Jovellanos: En 1797 fue llamado a la corte para desempeñar el ministerio de gracia y justicia, de cuyo puesto, que dejó muy luego, a causa de ciertas miserias palaciegas con las cuales no quiso transigir, pasó desterrado a su país, para ser mas tarde preso como reo de Estado y conducido a la Cartuja de Mallorca y luego al fuerte de Bellver. Los sucesos de 1808 le abrieron las puertas de su prisión, desde la cual pasó a formar parte de la suprema Junta Central, donde se distinguió sobre manera el ilustre patricio, así por su gran valor cívico como por sus imponderables virtudes públicas y privadas. Disuelta la famosa junta en la isla de Leon durante el año 1810, volvió Jovellanos a su pueblo natal a donde no pudo llegar hasta el 5 de agosto de 1811, habiendo tenido que detenerse en Galicia hasta entonces, por estar el principado de Asturias ocupado por los franceses. Siempre incansable, aunque entrado en años, y achacoso, no tanto por sus penalidades físicas ocasionadas por las persecuciones de que había sido objeto, como por los dolorosos desencantos naturales en quien había consagrado su vida al bien común, escribió la incomparable Memoria en defensa de la Junta Central, cuyo trabajo, según opinión de uno de nuestros académicos, es la oración mas elocuente y patética, tierna y vigorosa de las escritas en idioma español, y comparable con las mas renombradas del príncipe de los oradores del Lacio. Estilo elegante y sencillo, vuelos elevados y magestuosos arranques, nunca reñidos con la dicción pura y limpia, claridad portentosa, método ordenado y lógica irresistible, son las dotes que, como en todas las obras de Jovellanos, resplandecen muy principalmente en este precioso modelo de la elocuencia castellana. Vuelto a Gijón, ocupóse nuevamente en restablecer el Instituto científico que había fundado durante la época de primer destierro, hasta que, invadida nuevamente la provincia por las tropas francesas, tuvo que salvarse por mar, no sin que hubiese puesto Jovellanos cuanto estuvo de su parte para rechazar la invasión. Entonces fué cuando escribió su Himno guerrero, lleno de sentimiento patriótico y de virilidad casi inconcebible en un anciano. Después de sufrir dos peligrosísimas borrascas, pudo desembarcar en el puerto de Vega donde falleció de una aguda pulmonia, a los 27 días del mes de Noviembre de 1811.
|
Comentarios
Publicar un comentario