Bosque de Moal-Mirador Montecín. (Cangas del Narcea)- Salida con grupo de montaña Monsacro.






Textos:
-Carácter y costumbres de los asturianos.
-Plantas medicinales.
-El xuramento.


Moal. Lugar de la parroquia de Vega de Rengos (Cangas del Narcea) sito en el valle del río Muniellos, a una altura de 620  m. Cuenta con un caserío disperso y alineado, siguiendo el cauce del río que se distribuye en los barrios de Cascarín, Llamazu, Fuexu y Corralín. Su proximidad y paso obligado a la entrada del Parque Natural Integral de Muniellos, está propiciando una actividad hostelera y turística que se alterna con el trabajo del campo y la ganadería. Al extremo del pueblo se encuentra la capilla de San Juliano, que alberga retablos e imaginería del antiguo templo.




Carácter y costumbres de los asturianos. 

El asturiano es robusto y sufrido, firme en sus propósitos y amigo del trabajo,si bien lo emprende no con mucha actividad y energía.  Vive sobriamente, y su honradez y lealtad se han hecho proverbiales : ama con entusiasmo su país y se  complace con los gloriosos  recuerdos de sus antepasados. Tiene talento e imaginación y naturalmente pensador, manifiesta grandes disposiciones  para las ciencias abstractas, aptitud y destreza para las artes mecánicas, facilidad en concebir y profundidad en sus conceptos. Rodeado de tradiciones y recuerdos históricos, no se dará un paso en sus montañas  sin tropezar  con una  memoria respetable de sus mayores. Cuando estos restos de una civilización  ya muy distante de la nuestra se examinasen con aquel espíritu investigador, que sabe  arrancar al tiempo y  al olvido sus arcanos, nos descubrirán  muchos usos rurales y de la vida doméstica, los juegos, las creencias y vanas observancias; una parte en fin de la sociedad  tal cual existía  en los siglos  transcurridos desde el XII al XVI. Los dichos satíricos y cantares campestres del aldeano de Asturias nos recuerdan  todavía el humor  maliciosamente festivo del Arcipreste de Hita. En aquellos lugares menos relacionados con las grandes poblaciones, aún hoy las ofrendas y plañideras de los funerales, la solemnidad y ceremonias de las bodas, la   reparación de los daños ocasionados por los ganados, los contratos, el vestido de las viudas, las juntas del vecindario a campaña tañida, y otros muchos usos, tienen un comprobante de su antigüedad y descendencia  en las “cartas foreras”  y leyes municipales, que desde D. Alonso VI  recibieron de aquellos reyes,  los pueblos de Castilla. El idioma vulgar del país, conocido entre sus naturales con el extraño nombre de “bable”,  es con corta diferencia el mismo  que hablaban D. Alonso X, Berceo y Segura: menos apartado de  su tipo primitivo que los otros dialectos derivados del latino y conservando el carácter de sus antiguos orígenes, llamó ya la atención de  Jovellanos, no como objeto de una vana y estéril curiosidad, sino  como un estudio importante para la historia de la lengua, para la restauración  de muchas de sus voces ya perdidas,  para fijar  la etimología de un  gran número de las usuales, y para investigar la índole y la cultura, las vicisitudes y variaciones de los pueblos que nos han precedido.  En los toscos  relieves de algunas fábricas anteriores  al siglo XIII tenemos  una imagen de las cacerías de aquella época; así  como las esculturas  informes de Santa María del Naranco, San Pedro de Villanueva y la Lloraza nos representan los trajes  que entonces vestían nuestros antepasados. Y estas pobres  e ignoradas iglesias y las de San  Miguel de  Lino, La Cámara Santa de Oviedo, Villardoveyo, Amandi y Valdediós y otras muchas que se construyeron  desde el reinado  de D.  Ramiro I  todavía bien conservadas, son hoy un curioso testimonio  del estado  de las artes en aquellos tiempos solo con el  examen de estos sencillos monumentos puede conocerse aquel género de arquitectura empleado en la Monarquía  restaurada desde mediados del siglo VIII hasta  principios del siglo XIII: sucediendo esta singular construcción  a la greco-romana,  y entonces ya olvidada y corrompida, fue la precursosa de la gótica-gentil, y con un carácter propio, que la  distingue  de todas las demás, robusta y sencilla como los pueblos  que  la emplearon, no sin razón fue llamada por  Jovellanos “arquitectura asturiana”. Pascual Madoz (1806-1870)  Asturias vista por viajeros.  Volumen I.- 



El xuramento
-Vereivos: Xiromin de Sabela había salío po la mañana al riscar ´l alba, camin de la villa, llevando per delantre una vaca con su xatu. Yera miércoles, día de mercau. Antonón el de la Sobana, había salío tamién casi a la mesma hora con otra vaca recién paría. Atopáronse los dos convecinos y falando, falando, non yos proveció ´l tiempu. Vendieron aina y a satisfaución, tomando la robla, que non fui corta, a la salú de los compradores; es dicir, que salieren a dos robles ca´un, diendo dimpués a echar un bocau a un chigre.
Pues siñor: tras el bocau fueron en ca Fermín y pidieren dos cafés con gotes de ron. Los primeros pagólos Xiromín y los segundos Antónón, que facín cuatro cafeses, servíos en taces recies como pedernales, blanques y con su llistica azul como los platiquinos. El cafés, negru como la mesma tinta d´escribir, y les gotes de ron po lo abundantes yeren chorros, trasvirtiendo enos platos, de onde a pulsu lo sorbín.
Liaron un cigarru gordu com´el pecau mortal, y entre chupetón y escupitina trataren de la venta de le vaques; de les coseches; del amu de les tierres que llevaben en arendamientu; de la renta que estaba ´l caer, válganos Dios; de les muyeres respetives y de los fíos d´entrambos. Y sobrevinu el tercer cafés, tan  recudin de ron como los otros, que pagó Xiromín; y el cuartu, pagau por Antonón.
Nueva plática al respetive del rapaz d´uno d´ellso que diba a embarcar pa la Bana; y d´una fía del´otru que taba apalabrada con Cerilo el sobrín del maestro. …. y  venga otra taza de cafés con gotes, que pagó Xiromín, y la del equilibrín, que pagó Antonón.
Pa no cansabos : tomaren siete ca un; les d´Antonón pagaes por Xiromín y les e Xiromín por Antonón.
Salieron como rayos, y  cando soltaben un rutu paecía talmente qu´n´el aire destababen venti cafeteres ferviendo y un barril de ron.
Ello ye que cogíos del brazu diben carretera de Colunga alantre, dando unos tumbos que metín mieu. Llevaben les colleres de les vaques a la cintura y les campanilles, sin el puñau de herba que yos habín puesto dientro pa que no sonaren  al andar, repicotiaben igual que los caballos del coche de Felipe Caña, y como yera ya de noche, la xente que tropezaba con ´ ellos apartábese a un llau, creendo que se trababa d´una  diligencia al oír el campanilleu.
Ansina y tou pasaren el puente de Tornón en sin novedá, y pian pian llegaron al puntu de la carretera onde la ermita de les ánimes señala el camino de Seloriu, que parte a la derecha. Al ver la lluz d´aceite quitáronse la montera faciendo la señal de la cruz, y Ximenín parándose ´n secu, dixo a Antonón-Home, vas a faceme el favor de oime. Voy a cumplir po la siega ´l maíz sesenta y cinco años, en güena hora lo diga, y tovía non sé qué mil demónganos hay pol otru mundu; o a dicite verdá, non se si lu hay o non lu hay. Paez que les almes en pena  suelen presentase per estos andurriales a pidir mises, esequies y rogatives, yt el fenómenu, caracha, dame en qué   pensar, porque los cures son el pecau y´el dineru fala llatines ¿Quiés faceme un favor Antonón?
-Tú dirás cual ye, arrespondió un pocu desgustau, porque medrosu de les coses del otru mundu yéralo per d´afechu, y si m´apuren, de les d´esti tamién.
-Pos quiero que me xures delantre de les ánimes una cosa; que si tu muerres antes que yo vengas a dicime ena primera oportunidá, si hay o non otru mundu; y si yo muerro antes que tú, el recau queda de mi cuenta.
Xuró Antonón,  xuró Xiromín, siguieren tan palantre,  llegaron a casa; y a durmir los cafeses y el ron hasta bien corría la mañana, asina Dios me salve.
Pasaron años, murió Xiromín y non tuviieron más remediu qué enterralu, como si el probe non estuviera vivu.
Una noche, muches después d´aquel fallecimientu, por ciertu escura como boca de llobu, pasaba Antonón por delantre de la ermita de les ánimes y al quitase la montera y facer la señal de la cruz, oyó una voz, una voz, recontracorcia, que paecía salir de los profundos de la tierra. Dixo tres veces: ¡Antonón, Antonón, Antonón!
Y Antonón parándose en firme, arrespondió dando diente con diente y co les piernes temblando:- El que piense divertise comigo, puede ir en ca de la madre que lu parió si cré que me mete mieu. ¿Qu´hay, recontracorcia? 
-Antonón, antonón, Antonoooón, alcuérdate del xuramentu olvidau, punxéronsei los pelos tiesos como pértigues, esñaló la su montera de la cabeza sin tener ales, y  llanzando un berríu cayó al suelu sin sentíu, anque nunca lu tuvo muy dispiertu, que digamos. ¡Suerte y grande jué que non pasara per allí ni un mal pollín en toa la noche.
A ton esto, los fíos d´Antonón viendo que su pá tardaba demasiao, salieron a buscalu con una pasera y un farol, por si acasu, y  atopáronlu donde había caíu, en sin dar pié nin  mano. Cargaron con elli y ya encamau, con dos sangríes, una en ca braza, y  tres cantárigues, una en ca pierna y otra ena ñuca, que valía por cuatro, salió del accidente y golvió al trabayu, pero siempre algo alelau el probe.
Cando dalgún i tocaba el puntu, arrespondía:-Non me fales d´esi neguciu de les ánimes, que ye lo mesmo que si me falares del día del xuiciu final con tropetazu y tou. Esi acidente non me costó la vida porque Dios ye mu grande; y porque a min enos momentos d´apuru non me falta nunca serenidá y fortaleza, recontracorcia. ¡Qué ha de faltame!
Súpose en Seloriu q´un vecín había escuchado, antaño, el xuramentu d´Antonón y Xiromón y bien guardau lu tuvo el mu sinvergüenza, hasta que pudo dar el golpe. ¿Que vos paez, chachos?
Habana, Marzo de 1917. Carlos Ciaño. 
Lletres Asturianes. Academia de la Llingua Asturiana. Nº 66.-


























Plantas medicinales
A la riqueza y variedad  de árboles corresponde la de plantas: se encuentra en la provincia  el maná que se cría, producción exclusiva de la Calabria: el líquen islándico, la zarzaparrilla, que se recoge en los  montes de Sevares para venderse  después en las Castillas; la violeta, la árnica, la dulcamara,el acónito napelo, el  rábano rusticiano, todas las especies de satiriones, la genciana, el elébono blanco y negro,  yedra terrestre,  la consuelda mayor  y menor, la ruda fétida, el hinojo aromático y el marino, la baleriana matricaria, malvavisco, mostaza, polipodio,  manzanilla, la salvia, y otras muchas que la farmacia aproveha. 
Pascual Madoz (1806-1870)  Asturias vista por viajeros.  Volumen I.-



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