Puerto de Vega y (Camino hacia Luarca)
Textos:
- Muerte de Jovellanos.
-Carta de Jovellanos al Obispo.
-Carta de Jovellanos á Godoy.
-Álvaro José de Navia Osorio y Vigil de la Rúa.
-Carta de Jovellanos a Campomanes.
-Representación á S. M. sobre lo que era el Tribunal de la Inquisición.
Muerte de Jovellanos. Los días de Jovellanos están contados. Una vez instaurada la Regencia, en los primeros días de 1810, expresa su deseo de instalarse en Asturias. Embarca en Cádiz, junto a su amigo el marqués Camposagrado, el 26 de febrero y llega al puerto gallego de Muros el 6 de marzo, en medio de una furiosa tempestad. Su estado de ánimo se derrumba cuando se entera de la presencia de las tropas francesas en Asturias, reflejando su profunda tristeza en carta que escribe a Lord Holland el 8 de marzo: “«la primera noticia que nos dieron fue la de estar Asturias ocupada por los franceses. Un rayo del cielo no habría herido más fuertemente mi corazón. No ciertamente por el entero naufragio de mi pobre fortuna, sino porque siempre me había consolado en tantas desgracias como llovían sobre mí, la idea de que si España perecía, Asturias sería la última en recibir el yugo. Todo, pues, pereció para mí; ya no tengo ni bienes, ni libros, ni hogar, y ni siquiera tengo patria, que tal nombre no quiero dar a una pequeña porción de país donde ni se defiende con rabia y furor la libertad, ni con justicia y gratitud el honor y el decoro de los que tanto han trabajado por ella»”. Jovellanos tiene que esperar en Galicia a que los franceses sean expulsados de Gijón, meses que aprovecha para dar a luz la citada Memoria. Cuando al fin logra entrar en Asturias, después de diez largos años de ausencia obligada, el recibimiento que se le tributa es memorable, pero la fortuna, siempre adversa en los últimos años de su vida, no le permite reposar en su querido Gijón porque éste es reconquistado por las tropas francesas, lo que le obliga a embarcar otra vez rumbo a Cádiz. Una fuerte tormenta obliga al pasaje a refugiarse en el pequeño y pintoresco abrigo de Puerto Vega y allí, el 28 de noviembre de 1811, enfermo de pulmonía, fallece Jovellanos.
Alvaro Ruiz de la Peña.
Biografía de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)
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Jovellanos á Godoy
Excmo. Sr:
Muy Señor mío y de mi mayor respeto: Sin mas apoyo que una justa confianza en la generosidad de V. E. imploré su protección en carta privada de 4 de Julio de 1791, y la adjunta, que he conservado hasta ahora como una inestimable prenda de su favor, me hizo esperar tranquilamente alguna mejora en mi suerte. Veintinueve años de continuo servicio en la toga, una reputación que no me toca á mi definir, y que V. E. no puede ignorar; el desempeño de muchas importantes comisiones, y el continuo sacrificio de mis cortas luces al bien y al provecho del público, como testifican mis trabajos en todas las Academias, y en la Sociedad patriótica, hacían menos incierta aquella esperanza, que jamás perderé, pues que se libra sobre la generosidad y justificación de V. E.
Sin embargo no puedo echar de mí el temor de que algún siniestro influjo pueda haber retardado su cumplimiento. Sé que un antecesor de V. E. y algún otro ministro de su devoción, me miraban de mal ojo, é interpretaban mal una franqueza de carácter, que jamás tuvo otro principio que mi amor á la verdad y al provecho común.
Forzado mi Consejo á defender los derechos de las Órdenes, que se pretendían violar abiertamente, y encargado yo de trabajar sus consultas, era censurada la noble y vigorosa franqueza con que se exponía en ellas la verdad, y se miró como delito mío la constancia del Cuerpo de que era solo el órgano. De aquí se pasó a censurar mis escritos académicos, mis discursos en el Banco, á que asistía un representación de los pueblos de Indias, y de los tesoros de las Órdenes, y sobre todo mi afectuosa y inocente amistad con el Conde de Cabarrús, perseguido abiertamente por uno de dichos ministros, y solapadamente por el otro.
En 1789 fui nombrado para dos comisiones: 1ª visitar el Colegio de Calatrava, de Salamanca y 2ª para promover en este país el comercio del Carbón de piedra. Salí de Madrid á dar cuenta de ella en el Consejo. Hallábase ya entonces arrestado Cabarrús en Santa Isabel, y yo no sé que susto pudo dar mi venida, ni lo que se inventó acerca de ella. Solo sé que en la noche del plausible día de San Luis, me hallé con una Real orden, en que se me culpaba de haber abandonado la comisión, y vuelto á Madrid sin licencia, y se me mandaba restituirme á Salamanca.
La simple exposición de la verdad, desvaneció una y otra calumnia á la mañana siguiente, y aunque se me permitió dar cuenta de mi comisión de visita en el Consejo, se me mandó que después partiese á Asturias á desempeñar el otro cargo.
Partí, y como la primera Real orden había sido pública y ruidosa, mi salida tuvo todo el aire de destierro, y seis años corridos desde entonces han confirmado mas esta opinión. Estos seis años Señor, he desempeñado los más importantes cargos, así por el Departamento de Marina como por el que dirige V. E., he hecho á mi costa largos y costosos viajes, y finalmente, como el punto de mi vuelta fuese incierto, he sufrido el perjuicio de conservar con gran dispendio mi casa en Madrid, sin haber disfrutado ningún sobresueldo, gratificación ni ayuda de costa. Otro argumento harto probable para confirmar el concepto de destierro y desgracia.
Es verdad que una Real orden del 15 de Noviembre (de 1793) declara ser la real voluntad que yo permanezca aquí dirigiendo este nuevo Instituto, hasta su entera perfección, pero esto que debía desvanecer toda siniestra idea, ha confirmado la de mi desgracia y la de que se trata solamente de ajejarme de la corte
V. E, que se ha dignado benignamente de tomarme bajo su protección no permitirá que dure por más tiempo. Si se ha dado de mi alguna siniestra idea á SS. MM. yo ruego á V. E. por su bondad que se digne desvanecerla y librarme de tan grave aflicción, y sino le pido humildemente que repare mi reputación en el público con alguna señal de real confianza, que generoso su corazón le dictare.
Estoy muy lejos de solicitar mi restitución á la corte, ni de mirar con desdén el encargo que me está confiado, y que es tan conforme á mi genio y aun á mi celo público.
(sin terminar) 1796.-
Las amarguras de Jovellanos. Bosquejo biográfico. Julio Somoza de Montsoriu.-
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Álvaro José de Navia-Osorio y Vigil de la Rúa1 (Puerto de Vega, Asturias, 19 de diciembre de 1684 - Orán, 21 de noviembre de 1732) fue un noble y militar español, iii marqués de Santa Cruz de Marcenado, iii vizconde del Puerto, señor de la Casa de Celles y de la Torre de Vigil. Hijo de Jacinta Vigil de la Rúa y Juan A. de Navia-Osorio y Argüelles de Celles. En 1701 se casó con Francisca de Navia Montenegro y Lantoira (de la casa del Marquesado de Ferrera), titular de los mayorazgos de la llamada Casa del Campo de Castropol, casa que a partir de entonces pasó a ser palacio de los marqueses y en la que nacieron los sucesivos titulares del marquesado a lo largo del siglo XVIII, entre ellos su hijo y sucesor Juan Alonso de Navia-Osorio y Navia.
Busto dedicado a Álvaro de Navia-Osorio en el Parque San Francisco de Oviedo.
Participó en la Guerra de Sucesión española y creó el Regimiento de Asturias, que aún existe. Desempeñó tareas diplomáticas en los Congresos de Soissons y Turín tras dicha guerra.
Fue autor del tratado "Reflexiones Militares", universalmente reconocido como una obra fundamental de la ciencia bélica, y libro de cabecera de grandes estrategas militares como Napoleón Bonaparte o José de San Martín. Se dice que Federico de Prusia seguía los consejos de las "Reflexiones Militares" y en cierta ocasión en la que un embajador español quiso conocer sus tácticas le dijo que leyera al Marqués de Santa Cruz, y para que el embajador no sintiera haber hecho una gestión inútil le regaló la partitura de una "Marcha de Granaderos" que con el tiempo se convirtió en el Himno Nacional de España.
También fue autor de una "Rapsodia Económica", y comenzó la recopilación de datos para la creación de una Enciclopedia Universal, anterior a la conocida Enciclopedia de Diderot y D'Alembert, pero sus trabajos se vieron interrumpidos a causa de sus destinos militares.
En 1732 participó en la reconquista de Orán y murió en la defensa de esa plaza el 21 de noviembre de dicho año.2
En la actualidad el CESEDEN concede un premio bienal dedicado a la Historia Militar que lleva su nombre. Ha sido elegido por parte de Real Academia de la Historia como uno de los 500 españoles más relevantes de la Historia, con motivo de la elaboración de su Diccionario Biográfico en 2005.
Wikipedia. La enciclopedia libre.
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Jovellanos á Campomanes..
Mi venerado amigo: Á mi arribo aquí, he sabido que Vm., repugnando como otros mi venida, había dicho que si se verificase, no me admitiría en su casa. Fácil es de comprender si esta noticia me sorprendería: la dudé: indagué su origen; y acabo de averiguar su certeza. Escribo, pues, esta, para saber si Vm. persiste en su modo de pensar. Si es así, estoy desde luego libre de todos los vínculos y respetos que nos han unido hasta aquí; pero si Vm. revocase una resolución que nos hace tan poco favor á entrambos, mi corazón y mi amistad serán eternamente los mismos.
Sin embargo, como me precio de ingenuo, no debo ocultar á Vm. que en caso de vernos, será tan imposible que yo deje de hablar por un amigo, cuya suerte está en manos de otro, como que exija de éste cosa que sea contraria á su honor y á la justicia. La inocencia del uno expuesta á la prueba mas ruda, y la reputación del otro, que el público decidirá tal vez por la conducta de un negocio sobre que tiene abiertos los ojos, han sido, son y serán mis únicos impulsos. Á esto solo he venido aquí: por esto solo he oído la voz de mi corazón antes que la de muchos respetables dictámenes. Valgo poco, pero nada dejaré de hacer por salvar de ruina á un amigo inocente, y de mancilla, al mas sabio Magistrado de la Nación, de quien soy el primer amigo.
Tales son mis designios. Los testimonios que antes de ahora he dado de mi amistad al Juez y al procesado, tan públicos como desinteresados, acreditarán siempre la necesidad de este oficio, tan debido á mi honor como al de entrambos.
Deba yo también á esta consideración la indulgencia de Vm., y que entretanto me crea el mejor de sus amigos.
Jove Llanos. 24 de Agosto de 1790.
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