Tene (Quirós)
Villalegre tente firme
que la Bana ya cayó.
Puerto Rico está temblando
de susto que recibió.
Tanto que tanto que sabes
tanto que sabes coser,
fixisteme unos pantalones
con la bragueta al revés.-
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Un rapacín y una carta
Con un sombrerin curiosu,
que malapenes tien ala,
con camisina de llienzu,
q´ asemeya á la cuayada,
chalequín y pantalones
con perneres n´abondancia,
pos tapen i les oreyes
de los zapatos que calcia,
presentóse ayer mesmo
con un baul y una carta,
un rapacín gayasperu
y engañaor, po la cara.
-Usté ye….. díxome ´l neñu-
Don Nolón?
-Ansí me llaman,
Miróme d´arriba abaxo
con so pillina mirada,
y meniando la cabeza
falome con muncha gracia:
-Po les señes que me dienon
non ye usté ´l que yo buscaba.
-¿Que señes son?
-Son les mesmes
que oyí nel llar de mió casa:
Un home xoven y ricu,
sin vexigues en ´a cara
col pelu ñegru, y vistíu
como la xente mas maxa.
“Búscalu, Antoniu”, mió madre
dixo cuando m´abrazaba;
pero, por mió mala suerte,
busquelu y non topé nada.
Y el probín, atristayau
de sentimientu lloraba.
-¿Non seré yo?
-Non, siñor,
el creelo ye bobada:
usté ´stá vieyu y canosu
mal vistiu…….
-Abasta, abasta.
-¿De quién yes fíu rapazucu?
-Soy fíu de mió madre Llaura.
-¡Llaura! ¡Benditu recuerdu
de los años de mió ´nfancia!
Vaya, rapacin, non llores.
¿Tienes fame? ¿Qué te falta?
-¿Usté conoció á mió madre?
-Munchpo, lin, llímpiate y calla.
¿Quitosci ya la berruga
que ´n so ñariz s´empinaba?
-Sí, señor, cortoila el méricu.
Sonrióse y diome la carta.
Abríla y eché los güeyos
so les lletres de la ´ngrata
que permitió á los ceviles
que pa aquí yo me ´mbarcara.
Dicia entre muches coses,
que non quiero recordallas:
“Mira per esi Antonin,
como si por mi miraras,
si ye verdá que deberes
mirabes bien á to Llaura.
Si aporta facer fortuna
esi rapacin del alma,
non quedarás descententu,
xuro acompañate, mialma,
con otros cinco fiinos
pa que to vida distraigan”.
………………………………….
-Antonín, di á to madre
cuando i escribas
que se morió ´l indianu,
que solecitas.
Y tú ten xuiciu,
pos si no andes derechu
vas pal hespiciu.
2 de Noviembre de 1889. Nolón.-
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Conjuros
La lluvia
-Abocana, Santa Clara,
mientres voy a la cabaña
por un ovillo de lana…
Unu para ti,
otru para mí
y otru para Dios
que vien ahí……….
La nieve
-Nieva que nieva,
si quieres nevar.
Tengo el gochu muertu,
la leña en´el corral,
el pan en la masera
y el vino en la bodega….
Nieva que nieva
si quieres nevar….
............
El iris
-Arco de Veya
revolve na terra,
col dido monín,
que non chova por min:
col dido pulgar,
que chova nel mar……
El trueno
-Cuando truena,
Cristo suena,
en el valle de Valbuena:
Dios ampare el pan y el vino,
y la gente en el camino……
......................
La rabia
-Nuestra Señora de Roma venía,
tres libros de oro en la mano traía,
uno que leía
otro que escribía,
otro que mal de la rabia decía:
Fuentes claras a correr,
campos verdes a pacer,
que del mal de la rabia
no has de morrer……..
...................
La oración a San Antonio
-San Antonio firme y docto
de santa contemplación,
ruega, bendito varón,
a Dios por este devoto
por quien reza esta oración.
Por donde quiera que fuere,
siempre que en vos se repare,
ruega a Dios que le depare
todo aquello que perdiere.
Desencarcelado se vea
en este mundo afligido,
todo aquello que perdiese
a San Antonio ofrecido,
San Antonio esclarecido,
que a vuestro padre libraste
de aquel falso testimonio,
de continuo supliquéis
al Señor del Firmamento
que nos dé un buen pensamiento,
y de continuo apliquéis
al Señor del Firmamento
que nos dé buen pensamiento,
y de continuo apliquéis
para nuestra alma el contento.
El contento sea tal,
que si algo le ha faltado,
vos, San Antonio sagrado,
roguéis al Rey celestial
que le sea deparado.
San Antonio, ruega a Jesús,
que por su misericordia
y muerte que pasó en Cruz,
nos dé la paz y concordia
para siempre. Amén Jesús.-
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La hilandera
Este era un matrimonio pobrecillo, que por tener que trabajar durante el día, cocía siempre a la noche la boroña. Y en cuanto la mujer se descuidaba, bajaba el trasgo por la chimenea y le robaba un pedazo.
Al marido lo llevaban los demonios.
-¿Pero mujer, tú como i lo consientes?
-¡Señor, porque non lu veo!…..
-Pues deja, que esta noche va a entendese conmigo.
Y se vistió la ropa de la esposa y se sentó junto a llar a cuidar de la borona con una rueca en la mano. A poco, en la chimenea, sonó ruido y el hombre vio que asomaba la cabecita del trasgo y oyó que éste le decía:
-¿Tienes barbes y files?….
El hombre respondió de mal humor:
-¿Y a tí qué te importa?
-¡Dale vuelta a la mió torta!
-¡No, pues lo que que es hoy, maldita la que comes!
Y replicó el del gorro colorado:
-¡Comer non la comeré, pero bien que te la amuelo!
Y de un zapatazo casi la deshizo…..
El hombre se levantó y cogió una tranca, y el del gorro colorado se sumió en la chimenea.-
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Los saleos
Los “saleos” de Llanes eran célebres, y los hubo hasta anteayer. Se incluían en las fiestas de los bandos de la villa, y eran fiestas en el mar.
Se engalanaba una barca con ramajes y con flores, se engalanaban las mozas con el traje del país, e íbanse de paseo por la ría y llegaban a la barra, tocando los panderos encintados y cantando a este tenor:
-Vuela, lancha hermosa,
a ver el lindo mar,
y allá en dulce calma
logremos el pescar….
Gallardos remeros,
bizarro capitán,
si no basta el remo,
las velas aprestad……!
Al final de la ría había un “fontón”, y agregaban los cantares:
-Corre por el castillo fuerte….!
Vamos por agua a la fuente…..!
Con un cántaro de plata
donde el gusto se retrata,
vamos por agua a la fuente……!
Y al retornar hacia el mar continuaba la canción:
-Vengo de la fuente clara:
traigo aquí la flor de la gala…..!
Cogíla en paños de Holanda,
traigo aquí la flor de la gala…..!
En las “saleas” no hay cruces, ni sacerdotes, ni imágenes, y en el concepto del vulgo, se hacen al solo fin de divertirse. No son otra cosa que un paseo por mar en lanchas, en las que resuenan músicas y alegres cantos….” Antaño, pues, saleos o saleas eran cosa corriente en nuestros puertos y se efectuaban de noche. Y eran siempre diversión; pero fueron también, alguna vez, en tiempos de paganía, actos veneradores de las aguas…….-
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La Hueste
La Hueste. Si en el lecho del dolor y la amargura, algún infeliz tiende sus descarnados brazos á la triste, familia que le rodea, pronto á exhalar su último suspiro, en el atrio de la iglesia se juntan como por encanto infinidad de fantasmas cubiertos con negras vestiduras…… en su mano derecha luce misteriosamente una vela verde; reina en derredor un profundo silencio y en los hombros de cuatro de estos fantasmas, mírase un ataúd abierto que contiene un bulto informe. Esta fantástica procesión rodea la casa del infeliz moribundo, el bulto del ataúd va tomando cuerpo hasta que al fin se le contempla claramente, inerte y amarillo como la misma muerte. Entonces el enfermo ha dejado de existir! Los fantasmas entonan un canto vago y misterioso, las velas se apagan, las campanas doblan por si solas y todo, cual un fantasma de niebla desaparece algunos instantes después.
La Hueste suele aparecerse también como una pequeña llama, y esto se ha notado que por lo general sucede en parajes cenagosos.-
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El moro
El Moro. Cuando los Moros llegaron a nuestra desgraciada España, vino entre ellos un joven guerrero. La noche antes de ausentarse de su amada la juró, por sus creencias, por la memoria de su madre, por el río y los bosques de su patria, no olvidarla jamás. El jóven no cumplió su juramento; bien pronto dejó de sentir su pecho el amor que creyera vehemente é inextinguible. Ella le amaba mas que nunca, y no pudiendo soportar una ausencia tan dura, se aleja de su patria tan solo por hallarle; llega á España y encuentra á su amante en brazos de otra mujer….. Los celos desgarran su corazón, y furiosa abrazándose a él, le precipita con ella en un profundo abismo que se abre bajo sus pies….. Desde entonces se ven en el silencio de la noche dos bultos blancos vagar por los montes y colinas asidos de las manos. Defienden á los amantes y derraman en su corazón el bálsamo de la esperanza.-
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Las Ayalgas
Las Ayalgas son jóvenes y hermosas, un manto tan blanco como la espuma del mar cubre sus mórbidas formas. Una cinta de flores, á cual más bellas, que de sus pintadas corolas exhalan un perfume embriagador,ciñe su delgado talle, y su rubia cabellera trenzada caprichosamente, cual luciente corona de oro, rodea su alabastrina frente.
Habitan en hermosos palacios de cristal, en donde un mágico sol tiende sus bellos resplandores; por medio de él corren ligeros arroyuelos murmurando dulcemente y en sus riberas los agrestes ruiseñores gorjean tiernos y melodiosos cantares.
La entrada de estos palacios encantados donde habitan las Ayalgas, está siempre oculta, ya en el horadado tronco de algún árbol añejo, ya bajo las ruinas de algun caído torreón o en el fondo de una sima cubierta de espesos matorrales.
Las Ayalgas guardan en sus palacios, tesoros inmensos: en la noche de San Juan brota una llama rojiza y misteriosa en la boca de sus grutas, si alguno logra divisarla y tiene valor para acercarse á ella, arrojando en el fuego una pequeña rama de sauce; la llama tomando de repente un color azulado, se extinguirá, pocos momentos después; entre sus cenizas aparece una ninfa hermosísima, es una Ayalga, la ninfa soltará la cinta de flores que ciñe su talle, y asiendo un extremo de ella ofrece el otro al afortunado descubridor, la Ayalga se interna en la gruta y aquel la sigue y por fin llenándole de oro le vuelve á conducir al mismo sitio desapareciendo en seguida. No cesa aquí su fortuna, si es casado la hermosa hechicera, hará nacer en el corazón de su esposo un amor dulce y eterno, que colme su risueña existencia de goces y de encantos. Si es soltero pronto hallará una joven que llena de inocencia y hermosura, le ame con todo el fuego de su virgen corazón. Las Ayalgas velarán por este amor tierno y puro y en la noche callada le arrullarán con los cantos de la PAZ y la ESPERANZA…………..
Estas ninfas hechiceras reunidas casi todas las noches en la ribera de algún caudaloso río, danzan sobre su corriente envueltas en el resplandor de la luna, elevan fantásticas canciones que se van a perder entre el murmullo del plácido y cristalino raudal; otras veces cuando en el invierno la nieve, cual blanca alfombra tapiza la campiña, ellas ligeras como el aura de la mañana, ascienden a las colinas sin dejar huella alguna de su delicada planta, y allí en giros caprichosos danzan ligeras elevando sus fantásticas canciones…. El astro del día al aparecer con sus resplandores iluminándolas de lleno, deja notar su cansancio, pudiéndose distinguir las violentas ondulaciones de su agitado pecho.
Album de la juventud. Oviedo 20 de Noviembre de 1853.-
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Las lavanderas
Es una noche borrascosa; el trueno retumbando por el espacio va á perderse en lontananza; el huracán troncha las delicadas flores y abate la verde y copuda frente de los robustos álamos. Negras y espesas nubes cubren la plateada faz de la luna; la densa oscuridad reina por el orbe.
A la cárdena luz de los relámpagos se divisa á lo lejos, como el genio de la tempestad, un caballero montado sobre un brioso alazán. Sus largas crines azotan el rostro del caballero y sus cascos menudean los golpes con tal ligereza que parece un solo sonido prolongado.
Y en su vertiginosa carrera traspasa los montes y los ríos, corre tan veloz, que las casas, los árboles, los valles le parecen al agitado caballero pequeños puntos negros en medio de la inmensidad. El caballo arroja de su boca hirviente y blanca espuma, y sus ojos centelleantes parecen despedir espesas llamaradas.
Y nada puede acortar tan veloz carrera; y tan pronto se le mira en medio de la llanura, como se le ve en la cima de una montaña, y en tanto el huracán brama con tal ira que pugna al parecer por alcanzarle.
Y el caballero aferrándose á las crines de su caballo tiende en derredor de si una mirada de espanto.
De repente un hondo precipicio se abre bajo sus pies, y todos los esfuerzos humanos no bastarán para contener el ímpetu de esta carrera; el caballero lleno de terror clava los acicates en el vientre del animal; este hace un esfuerzo, y con las narices abiertas y humeantes y su cuello extendido se arroja en el precipicio…. Relincha dolorosamente y los bramidos del viento apagan su último quejido. El jinete se estrella contra las picudas rocas y los dos ruedan al fondo del abismo. Un lago cuyas aguas corrompidas exhalan fétidos olores, les presta su negro fondo por sepultura.
El eco repite hasta extinguirse el ruido de su caída. ¿Qué genio animaría al fogoso bruto que sin reparar en nada en vez de caer rendido por el cansancio, acrece mas y mas la fuerza de su carrera?
-¡Las Lavanderas!
¿Y quiénes, preguntarán nuestros lectores, son esos seres misteriosos y crueles que tal influencia ejercen?
-Son unas viejas vestidas con amarillo ropaje de rostros enjutos y arrugados y cabellera mas blanca que la nieve. Su voz es lúgubre, semejante al canto del fatídico búho, y sus ojos despiden con sus miradas un brillo sombrío y aterrador.
No solo existen en nuestra Asturias, sino que también se las encuentra en los verdes y poblados bosques de la Bretaña; y tanto en una parte como en otra habitan en los huecos de las corpulentas encinas.
Cuando los ríos se desbordan, anegando los deliciosos valles y arrastrando en su rápida corriente los puentes, los árboles y las casas, se las mira columpiarse muellemente encima de las olas espumosas, ondeando al aire sus blanquecinos lienzos y chocando sus resonantes palas contra los árboles ó rocas inmediatas.
Las Lavanderas aunque tienen algunos rasgos de ferocidad, no por eso dejan de ser benéficas y humanas; miradlas sino cuando los incendios suceden en algún desmantelado castillo, ó en alguna pobre aldehuela, sofocando sus horrores con sus palas cóncavas y llenas de agua, y penetrando por las llamas arrancar al voraz elemento los débiles niños indefensos y los pobres ancianos paralíticos.
Sin embargo cuando alguno las llega á ver, excitado por la curiosidad, las lavanderas en pago de ella le dan la muerte mas horrorosa, sirve de ejemplo el jinete cuyo fin trágico acabamos de describir.
En una noche oscura y lluviosa, este caballero joven y elegante llegó á un pequeño pueblo de Asturias situado en la falda de una hermosa colina. Entró en una de las mejores casas de aquel pueblo, y en ella alrededor de una rojiza fogata se hallaban conversando algunos habitantes de él. Amables y hospitalarios le ofrecieron un asiento que con grande placer aceptó el caballero.
Un anciano de blanca cabellera contaba mil casos que habían sucedido con las lavanderas en distintos sitios y en diferentes lugares. Los aldeanos escuchaban atemorizados en tanto que el fuerte vendaval batía la orgullosa frente de los altos pinos que crecían al pie de la cabaña.
El caballero les escuchaba también con atención; pero en lugar de terror, una desdeñosa sonrisa se dibujaba en sus labios. Cuando el anciano calló, todos guardaron un profundo silencio; el forastero le interrumpió diciendo. -Y vos creéis eso?
-Y por qué no! si es la pura verdad.-La pura verdad! vaya mañana os sacaré de vuestro engaño. -Imposible! cómo? replicó uno de ellos.- En qué parte, repuso el caballero, se esconden vuestras lavanderas?- Las buscaréis acaso con el solo objeto de desengañaros de lo que os he contado? le dijo el venerable anciano.¡Oh! no hagáis tal cosa repuso después de unos instantes, creedme, os lo suplico; no lo hagáis.
Por mas que trataron de disuadirle de su intento, les fue imposible; á la noche siguiente sobre su brioso alazán, solo, se dirigió a un monte espeso en donde le dijeron habitaban estos seres.
Pronto escuchó el ruido extraño que producen las palas al azotar los largos lienzos que lavan; cada vez le oía mas cercano, y su caballo se negaba á continuar su marcha; caminaba á la orilla de un riachuelo frente á frente con las lavanderas, que al verle suspendieron su trabajo. Todas le rodearon. El color de su amarillo ropaje, su lúgubre voz, el brillo aterrador de sus ojos, todo ello fascinó al atrevido caballero… Las lavanderas alzaron sus palas cóncavas hacia el cielo, y luego señalaron con ellas los cascos del caballo. El animal como impelido por una fuerza irresistible se lanzó á la carrera, y avanzaba, como ya han visto el principio de este artículo.
Todo por el contrario sucede á los que encuentran por casualidad á estos misteriosos seres; ningún daño reciben de ellas, antes bien algunos han hecho su suerte con estos encuentros: casos sucedidos quisiéramos presentar también, mas no detiene el temor de alargar demasiado este artículo y de ocupar demasiado la atención de nuestros lectores.
Las lavanderas pasan todo el día encerradas en los gruesos árboles que el tiempo ha corroído; por la noche salen armadas de sus palas á lavar sus hermosos lienzos. Las lavanderas, como hemos visto, son terribles y benéficas á la par.
Su poder es muy grande, y sin embargo las xanas jóvenes hermosas y débiles al parecer, tienen cierto dominio sobre ellas.
A las orillas del Sella hay una anchurosa gruta, por medio de ella pasa un limpio arroyuelo y en ella se dice había varias xanas. Vense allí cuatro mujeres de piedra en aptitud de lavar, y se cuenta que entrando cuatro lavanderas á quitar sus madejas á las xanas, estas las convirtieron en piedras.
Nadie hasta ahora sabe el objeto con que se ocupan las lavanderas, todas las noches, en blanquear mas y mas sus delgados lienzos; y se ignora asimismo de donde forman su amarillo ropaje. No falta quien diga que aquellos con el tiempo toman este color, mas esta explicación es muy aventurada y nada se sabe de cierto, como se ignora también de donde las xanas sacan la transparente gasa que ubre sus delicadas formas.
T. C. Agüero. Album de la juventud. Nº 19. Oviedo 9 Octubre de 1853.-
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Cuentu del miéu
Nemesio, el mió padre, cuando era rapaz, vivió en Santolaya, en casa ´l só padrín, que tenía tienda ellí, al llau de l´iglesia.Un día pe la mañana, llegó a la tienda Antón de Colasa, el sacristán, tou axorizáu y col color perdíu. Entrugáren-i: ¡Ma! Ntós, ¿qué te pasa ó?Ponxose elli: -Que subí al campanariu a tocar y sintí que me dicín dend´el cementerio, con una voz muy flaca y muy roía: -¡Antón! ¡Ven lluego, que t´espero! Baxé y corrí álamos p´acá. ¡Coime! Sería daquién qu´andaba per ellí. -Non era , non ¿Non vo yo a estremar la voz de un vivo de la de un defuntu? Además, non pudo entrar naide, que la puerte ´staba bien priesllada; yo mismu eché ´l priesllu. -Entós sería algún muertu qu´estaba fartucu d´estar solu y quería que-i fexeres compañía. El casu é que todos se riyéren del sacristán, pero naide quixo dir con elli a tocá ´ les campanes. Entós, ún qu´estaba ellí, qu´era sastre y además estaba coxu, pónxose: -Yo atrever, atrévome a dir, pero tienes que llevare al recostín. Entós pónxose el sastre al recostín del sacristán y floren p´hacia l´iglesia, y é cuando, al pasar per delantre ´l cementeriu, sintieren claramente un roíu de güesos entrechocáos que yos arrespigó los pelos, y dimpués , p´acabar d´alloquecer de míéu , sintieren una voz que dicía: ¿Entós , ¿que vos pasó, ó? - Agora la cosa va comigo tamién- dixo ´l sastre. Conque axuntárense todos los hombres del pueblu, como cuando hay alguna calmada. Algunos apaicieren con un traentu, pa dir más seguros. Y jueren p´al cimenteriu, y jué ´l siñor cura tamién, dispuestu a sconxurar el alma ´n pena o a lo qu´alcontraren, que non podía ser nada güenu. Apreciéren per ellí y toparen al rapaz de Xico ´l de Piñera, eñicláu encima d´una sepultura franchucando jueces. -¡Ma! ¿Qué faces equí, ó? -Ay, siñor cura. Yé que hoy estuviemos coyendo ñueces Antón de Xuaco y yo, y en´esmuergáles y tou , féxosenos tardi pa dir a la ´scuela. Entós discurriemos salta la muria ´l cimenteriu pa como les jueces y que non nos vieren. Y entós pónxose Antón de Xuaco: “ A estes hores ya mió má tien arroxau ´l fornu. Voy apaña-i un bollu caliente, y comémuslu equí co apañá-i un bollu caliente, y comémoslu equí co les jueces. Pero nin lu trajo, nin vieno elli. -
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La raposa y el alcaraván
Era una tordina que tenía un nial en una espinera, y llegaba la raposina: -¡Tordina, si nun me das un tordín córtote la espinera col rebu!
Volvía otru día.
-¡Tordina, si nun me das un tordín córtote la espinera con el rebu!
Claro, la tordina mui disgustá porque comía-y los…… pasó por allí la prima garaban…..
-¿Qué tienes, prima?, ¿por qué lloras?
-Porque vien la raposina y dizme que si nun-y doi un tordín que me corta la espinera con el rebu.
Y diz ella:
-¡Ah, tontona!, dile qu´azaos con aceros que cortan maderos, y no rabos lisonjeros.
A otru día pasa la raposina:
-¡Tordina, si nun me das un tordín córtote la espinera con el rebu!
-¡Azaos con aceros cortan maderos, y no rabos lisonjeros!
-¿Enda, quién te aprendió tanto, ho?
-La mio prima garabana.
Fue pa la orilla ´l río, taba la garabana saltando de piedra en piedra, va la raposuna y agárrala……fai la garabana:
-Ná, tienes que decir “garabán comí”, porque si no mios padres andan buscándome tola nuechi y nun m´encuentran y……. así yá saben que me comiste…….
Entós va la raposina y …….
-¡Aljarabán comí!
La garabana escapa y diz ella:
-¡A otra, que non a mí!
Cuentos medievales en la tradición oral de Asturias.-
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Los Aguilandeiros de San Xuan de Villapañada.
Villapañada recupera la mazcarada de invierno, una de las más relevantes de Grado, tras setenta años sin celebrarse. Después de setenta años sin representarse los Aguilandeiros de San Xuan de Villapañada volvieron a hacerse oír por los pueblos de la parroquia el 28 de diciembre del pasado año. El principal impulsor de su recuperación es el músico, etnógrafo e investigador de la cultura popular, Xosé Ambás, natural de la parroquia de Ambás, quien ya hace quince años, encuestrando en la Villa, obtuvo su primera pista: “ teníamos mucho miedo a los agulandeiros de San Xuan porque veníen con las lluecas ya con pellizas d´uvea. Todos los textos míos eran de aguinaldos de nenos y este era un aguilando de mozos”, explica.
A lo largo de los años Xosé Ambás realizó un intenso trabajo de campo para documentar con la mayor fidelidad posible lo que creía era una mascarada de invierno muy arraigada en la zona y que sin embargo sólo se mantenía viva en la memoria de los mayores del lugar. “Empecé a encuestar sobre ello por los pueblos de la parroquia siempre a personas mayores de 80 años”, recuerda. La pasión por recuperar esta tradición la compartió con el escritor e investigador nacido en esta parroquia, Álvaro Valdés.
Tras tener, entre ambos, toda la información necesaria para volver a ponerle vestimenta y cuerpos a los Aguilandeiros de Villapañada, el siguiente paso de Xosé Ambás, fue, el año pasado, uno muy grade: recuperarlos de nuevo y continuar con esta tradición en los años venidros. “Organicé una xunta vecinal con el pueblo de San Xuan. Fai 70 años que perdiésteis esta tradición y queremos recuperala. Tenemos xente pa facelo pero necesitamos vuestra colaboración y contar con más”, dijo entonces. Fundamentel fue también el trabajo conjunto con Álvaro Valdés así como también del grupo tradicional Xeitu, de Oviedo, a quien les propuso participar en el proyecto de forma activa. “Aceptaron a la primera y se pusieron a trabayar sin descanso para que todo estuviera a punto para el 28 de diciembre”.
Los miembros de Xeitu no sólo elaboraron toda la vestimenta de todos los personajes, sino que les dieron vida cuando los Aguilandeiros, en diciembre del año pasado, regresaron al presente después de 70 años de olvido.
En menos de dos meses estuvo todo listo y así fue como el 28 de diciembre de 2014 volvieron a recorrer los pueblos de la parroquia, yendo casa por casa pidiendo el aguinaldo, personajes como el escobón, el médico, la dama y el galán, el vieyu y la vieya, la cenicera, el cura, el afeitón, el oso, su amo y el diablo y dos parejas de maragatos junto con un músico que no va mazcarado y que es un gaitero.
Ambás explica que esta mazcarada “Es un rito de paso de la mocedá a la madurez asociado al solsticio de invierno. Ye una transgresión, la burla, la comedia, y todos los que la forma son hombres”. El especialista en cultura popular espera que esta tradición enraíce igualmente en los más pequeños, para lo cual este año está repartiendo láminas explicativas en los colegios además de poner en marcha una exposición en la Casa de la Cultura de Grado. Ine. es" Oviedo. 24 de Octubre de 2015.
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