Camino de Felechosa- Cuevas
Textos:
-Camín de la feria.
-Breves consideraciones sobre los Bancos agrícolas, Montes de piedad y Cajas de Ahorros.
-Cascaritos.
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Breves consideraciones
Sobre los bancos agrícolas, Montes de piedad y Cajas de Ahorros.
Por causas de todos conocidas, y cuyo examen nos apartaría demasiado del especial objeto que al escribir el presente artículo para la Ilustración Gallega y Asturiana nos hemos propuesto, los labradores gallegos y asturianos, tan honrados como laboriosos y sufridos, viven pobremente, rodeados de las mayores privaciones, trabajando mucho, gozando poco, y sin poder realizar la mas insignificante economía. Así que una gran parte de ellos, cumpliendo como buenos, después de pagar la renta y las contribuciones, que son ya para todos insoportables, quedan sin recursos, sin amparo ni protección, viéndose por lo tanto, obligados á pedir préstamo hasta los granos que la sementera imperiosamente reclama; y como los propietarios, unas veces no quieren y otras no pueden proporcionarlo, porque también sobre ellos pesan las abrumadoras exigencias del Fisco, resulta que, á la fuerza, por ineludible necesidad, tienen que apelar en sus apuros á los prestamistas, de oficio ó de afición, que suelen ser peores, y presos en sus redes, obligados a pagar exorbitantes intereses -el 30, 60 y 100 por 100- se recargan con una nueva renta, incomparablemente mayor que la que á los dueños de las fincas corresponde, y llegada la época de la recolección, después de grandes afanes y sobresaltos, encuéntranse poco menos que como al principio del año, y con el dolor de ver pasar la mayor parte del fruto de su laborioso trabajo á las arcas y almacenes de esos explotadores de la miseria, que dieron en llamar usureros, antigua plaga de langosta que asola los campos y dificulta el sostenimiento y la mejora de los labradores, principal sostén de la vida y nervio de los Estados.
Este mal social todos lo reconocen, todos lo sienten, todos lo combaten; pero al tratar del remedio, pocos son los que le prestan atención, unos por indiferencia, por apatía otros, y los más por desconfianza del éxito. Y, sin embargo, el remedio es conocido, es eficaz, es practicable, y se practica con felices resultados en diferentes países y aun en el nuestro, necesitándose tan sólo generalizarle y corregirle de los defectos de que adolece.
Dícese por algunos, que contra los usureros, así del campo como de las ciudades, no hay mejor preservativo ni arma más poderosa que la prohibición, y precisamente nuestra opinión es diametralmente opuesta á la de los que la sostienen. En este punto, como en tantos otros, el derecho está de completo acuerdo con la ciencia económica. El derecho proclama la libertad del préstamo, fundada en la legitimidad del interés, y por su parte la ciencia económica, apoyada en aquel principio y en los hechos demuestra: que las prohibiciones, cuando no son inútiles, sólo sirven para disminuir el número de los logreros, y por consiguiente para aumentar las inmoderadas exigencias del préstamo, cuyos servicios deben regularse, como los demás con la ley de la oferta y el pedido, ó sea la competencia, que de cualquier modo que obre tiende siempre á producir resultados ventajosos. La Ilustración Gallega y Asturiana. Tomo II.- Año 1880.-
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CASCARITOS
El tíu Pepe ´l del Regatu debe-i unos cuartos á Xuan del Cadaval.
Ayeri por jace-i moler á Xuan, dixo-i Perico, que ´l del Regatu non cuntaba pagailos.
Güenu, dixo el del Cadaval, pagar no´mi los pagará, pero to de da-i más palos que de pelos tien ´n ´a cabeza.
-Pes no´i darás nengún.
-¿Por qué non?
-Porque e calvu.
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No ti jaz falta maldita buscar moza, Colás, dicía Xuana. ¿Pa qué? Co´ la taberna, el tabacu y el xuegu tienes de sobra. Ya ´stás bien casau.
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-Chatu, cantas como un carru.
-No´´stó pa bromas. ¿Por qué me dices eso?
-No´e por ofendete. Siempre oirás dicir cuandu un carru canta: ¡qué bien canta esi carru!
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Lecio e muy calmosu pa trabayar. Cuando i jacen burlla por gastar tanta pachorra, diz que elli tevo un güelu que arreventó por correr, y otru que i nació moruxa ´n ´a cabeza por non movese, y que por eso elli non quier correr tantu como ´l unu, nin dir tan despaciu como el otru.
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Entre nos, como entre otras partes, cuesta un triunfu entendese co´las suegras. Aquí el ernu llama-i á la suegra tía, y ella nunca i llama sobrín.
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-Tú crees, Xuanín, que la Tierra da güeltas.
-Sí home, sí.
-¿Por qué?
-Porque lo veo. ¿No´arreparesti cuando unu sal del llagar?
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Á que non sabés, dicía ´l tíu Llebratu, cuálos son los atomóviles que más corren?
Unu dixo que los de esta marca, otru que los de aquella, y así joren nombrando munchas clases.
Otru dixo que los que non tenían miedu á ´strompase, y viendo que nengún acertaba, dixo ´l Llebratu:
Los que más corren son los atomóviles de los prudentes, porque como no´se crisman, ni´ se jacen ciñiscos, pueden correr toa la vida.
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-Entós, Conce ¿tú non quies casoriu?
-Non; pa ser una ´sclava, una burra de carga…
-Y ¿si jallas un burru que ti ayude a llevala?
-Únicamente. La carga repartida e llevadera.
-Pero ¿por juercia ha de ser burru?
-E un dicir. Pero más val que sea algo pollín, que non beba los vientos, y me amuele.
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Pachín de Talo, mozu vieyu, echaba-i flores á Rosina del Tumillar.
Llévalas Pachín, dixo ella, á las deto tiempu. Hay que dar á cada un lo suyu.
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-¿Qué jarías tú Ramonín, si un amigu ti jaciera una charranada?
-Perdonalu.
-Y ¿si repite?
-Perdonalu otra vez.
-Y ¿si ti jaz la tercera?
-Entós debo ´scoller ente reventalu ó dexar que mi ponga la albarda.
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-Pa ¿qué te rascas la cabeza, Xico, cuando ti preguntan daque cosa?
-E que aprieto ´l resorte de la idea.
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Un día de gran fiesta ´n ´a villa de X., entró un desacupau ´n una sastrería y preguntó ´l preciu de una tela pa un vestíu, diciéndo-i al sastre que lluego vendría ´l enteresau á tomá la midida.
De allí á pocu oyérense tocar gaitas y tambores.
Asomóse el desacupau á la puerta, llamó al sastre, y enseño-i el nuevu veceru:
Era un xigantón.
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En ´os díes d´ inviernu amanez á las siete, y escurez antes de las cinco.
“Tan cortos son estos díes, diz el Raxón, que si unu tien la cara muy llarga, vase-i el día en santiguase”
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No´ hay lluenga de hombre que pueda compitir co´la de las muyeres, dicía Rumaldo. Yo cuando quiero disputar co´la mía, tengo que beber dos azumbres de sidre.
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Ente rapaces:
-¿Á que non sabers quien jui el hombre más burru del mundiu?
-Déxami pensalo….. Pae´ mi que ´l más torpe jui Mélites, que no´ aprendió á cuntar más que hasta cinco.
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-Non. Á esi gano-i Sico ´l Topu, que vivió en Jourredondu. Nunca sepo cuantos dedos tenía la mano, y llegó á olvidase-i como se llamaba elli. Tan prestu llevaba á so casa los arvios de otru, como los suyos á casa del vecín.
La mayor ofensa pa unu de Jourredondu, e dici-i que se paez á Sico ´l Topu.
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-El ñurriu de to llugar prdrica bien, pero elli non jaz lo que aconseya.
-Por eso mesmu debés querelu más.
-¡Cáscaras!
-Sí, hom. ¿Quieslu más arrogante? E como los que jacen un camín y déxanlu pa los otros.
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-¿Por qué disprecias tantu, Gildo, á los meyores oradores? Eres tú quién pa echar un descurso como ´l últimu de Álvarez?
-¡Vaya! Vete al chigre de Sidro, y allí me oirás retoriar y parllar más que catorce.
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-Tú que estuvisti ´n Rif, di hom, ¿crees que aquellos bederres golverán á llevantase?
-Siempre nos jarán moler, pero dende que allí tenemos una güena jurasaca, ya non pueden xugánosla los moros.
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Tres muyeres armaren un jollín po la mo´e unos calzones.
Estaban tendíos ensugando, y engañárense po´ ´l llargor, el color y la tela, creyendo cad´ una que era de la so colada.
Xuntas joren á que so vecín Xenaro yos arreglara ´l pleitu, y esti díxoyos:
Si jores dos, pudían partise y tocaríes á pernera cad´ una; pero como soes tres, tendremos que atenemos al calzonaria tribus partire non potest, sabia máxima de Lalo ´l Pantruque, que vien á sé´ lo mesmu que como tres con un zapatu.-
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