preve ni ´l gatu. Y quió pidite ´l favor, si ´n ello no ties reparu, que m´eches p´acá l´aguya de to pacencia pa un ratu pos téngola menester pa ver si llogro sacalu. El mió diañu entendimientu qu´anque  duro com´un cantu, al tratase d´ofrecer echa siempre po lo llargu cual si tobiera de ricu lo que de probe y escasu: que mira siempre p´arriba sin reparar pa lo baxu cual si pa ´l añu que vien jor´á iguar el calandariu;  está empeñau ´n escribiste agora mesmu y con garbu, no en lletrinas espardías sin maltu ´l dexe guapu,  si no en versu, curiosín, -asigún elli de maju  pa sos adientros lu ve- jechu en llenguaxe asturianu co la parte de llaniscu, montera y picu pa ´l altu, calzón cortu, porceguías y la chaqueta ´l costazu, una mano pe las bragas y l´otra mano ´n el palu. Versu, en fin, que pa quitai  en daqué, siquiera, el tazu del llaviegu que lu escribe pocu jechu á tal estayu,  espolvoriau te l´unvía co l´azucar del encantu  que tien pa nos el recuerdu del llar onde nos criamos. Y ves ahí, de cual árguma vien el antedichu escayu que m´ajuraca el cogote  y quió sacar por lo tantu. Adisponte á recebilu, Pepín, en el to somantu
qu´e de llinaxe muy llimpiu anque lleve probe ´l sayu. Y si ´l espitu aprovez y e menester arbelalu, en llugar d´un espitín que triar puedas descalzu, unviarete una macona de gromu espitosu y gafu, ente ´l que flores muy monas  jallarás sin gran trabayu, porque ´l camín en que piso  está tan llenu d´encantu, que jasta ´l gromu florez, trócase  en moras el bardiu,  ´l jelechu  en melecina  y el rozu en maíz d´aguañu.
Conque así dexa ´l escruplu  onde yo dexo esti entamu  y arrima ´l oyu  y l´oreya á mió llaniscu rellatu.
El Pozu del Alloral. Pepín el Sardineru y Ángel de la Moría. Llanes, 1892.-

Antón de Cúa ´n ´a cueva 
Morruda ocurrencia jui la que tuviemos aquel día, Pepe, de llevar al tíu Antón de Cúa á la cueva de la Inxana.
            Preparaos con linternas, palos y otros arvíos, lleguemos á la salona  que tien á l´entrada, nivelada con piedras; de grande y curiosa, pero sombría bóveda. Per debaxu corren las aguas pluviales del vallín cercanu.
Viemos todos los rincones; las estalagmitas á que Antón llamaba santos; las estalactitas  á que llamaba pinganiellos; los aricios y vígaros mezclaos con güesos, y las cáscaras pegadas á las peñes, que i jacieren creer al probe tíu Antón, que la mar (que ´stá á tres kilómetros) pudía llegar allí de un momentu á otru.
          Dempués vesitamos la guapa arcada, que paez un balconaxe, onde diz que la Inxana ponía la tienda, y somos más adientro, buscando  la entrada de una larga galería, de entrada estrencha y baxa, onde encendiemos las linternas, y empecemos á entrar. Trabayu nos costó hacer que entrara ´l tíu Antón, porque tú, demasíau emprudente, non parabas de jabla-i de osos, cuélebres, llobos, raposos, incantos y apaecíos, y dempués, aquel silenciu, la mayor escuridá y estrenchura, teníanlu del tou asustau.
            Tranquilicélu, y entró pocu á pocu, sembrado papelinos pa non perdese al golver, maravillau de tantas cosas guapas como vía, los alternos, los santos, las colunas, los recimos y frutas colgantes. Díxonos que aquello ´staba  como si Dios mesmu  lo hubiera dibuxau, que allí, por juercia debía de haber tesoros escondíos,  y así, animándose  y perdiendo algo la medrana,  dicía que nunca ´n aquella cueva debió entrar alma nacida, y que no había dengún que se atreviera á entrar tan adientro como nos.
         Pero prestu golvía á recelar y encolase, anque vía tanta guapura, con cualquier ruidu que nos mesmos jacíamos, y  sobre tou  cuando lleguemos á un sitiu tan pindiu, que paez la baxada á un abismu.  Allí  se acordó  de la so vaquina y el burru,  se encomendó á San Antoniu, dixo que ´staba bien allendando, y hasta nos jezo  ´l encargu de dar los animales suyos á un rapaz, si elli non llegara á salir de la cueva. Diémos-i nuevos ánimos  y así baxemos  á estrencha galería de pisu llamosu, endurecíu,  que debe enllenase  de agua cuando llueve munchu. Siguieron hasta lo últimu aquella galería que paez nave de pequeña catedral. Allí paecía que acababa la cueva, y ya díbamos á golvenos, cuando tú  resguilesti como pudieste, topando un calce estrenchín,  que ha de ser per onde sal el agua que periódicamente enyesen  la galería. Siguiémoslu, y non tardemos en ver la lluz del día que entraba per otra cuevona. 
         Nuestru compañeru  que ´spritaba de miedu, y ya non cuntaba salir del antru, dió un fuerte rejinchíu al ver la hermosa lluz solar, faltándo-i pocu pa ponese de rodillas, dando gracias á Dios por haber salidiu,  y  xuró  y perxuró non golver á entrar, más que i dieran un güé de oru.
      Una improvisada merienda y unas botellas  de güena  sidre, golvieren el alma al cuerpu del tíu Antón de Cúa, que ya muy contentu, á todos  cuntaba la valentía de haber entrau ´n una cueva guapísima, de más de una legua de llarga, y más pindia  y jonda que ´l sumidoriu  de Pelaperi; y alababa á “Dios nuestro señor que tan guapas jezo las cuevas y tantu trabayó pa adornalas”.
Jueyines del mió güertín. Amable González Abín.-

BRUXERÍAS
BASTIÁN.- Escucha, Poldo, díxomi Sendo ´l otru día que ya no ´hay bruxas, nin trasgos, nin duendes.
POLDO.- Non sabe lo que diz.
BASTIÁN.- Pero ¿hailos?
POLDO.- Pa jablar de una cosa hay que conocerla.
¿Tú sabes lo que son bruxas?
BASTIÁN.- ¡Claru que sí! Las que montan en escobas la noche del sábadu pa dir á la xunta semanal en ´os campos de Cubera, las que…….
POLDO.- Pes no ´ lo sabes. Las bruxas, Bastián, hacen lo que los lladrones, non vienen á descubríseti, diciendo lo que son.
Las bruxas, van más adelantadas, visten bien,  montan meyor,  despelleyan al vecín  con más arte y desimulu que nunca. Por eso cuesta más trabayu conocelas.
¿No´ haber bruxas? Dimi sinón  como yos vas á llamar á las que con capa de cristiandá desjuellan á la xente, las que por puru gustu y pasatiempu ponen en guerra las casas pacíficas. El mesmu cura de to pueblu  que e un santu varón,  dirati que esas son las bruxas.
¿No´ haber tragos? ¿Qué son, entós,  los que per equí  y per allá  enriedan  y trestornan los negocios de los hombres de bien?
Lo que pasa, Bastián, e que las bruxas y los tragos progresaren, y, como xente que tiene más de pícara que de hermosa, nacieren lo que el demoniu , que no e lo que muchos creen.
El diablu, llama Llucifer cuando era güen ánxel, dempués Satanás, el Pecau, el Enemigu, etcétera, e pa unos un bodoque al que todos engañan viendo-i  el alma y jaciéndo-i trampa dempués. Tan bobu  lu creen algunos, que hasta cuntan casos  en que i jacieren traer dineru y más dineru y echalo ´n ´un sacu sin que elli conociera que ´staba ajuracau y tou se salía. Pa otros e la mesma malicia y picardía; dicen que non duerme, que siempre ´stá alerte en so trabuyu de perdición de las almas.
Diablóricas dicen que son las grandes envenciones,  y arte del degorriu  tou lo que indica muncha listeza.
Por esto mesmu  e muy diferente de como lu pintan, con cuernos y rabu, rustiendo las almas ó cociéndolas en grandes calderas.
Pa que veas lo que el diañu  alantó  co´los tiempos, ensiñareti una ´stampa  en que ´stá como un rey, en luxosu palacio, rodiáu  de comenencias modernas,  onde tien ricos tapices, cuadros, muebles, librería, salón de billar, tou lo que puede apetecer.
En so cámara que paez la de un potentau, veraslu ´n  un sillón que paez un tronu, cantando entusiasmau y tocando la vihuela, mentres-i están sirviendo las once y preparando-i un güen banquete pa elli y pa sos amigos.
Tamién pasa ´l tiempu xugando  á las cartas, al dominó y á toa clase de xuegos; pasea en atomóvil, y se sabe que i gustan un disparate los aeroplanos.
Anda vestíu con muncha elegancia, y debió mandar que i cortaran los cuernos y el rabu, porque no´se i ven. Acasu habrá pensau que no´i jacían maldita la falta, nin pa turñar, nin pa ´espantá las moscas.
Tampoco  necesita los terribles jorcaos, ni´ las calderones, ni el jueu abrasador. Ahora hebo un cambiu completu en ´os castigos infernales:
A´los condenaos  que tercerón el agua, mandamos güenos  calumbones y echamos grandes churros dende muy altu, y estos mesmos castigos aplica á los luxuriosos, á los vocingleros y á los que tienen mal xeniu.
A los amigos de paseos y divirsiones, que non piensan ´n otra cosa, piesllalos ´n un cuartu escuru, jaz ayunar á los zampabotiellos, trabayar á la juercia á los jolgazanes,dar á los tercos contra las pareas.
Obliga á los amigos de lo ayenu á pasiar per delantre de una casa toda de barrotes de jierru. Adientro ven todas las cosas que yos gustan.
Los borrachos  tienen que beber agua á tou pastu; los parlleteros y mal jablaos, morderse la lluenga, los codiciosos  están encargaos de dir á repartir  dineru  y cosas entre los probes.
A los envidiosos  ensíñayos  el bien de los otros en munchos espeyos, y á los soberbios y fatos, jazyos andar en cuatro patas y reguznar.
Como “el que tien bandillu no se quema”,  Satanás non jaz más que mandar y disponer, y tou lo jacen á toca teja los munchos diablillos que tien empleaos.
Elli tien de tal modu montau aquello al estilu modernu, que non llega á lo terrible de otros tiempos,  y e sin embargo, bastante pa que todos tengan miedu á aquel llugar de castigu, y enmienden so vida.
Ya ves Bastián, como tou cambia  y se altera ´n estos tiempos. Bruxas y trasgos  tienen que haber jechu otru tantu, pes hasta el mesmu demoniu  sabe modernizar so establecimientu, quitando-i el horror tradicional, sin que los castigos deben de dar güen resultau. 
Jueyines del mió güertín. Amable González Abin.-
Coscoritos
Cuando vien la primavera 
Con sos lladralaos de flores
Todo recude primores
De la mió casa á la vera.
Sin mancase  ´n  ós espitos
Parlo lo que hay que parlar
El regatu al sobarriar 
Jaciendo mil gorgoritos.
Volan entre los verxeles
Las enjarinadas capas 
Lixeras, listas y guapas
Agoliendo los claveles.
Y más dichosos que nos,
Pintadinos de colores, 
Depicuan er so las flores 
Los corderinos de Dios.
N´el chopu  qu´en la corrada 
Espurre  sos llargos gaxos,
S´ esmengan los cocaraxos 
Apegaos a la ramada.
Si las gallinas ruidoras 
Escabazan las moñicas
Destapes las borricas 
De las ñegras bacalloras.
Al pié de los catasoles
Toman el sol las limitadas 
Y pe las verdiosas jazas 
Pasíanse los caracoles.
Entre los pingos parlleros
De los frondios  mazanales 
Anéanse los niales 
De los guapinos xilgueros.
Trabayan las arandinas 
En las ripias so nial
O se posan n´el varal
A cuntase sos cosinas.
Si á luchar  va d´algún mozu
Y topa la so cortexa
Apreta l´ untada exa
Y el carru  canta de gozu.
Nada, en fin, aquí sosiega, 
Todo tien maju cantar
Igual cuando hay  que  cuchar
Que cuando l´herba se siega.
Por eso cuando me diz 
D´algún sos goces del mundiu,
Pensando ´n esti rebundiu
Digo pa mí: ¡qué infeliz!
Angel de la Moría.  Á teya vana. (1893).-
A mió amigu Manuel Masera (Tiyeru de oficiu) Onde se jalle.


             Ya ves, Manolo, lo que me jaces poner en lletres de molde (si e que allegas á velo, que no lo sé). Riiranse de nós, como yo me arrií en cierta ocasión de un xitanu que ponió el  sobre de una carta de esta confirmidá:
“Al Sr. Juan, Xitanu: el apellidu no lu sé, pero e un hombre mu llargu y mu flacu que estevo el añu pasau en a feria de San Antolín, de Palencia” Me escribes va ya tres díes y me dices: “Mañana salo pa Castilla en busca de tiyera. Si no la jallo  , me axustaré de criau con cualquiera que la tenga. Contéstame de siguida.” Guenu;  esi mañana de que jablas joi el viernes; agora debes estar en Castilla. ¿A onde te escribo? Si lo jago á to casa, e como si no lo jeciera de siguida, sigún me pides, pos sabe Dios cuando estarás de güelta. Así e que lo pongo en Oriente por si acasu  esti periodico va per onde tú andes, y, de todas maneras, te ajorras después el tener  que dir digendo ce por be á todos los vecinos del to llugar lo que te digo, sigún e usu  y costumbre ente nós con todas las cartas que recibimos.
Bien me paez que vaigas á buscar el modu de ganar esti veranu  algunos cuartucos pa cubrir las tos obligaciones, que no te vendrán mal, pos á ti te pasa lo que á mi, que nunca me allega la sal al agua; pero no te ciegue el pecau de dir con enredos y mentiras á los amos de las tiyeras, tratando de quitáilas á otros probes que las tengan ya axustadas,  que eso no e ley de Dios. Ya sé  que tú no eres de ideas tan condenadas, pero como el otru añu te lo jecieren  á tí, el conseyu no asobra. Cada unu pórtase como quien e, y si otru se conduz de mala manera, esto no e razón pa que jagamos otru tantu: ya i allegará so San Martin al tramposu, pos no hay deuda que no se pague.
Tocante á las trabacuentas que siempre tienes e nos axustes, sea de amu o de criau, por dar con xentes marniosas, te diré que tú tienes la metada de la culpa, y la otra metada el que trata contigo.  Esti iviernu anduvisti en justicia con Tivo Pradera: la razón estaba de to parte, solo yo, y tamién sé que perdisti  el juiciu, y que dixisti per ahí mil bachillerías de los hombres de ley, como si ellos tuvieran la culpa de to torpeza. Justi a juiciu y allí disti del tratu que tuviestes todos los  pormenores que te venían á cuelmu.   Eran la pura verdá, pero tamién lo era que jablabas por comenencia  y no por que te acordaras. ¿Qué te habías de acordar?
Co la  filosera que llevesti á casa aquella noche tantu sabías del asuntu como si en jamás habías conocidu á Tivo ni al Santu del so nombre. No estaba más alcanzau que tu Pradera; tamién  garró una chispa eléctrica de las de cuellu  güeltu, pero, más agudu que tú, joi á vese co ´l tíu Xico y Ramón Trencas, que estaban en a taberna aquella noche. Díxoyos  lo que i paeció, como tratau entre tú  y elli; preguntóyos si se acordaban, y como ellos tamién  estaban orbites á última hora con los vasiquines que tomaren á cuenta de vos, por no declarar so inorancia contestaren  que si, anque valga la verdá, ni siquiera se acordaban de cómo ni per onde joren pa casa. Llevólos  Tivo al juiciu, dieren testimoniu en so favor y el resultau joi que elli probó so dichu, y tú, bobalicón, no probesti nada: A lo que se ve, creías que to palabra era palabra de rey. Carguesti co ´l mochuelu y  bien empleau te está.
De agora pa en adelante, escarmau como debes  estalo, siguirás los conseyos de los que te quieren bien y saben un poquinin  mas que tú. ¿Quieres  que no te güelvan á jacer más trampas y que si tienes que dir a juiciu vayas sobre  seguru y sin que puedan torcer to derechu los vasiquines que beban los tíos Xicos y los Ramones Trencas? E muy fácil.
Cuando vaigas á axustate ó á  axustar á otru, en llugar de estavos  toa la santa noche parllando lo excusau  y contando cuentinos de cuando  el unu llevó  de criau al Durdu y  el otru de amu al Trolle, de los dichos y  aiciones  graciosas de ésti y de las partidas serranas de aquél, entretenevos en tratar por menudu  lo que vos  tien cuenta, e á saber: si el amu queda  en llibertá de quitai  al criau el mes de Setiembre; ó no queda y en casu de que lo jaga por no haber trabayu tenga que abonai al criau un tantu convenidu; si el criau  se obliga á siguir después de San Miguel trabayando pa ´l amu, si convién á ésti, por un  diariu, ó sin enteresase en nada;  si las horas de trabayu han de ser tantas o cuantas por lo regular, juera de los casos de apuru, como una nube que se presenta ú otru semejante; si la comida ha ser así ó asau, en fin, toas las cosucas del oficiu,  que tú mejor que yo puedes saber.  Lluego que esté todo bien  estipulau, se pon´en papel  en a mesma conformidá    que se estipuló;  de esi papel se jaz una copia, firman los dos papeles los  enteresaos, y cada  unu uaguarda el suyu. Todo esto se jaz  á palu secu,  ó pa que lo entiendas, sin probar gota de nenguna bebida; y cuando tengas la obligación bien aguardada en  bolsu, dentonces puedes  beber jastasa caer de jocicos, anque sería mejor que no trovaras, porque la bebida cuesta dineru y la salú que se pierde tamién lo val.
Me dirás que cuando no se tratan esas menudencias, estáse a lo que sea de usu y de razón.  Corriente. ¿Y cuálo e lo de usu y de razón? Pa esti amu elo matar de jambre criaos; pa aquél otru dayos de comer con abundancia, anque no sean regalos; pa ´l primeru e usu y razón que se llevantan co ´l alba y trabayen jasta las 11 ó las  12 de la noche,  pa él segundu  (que todos los díes  se va de bureu al pueblu), dexar á los criaos que trabayen lo que yos paeza;  y sigún que, en un casu,  lleves de testigu al primeru ó al segundu  así te dará cad´unu como usu general el suyu. Ya ves el casu que debemos jacer del usu.
Pero, tratando el asuntu como te digo, e muy diferente. Si cuando estés en a tiyera el otru se descarrila, que seas amu ó que seas criau puedes dicir: !¡Eh, amigu!  Amira el to papelín y cumpli lo que elli reza; sinó,  como ero Manuel Masera has pagame daños y  perjuicios”.
En una ocasión tevi que dir a to llugar avriguando el paraderu de una vaca que se me había escapau.    Como era domingo y xustamente la hora de misa cuando allegué, metíme en iglesia en cumplimientu del preceutu y oí, á  más de la misa, una plática, muy  bien rellatada por ciertu.  No jago memoria de la matadera que batallaba el Sr. Cura, pero sí de un llatinorum que repitió muchísimas  veces; tantas, que allegué á sabelo de cabeza: “Verba volant,  scripta manent.” Pero a mi ver  el vuestru  párrocu creíanos dotores de Salamanca a tos los probes payasos  que estábamos allí, pos ni una vez tan siquiera nos dió el  significau de esas palabras.    Aprendilo más tardi  de un asñor á quien i lo pregunté  y vo aprendetelo á ti agora, por ser muy al consonante de lo que te vengo digendo.  Las palabras velan, los escritos quedan.  
Aplica el cuentu. Si las palabras volan, por un regular, considera que jarán si se yos apegan las alas del interés.
Y con esto pongo puntu final. Paezme que va bien especificau todo lo que tenía que dicite. 
Ya sabes que, anque daque vez te llame pollín por tos pampiroladas, te quier muy de veras to amigu.  A. Fernández Martínez.
Lletres Asturianes. Nº 62. Academia de la Llingua Asturiana.


Mitología Asturiana
Cuéntase de un labriego que pasó toda la noche escondido en una vieja y corpulenta encina, ansioso de sorprender  a las Xanas, arrebatarles  la flor de agua y destruir  sus encantamientos. Sorprendiéndolas en efecto. Al verle huyeron  como volando hacia su fuente que al pie de unos alisos entre verdes matorrales nacía. Mas al penetrar  por la estrecha boca de su misterioso asilo,  impediánse el paso las unas á las otras, á causa de la prisa que llevaban. Abalanzándose entonces hacia ellas el buen campesino, no menos atraído de su sobrehumana beldad que de la apetecida flor, pudo, ínterin acababan de ocultarse, asir un hilo de las áureas trenzas,  del cual empezó á tirar, devanando afanoso el más rico y reluciente ovillo; y como aquel se le enredase  en un  espino, exclamó: “¡Virgen Santísima” á cuyo grito se cerraron sobre la fuente los matorrales, se rompió la hebra de oro, quedando convertido en un copo de lana su precioso ovillo; con lo cual á su anterior alegría sucedió la más negra tristeza,  tal que le condujo, rápidamente al sepulcro.
No menos hermosas que las Xanas, aunque más benévolas, son las Ayalgas, mujeres encantadas que custodian fabulosas riquezas en sus incógnitos palacios, cuyo acceso impiden cuélebres, escondidos  entre las zarzosas ruinas de vetusto solitario torreón ó en el fondo de simas cubiertas de matorrales y llenas de extraños ruidos.  Allí suspiran de continuo por la libertad, perdida en castigo de sus faltas;  allí  tienen su purgatorio, poseídas de perenne tristeza,  en medio del esplendor y magnificencia que en todo y por todas partes las rodea. Una cinta de flores azules ciñe su delgado talle, una corona de mustias violetas su pálida frente.
La noche de San Juan es la noche de sus esperanzas, pues en ella se  aletargan los misteriosos cuélebres, dejándolas recordar á los hombres que están cautivas, por medio de fosfóricas llamas que brotan a la entrada de sus grutas. ¡Dichoso el que logra divisar alguna de aquellas lucecitas, acercarse á  ella y aplicarle una pequeña rama de verde sauce!
El fuego toma un color azulado, oscila un momento y poco después se extingue. Entre sus cenizas  aparece una ninfa bellísima, una Ayalga que desatando el florido  ceñidor le coge por un  extremo y le ofrece el otro al descubridor afortunado La Ayalga se interna en la gruta y él la sigue arrastrado como por una fuerza magnética. A  medida que avanza,  el encantamiento  se desvanece y los cuélebres huyen despavoridos, quedando solo, en lugar de los  escombros y de los zarzales,  y de los lúgubres  rumores y de los siniestros guardas, un suntuoso alcázar poblado de espléndidos muebles y de dulcísimas armonías, donde la aurora de San Juan encuentra á la Ayalga desencantada y á su libertador  constituidos en dichosísimo matrimonio. De  almas en pena están pobladas todas las soledades y de moros encantados todas las cavernas de Asturias. No abundan  menos las brujas que, en la noche de San Bartolomé, giran alrededor de los viejos castaños, golpeándolos  con la acecinada espada; que, si el cura, al concluir la misa, deja abierto el Misal al lado del Evangelio, no pueden salir de la iglesia,  quedando como pegadas al suelo, y que con solo su presencia  hacen saltar, convertido en menudos fragmentos, al huevo que está asándose  cabe el fuego de la cocina donde por ventura entran. Pero no debemos hacer otra cosa que mencionar tales creencias,  porque non son peculiares á este país, sino que existen en la mayor parte de las comarcas  de la península. Hueste, Huestia ó  Huéstiga, llámase así una procesión de fantasmas blanquecinos, impalpables, aunque no invisibles, que salen  del atrio de la iglesia á altas horas de la noche, llevando en sus manos velas verdes de trémulo fulgor y rezando  con voz apagada  las oraciones de los moribundos. Cuatro de ellos, colocados en el centro,  conducen  sobre sus hombros unas andas  descubiertas que contienen  informe bulto, el cual va tomando poco á poco aspecto humano,  inerte y lívido,  hasta llegar á ser la fiel imagen del infeliz que espira, en torno de cuya casa dan tres vueltas  pausada y silenciosamente. Al terminar la última, rompen en vago sollozar  y las velas se apagan. ¡El enfermo ha dejado de existir! Entonces la procesión torna hacia la  iglesia,   entonando severos cantos,  las campanas doblan por sí solas,   oyéndolas el lama únicamente, como cuando zumban los oídos, las puertas del templo giran sobre sus goznes sin que nadie las abra,  volviendo a cerrarse  apenas entran  en él  los lúgubres espectros. A esta procesión se refieren los siguientes versos de un poeta asturiano, muerto en la flor de su edad: (D. Blas de Posada y Duque  de Estrada. )
Vi mil sombras vagar en lontananza
Y vilas ocultarse de repente
…..
No sé si fue verdad ó semejanza 
De lúgubres ideas de mi mente.
Lo que puedo decir (¡dígalo yerto!)
Es que  entre aquellas sombras  miré un muerto.
Volvieron á cruzar salmos cantando, 
Cubiertas de espantosa cabellera
Seguíanlas también otras rezando
En torno de sombría calavera;
Por fin iba un anciano meditando
De  anchuroso ropaje y faz austera;
En una iglesia abandonada entraron,
Y  tras ellos las puertas se cerraron.
Los címbalos, moviéndose impelidos 
Por mano aérea, trémulos plañeron,
Sus alas  con fatídicos graznidos
Hórridos cuervos en redor batieron.
Lanzó el perro dolientes aullidos,
Las fúnebres plegarias se extinguieron,
Y quedé-alma y sentidos concentrando,
Aquel terrible arcano meditando.
El Oriente de Asturias. Sábado 7 de Julio de 1.888. Nº 171.-


Triquiñuelas
La verdad es que, después de sufrir  un sablazo de 106 pesetas que en compañía de otras guardaba yo como oro  en paño, para hacer un viaje  de recreo hasta la tierra de María Santísima, le quedan a uno muy pocas ganas de escribir triquiñuelas. Hasta hoy no llegó para mi la recogida de los duros.  Pero a mi me los han quitado todos, sevillanos y no sevillanos.  Y sin derecho a canje, que es lo más  lamentable. Gracias que de ello me olvidé ante la presencia de dos muyeres que estaban, como ellas dicen, iguando un casoriu.
-Mira, muyer, en lo tocante á Ramonín, yo nada tengo que decir de elli. La rapaza, pa que tú comprendas, non tien madre; y  yo, como soy una tía de las más allegaes, na más razonable y puestu en puntu  de que-í dé un conseyu. Dimpués, que ella tire per onde quiera. Pero,  si no-í pinta el casoriu del todu bien, que no se venga lluego cantando nes oreyes que si yo fice ó dexé de facer.
Pero, entós usté dígame:  ¿está conforme con que se case? -Conforme deltou, non por ciertu, porque ella ya perdió bastante buenes comenencies; pero, como  á min en ello non me va ni me vien al tantu asina,  que faga de só capa  un sayu, y con so pan se lo comia.
-Dos  bien, decía la xente del pueblu que yera por usté por lo que taba parada la boda.
-Daqué de razón non yos faltaba.
-Ya paeció aquelo.
Non, si yo en lo tocante á decir verdá,  nunca pa ello tuvi pelos ena lluenga.
Vo dicite. La  mió sobrina tien dos mil cien riales  en hacienda, á más de un cuartu de horru, y el terciu y quintu más de la  cuenta de la manda  de so madre.
-Non ye tan poco.
-Por   eso mesmu; porque non ye tan poco,  plntéme yo, y el domingo dimpués de misa, llamé al padre del mozu y pregunté-i qué había de aquelo. ¿Y sabes lo que me contestó?
-Tá bueno de saber.
-Pos que el rapaz abondo tenía co la so  persona sin q´además llevare de casa ni un maravedí.
-¡Miá pá  allí!
-Con que ya ves,  muyer de l´alma, ¡cómo se  vos fegura que yo voy pasar por  éso!
-¿Y entós, qué ficisti?
-Finqué pies en parea, y primero i arranco el moñu que la deje casase, é  verdá que sí. ¡Non, pus! ¡Pos  yera lo que faltaba! Una rapaza como la mió sobrina que ya tan d´aquello pa tou y con  más de tres mil  rialicos de dote, ¿va casáse con esi demoniu, sin oficiu nin beneficiu, y á más non llevar al matrimoniu, ni el validor d´ una perra.
¡Home, quiá! Promero la unvío á servir á  Güenos Aires.
-Muncho me choca lo que me dices, porque la familia del mozo está bastante bien.
-Demasiau bien.
-Entós.
-Ye que tou lo quieren pa sí. La mió fiya toque ni mañana ú otru día, como quien diz, otros milriales,  porque daí el tíu dos nuvielles.¿Visti nada más justu que el rapaz  llevara el carru grande d´escripia que tienen?
-Claro;ya tenìn pa dir tirando.
-¡Miá qué milagro. Pos nin éso.
A la sazón se aproxima á ellas una muchacha, no muy mal parecida. Sin duda es la novia de que hablan.
-¡Milagru que vienes sola! dice la tía de la muchacha: ¿dónde  dexasti ese  cazuelón?
-Quedó  col padre en mercau del ganau.
Al paecer  ya tá conforme con dai una xata  y está vendiendo otra pa los gastucos de la casa.
-Non me paez mucho; pero, en fin, del mal  el menos.
Y el empedernido corazón de la  tía se ablandó con lo de la xata. ¡Todo está  en que haya igualdad en elmatrimonio!
Cuco.
El Oriente de Asturias. Llanes, 17 de Octubre de 1908. Nº 228-ó  1228.-
Carta á Pepe Coroyu
Hoy cambié de domiciliu, amigu Pepe. Convidárenme á parllar dende ´l púlpitu de El Oriente, y como yo en esto de dar la lluenga malamente ero una especialidá, teniendo corru y algo con que moya ´l gargüelu non aguardé á la segunda; puensi ´l pucheru míu á cocer na cocina ´l Pueblu, y dimpués  de sopla ´l juéu y dexalu jirviendo como Dios manda y mi da á entender, viénime al Oriente, non á preparar platos juertes, que si yos gustan, cocineros tendrán á bondu pa esi menester. Vengo á dabos un entrem´les suavín, y si la mió cabeza diera de sí algo tan del gustu de los letores como e l´intención, así Dios me salve si non  habiés de chupabos los didos de gustu.
Gachupín de Mañanga desimule po lo entremetíu, anque e cosa que da ´l oficiu,  non está demás tené la fineza de pedíi perdón por metese en so campu, sobre tou siendo  él un  revisteru que dá  el ole y jaz las cosas con tanta agudeza y saleru,  y cunta que non adulo, que bien notoriu e que  esi lujo  non se gasta ´n mió casa. Porque sabía que tien bastante que jacer co las romerías de Llanes y non puede acordase de nosotros nin de Santa Ana, la de Naves,  jágolo  yo de güena gana, entamando por dicir que anque presumo de home de pró y rapaz formal, canté  y bailé y rejinché jasta enronquecer, co lo que dí fe de ciertu á un  refrán  que deprendí en monte l´otru día: “el que con llobos anda, á  agullar apriende”, el cual refrán  non  lu discurrió Sancho Panza,  que diólu el meollu de los homes de  nuestra tierra, que, cuando llegan á vieyos, güélvense más socarrones y más deficiles que toos los Panzas que hebo n´esti mundiu.
Anque non ti diga quiénes son los llobos de la mió camada, direti lo que  hicieron, al pie de la letra, de como habíanlo prometíu, y  eso que non repartieron programas.
La víspera estevo un pocu desanimau el negociu por mor de Santiago que nos llevó la xente á Posada. Sin embargu, pe la noche componióse algo na Flor de Naves, co la concurrencia de Rumaldo, Xico Gandaya, Xuan Matasiete y yo. Cantamos y  bailamos, y anque  estábamos solos,  como dicía ´l  gallegu, non echamos de menos l´´orquesta,  que de pistón era la que formaba Xuan,  repicando los vasos,  Rumaldo, dándoi al balde, que jacía de tambor, y Xico,  tocando la guitarra ´palu l´escoba, que non paecía sino que los mesmos demonios  habían veníu del otru mundiu á char una cana ´l aire. Eso, sin cuntar la  mió garganta que, mal añu pal diablu, si na vida  hizo  gorgoritos nin  repicó la voz tan pe lo finu nin tan á pelu, como se pué ver.
Juime á cortexar á Faro
en casa de La Temprana.
Por munchu que madrugué
amaneciómi na cama.
¡La Soberana!
En tou  ´l conceyu de Llanes
no hay fiesta como Santa Ana,
nin cara más  pelegrina
que la que tiene mi dama.
Non i faltó á la copla más  que extendese un poqueñín más pa dicir  que pe la mañana jartámonos d´echar maldiciones ´a los músicos que nos vinieron á quita ´l sueñu ´l alba con una marcha fúnebre de so invención, y si non yos echamos más que maldiciones, jué por  aquel del qué dirán y non por no tener á mano que. 
Hebo misa solemne con un montón de curas, procesión y sermón que predicó  unu que  i llaman don Jenaro Cuervo y que  e catedráticu de l´ escuela onde deprienden  los curas, por ciertu que jabló mu bien sin acordase pa mal de los indianos, por milagru  e Dios,  co lo cual, y con non jacer  apavientos nin  metese en jonduras  que caen juera del so ministeriu, demostrò que e home de valía, que merece la pena de oílu en  cualquier parte con respetu y atención.
Hebo fabada con acompañamientu de morciella, jocicu de gochu, oreyas con llacón y arroz con lleche. Como el platu  era juerte, estuvimos en  tenencia  jasta las tres,  á  motivu de la digestión que jué amenazada ó  amenizada, como se diz    en señoritu, po la banda los gallegos y l´estampíu de los cohetes.
Pe  la tardi  y la tardina hebo lo que hay en  toas partes onde non viven las penas: baile sueltu y agarrau,  por bula especial   de mió amigu Rodiles, sidre y cierveza jasta dexalo e sobra,  y sobre tou unas mozas tantu de juera como de dientro ´l pueblu qu´esmechaban.
Non sé sí sería pol  acaloramientu la ciereveza; pero lo que sé diciti é que  hebo algunos momentos en que mi paecía ver los castaños del Polleru bailar al son de la música, y eso que po l´ aparencia ya pasaron  los probes de la primera juventú.
Pe la  noche pasóse la borrasca á la carretera, onde duró jasta que non hebo patas que char al aire nin didos pa dar las  castañuelas. Novedá non la hebo, que yo sepa, como non sea que Canterón trexo tou ´l día la boína derecha.
Non ti digo más. En custión  de moceríu non hay que jablar; jaz más d´un mes   que non hay pregones. Barrunto que e porque non se presenta güena la  colecha ´l maíz por mor del agua. En cambiu hay una plaga e yerba  que venos  negros pa consumilo, po, lo que sube ´l preciu ´l ganau que e un  escándalu.
La collecha e indianos baxó esti añu bastante. Yo siéntolo po los puros; pero alégrome, mialma, po las mozas, que tienen que andar á la  que pinta.
Desimula po lo enrevesau, y manda á to tocayu. 
Pepe el Malatu.
El  Oriente de Asturias.
Llanes, 1º de Agosto de 1908.-































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