Desfiladero de los Arrudos (Caso)- Salida con el grupo de Montaña Monsacro

Textos:
-Cartas a Xico.
-Tiempos de fame.
-La vida en los invernales.


Foto de el Comercio

El desfiladero de los Arrudos Comienza en el pueblo de Caleao. Es uno de los grandes cañones fluviales del Principado y una de las rutas más impresionantes y coloridas de la región. El agua cobra protagonismo, pues ha creado en la zona valles abiertos y sorprendentes desfiladeros de roca caliza. El entorno se mantiene en un estado de conservación envidiable. El Parque Natural de Redes destaca por la frondosidad de sus bosques atlánticos. Al llegar a Caleao tomamos esta pista, y a unos 200 metros, encontramos un aparcamiento, un área recreativa y una ermita. Si no hemos dejado el coche antes, a lo largo del trayecto, lo podemos dejar aquí. Y comienza el camino. Todo él está señalizado, con esas dos rayas, una amarilla y la otra blanca, que nos indican que la ruta no es muy larga. (Las rutas de largo recorrido se señalan con una raya roja y otra blanca). Aunque no hay pérdida posible, salvo en una pista que sale hacia la izquierda y subiendo, que está hormigonada, pero si intentamos ir por ella, enseguida veremos la señal de que no es por ahí. Ya sabemos que la señal que nos dice que no debemos de ir por este camino consiste en que las rayas, en este caso amarilla y blanca, están en forma de «X», es decir, cruzadas.
Todo el camino es de fácil caminar. Está hormigonado en algunos tramos, empedrado en otros y en las zonas más pendientes hay una especie de escalinatas de piedra de gran belleza.La ruta pasa por lugares realmente hermosos con la vegetación típica de bosque de ribera y de alta montaña. Destacan, sobre todo, las hayas, que cubren gran extensión y en el otoño ofrecen un paisaje realmente espléndido de color. Casi todos los árboles, cuando llega esta época del año, visten sus más hermosos trajes multicolores, pero las hayas ganan a todos ellos, pues, desde el verde hasta el marrón, pasando por los amarillos y los rojos, se combinan en el mismo cuadro dando lugar a una belleza indescriptible, sobre todo, cuando los rayos de sol inciden perpendicularmente sobre el bosque. Algunas hay, al borde del camino, de formas curiosas y de gran tamaño, dignas de ser admiradas. Poco después de iniciar el camino, en la base misma de una descomunal roca caliza o montaña caliza, hay una fuente, a la derecha del camino, que mana agua directamente de la roca y sale por un caño, resbalando hacia un bebedero que está junto al camino. Apetece beber. 
Se pueden observar unas construcciones típicas en este recorrido con unas columnas de una sola pieza, a modo de «pegollu» con forma de prisma trapezoidal. Las primeras que vimos fue en frente de la capilla que hay al lado del área recreativa y que forman parte de una rara construcción, con una pared de piedra en el centro que sujeta toda la construcción, sobre ella un tejado a dos aguas y sujetando este tejado, por las cuatro esquinas, estas columnas de piedra. A lo largo del camino hay algunas cabañas bien reparadas y utilizadas, sin duda, como fines de semana. Incluso, alguna de ellas posee un jardín en el terreno que limita con la casa.
Lógicamente, lo que debemos de admirar, aparte del entorno natural que nos rodea, es el río, pues a eso hemos venido. Éste se precipita entre rápidos y cascadas, tanto a la orilla de prados, donde pasta pacíficamente el ganado, como por entre el monte cerrado cuyo suelo, cubierto de árboles y arbustos, apenas deja entrever un palmo de terreno del que se sustentan. Las aguas, nacidas en lo más alto y recóndito de la Cordillera, bajan límpidas, cristalinas y cantarinas. Tan cantarinas son que, algunas veces, más bien parecen todo un coro de voces roncas que ensordecen al caminante. Lo más hermoso del recorrido se encuentra por la zona donde hay un puente de hierro y madera, bastante largo y zarandeante, por encima del cual tenemos que pasar, que, sin embargo, está bien apoyado en el suelo. Al comienzo de este puente se ve en el suelo una argolla enorme de hierro que debió de ser utilizada en otro tiempo cuando debió de haber una pasarela colgante en tal lugar. En este sitio, el agua baja de un modo realmente agresivo en sucesivos rápidos, que le da más belleza si cabe. Observando el panorama, nos viene a la mente la imagen de una manada de caballos desbocados con sus locas crines ondeando al viento y con sus cascos machacando toda vida que encuentren a su paso.
En el trayecto hay un poste informativo que nos explica el origen del nombre de esta foz. Literalmente dice: «El nombre de Los Arrudos se debe a una vara de acebo de unos 2,5 metros que tiene clavadas perpendicularmente estacas, a forma de cruz, de manera que hacen peldaños y se utilizaban por los ganaderos de la zona para subir por las peñas antes de construir el camino».-


   Cartas a Xico


Alcordeme  anque tardi de escribite
pa cumplir la palabra
que te di al despidime, fai tres meses
al venir pa la Bana;
si non lo faci antes, al motivu
ye que no tenía blanca
y escocíame  cambiar cinco o diez duros 
pa franquear una carta;
“El dineru ye nidiu como un diatre
y base como el agua”.
Pero axunté por fin les seis perrines
que cuesta el franqueala,
y dixe ¡qué recoime! Voi arriesgame,
facer una arrogancia,
y anque  dexe la fuma cuatro meses 
por mor de la tocarta
o tenga que pasar unes semanes 
en sin tomar la parva,
allá van seis perrines, pa que veyes 
que los que tan na Bana
atropen  el dinero como poxa
y non sienten gastalo nin migaya.
(…)
Pa emprecipiar direte que gustome
muchísimu la Bana,
con sos cases blanquines y sos calles 
yanes como la palma
y tan anches como caben pareaes
cien carreñes sin ser emponderancia;
gustarame  bramante los paseos
onde lluce la palma
so xentileza al solmenar el vientu
la siempre verde rama.
gustarenme les brises perezoses,
gustome más que nada 
la galanura y la sin par belleza 
de la muyer cubana;
y si non fora lo que ye, que tengo
al otru llau del mar la mio rapaza
dixerate una cosa a escuchiquines,
más….non gorguto ¡mi alma!
por que diz un refrán que no entren mosques 
en boca bien pesllada……
Pero ¡rediez! Yo estoy atocheciu
De tanta xentileza y tanta gracia,
tienen una carina como llechi
y unos llabios talmente como grana, 
y unos güeyos  que encienden al miralos 
fueu del amor dientro del alma.
(…)
Yo amorío al contemplar sus morbideces 
y dame regüeldos so mirada.
Dispues tienen el habla tan melguera,
tan suaviquina y guapa,
que paez que traen un nieru de merbates 
metiu na garganta;
y que tienen gurdá  diento del cuerpo
faciendo gorgoritos daqué gaita.
(…)
Con una de estes nenes que te cuento
acaeciome  fai dis una allobada:
andaba paseando embabeciu
xiblando seliquin la “Soberana”
cuando acolumbro pel paseu arriba
venir una chabala;
que más bien que muyer, a mí paeciome 
un angen o una xana,
tala yera la sal con que movía 
aquel cuerpu modelu  de elegancia,
quixi echai una flor, siguiendo el usu
que hay ena mio quintana
y mal apenes se me ponxo a tiru
dixíi: “Adiós, salada, 
solina y sin cencerru vas perdete, 
si fores a coyer a mio mayada!”
Noramala pa mí; más me valiera 
Haber mexau na cama
o que me hubiese  esfarrapau un llobu
o habeme derribao como una vaca;
porque igual que si fuera una gafura 
cerraos los puños  y encendidos los güeyos
lo mismu que una brasa;
y como un trapo de fregar cacía 
ponxome la muy-tala
y hablome  de mio madre ¡la probina!
ella que ye una santa,
contra mi revolviose la rapaza, 
que culpa tien de que yo sea un babayu
y non sabia  falar más que a mio usanza.
(…)
Dispués ya me enteré  que en esta tierra 
interceten muy mal esta palabra 
y tomen muy a mal el que se i diga 
a una muyer “salada”.
(…)
Pero, basta, Xiquín, porque estoy viendo
que va la cosa llarga, 
que non se te escaecía dar memories 
a todos los de mio casa; 
y si atopes camin de la “Fontana”
quiciás la mio chabala
dirasi  que la quiero más que nunca, 
que non puedo olvidala,
que el cariñu que i tengo va aumentando
col tiempu y la distancia 
y que sin so cancallu y sos falagos 
vivir non se me amaña;
que empapiello al pensar que algún mozacu
se ponga a xorrascala
y como son tan floxes las muyeres 
me dexe a mi con la nariz de a cuarta 
y……. adiós, Xico, memories a los nenos 
y a to muyer Rosaura;
ya sabes onde tienes un amigu
a quien puedes mandar con toa  confianza 
con tal que non se trate de dineru
nin cosa que valga.
Manuel García.
Central “Andreita” (Cruces), Marzo de 1920.
Testos en  Llingua Asturiana N´el Progreso de Asturias de La Habana. -


Tiempos de fame.
El pueblu ye Caces, ya lo sabéis. Pue ser que sea el más vieyu yo del pueblu… tengo ochenta y siete años. Polos montes, col carro a por mullío, coles vaques a trabajar les güertes y… muertos de fame. Mi padre tuvo presu con esto de los falangistas, cuando eso de la guerra, por nun dir a la mili o nun sé qué, guardóse y tuvo presu, y nosotros aquí muertos de fame. Llenu de pulgues, llenu de pioyos, corríente los pioyos por aquí, muertos de fame…. Había vaques, al marchar mi padre ¿quién lo cuidaba? Nosotros díbamos a escuela. Nada, aquí a escuela nada. Nun aprendías a nada porque el maestro yera más burro que los que díbamos allá. Así, coses d´eses.  De madreñes, d´alpargates… Si llovía, que dibas a escuela, quitábamos les alpargates pa nun les mojar. Comprábente unes una vez al añu. Los pantalones todos arremendaos, y agora llévense rotos y arremendaos.  ¿Ves cómo cambien les coses? 
Y así… a nada, a la yerba, trabajar… que trabayu había poco tamién, que fue cuando la guerra, cuando Franco…  y así, muertos de fame. Claro, a les vaques o coses d´eses, o a caracoles pa les pites, que ye lo que se yos echaba, porque si yos echabes del maíz que sembrabes a les pites nun teníes qué comer tu, porque molíeslo y era pa comer. Aquí, meca … esi horro llenábase too de maíz alredor, les cuatro cares, colgao ahí todo en riestres, too alredor.
Ayúdense unos a otros a esfoyar… ¡Vamos a esfoyar! Hasta les tres de la mañana tabes ahí…. contaben chistes algunos y otros haciendo les riestres, y los chiquillos garraben tres panoyes ena mano pa dir apurriéndoteles, y tu cola haciendo la riestra. Y la hoja de maíz metíase en un sergón, que llamaben, lleno e fueya. Y yera ande dormíes…. dabes vuelta y venga a ruxir la fueya allí dentro. Coyer el maíz, había que escoger les fueyes y que nun llevaren  el nudu esi que… porque si no t´abrasaba de noche ahí, joder. Y de noche, venga, vuelta pa un lau y vuelta pa otru, ¡nun sé cómo se dormía!.
Yo paseles putes, pasé fame de chiquillo y … en cuenta l´aceite comprábamos grasa de tocín y desfacíenlo ahí pa hacer l´aceite. Después, sí, ya empecemos a tener un gochucu, yá se mataba un gochín ya, paecía que ya comíes algo. Teníamos una gocha paridiega nosotros, pero eso ya fue después, ya cuando diba mejorando un poco la cosa, Paría  trece, catorce gochos, dellos vendíeslos por dos perrones, nada, y dejabes a lo mejor unu pa matar o dos, porque había que echayos de comer tamién, y si echabes el maíz, nun teníes tu qué comer, ¿entiendes? Andaben por ahí  fuer pastiando por aquí por riba ada, corriendo por ahí tras d´ellos. Era la vida así, fíu. Y agora vivo como un rajáu. 
José Miguel Peláez Cárcaba, 87 años. Caces. Atlas sonoru de la Llingua Asturiana. VIII Uviéu. 

La vida en los invernales.
Y yo d´estar de rapazona enos invernales muchísimo. En la Faeda a la hierba…empezabas a la hierba y agarrábamos el ramu y les vaques uncíes… ellí llevábamos daqué gallina, daqué manta pa tapamos si facía fríu… y a dormir ente la hierba, en el payar… siempre dejaban un pocu d´herba aneyu y ellí durmiemos. Y pa cenar, patates y leche, en una pota… poníamos  una pota grandísima, ¡eramos tantos!, pelábamos patates ellí en media hora… ¡y gracies que les teníamos! ¡que cuántos había que ni les teníin! Y patates y leche pa cenar… y cuando no teníamos patates chábamos torta na parrilla, elli sobaes en una bateína y…..ellí. Y hala, y ni un dolor de mueles teníamos… descalzos y en carnes, y como pudiéramos. Y la vida era mui dura, ¡hoi no sé de qué se quexen! Pero yá era  tiempu  tamién que s´acabara. Yo por ejemplu, muches veces me dicen: “¡Ai, que tal prau qu´está en un matorral y mira p´ahí tantu como yo trabayé”, dio: “Pero veníi acá, muyeres, ¿no  val más ver el prau fechu un matorral ahí perdíu, que no ver los fiyos metíos allá como nosotres? ¡Zurra y dale y una carga d´herba y roza y…. !, ¿pa qué? Si algún día lo tienen que venir a trabayar, ¡que lo rocen! ¡y si no que siga a matorral mejor! Y yá digo que nosotros seríamos casi los segundos en Sobrefoz que mejor podíamos vivir, ¿eh?, porque yo nunca nunca m´acuerdo d´haber pasáu fame de torta, lechi, patates y…. chorizos. ¡Nunca!, ¡nunca m´acuerdo! Nosotres trabayar, muncho, pero qué comer tampocu mos faltaba. Pero, amigos del alma, era duru lo que trabayábamos; pero dispués de tou agradecimos a los padres que nos aprendieren a trabayar y… y yo cuexa dándole y pegándole, y hala. Y al herba peles mayores sierres del mundu, y hala, y había que  ir. Los padres antes la vida era así, realmente ellos nunca habíen visto otra cosa y… más que trabayar y trabayar, y hala. Fartéme llavar pantalones en aquel duernu, un duernu de madera que… una gotina d´agua, había ahí una gotina d´agua namás, y después, claro, éramos tantos.. éramos nueve… y yá yá, y unes críes y… después agarrar la fueya y les barbes del maíz… poníamoslo pa un lau, pa echalo a les vaques. La fueya del maiz escoyíenlo un pocu, quitaben los tarambullos, curábase un pocu y… al sergón. Y bueno, y había veces que… el que lo tenía, que ´l que no tenía maíz tampocu tenía sergón, metía herba. Así que la pobreza no era pequeña. El cuentu nuestru era llavar en aquel llavaderu pantalones y a sayar y arrandar y…. era ´l cuentu.
Enriqueta Corral Mones- Sobrefoz (Ponga) Atlas sonoru de la Llingua Asturiana. V. -



















































































































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