San Román- Villa- San Miguel (Piloña)

Textos:
-Malatos.
-Escenas pastoriles.

San Román-
Parroquia del concejo de Piloña. Situada en la parte septentrional del municipio, su ámbito parroquial se extiende entre el río Piloña y la cuesta del Monte Cayón, confinando por el norte con Pintueles y Borines; por el este con Miyares, al sur el río Piloña, que la separa de las de Villamayor y Valle y por el oeste Infiesto. San Román situado a 202 m de altitud, distante 3,8 km de Infiesto, y que cuenta con una población de 78 habitantes. Frente a la iglesia se encuentra una noble casona, con capilla incorporada y escudo en su fachada norte. Hacen referencia sus armas al apellido de los Llano, dueños de esta casa, documentada en el siglo XVI.
Malatos

En el siglo XII, se estableció en El Cañanal, a 4 km de Llanes en dirección Oeste en términos de la actual parroquia de San Roque del Acebal, una Malatería, u Hospital para leprosos.

Esta del Cañamal, figura con el número cuatro de las establecidas en Asturias. Todavía queda hoy algún paredón  medio derruído del hospital de San Lázaro del Cañamal. Cuando venían apestados de otros lugares, no acudían por el camino real, sino por el sendero de los malatos. También usaban una fuente "la de los malatos", de la que servían para beber y para hacer sus curas. Los siglos XIII y XVIII había en Asturias treinta malaterías, distribuidas por toda su geografía. Curiosas y muy rígidas debieron de ser las Ordenanzas por las que se regían estas malaterías. Los internados seguían un régimen de vida conventual, y las disposiciones relativas al aislamiento para evitar la propagación del mal fueron muy estrictas. Las Ordenanzas municipales de Oviedo del año 1274 son un claro testimonio de la severidad en este sentido. Llega a castigarse con la muerte a los malatos que reincidiesen en la infracción de las prevenciones sanitarias establecidas. La Malatería del Cañamal, una de las más antiguas de Asturias, deja de existir a principios del siglo XVI, coincidiendo  este tiempo con la fundación de la "Malatería de Santa María Magdalena" en Ardisana, que llegó hasta finales del siglo XVIII. Otra Malatería muy importante fue la de Vallobal, llamada "Real Hospital de San Lázaro de Vallobal". En ella se recogían los enfermos de Piloña y también algunos de Parres y Colunga. Tiene tal hospital acreditados más de 500 años de servicios. La renta mínima pedida para el ingreso  era de un copín de pan anual, que, aunque se hacía a perpetuidad en la práctica sólo quedaba para siempre en la malatería en el caso de que el enfermo falleciese en ella. Algunos enfermos curaban y volvían a sus casas; otros marchaban medio curados y volvían a reingresar después, y otros fallecían en el Hospital. Los Malatos de Vallobal no salían corrientemente a mendigar. Sólo en los casos en que los alimentos escaseasan salían a pedir limosn  con su lámpara y su campanilla. Después de desaparecer la Malatería, seguían colgadas de las ramas de los árboles de los alrededores, en los cruces de caminos, ya de a pie o de carro, unas capillitas u hornacinas, puestas allí no sé si para que los malatos que se detuvieran a rezar, o para que rezasen los caminantes que pasasen por allí. Estas capillas se perdieron cuando aquéllos caminos de carro pasaron a ser carreteras. Cerca de Vallobal existe un pueblo llamado "El Mortuorio" Este pueblo nació en lo que era tan sólo una casa adonde traían a los enfermos de la Malatería que estaban en muy mal estado, y los traían a morir en ella. 



Desde el Naranjo de Bulnes se ve la niebla en el suelo, por eso los asturianos estamos cerca del cielo.
- Los pastores en el monte, por cuidar los animales
ni oyen misa los domingos ni visitan los altares.
Mis amores son pastores que no bajan a poblado
allí tienen una ermita donde rezan el rosario.
En el monte nací yo: donde nacieron los robles,
donde nació la madera para los escarpidores.
Escenas pastoriles
A las siete de la tarde comienzan a llegar centenares de cabras y ovejas, y se suben al cueto que hay en el centro de la majada. Las cabras se acercan a  las pastoras y toman de la salera especie de petaca de sayal un bocado de sal, y se retiran lamiéndose. Comienza al ordeño. Cuando las pastoras están ordeñando, si se acercan a ellas alguna cabra en busca de más sal, le escupen en el hocico, lo cual le produce un efecto desagradable, la hace estornudar y se retira para no volver... Los últimos rayos de sol se apagan en las altas cumbres. La noche se va extendiendo  sobre la fresca majada, y las estrellas empiezan a parpadear en el profundo azul del cielo. La joven pastora, dueña de la cabaña donde me hospedo, entró y me dijo: - Ahora voy a preparar para V. y para mí una cena de pastores. Encendió el fuego con leña de haya, remangó los brazos hasta los codos, y en una fuente amasó harina de maíz con agua y un poco de manteca fresca. Cubrió la presuga con un paño blanco, sobre el cual colocó la pasta, le dió palmaditas hasta formar una torta alargada. Puso la torta al fuego sobre el tornero ingrientu, y con una varita golpeaba de vez en cuando. La pasta adquirió hermoso color dorado. - Ahora, voy a hacer unos fritos que va V. a chuparse los dedos con ellos. Después no vendrá mal una tortillina. Cortó unas tajadas de pan, las empapó en leche y las frió con manteca. Luego envolvió el reyu y coló la leche por él- Ya está la cena. Torta caliente; fritos de pan; una tortilla de huevos leche y queso ¡A cenar!. La luz de un candil alumbra suavemente la cabaña. La pastora colocó los platos en un banquito cubierto con un mantel; nos sentamos en sendas tayuelas y cenamos con buen apetito la modesta cena, durante la cual me pareció que estábamos representando una escena e una novela pastoril. Luego de cenar paseo por la majada en compañía de los pastores.- 

Cuando el trigo está en espiga y el lino está en blanca flor, mandó el rey una gaceta y también mandó un pregón, que le fueran a servir de cada casa un varón.
- ¿No te partieras mujer, por medio del corazón?
Siete hijos has tenido y ninguno fué varón.
Respondiéndole una de ellas, de las siete la menor:
-No maldiga V, a mi madre, no la maldiga V, no,
yo me iré a servir al rey en figura de varón.
-Tienes los pechos crecidos, no te dicen de varón.
-Cómpreme V, padre mío, un estrechito jubón,
para apretar los mis pechos al lado del corazón

Por la noche, como non tengo lluz, siéntome equí en el corredor, y rezo per todos, y miro p´allí, pa Sueve y digo: Señor, aquel puertu tou lu anduvi yo cuando era moza; había allá munches cabañines, munchos llobos, venín detrás de nos hasta el pueblu y equí los espantábamos con lluces. Pasé la juventud per aquelles peñes. Pa calzame, quitaba un pocu de llana a cada oveya, de modu que non se notara; después, poníalo en la forqueta a modu de rueca y filábalo; con aquel filu y guyes de caxigu facía unes medies- . 

Por aquellos campos verdes una señora venía vestida de colorado una reina parecía. Con los vuelos del vestido  todos los campos cubría, con sus delicados dedos, ella los arrecogía. Con los sus ojos morenos, mira sí daquién la vía; vió venir un caballero traidor que la pretendía. El correr y ella correr , alcanzarla no podía, la alcanzó en unos montes los más desiertos que había.... 

Cuando salí de Cabrales lloraba una cabraliega, porque perdió los corales en la Salud de Carreña. Adiós, Cabrales, adiós, recuerdos tengo de tí, que quiero a una cabraliega y ella no me quiere a mí. ¡Ay!que baile tan bonito, ¡ay! que corrillo de mozos,






































































































































































































































































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