Valle de Lago-Campera "El Rozo"-Valle de Lago.


Textos:
-Folklore de Somiedo.
-El milagro de Belen.
-La hospitalidad gozosa.
-La Samaritana.
-El camino doloroso.
-Alborada.
-La Palomina.
-La Serrana.
-Muerte de amor.
-Doña Angela.


Valle de Lago (El Vaḷḷe en asturiano) es una parroquia del concejo de Somiedo, en el Principado de Asturias (España), con la categoría de lugar.1​ Ocupa una extensión de 29,76 km². Está situada a 11,4 km de la capital del concejo. Su templo parroquial está dedicado a Santa María Magdalena. Alberga una población de 118 habitantes (INE 2006).

Folklore de Somiedo
La oración de Santa Apolonia,se hace mención de ella en La Celestina y el Quijote, y reza de este modo: 
A la puerta del cielo 
Polonia estaba 
y la Virgen María 
por allí pasaba
Diz Polonia :- ¿Qué haces?
Señora mía, ni duermo ni velo 
que de un dolor de muelas 
me estoy muriendo. 

- Por la estrella de Venus

y el sol poniente 

por el Santísimo Sacramento 

que tuve en mi vientre 
que no te duela más 
ni muela ni diente


Conjuro del conocido Mal del Filo
y que tanta fe despertó y aún
 despierta en nuestro pueblo: 
El mal del filo te corto 
ya´l mal de filo de paso, 
en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo. 
Así seque el mal del filo 
como secau este filo.
Así seque quien te lo eichou 
como este filo secou”
Oración al levantarse
Bena es la luz del día 
y el Rey del cielo que la envió. 
que la llevó a Belén, 
la cercó del sol, 
la rodeó de la luna. 
Por aquellas peñas 
flores y rosales,
madre mía , dame las llaves
que voy al coro a sacar las almas
del Purgatorio.
Hijo mío, déjalas penas 
domingos y fiestas no saben guardar. 
Hoy es el día, hoy es la hora
en que Jesucristo dijo la misa, 
los santos le adoran. 
En aquel altar bendito hay un rico presente:
sangre de Cristo divinamente. 
Quien esta oración dijera un año continuamente
verá la Virgen María tres días antes de su muerte, 
de noche o de día rezando un Padrenuestro y un Avemaría. 

El milagro de Belen
A eso de la media noche,
si los gallos  no la yerran,
parió  la Virgen María
quedando siempre doncella,
pura y limpia como el sol,
la luna y las estrellas, 
que el alba cuando amanece
no le queda diferencia.
Y el viejo Santo José
mucho en el alma se alegra
de ver el su Dios nacido
envuelto en tanta pobreza.
El buey atrapa la paja 
para el Niño cabecera,
y la mula gruñe y salta, 
da coces y manotea;
la que parió sin dolor
le dice de esta manera:
-Nunca, mula, tú te fartes
ni de noche ni de día, 
ni fruto que de ti salga 
a los montes dé alegría.
Por los montes y collados
los pastores se descuelgan; 
Blas tocaba el  violín
y Manuela la vihuela, 
y hubo pastor que rompió 
dos pares de castañuelas.
Dijo el pastor Manueco,
el que más curioso era:
-Cuando el niño sea grande 
yo le prometo unas bragas, 
un jubón y una camisa,
y también unas albarcas.
Ya vienen catorce mulas,
todas cargadas de leña,
encina, roble y jagío,
la mejor y la mas buena, 
que hacia tal candelada 
que todo el portal alegra.
Cuatro arganos de pan blanco, 
cuatro de castaña infesta, 
otros cuatro de avellana 
cuatro de nuez y conserva.
Dijo Blas a la parida:
-Señora, queréis manueca
o tocino o lengua asada,
vino con miel o manteca?
Que desde el cielo ha venido 
esta real prevenencia.
Ya vienen los Reyes Magos 
guiados por una estrella 
con tres jarritos de agua 
para celebrar la fiesta.

La hospitalidad gozosa 
San José y Santa María
juntos van una jornada;
San José camina bien, 
Arrímanse junto a un roble
que espesa tenía la rama;
ni lo penetra el sol 
ni tampoco cala el agua.
Miró San José pa arriba,
vieron una casa blanca.
-Llégate allá, José, 
a ver si nos dan posada.
Llamó José a la puerta 
y ha salido una criada,
Pregunta el ama de arriba:
-Moza, ¿quién es el que llama?
-Son una mujer y un hombre 
que vienen a pedir posada;
traen un niño en los brazos 
nacido de esta mañana.
-Diles que suban a arriba, 
no los coja la rousada.
A José le dieron algo, 
al niño le dieron papa,
y a María dos mil manjares,
de ellos no ha querido nada.
Al otro día siguiente 
la Virgen ya despertara.
-Levántate, José, de ahí
a pagar esta posada.”
Responde el niño de brazos:
-Aquí no se debe nada,
porque el ama de esta casa
la gloria tiene ganada, 
y la señora criada
silla de oro preparada,
que dio colchón a mi madre
que de noche descansara.
EL NIÑO PERDIDO
La princesa de los cielos
reverencia  en  mil altares,
la Virgen a quien se humillan 
los ángeles celestiales,
esa patrona divina
por ser del paraíso madre, 
a quien encuentra pregunta, 
-Señores, si alguno sabe 
de un niño que se perdió
de mii compañía ayer tarde;
bien vestido de morado,
que es de nazareno el traje,
cara blanca y espaciosa,
ojos rasgados y grandes,
tiene el sol en un carrillo
y la luna en la otra parte.
Allí salió una mujer
que debió de ser un ángel:
-Ese niño, mi señora
por aquí pasó ayer tarde;
por las señas que Ud. da 
señora, Ud. es su madre:
La madre que lo es hermosa,
es hermoso lo que pare.
Yo le daré mil haciendas 
y otras riquezas muy grandes,
que las tengo preparadas
de los bienes de mis padres-.
Saqué un pan entre los brazos 
para de limosna darle,
y vi un niño tan chiquito
que vuela tan fino al aire; 
yo le dije:
-Entra, mi niño,
donde las puertas se te abren.
Entró y sentóse en el suelo,
que no había donde sentarse; 
preguntéle de quien era,
respondióme como un ángel:
-Soy hijo del Padre Eterno,
y la Virgen es mi madre
y Yo me llamo Jesús
que nací para salvarte.
Mandé hacer la cama al niño
para que fuera a acostarse;
no quiso, echóse en el suelo
en pajuela y  alicante 
y en la cabecera un canto 
para su cabeza echarse.
En esto me pasé la noche
en un sueño muy suave
viendo que tenía en mi casa
el poder de Dios tan grande.
Al otro día por la mañana 
el niño fue a levantarse,
dándome los buenos días,
y que con Dios me quedase.
Mi niño, el alma me lleva, 
si no me coges mis carnes.
De allí se marchó la Virgen
más contenta que de antes.
Búscalo de templo en templo,
búscalo de valle en valle,
allá lo fue a encontrar 
entre unas murallas grandes 
´n  el medio de unos doctores 
disputando de su Padre.
¡Válganos l´ Eterno Padre 
por ser historia del Niño,
es de razón que se acabe!-

La Samaritana 
Un viernes salió el Señor
a la ciudad de Samaria;
en el medio del camino 
el calor le sofocaba.
A un pozo que allí había 
el Señor se encaminaba;
sobre el brocal recostóse 
porque rendido ya estaba.
Luego que la vió venir,
la mujer que El esperaba;
con el cántaro en la mano, 
era la samaritana.
Como el Señor la pidiese 
una medida de agua, 
que en cambio El daría otra 
de mucha más importancia,
y que nunca tendría sed
como llegase a gustala.
-Pues si tanta virtud tiene 
dame, Señor, de esa agua
para nunca tener sed…
Y el Señor le dice: - Aguarda;
ve buscar a tu marido,
vente con el en compaña,
no está bien que una mujer
sola de la ciudad salga.
-Señor, no tengo marido, 
marido ni soy casada.
-La verdad me respondiste, 
dices bien, samaritana,
tuviste cinco galanes
hoy sin ninguno te hallas, 
tuviste cinco galanes, 
dando escándalo en Samaria
y ese cántaro que llevas
es el que encubre tu fama.
-Señor, vos sois un profeta 
que mis pecados aclaras 
y penetráis mi interior
sin que se os oculte nada.
-Yo no soy ningún profeta, 
soy de una esfera más alta, 
soy hijo del Padre Eterno,
el Mesías que te aguarda.
Romances de la tierra somedana. José María Feito. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo 1958. Nº XXXIV.-

El camino doloroso
Por los arroyos de sangre
que Jesús ha derramado,
iba la Virgen María
en busca de su Hijo amado.
Encontró tres caballeros
y por El ha preguntado,
si han visto por el mundo
al Hijo de Dios amado.
Sí, señora, lo hemos visto
y con El hemos hablado;
lo primero que nos dijo
que le diéramos un paño
para limpiar El su rostro,
que lo lleva muy sudado,
de judíos y ladrones 
que lo van atormentando.
La Virgen al oír esto
´n el suelo se ha desmayado.
San Juan  y la Magdalena 
muy pronto se levantaron.
Caminaron, Virgen pura, 
hasta el monte del Calvario
y por mucho que anduvieron,
ya lo habían crucificado,
ya le han puesto las espinas 
y los tres más duros clavos;
ya le dieron la lanzada 
en su divino costado; 
ya levantan el madero
donde le han crucificado.
¡Válganos la Virgen pura 
y Jesús Sacramentado!


Alborada
Alborada se pasea
de la sala pa ´l portal;
va cosiendo una camisa
y bordando en un pañal,
y decía porlo bajo:
-¡Quién pariera en Velladal!-
La su suegra que lo oye,
la empezaba a aconsejar:
-Alborada, Alboradina,
ve parir al Velladal.
-Y si viene mi D. Buiso,
¿Quién le va a dar de cenar?
-Yo le daré blanco vino,
yo le daré blanco pan, 
yo le pondré blancos paños 
como tú le solías dar…..
Alborada….
salía por una puerta,
D. Buiso por otra entrar.
-¿Dónde el mi espejo del alma.
que no me sale a esperar?
-¿Tú lo quieres de oro,
o lo quieres de metal?
-Yo no lo quiero de oro
ni tampoco de metal,
quiero mi esposa Alborada
que no me sale a abrazar.
La tu esposa Alboradina
fue a parir al Velladal,
como si aquí no hubiese 
rico vino y rico pan, 
ni tampoco ricos paños 
para su hijo empañar…
Las llaves que tú le diste 
se las dio al capellán, 
D. Buiso, si no la buscas 
o la mandas a buscar, 
no te doy mi blanco vino
ni tampoco mi blanco pan
ni tampoco las mis llaves 
como tú solías mandar.
-Oh mi caballo nego,
oh mi caballo rogán, 
jornada de treinta leguas 
en hora y media la he de andar.
Llegó a casa de la suegra 
ésta le empezó a gritar:
-Albricias, D. Buiso,  albricias,
albricias me puede dar,
que está Alborada en la cama 
y un niño por bautizar.
-Sal de ahí, Alboradina, 
que no me cueste el entrar,
que si he de entrar adentro
la vida te ha de costar.
-Apriétame esta cabeza 
con paños de tafetán
y apriétame estos pechos 
también, con paños de holán.
-¿Quieres montar en el negro
o montar en el rogán?
-Quiero montar en el negro
que el rogán me ha de matar.
Anduvieron siete leguas 
sin palabra alguna hablar;
al cabo de las siete leguas 
miró D. Buiso pa  atrás.
Las anclas de su caballo 
envueltas en sangre van.
-Detente tú,  Alboradina,
no vayas a desmayar….
¡Qué dirá el que te vea!
Que aquí te vengo a matar.
-¡Qué dirá el que me vea!
Aquel dirá la verdad;
mujer parida de una hora 
no está para caminar.
Lo que te digo D. Buiso
y te lo vuelvo a rogar 
que a la pobre de tu madre 
no la vayas a matar.
Las llaves que tú me diste 
dentro de mi pecho están,
aunque  te dijo mi madre 
que las diera al capellán.
Este niño que aquí llevo
no se lo des a tu madre 
que ella lo va a matar;
has de dárselo a la mía 
que ella  lo ha de criar.
Esta ropa que aquí llevo
no se la des a tu madre 
que ella me la ha de quemar,
has de dársela a la mía 
que ella me la ha de gastar.
Las campanas se repican 
sin nadie las atañir;
es el alma de Alborada 
que a los cielos va a subir.
Las campanas se repican 
sin nadie las repicara;
es el alma de la suegra 
que pa ´l infierno bajaba.
-Ay de mi, desgraciadito,
metido en un arenal
con estos dos cuerpos presentes 
y un niño sin bautizar…..
Estando en estas palabras 
el niño comienza a hablar:
-Dichosina de mi madre,
que a los cielos va a gozar;
desgraciada de mi abuela,
que al infierno va a quemar,
desgraciado de mi padre 
que algo le ha de tocar.

La Palomina
Un domingo fui a misa,
no he podido sosegar.
Cogí mi larga librea,
y al monte me fui a cazar.
Yo caza no vi ninguna,
ni tampoco vi volar,
solo he visto una paloma 
´n el alto de un palomar.
La paloma que me vio 
ya comenzaba a llorar….
-No llores,  paloma blanca, 
no tienes porqué llorar,
que a tus padres y a los míos 
juntos los he visto hablar, 
y tengo por entendido 
que juntos nos van a casar;
los tus hijos y los míos 
hermanos se han de llamar, 
beberán de un mismo vino
comerán de un mismo pan, 
vestirán de paño fino,  
calzarán de cordobán.

La Serrana
Un día yendo pa misa 
encontróme y encontrela, 
me encontré  con la serrana
que vive en Sierra Morena.
Me ha cogido de la mano, 
me llevó para la cueva,
mientras mas arriba iba 
más me aprieta la muñeca.
-Qué es aquello, serrana
que se ve en la tu cueva?
-Son cabezas de hombres muertos.
que yo maté en la mi cueva 
Lo mismo he de hacer contigo
cuando mi voluntad quiera.
-Serrana, hazme la cama
serrana, hazme la cena.
-La cama no es para tí,
ni pa gente de tu tierra,
que es de pieles de oso,
pielecitas de rapiega,
y entre colchón y colchón
puñales de oro metiera.
-Serrana, hazme la cena; 
de pichones y perdices 
traigo la montera llena.
Estando en estas palabras 
un dulce sueño le diera.
Yo aproveché la ocasión, 
salí por la puerta afuera.
Cuando ella despertó 
ya anduviera legua y media.
Se puso a tirar la honda, 
se puso a tirar la piedra,
la primer piedra que tira
me derribó la montera.
-¡Vuélvete aquí, villano…. !
¡vuelve a por la tu montera!
-La montera es de buen paño
pero aunque fuera de seda.
-Lo que te pido, villano
que no sea descubierta.
-Descubierta no has de ser 
hasta la primera venta.
Muerte de amor
Una mañana de Mayo,
a eso del amanecer,
salió el hijo del rey Conde 
con su caballo a beber.
Fernandito echa un cantar;
las piedras hizo reír
y el agua arremansar.
Y la reina que lo oye 
su hija mandó llamar:
-Mira, hija, cómo canta 
la sirenita del mar.
-No es la sirenita,  madre, 
no lo es ni lo será,
es el hijo del rey Conde 
que a mi me  viene a buscar.
-Si te viene a buscar, hija,
yo lo mandaré matar.
-Si matan a Fernandito
mándenme a mi degollar.
Y al otro día siguiente
ya los iban a enterrar.
El, como hijo del rey Conde, 
lo entierran en un altar, 
y a ella, como a hija del rey
tres deditos más allá,-
donde se curan los dedos,
los dedos y los demás;
y la reina que lo supo
los suyos se fue a curar.
Bajó una voz del cielo:
-Aquí no se curan más
porque cuando éramos niños, 
nos mandaste degollar, 
y ahora que somos santos 
nos vienes a visitar!-
Romances de la tierra somedana. José María Feito. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo 1958. Nº XXXIV
Doña Angela
Allá arriba en aquel alto
de lo más alto que había, 
había una bendita cueva
toda llena de alegría.
Allí Nuestra Señora,
también la Virgen María
con un librito en las manos 
de esta manera decía:
-Todos los que aquí viniesen 
bajen a la romería;
los viejos por la mañana,
las mozas al medio día;
los señores  principales 
bajen a la tardiquina.
También bajan tres hermanas 
hijas del Conde Medina,
una se llama Doña Ana, 
otra Doña Catalina,
y la más  chiquita de ellas 
Doña Angela se decía;
con esta iba D. Juan, 
un tal D. Juan de Castilla;
palabra de matrimonio 
se dieran para otro día.
El padre dijo que no,
-aunque es gusto de la niña-
ya él la tenía ofrecida 
a  un mercader que venía.
D. Juan  al oír esto 
para Castilla volvía;
por allí  estuvo siete años 
sin volver a ver la niña;
al cabo de los siete años 
para aquel lugar volvía.
Pregunta por los palacios 
de Doña Angela de Medina.
Encontró puertas cerradas,
mas quien abrirlas no había, 
sólo había una niñeta 
que de la fuente venía
toda cargada de luto
hasta el velo que traía:
-Dime tu por Dios, niñeta,
por Dios y por vida mía,
por quien traes ese luto
que tan bien te parecía….
-Tráigolo por una hermana; 
por Ud. perdió la vida.
D. Juan al oír esto
de pena ya se moría;
da la vuelta a su caballo 
y pa la iglesia volvía.
Encontró puertas cerradas, 
mas quien abrirlas no había,
solo había un sacristán 
que de su casa venía:
-“Dime por Dios, sacristán,
por Dios y por vida mía
en donde estará  enterrada 
Doña Angela de Medina.
-Debajo de aquel sepulcro
(en la iglesia………)
junto a la Virgen María.
Hincó la rodilla al suelo 
y un puñal de oro traía…
-Aquí me voy a matar
para hacerte compañía….-
Estando en estas palabras
habló la Virgen María:
-Deténgase el caballero, 
que el sepulcro se abriría;
no es de razón  que se pierda 
un devoto que tenía, 
que me rezaba el Rosario
siete veces cada día:
Tres reza por la mañana,
otros tres al medio día 
y otro lo reza a  la noche 
mientras  la gente dormía…..-
Entre estas palabras y otras 
el sepulcro ya se abría…
-Dame la mano, D. Juan 
quiero levantarme arriba…
Ya  venía el mercader 
a entregarse de la niña; 
estando en estas disputas 
un ángel del cielo venía…
-Deja la niña a D. Juan, 
que la tiene merecida,
deja la niña a D. Juan 
que por el ha vuelto viva.
Se dieron mano por mano 
rodearon a Castilla.  


















































































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