Ardisana (Valle de Ardisana). Concejo de Llanes.
Xíriga Frescas mañanas d´abril , alegrinas y risueñas, cuando los malvises cantan y cuando el alba clarea, van marchando los tejeros camín de la tejera. Todos los años lo mismo al llegar la primavera, camino que bien conocen nuestros mozos de la aldea, pasan el puerto Pontón y también el de Pajares y el de Bárcena Piedeconcha los tejerinos de Llanes. Y allá por tierras de León, de Burgos y de Palencia, de Vizcaya y de Navarra y riberas del Pisuerga, allá marchan nuestros mozos a trabajar la tejera; y cuando llegan al pueblo donde el tajo les espera, lo primeru que visitan la casa la tabernera. La noche pasan cantando alegres y bebiendo de primera y por la mañana temprano se van a "parar" la era. Ya dan principio al trabajo que dura todo el verano: unos donde sacar el "llagar" y otros a cavar el barro. El pinche coge en seguida el puestu de la cocina, el tendedor el "cadobau" ya está ena era, el maserista la marca y prepara la masera. Como suele facer fríu temprano por la mañana se van a cavar el barro cuando salen de la cama; y así cavan un rato y el sol a atizar empieza, van a sacar el "llagar" y el pinche a poner l´almuerza. Luego después de almorzar las sopas o la paella se ponen a sobar barro para mudarlo a la era. A mediodía garbanzos, están duros por supuesto, porque a cocerlos el pinche tarda o nunca le dan tiempo. Y terminau la comida sigue la misma faena hasta que llegan las cinco qu´es hora de la merienda. Mandan al pinche a por pan y por algo de tocino, y de paso qu´esto trae que traiga una bota e vino. Terminan de merendar y enseguida pa la era a recoxer tejas hasta la hora de la cena. Y cuando ya es bien racha todos se van a cenar y enseguida pa la cama, que tienen que madrugar, Y así un dia y otro día y semana tras semana, se van pasando el verano lejos de la tierra amada. Recuerdan las romerías que saben fecha por fecha cuándo cae Santa Marina, el Carmen, la Madalena y la romería de San Roque y la danza de San Juan entre jardines en Nueva. Y bajo un sol de fuego y sin tener descanso, trabajando como negros, así pasan el verano. Por San Migue o el Rosario más o menos es el tiempo que se despiden del amo, y marchan para su casa Bien repletos de dinero los pliegues de la cartera y si hay un buen tocino pa suavizar la puchera, para ir pasando la vida lo menos mal que se pueda, y poder ir a las fiestas, aquellas pocas que quedan, y regresar dignamente al lado de una morena, y echar una cana al aire el día de la Candelera, ena fiesta de Loreto, y ena Salú de Carreña, con los mozos de Ardisana amigos de armar quimera, que nadie pueda decir de buena o mala manera, que un tejeru quedó mal entre xente de buen tratu, diversión y juerga. Con cuarenta años de oficiu, esto lo copió un tejeru, sentadín en Cervigal después de calentar un horno. María Josefa Canellada. Folklore de Asturias. En la romería de Santa Marina, a 4 km de Llanes, se celebra el ofrecimiento de ramos, corderos y cabritos en el campo de Santa Marina, bajo frondosa arboleda. Se coloca un altar portátil al pie de un castaño centenario; llegada hasta el altar la procesión, se coloca la Santa sobre el altar y comienza el ofrecimiento. Los mozos llegan con el ramo; después de hacer tres genuflexiones, y otras tantas mozas, se retiran, siempre cara a la Santa, cantando unas ingenuas coplas. Por ejemplo: Santa Marina gloriosa, que estás en la soledad; por ser día de tu santo bien acompañada estás. |
El ramo del Cristo del Camino tenía un ceremonial mucho más complicado, aunque hoy día ya no se practique. La víspera de la función se anunciaba por una salva de cohetes que disparaban cuatro mozos, a las doce en punto del día, desde la cumbre más alta de la cuesta; en aquel momento cesaba el trabajo en todo el valle y comenzaban los preparativos par el día siguiente. En una de las casas principales del Valle, con objeto de elegir la reina de la fiesta, reuníanse las mujeres de más edad, con la presencia de una niña de pocos años, que simbolizaba la razón y la inocencia. Los hombres, por su parte, hacían lo mismo para elegir al rey. Hecho esto, jóvenes y mayores se dirigían en comitiva a la capilla de San Felipe a recibir la bendición del Sr. Cura. Era costumbre que todos los mozos presentasen a la reina un ramo de flores como muestra de galantería. Entre estas flores no debía figurar la flor amarilla del árgoma. Esto constituiría una afrenta. |
La Xíriga Los trabajadores del barro o teyeros de Llanes tienen su lenguaje secreto -medio argot- que emplean como diferenciador especial de su grupo. Tal lenguaje se llama xíriga. En cada temporada se desplazaban ( desde el siglo XVIII hasta hace relativamente pocos años) a las tejeras de diversas provincias, principalmente a León, Palencia, Burgos, Asturias Occidental, Santander y Vizcaya. Partían a finales de abril y volvían a fines de septiembre. Algunos aspectos de su vida son: Las condiciones de trabajo eran de una dureza extrema. Su tarea comenzaba al amanecer y concluía una hora antes de media noche. Desayunaban la sopa calada o pan remojado en agua. El planto de mediodía era casi siempre garbanzos, y por la noche cenaban patatas con caldo y a veces una sardina en conserva. También interrumpían el trabajo para merender: ubíu, farragosa y aureta (pan, navaja, y agua) Inmediatamente antes de la guerra civil, los datos de su salario eran: el pinche (8 a 12 años aproximadamente) por toda la temporada recibía el importe de unos zapatos. A los doce años pasaba a cocinero. Sus ingresos le permitían comprar un traje sencillo además de los zapatos. Los otros trabajadores más importantes recibían ya 60 pesetas al mes. El número de horas de trabajo, lo agotador de la tarea, el mínimo descanso que tenían, la baja calidad de los alimentos, trajeron consigo, a la larga, que se crease un clima de enemistad entre estos trabajadores (tamargos) y el man ( el amo), que, por lo general, se mostraba duro y exigente hasta el límite de lo inhumano con ellos. La hostilidad hacia el amo y la tensión a que se veían sometidos, fueron quizá uno de los determinantes de la creación de la xíriga. Una de las coplas donde se transparentaba bien a las claras tal enemistad, y que explican el uso del lenguaje secreto como desahogo: Un tamargo nos contaba las siguientes anécdotas: El man llevaba su cinismo hasta el punto de pretender estimularlos en el trabajo con estas palabras: "¡Ea, muchachos!" ¡ea! que si reventáis, a Asturias voy por más. Prefiero ver un hombre muerto que parado." Se les reducían los alimentos o se los daban de la peor calidad. Uno recuerda sus años de pinche, cuanta que el man le dijo cuando él regresaba de comprar el pan: "Pinche, pon el pan sobre las tejas para que le dé el sol, y así los tejeros comerán poco al estar duro". La mezquindad de algunos manes llegaba a veces a comprar el pan a los mendigos para alimentar a su personal. Y añade: "¡Y ojalá que lo hubiéramos tenido en abundancia!" Además del hambre, estos cuatro versos resumen la calidad de la vida que llevaban: -De ñarama maya mingo y de michigún, uzquía; y de brota los plumosos y de racha la golía. ( Por la mañana acosa el frío, a mediodía el calor; por la tarde los mosquitos, y por la noche el sueño). El número de horas de trabajo, lo agotador de la tarea, el mínimo descanso que tenían, la baja calidad de los alimentos, trajeron consigo, a la larga, que se crease un clima de enemistad entre estos trabajadores (tamargos) y el man (el amo), que, por lo general, se mostraba duro y exigente hasta el límite de lo inhumano con ellos. La hostilidad hacia al amo y la tensión a que se veían sometidos, fueron quizá uno de los determinantes de la creación de la xíriga. -Gachu man, ¡ez llastirás al zoquín de la guxara, los maineles asbriciaos y la morúa abrecada! (Mal amo, ¡no te irás al cementerio con los dientes hacia arriba y la cabeza rota!) María Josefa Canellada. Folklore de Asturias.
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El Corri- Corri La danza ritual, necesariamente, en tanto que pervive, ha de conservar los rasgos característicos que la hicieron nacer. Porque estas danzas, o perviven o mueren. Se perdieron los condicionantes históricos y sociales que las hicieron nacer. Se perdió su significación primera y quedaron arraigadas en forma solamente mimética, pero firmísima, a los más hondos estratos del pueblo. Tenemos tres vestigios ancestrales de danzas rituales, de incalculable antigüedad, y que constituyen emocionantes y valiosísimos documentos vivos de antiquísimas experiencias humanas: ( el corri-corri, el pericote y la danza prima). La parte oriental de Asturias constituye una zona al margen de la cultura de los castros, conservar sus raíces megalíticas ( extendidas inicialmente por toda Asturias) En esta zona oriental encontramos los dos vestigios más significativos de vivencias ancestrales, en música y danza, que se conservan en Asturias: el corri-corri y el pericote. Son estas totalmente distintas del resto de las danzas asturianas. Hay quien lo interpreta como resto de las danzas celtas; y quien lo ve como una danza ritual funeraria. La vida para el pueblo del corri-corri se reducía a la supervivencia, y esta danza es la súplica de una continuidad que se sentía en precario. Es una danza ritual de la fecundidad. En el corri-corri el ritmo de los panderos es predominante; se impone incluso a la melodía que entonan las mujeres. La canción se ajusta exactamente al ritmo marcado por la percusión, y esto prueba su arcaísmo. |
El Pericote En las noches de luna, durante el solsticio invernal, simbolizaban los danzantes el poder generador de la naturaleza, bailando alrededor de un peñasco idolátrico, saltando sobre el fuego purificador. Cuera parecía loco de rebullicio de ixuxús retumbantes en las concavidades de la montaña. Comenzaban con pasos lentos, como ceremonial de salutación. Trenzaban las mujeres breves círculos sobre el césped. Vestidas con túnicas floreadas de albo lino, se mecían a la orilla del agua en los sotillos y oquedades. De pronto, el salto del galán, impulsado acaso por los gritos de la sangre y por los gritos de la multitud de ninfas embriagadas. Este salto tiene un no sé qué frenético de fauno perseguidor. Después el hombre dejará caer con laxitud los brazos, mientras su cabeza erguida dirá que aún resiste. Hoy se baila el pericote con gaita y tambor. La forma antigua se acompañaba con un pandero y dos panderetas grandes, tocadas por tres mujeres viejas vestidas de negro, que a la vez cantaban. A veces cantaban coplas medio irónicas, medio pintorescas. Otras veces coplas preciosas en su expresividad como ésta: Yo caséme y cautivéme, cambié la plata por cobre, cambié la mió mocedá por moneda que no corre. Mª Josefa Canellada. -Folklore de Asturias.- |
Miseria Ya te dije que soy jornalero, que tengo once hijos, sin bienes de fortuna de ninguna clase. Una tarde los acosté a todos temprano después de darles de cenar lo poco que quedaba en casa, y luego me puse a pensar lo que había de hacer para que al día siguiente comieran... Cogí un pequeño trozo de árgoma, lo metí en el bolsillo y salí de casa dirigiéndome a la jorna donde por la noche se cocían las boronas. Entré y al ver uns cuantas de ellas en espera de que llegara la hora de enjornarlas, quité la señal que una de las mayores tenía y clavé el trozo de árgoma que llevaba en el bolsillo, que era la señal que yo solía poner, retirándome después sin que nadie me viera. A la mañana siguiente volví a la jorna para recoger la borona con mi marca y poder dar de comer a los hijos. Efectivamente, la borona estaba allí, y era la única que quedaba por recoger, pero estaba allí también una vecina mía quejándose de que le faltaba su borona. - No se apure, vecina- le dije- , hay bastante para los dos. Y sacando una navaja dividí la borona en dos partes, dándole una a ella y quedándome yo con la otra. -¡Ah!- dijo la buena mujer- este Bartolo es tan bueno y tan desprendido, que merecía tener muchos, muchísimos duros.... Mª Josefa Canellada. Folkore de Asturias. Miseria Mi madre era algo devota, creyente de verdad, contrabalanceando de ese modo cierta dosis de excepticismo que mi padre no ocultaba. Un día de San Antonio fue a oír misa después de dejar al fuebgo el pote de hierro donde se condimentaba la modesta comida. Quedábamos solos en casa mi padre y yo, que entonces tendría unos diez años. -Vamos a ver -me dijo- esta tarde vas a ir conmigo a La Carúa a merendar, pues está anunciado en Puerta de Villa que hoy se romperá una pipa de sidra que "arde en un candil", pero para ello es necesario llevar dos chorizos, y que no digas nada a tu madre. ¿Entiendes? -Entiendo- le contesté. Seré completamente mudo. Se dirigió a la cocina, y de una de las ristras de chorizos que pendían de una cañavera, y donde menos podía notarse la falta, cortó dos, los amarró con un hilo y los metió para que cocieran en el pote, que hirvoteaba sobre el fuego, dejando en la mano el otro extremo del hilo. -¡Vaya una tarde tan buena que vamos a pasar! Para con tantas cosas verdes que nos tocan a los pobres es necesario que haya también algunas maduras; pero cuidado con que lo sepa tu madre, que cuando note la falta, que ha de notarla, crea que se equivocó al contarlos o que los comió el gato. ..... cuando se oyeron los pasos de mi madre al subir la escalera con la ligereza y precipitación en ella acostumbrada. Al sentirlos, mi padre tiró del hilo para sacar los chorizos, pero el calor los había reblandecido y rompió, quedando los chorizos en el fondo del pote. A las doce nos reunimos todos en la sala, como de costumbre, y ya sentados en el suelo y cada uno con su escudilla de barro delante, apareció mi madre con el pote, le volcó sobre una gran fuente para hacer después el reparto y dejando aquél en el suelo, empezó a santiguarse diciendo: -¡Ya veis, hijos míos, un milagro de San Antonio! Eché como siempre un chorizo en el pote, ¡y aparecen tres! Para que veáis lo conveniente que es el estar a bien con los santos.... Mª Josefa Canellada. Folklore de Asturias. - |
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El mansolea : Una jerga gremial del Oriente de Asturias Pimiango y sus célebres zapateros.- En la costa extremo oriental de Asturias, dentro del área correspondiente al concejo de Rivadedeva, y muy próximo a los límites de Santander se halla situado el pueblo de Pimiango. Enclavado en lo alto de una reducida pero elevada meseta que cercena con soberbios acantilados en su flanco norte el mar Cantábrico, goza el lugar, de una posición privilegiada. Cuenta en la actualidad con un censo de aproximadamente 250 habitantes, dedicados casi por entero a la ganadería, su exclusiva fuente de riquezas. Pero antaño se alternaba el trabajo del campo con la profesión de zapatero; e incluso, por parte de los varones, se le dedicaba a ésta mayores atenciones y cuidados que a cualquiera otra labor. El cultivo y la ganadería estaban fundamentalmente en manos femeninas. Los hombres, desde la primavera hasta bien avanzado el otoño recorrían ambulantes con su oficio las provincias de Asturias, Santander, Vizcaya y el norte de León, Palencia y Burgos. En invierno regresaban al calor del hogar y continuaban fabricando calzado que venderían luego en sus correrías. Con todo algunos había que tardaban años en retornar a sus lares. La emigración, la escasa rentabilidad, el desapego hacia la profesión, y como causa fundamental, las modernas industrias dieron al traste con la fabricación manual del calzado. Los más ancianos del lugar, por referencias, hablan de ascendientes que ya lo practicaban en la primera mitad del siglo XIX. Aquellos antiguos y acreditados zapateros de Pimiango junto con la práctica de su oficio, llevaban en sus correrías una jerga particular que denominaban manosea. La utilizaban preferentemente para no ser entendidos por los ajenos al grupo (los gorros) cuando hablaban de sus negocios o de otros asuntos propios de su vida errante. Los don juanes (costeros o maceteros) procedían de las comarcas más montañosas, principalmente de Peñamellera Baja. La jerga de los canteros es hoy prácticamente imposible de reconstruir. Todos los canteros, por muy distantes que estuvieran sus respectivos pueblos, usaban el mismo lenguaje, el regué, puesto que juntos convivían en el mismo tajo y empleaban la misma jerigonza , ora en Asturias, ora en otras provincias. Manifestaba Manuel Berbes - 84 años- (“El Cantero viejo” de Ribadesella): En muchas cosas nos entendíamos, pero en otras no. - |
De esta época del nacimiento florecimiento de Llanes, ó de los últimos años del siglo XIII, parece ser la fundación de San Lázaro de Caamal, en Covieles ó San Roque del Acebal. Cundía entonces por la provincia la enfermedad llamada “fuego de San Antón” después “pelagra”, “mal de la rosa” y á sus enfermos, malatos ó logrados. Para asilo de los mismos, fue la caritativa casa de Caamal, de la que sólo queda el sitio, después de haber sido uno de los primeros establecimientos de su clase en Asturias, objeto de limosnas, donaciones y legados de la gente piadosa del territorio. Curiosas debieron ser, como sus análogas, las Ordenanzas de la vieja Malatería ó leprosería, que tuvo una sucursal en Ardisana, organizada más tarde. Por aquellos tiempos debió pensarse también en la hospedería, Hospital ó casa de peregrinos de San Roque, puesta extramuros de Llanes para los peregrinos que por allí pasaban en visita á San Salvador de Oviedo ó Santiago de Compostela. Sin embargo, sobre estas fundaciones de carácter religioso y benéfico en el concejo de Llanes, merecen mención preferente la de tres templos dentro de las murallas de la Villa. Nos referimos á las iglesias de Santa María y de la Magdalena y á una capilla cercana de aquella. La abundancia trae como secuela la beneficencia, y por esto Llanes, concejo de gente rica, fueron notables las instituciones de piedad para los pobres y enfermos, y en favor de los centros de enseñanza. También vino á menos el Hospital de Nueva, que ha desaparecido, como la antigua Malatería de la parroquia de Santa María Magdalena, institución que languideció á últimos del siglo pasado.Tenía la Malatería de San Lázaro, bienes y rentas, aunque no muy crecidos, en caso todas las parroquias del Concejo y en Collera de Ribadesella, según apeos de 1536, 1643, y 1675, siendo patronos el capellán de Ardisana. El párroco de Ardisana , don Pedro de Junco, hizo también otro apeo especial en 1609 en cumplimiento de la Sinodal del Obispo de Oviedo, señor Caldas, y fueron necesarios estos recuentos sucesivos, porque la codicia nunca tuvo reparos, motivando las censuras que fueron precisas en 1568 á petición de Diego Hernández Harneros por usurpaciones de bienes de la Malatería, que también litigó en 1569 contra los vecinos de Meré. Los infelices malatos hicieron información en 1573 ante el escribano Harnero para acreditar que no podían subsistir á causa de las muchas hambres del Principado, y solicitando licencia para pedir limosna fuera de Asturias. Don Domingo de Llanes Espriella, Inquisidor general de Sicilia desde el año 1593 hasta el 1620, en que murió; natural de la Espriella, pueblo de Villahormes, fundó, por escritura de 11 de Junio de 1618, una Escuela perpetua en la parroquia de su naturaleza, con renta de cien ducados al año, y obligación en el Maestro de enseñar á leer, escribir, contar y ayudar á misa, y fundó también dos prebendas para estudiantes pobres de la parroquia de Hontoria. Don Pedro Fernández Rubio, natural de Mestas, de Ardisana, y vecino de Osma, la de aquella parroquia, bajo el patronato del párroco y vecinos, con más fincas adquiridas en 1733.
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A UN AMIGO PROPONIÉNDOLE UN RÉGIMEN DE VIDA Muy señor mio y de mi mayor estimación: Los vahídos de que usted me habla en su favorecida de 11 del pasado, empiezan á alterar la indiferencia con que antes miré esta novedad y á darme algún cuidado, no por su naturaleza, que la experiencia acredita ser inocente, sino por su frecuente repetición. Pero como yo conozco su casa, y estoy persuadido á que usted tiene en su mano, cuando me removerla del todo, aminorarla y templarla mucho, quiero destinar esta carta á hablar solamente de un asunto que es tan importante para usted, y que interesa tan tiernamente á sus amigos. Bien creo que en este accidente tenga alguna parte la complexión de usted. Yo la conozco como la mía, y se que es ardiente una libranza de larga vida, si en vez de exaltar aquellas calidades, las templa, las modera y aplaca. ¿Hálo hecho usted alguna vez? No por cierto. Por lo menos no lo ha hecho en el tiempo que yo he podido ser testigo. Acuérdese usted de los afanes que sufrió en la última época de sus amores, de los que le costó su maldito y desgraciado pleito, de las pendencias que riñó después con lnos ruines del ayuntamiento, de la pena con que vió la muerte de algunos amigos, los males y desgracias de otros, de sus tristes consecuencias, y sobre todo de los afanes de ese maldito empleo, que tomado con templanza hubiera presentado á usted un decoroso remedio contra el fastidio de la ociosidad; pero que su actividad ha convertido en continua zozobra y tormento. Y bien: ¿puede usted dudar que estas son las primeras causas de sus vahídos? Si, pues, añade á ellas poco cuidado en la comida y régimen, y un furor y exceso irracional en el trabajo, no tendrá que ir á buscar á otra parte las demás. Vamos, pues, al remedio. Usted le conoce; él está en su mano; su conservación le requiera; su familia y sus amigos le ansían, y si usted los ama, debe hacer a lo menos por ellos lo que nunca ha hecho, ni acaso haría por sí solo. Sé muy bien que usted estima en poco la autoridad tan contradicha y el tinte´res tan cercano de su empleo. ¿Por qué, pues, le sacrificará su conservación? Una de dos: ó hacer suave y compatible con ella el trabajo, ó abandonarle del todo. Lo primero fuera fácil en otro; en usted que no sosiega si no lo hace todo por sí y con ímpetu, muy difícil. Pero pues es necesario, ¿por qué no vencerá su natural actividad?¿ Son acaso tan difíciles los negocios que ofrece, que no se pueden desempeñar por otro? ¿No palpa usted que en ello el óptimo desempeño cuesta mucho y nada vale, y que el salir adelante á la ordinaria cuesta menos y vale todo? Sea, pues, primera regla que usted elija una persona en quien descargue el trabajo. ¡Ojalá que estuviera ahí, quien de buena gana se le reduciría á una simple firma, sin dejarle leer siquiera el texto! Aligerado el trabajo y separada la imaginación de los negocios, resta establecer un buen régimen. Su principio de dieta. Dieta, amigo mío, dieta si es preciso hasta el punto de desear echar el diente á una esquina. Dieta, no sólo de comida, sino de bebida. Bien sé que no hay exceso en ella, y con todo, si es posible, quisiera que me dejase el vino, y si no, que bebiese poquísimo y flojo á aguado, y nunca, nunca, nunca licores. ¿ Y ese maldito tabaco, cuyo aroma ataca continuamente los órganos del cerebro? ¿ Por qué no se dejará del todo, y si no es posible, no se reducirá al mínimum? Por último, largo ejercicio diario á pié, pero despacio y sin romperse las espinillas como de costumbre, y sobre todo frecuente ejercicio á caballo, con un buen criado á la pierna, por si algo ocurre. ¿No se podría pedir una licencia y hacer un viajecito á León á reconocer aquellas obras, informarnos de ellas y ver aquellos amigos? La estación va siendo mala: no importa, pues que importa el objeto. Si no, ir y venir á Oviedo, á Avilés, á cualquiera parte y á cualquiera cosa, la costa, Somió, Porceyo, Carrio, etc., etc. Yo bien creo que estaremos e acuerdo en que esto y no otra cosa es lo que á usted conviene. ¿A qué pues, consultar? ¿A qué exponerse á que los médicos le alejen de tan buen y tan bien conocido enero? Si estuviésemos en otra estación, yo consejería á usted mas bien lo baños en el mar; pero allá volverá,y convendrá probarlos, aunque sin zambullir ni mojar la cabeza. Acaso equivaldrán baños tibios de tina; pero ni tengo igual confianza en ellos, ni los creo necesarios, ni se establece el régimen en los demás. Animo, pues, amigo mío; fuera de las dietas y sus tres artículos, nada en él hay de duro ni difícil. ¿No hará usted este sacrificio á su propia conservación?¿ No le hará á la tierna inquietud de su buena madre y hermanos y sobrinos? ¿No lo hará á la zozobra de sus amigos y al ruego ardiente del primero de todos, á quien solo la esperanza de abrazarle le es de tan dulce consuelo? Creo que sí, y que ambos tendrán este gusto y no tarde. Consérvese usted, pues, para él, para sí, para todos, y mándeme á mí sus mas apasionado servidor que besa su mano. Jovellanos. - Diarios. -
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