Labra (Cangas de Onís)

Textos:
-Del carácter del país de Asturias y del atavío de los hombres y mujeres.

Labra.Lugar y parroquia del mismo nombre en el concejo de Cangas de Onís. La parroquia, de relieve algo quebrado, tiene una extensión de 9 km cuadrados y comprende los núcleos de Cebia, Tresano y Labra,  donde se encuentra la iglesia parroquial  de San Bartolomé, edificio  de 1925, de cruz latina, y nave única y ábside rectangular. Suman una población de 148 habitantes. Desde el pueblo muy cuidado y pintoresco, se observa  una hermosa panorámica del macizo occidental de los Picos de Europa.  Se conservan entre su caserío uy buenos palacios, sobresaliendo por su monumentalidad y buena conservación el de Soto Cortés, del siglo XVIII.  Tras él  se localiza la torre de Pendás, de tres pisos y fechada en el siglo XVI. -
Del carácter del país de Asturias y del atavío de los hombres y mujeres  de aquella comarca.
Para satisfacer de algún modo   a los que deseen saber el carácter del país de Esture (Asturias)   y de la manera de hacer y cómo los hombres y las mujeres de esa comarca  se visten, según he visto y oído,ese país está lleno de altas montañas y  valles y en varios lugares en inhabitable,  por los desiertos que allí existen; y en varios de esos valles hay también tierra fértil y fructuosa como en el nuestro, como praderas, jardines, tierra de labor, que anualmente producen  ampliamente bienes, como trigo, avena, centeno, mijo, y también buenos vinos y frutas, como manzanas, peras, naranjas, granadas, higos, nueces, cerezas y castañas;  y tienen buenos pastos para alimentar su ganado; y creo que si las gentes fuesen allí  tan diligentes  para labrar como aquí y cultivar las tierras, tendrían, sin comparación, muchos más bienes de los que tienen; pero no se les ocurre labrar, sino solamente lo que les conviene para gobernar  ellos y su familia, porque la mayor parte están fundados sobre gentileza, no les importa ser pobres, y creen ser todos nobles en virtud de ciertos privilegios que adquirieron  de los reyes de Castilla, por algunos servicios que en tiempos pasados sus  antecesores montañeses habían hecho al reino de Castilla  contra los paganos, que,  sin  resistencia, hubieran conquistado el reino de Castilla.
Más, a fin  de que su buen servicio  no quedase sin recompensa, los reyes de Castilla los tuvieron y  tienen por francos y libres de todas las contribuciones  e impuestos, como si fuesen caballeros. Pero, aunque hayan sido ennoblecidos, no son ricos; los hombres, las mujeres casadas y las muchachas jóvenes,  van ordinariamente sin calzas, no sé si es la costumbre o porque el paño les resulta demasiado caro. En verdad, si estas gentes estuvieran tan provistas  en sus casas de utensilios del ajuar de la casa como están allí los hombres armados, los transeúntes  se verían mejor tratados por su dinero de lo que están. 
Los hombres son con los extranjeros bastante rudos y poco corteses; pero las mujeres son allí más benignas, corteses y tratables. Más, comoquiera que sean, mostraron bien que amaban al rey, su soberano señor y príncipe; y cuanto más se penetra en el país, de mejor condición son las gentes.  
Las mujeres de estas comarcas van sobriamente vestidas de paño delgado, y las más de las veces sus trajes no son más que de tela,  y su atavío  y adorno de cabeza son extraños, y tan altos  y largos que en el tiempo pasado solían ir las damas y damiselas con sus altos tamboriles, y no son  tales; pero sus adornos están hechos como respaldos y cubiertos  por debajo de tela,  bastante a la moda pagana; sus adornos  son penosos  y muy pesados de llevar;  por la gran cantidad  de tela que emplean, que les cuesta tanto  como el exceso de sus vestidos. En mi opinión, no sabría comparar mejor esos adornos  que como a esas aldeanas que se han cargado sobre sus cabezas  ocho o diez pértigas con bandas de tela cubiertas con un trapo, o como si una mujer  se hubiese plantado sobre su cabeza una gran cesta de cerezas: tan altos y anchos  por encima son esos  adornos. Van allí las mujeres, como los hombres, la mayor parte del tiempo sin calzas; y si las llevan, son anchas y rojas, llenas de pliegues, a causa de que no llevan ligas.  He visto algunas  que llevaban altas botas, como hasta media pierna, y  creo que a la mayor parte de esas mujeres  no les hace falta peine ni cordeles para atar sus cabellos, porque debajo de esos altos adornos  está todo lleno de negras y grises  horquillas; también las mujeres  y las jóvenes son poco o nada hermosas; parecidamente las muchachas casaderas van allí pobremente vestidas, la mayor parte con telas o un delgado jubón sin mangas y con el pelo corto, y la mayor parte de ellas tienen  las orejas agujereadas; pero en los días de fiesta, cuando van a divertirse, llevan a un tiempo cruces pequeñas de plata, pendientes y otras  chucherías  a gusto suyo; llevan alrededor del cuello, a manera de argolla, paternostes de azabache,  a la vez de ámbar o coral; también llevan cordones llenos de nudos para dar lustre a sus pechos morenos, de cuyos collares cuelgan y sujetan gran cantidad de chucherías y otras menudencias. Los días de trabajo van con los pies descalzos y arregladas sobriamente, por lo cual no se muestran tan guapas, como si se arreglasen mejor.
En la villa llamada Villaviciosa, el rey  no durmió más que cuatro noches, durante cuyo tiempo  los furrieles y alguaciles detuvieron las carretas y mulos para llevar los bagajes del rey y sus gentes,  lo que se logró y procuró con gran trabajo.
Laurent Vital (s.XVI).  Asturias vista por viajeros. Volumen primero.-



























































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