educación y cariño,
pues ya sabes que los pobres
se encuentran huerfanitos.
Yo, si Dios me da salud,
con afán trabajaré
para que en nuestra casa
no nos falte de comer.-
Poco tiempo se pasó
de amor y tranquilidad,
pronto empezaron las guerras,
los celos y la maldad.
Cuando aquel honrado padre
de su trabajo venía,
aquella mujer ingrata
a su esposo le decía:
Son tan traviesos tus hijos
que no les puedo aguantar.
Aunque me duela en el alma
les tengo que castigar.
Me hacen mil travesuras,
no me quieren respetar;
hoy me han roto un plato
y una jarra de cristal.-
Pero entonces el marido,
creyendo que era verdad,
a sus inocentes hijos
empezó a castigar.
Un día el niño mayor
de rodillas se postraba
ante su padre llorando,
diciendo estas palabras:
Padre de mi corazón ,
no crea usted en nuestra tía,
que todo cuanto le dice
es una pura mentira.
Desque usted se va al trabajo
nos encierra en una cuadra
y no nos da de comer
más que pan seco y agua,
con una vara que tiene
siempre nos está pegando
y dice que plomo a poco
así nos irá matando.
Si no mira por nosotros
yo me voy con mis hermanos
a pedir una limosna
donde los buenos cristianos.-
Pero entonces el marido,
lleno de ira y furor,
a la ingrata de su esposa
seriamente reprendió.
Pero la gran criminal no
le contestaba palabra,
guardando en su corazón
la más terrible venganza.
Y al otro día siguiente,
cuando el marido marchaba,
se levanta la traidora
para cometer su infamia.
Se dirige al aposento
donde los niños estaban,
cogiéndoles por el pelo
los arrastra hasta la cuadra.
y una vez allí encerrados,
sin piedad ni compasión,
como si fueran corderos
el pescuezo les cortó,
dejando sus cuerpecitos
que al verlos daba dolor.
Pero aquel día Francisco,
en lugar de ir a trabajar,
Quiero saber lo que pasa
con mis desgraciados hijos,
se decía el pobre hombre
muy triste y muy aburrido.
Y cuando entra en su casa
y en un rincón de la cuadra
los encuentra hechos pedazos
los hijos de sus entrañas
sin amor y sin sentido
aquel hombre se quedó.
Pero mas cuando aquel
hombre el sentido recobró
se lanza sobre su esposa
lleno de ira y furor
y con el mismo cuchillo
que a los tres hijos mató
hasta nueve puñaladas
sin vacilar le pegó.
Viendo su cuerpo cadáver
a la autoridad se entrega,
dando cuenta a la justicia
de esta desgraciada tragedia.
Y aquí termina la historia
de esta terrible desgracia
que tanto dolor causó
en toda aquella comarca.
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