Tuiza de Arriba- Refugio de Meicín

Textos:
-Los curas.
-Los vaqueros.
-La guerra.
-La vista de mio pueblu.
-Cosadiella. 



Dibujo de Luis M. de Luarca. 

Tuiza de Arriba. Aldea de la parroquia de Tuiza (Lena). Se sitúa a 1.300 m de altitud. Tiene 18 habitantes censados. El poblado se fue levantando en el camín al Meicín, justo en la confluencia de las vaguadas que descienden de los altos de Corrales, Cheturbio, El Sañeo y El Fuixu, pero fuera también de las avalanchas  y los aires. Pervive la tradición de que el origen de Tuiza Riba está en las Corrás del Meicín (conjunto de corras semiderruidas en la parte cimera del Chegu (sobre el refugio actual) con un recinto de piedra en  la misma base de Ubiña. Tuiza de Arriba es hoy  un poblado de constante trasiego montañero, inevitable lugar de paso hacia las rutas que marcan como destino las cimas de Ubiña, Los Fontanes, Puerta de Arco, El Siete, Cerreo, y otras. En dirección más al norte, parten asimismo las sendas vaqueras hacia los puertos de Foxón, Güeria, El Forquéu, Valseco... ; o hacia Bovias, La Braña, Porciles...., a través de todo el cordal divisorio de lenenses y quirosanos. 

Los curas de entonces eran unos personajes. Las misas eran de peseta o cinco reales , pero nunca faltaban las pitanzas, es a duro, y el sueldo, como hoy, una miseria; pero la manteca, los huevos, la leña, la  yerba para el caballo y algún lacón y algún queso salían de regalos o del cepillo de las ánimas, y así, la vida salía barata; aún quedaba algo para los pobres de la parroquia, para los pordioseros transeúntes, para alojar con rumbo a los médicos, curiales y romeros de la villa, y para dejar en testamento algún prado, alguna tierra o algunas onzas al sobrino casado en casa.
En los entierros de entonces, en días tales salían  pobres hasta de debajo de las piedras. Formaban enjambre una asquerosa gusanera, que se anticipaba en la casa mortuoria a la que yacía ya dentro del féretro.
¡Cómo que el repartidor de limosnas era muy escogido, y había de ser hombre de confianza y de cierta reputación en la familia!. Cuatro cuartos, seis cuartos, a más de un roquete de negro pan de centeno, del que se repartían grandes fogazas.
Después del sepelio, la casa del difunto llenábase de gente. Los deudos del enterrado  tenían que multiplicarse para recibir pésames, para que no faltasen viandas en la mesa,  ni pienso en las cuadras, y puntales a las caballerías. Aquél día, en la casa de Nando, habría mesas a mantel en pasillos, en salas y dormitorios: en los más espaciosos comerían los curas y los señores principales; en otros más modestos los renteros y aldeanos modestos; en la huerta, en el patio, sobre las arcas y los pudines de la bodega, los criados y espoliques que traían los señores, y los llambiones oficiosos, que, sin sumarse a los pobres, se agregan siempre en esos casos y allí donde sale de balde la fartura.
Toda la casa era un bulle-bulle y un run-run que más se parecía a día de fiesta o de feria que a día de luto. La viuda, los hijos  o los padres del difunto resultaban demasiado atareados para poder entregarse a su pesar, y es posible que haya que aplaudir a un tal barullo, como saludable lenitivo, aunque en exceso costoso, a las amarguras de esos días. 
El ataúd sería como los de hoy, pero, el ir en ataúd era ya prueba de señorío en aquel tiempo Los pobres, que lo eran casi todos, iban envueltos en una sábana y en las andas parroquiales del cementerio. De la primera mortaja de los pobres, que era una sábana, se pasó a una fea túnica de percal; una especie de saco con mangas y capucha y con vivos amarillos o muy chillones. Hoy, ya los aldeanos amortajan a sus deudos como en la villa, con las mejores ropas que usaba el muerto. 
En la Refierta paraban también las recuas de los del Puerto. El mesón de don Joaquín Segúndez, llenábase de gente y lo mismo la casa de comidas de Juanita. Acudía gente del concejo a recoger los encargos que traían los arrieros, y en la Refierta eran las despedidas extremosas de los aldeanos, que a media caballería o a toda cabalgadura, marchaban a Madrid en busca de fortuna. 
Entonces reíamos los chiquillos ante aquellos gritos y lamentos de las madres o hermanas de aquellos emigrantes, pero yo sí que dejé de reír muy pronto ante aquellas escenas, y más  de cuatro veces, luego, tuve que apartar de ellas los ojos arrasados en lágrimas. ¡Cuánta servidumbre, cuánto desamparo!. ¡Qué enconada lucha con la suerte comenzaba en la en la Refierta y al arrancar la recua!
Cuántos de aquéllos murieron tísicos en Madrid, cuántos volvieron tísicos a morir a su pueblo, cuántos mozos de cuerda, echadores de café, aguadores, dependientes de tabernas…. suspiraron en noches de desilusión e insomnio  por la aldea de Cangas que habían dejado, por los deudos queridos que les habían despedido en la Refierta.
Los arrieros del Puerto eran conocidísimos y muy apreciados en todas partes.

Los Vaqueiros
Siendo un pueblo esencialmente pastoril, sus más significadas supersticiones refiérense a las dolencias o desgracias del ganado y a la manera de curarlas o evitarlas. El vaqueiro  cree en el maleficio  que trae un gato negro en la braña, en el mal presagio de los cuervos, en el augurio fúnebre del aullido de un perro cuando hay enfermos graves, o en el infortunio  que anuncia el graznido de un búho. Tales supersticiones  son comunes a casi todos los pueblos aldeanos, pero cuando se refieren a maleficios, esconjuros, enemigos o remedios que afectan al ganado, entonces se muestran con algunos particularísmos dignos de mención. 
Al salir de la costa hacia la alzada por San Miguel de mayo, cada vaqueiro pinta dos cruces negras en cada res, una en el brazo izquierdo y otra en el cuarto trasero derecho, para librarles de los ocultos enemigos que puedan encontrar  en su marcha pos países extraños. 
De un señor de Ordás, transcribo el mágico tratamiento para el “mal de la rana”.  Dice que cuando un vaqueiro nota a su res enferma, acude al “sabio” o a la “sabia” de la braña, y al presentarse el curandero ante la res recita de ritual un saludo obligado.
Santa María de roma venía
tres eschiavechinos de oro traía
con uno olía, con otro tejía, 
con el otro el mal de la rana esfacía.
-¿Qué tién la vaca?
-Tién el mal de la rana.
Pues, dale con ruda, dale con sal,
y dale con agua de fuente pascual, 
y has de ischievala a pacer
que de este mal nun ti ha de murrer.
Para cuando a alguna vaca se le agota la leche.
Dalo pequenina que sos di tinral,
que las de becerru nun lu quieren dar.
Dalo garbancina, dámelo tú a mí, 
que el rey de los Cielos te lu dará a ti.
Memorias de un cangués. 1915-1918. Mario Gómez y Gómez. 


La guerra
Triste, muy triste, Pinín,
cierré mió carta primera 
y´emprecipio  la segunda 
con muncha mayor tristeza
po la mor de les noticies
que cuerren de llengua ´n llengua
de les Isles Felipines
y de les ñaves la pérdiga.
Ayeri, sentau so ´l llar,
arrodiau de la reciella, 
d´un montón de sobrininos
que siempre topo á mió vera 
y que con tienres veyures
güelvenme  neñu á la fuerza, 
lleí,  dempués del Rosariu, 
del Telegrama la fueya
en que cunta la disgracia
de la marina de guerra, 
disgracia que foi motivu
pa que mios güeyos vertieran
mil llágrimes de coraxe, 
coraxe qu ´l alma enxendra 
es contra los asesinos 
sin relixión nin concencia.
Los pequeños, que cenaben, 
in´oien sin perder lletra,
y al veme tan enritau
cad un dex´ó su ´scudiella 
y d´un saltu, con palinos, 
fueron del llar á la puerta, 
cudiando que ´l enemigu
ya ´staba cerquina d´ella.
-Apacigüaibos, neñucos; 
¿á ú vais con esa lleña?
Ya veo que entre vusotros 
dengunu nació pa fema.
-¿A ú ´stán  esos lladrones 
pa rompeyos la mollera?
-dixo Alfredín, que diez años 
cumplió pe la Candelera-
-En Felipines, muy lexos!
-Si fués custión d´una llegua
¿non diba, tíu, con musotros?
-Sí, linos, sí, á la cabeza.
Agora dexai los llanques,
dempués d´unviayos un ¡muerra!
pa dir á comer les sopes 
que dexasteis ´na ´scudiella;
y, cuando ´steis fartuquinos,
derechos vais pa la fueya,
y antes de pliegar los güeyos
rezai á la Virxen tienra
po´los soldaos y marinos
que ´ngüeltos en so bandera 
supieron morre con honra
dexando memoria eterna.
-¡En tós perdímoslo too?
-dixo Antonín con tristeza-
-¡Perdelo too! ¿Qué dixisti?
Non, neñu, non, non lo creas;
nin vusotros, pequiñinos
tengais mieu q´ansi soceda.
La Patria de San Fernando
en poderíu y en ñobleza
foi la más rica del mundu
en ´Uropa y en América;
y si hoy se topa abatía
sin auxiliu nin cebera, 
por mor de les ambiciones, 
de la ´nvidia y la soberbia,
non abaxará por eso
so frente llimpia y serena 
ante ´l  llanque poerosu
mientres-i quede e´ na tierra 
un fiyín de sos entrañes 
y e´na mar una masera.
Pero´ntovía la Patria 
cunta con ánimu y fuerza
pa llevar, siempre trunfante, 
la pelegrina bandera
que foi respetu del mundu
y de los mares reina.
Cunta co ´l xeniu guerreru
que ´l Pueblu ´spañol alienda
y los mozos y los vieyos
cuerren  hoy á defendella;
cunta tamién, anxelinos, 
con vuestru cariñu y, tienra, 
bendizbos con entusiasmu
po ´l q´acabais de dal preba;
y co ´l amparu del Cielu
y el de sos fíos non tembla
como tampoco temblanon
los barquinos de maera
delantre de los barcones
con coraza y con fachenda.
¿Non ganamos? ¡Viva España!
pos les vitories como esa 
¡del rabu d´una cochina 
colgáiles co ´la vergüenza!
Esta xornada gloriosa 
les naciones, al sabella, 
el pañolón  á les ñarres 
llevanon  pa non golella, 
marmurando ´entrelles mesmes
con despreciu y cara fea:
“¡Valenties de Castiellos 
escontra cuques de yerba!”
Sobrininos, de rodiyes,
y quitáivos la montera 
pa rezar po ´l gran Cadarso
y otros marinos de guerra, 
gloriosamente defuntos, 
de la Patria e´na defensa. 
Nolón 
Mayo 1898.-
Lletres asturianes. Nº 5.-

La vista de mio pueblu
Gracias á Dios que en pintura
llegan á vete miós güeyos
rinconín de miós amores,
llugarín  de miós recuerdos.
Siempre un retrato de tí
estampáu en alma llevo, 
pero e á mió ver un retratu
con faltinas más ó menos
por non poder abrazate
tou d´un golpe, tou completu,
anque sepa de memoria
cada sitiu placenteru;
Cuadru que collí va munchu
uncíu á alegres recuerdos,
cuadru que llevé pe´´l mundiu
con cariño y con respetu.
Agora, copiáu del tou,
en un cartonón te tengo
pa vete de una güeyada
tan guapu y tan pintureru.
Esi curiosu retratu
en más estima lu tengo
que los carneros y vacas 
que cría tou el Conceyu.
Quixera ser gran poeta
pa cantar, hermosu pueblu,
tos costumbres y guapuras
en desconocidos metros.
Quixera ser millonariu
co´lo munchu que te quiero 
pa ponete más galanu
que los Campos Eliséos.
Esi floridu somantu
como ´l somantu maternu
siempre tien pa mi jalagos
y miminos y poleu.
Como si de ti surtiera 
algún balsamu beneficu
á tos jiyos pelegrinos 
das nueva juercia y aliendu
falsedá, miseria y tuertos.
Nunca la barriga i duela
al que tal estampa fezo
y que viva munchos años
retratando sitios nuestros, 
pa que jagamos un album
que nos sepa á gloria velu.
Una sola tacha i pongo
(quiciáes del arte defectos)
que no´hay árbol ni prau verde
todos i salieren negros.
Esteláu paso las horas
los munchos molinos viendo,
la Vega de Covañegra
y los altos y derechos
chopos y alisas del ríu
que siempre en torcer jui neciu.
Miro el Hespital, Socampu,
y Navadosu y Ronciellu,
y las casinas del Cotu,
La Nozalera, el Regüetu,
l´Escuela, la Catedral
la casa del Xuzgamientu……
Como faxona azulada
cierra la mar non muy lexos…
esta tierrina tan guapa, 
esti peazu de cielo.
Destingo  las casas blancas
que cubren roxizos techos; 
la de don Tomás el Cura
las casas de los Toriello,
de Campu, doña María, 
Carriles, Pérez (don Pedro),
de Llamorey, del tíu Xico
Sabel, y Martín de Güerbu,
Marina Aristi, del Sastre
el Verde, de Aladru, y Prietu
Martini de Sotu y Buergo; 
de Ceferino, y  Bernardo,
de la Portiella y Riveru,
de Lorenza, de la Concha
de Jorge, Martín y Alberto.
Non puedo parllar de todas
sin allargame  gran trechu,
El que quiera saber más
que mi pregunte, y diréilo,
o meyor, que mire al cuadru
ó dé una güelta pe´´l  pueblu.
29 de Febrero de 1896. -


Cosadiella
¿Cuála ye la femenina
d´Asturies, muy conocía,
que si las vez piquiñina
yá nunca la ves crecía, 
que ye blanquina al nacer 
y anque vaiga  escurediendo
el culu siguie teniendo
como la nieve al cayer?
Naz d´un partu llargu, malu,
y hasta a veces p´ayudala
hai que pega-y con un palu
ensin mieu de mancala.
Ye nel tiempu de les fabes,
del maíz y de los figos miguelos;
culpa tien d´algunos males
qu´echamos fuera ensin velos.
Nun duerme en cama ni en cuna,
ni ente sábanes ni en colchón,
duerme al rasu cola lluna 
ente felechu y pación
So madre pue ser muyer,
pero también pue ser home:
tien hermanos a torcer,
hermanos nun hai quien los nome.
So padre allá nel “cielu”
ta muertu de fríu el prubín,
por eso tien siempre ´l pelu 
igual qu´un perru escupín.
Nun cabe na sesera
cómo anda tan respigáu
si toa la vida entera
ta de mantes arrodiáu.
Nun pasa igual con so ma, 
pos anque ye muncho más vieya
aguanta hasta una nevá 
ensin tapar la pelleya.
Aparte de les hermanes, 
que son toes mui paecíes 
otres parientes llexanes 
son tamién mui conocíes.
A unes gústa-yos andar 
n´onde anden les muyeres;
poques se dexen mirar
y muncho menos coyeles.
Otres suelen asociase
cola sidra, col vinu, 
col coñá o col anís,
cuando lo bebes sin tinu
y nun  sabes facer pis.
Y a la postre,
¿qué me queda por cuntar
que nun vos cuntara yá?
Pos……..
qu´unes déxense comer, 
otres déxense palpar,
unes gárrense  al beber
y otres suéltense al pegar.
Yo equí non dixi mentires 
nin vos cunté cuentiquinos, 
pos…. ansí…….
míresla per onde la mires
ye……   
la castaña, amiguinos.
Cotollaes. Pin de la Cotolla.-












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